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No es el Síndrome de Diógenes por Cinnamon

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Notas del fanfic:

Disclaimer, todos los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto.

Esto es producto de mi total oposición al final que le puso, una demostración de que si fuera como Kishi quiso, todo sería así:

Notas del capitulo:

Lectores mios, esto es angst, están advertidos.

Esto es lo que, segun yo, Kishi hizo al obligar a nuestro preciados Sasu y Naru casarse con otras personas que no eran ellos *hum* 

Sí, la primera vez lo tomé bien, pero estoy emocionalmente desiquilibrada y volví a leer ese capitulo y pues... esto salio.

Espero me digan que opinan...

Agg, necesito ver algo alegre antes de que siga con el angst QwQ

(24/11) Tenía que hacerlo, lo siento.

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No es el Síndrome de Diógenes

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“No lo es. Estoy seguro, porque mi casa está vacía y ordenada, no guardo chatarra, ni basura, ni colecciono lo que no necesito. Mantengo todo limpio y cuido de mi higiene personal. Quizá me aísle de vez en cuando, pero es porque me gusta la soledad y el silencio.

Aún entreno todos los días y salgo de viaje los fines de semana, así que nadie me puede acusar de ser sedentario o haber perdido la voluntad de hacer cosas o salir al aire libre. Tampoco soy un anciano huraño que odia socializar. Visito a mi hija y entreno con ella, así que la tengo a ella y rio con ella, y almuerzo con ella de vez en cuando, y la ayudo cuando me necesita. No pueden decir que no interactúo con nadie.

No es el síndrome de Diógenes pero sí soy un acumulador.”

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El silencio era incómodo y él sabía el porqué, ya había escuchado los rumores, quién no, pero Sasuke sabía que de todas maneras Naruto se lo iba a decir.

—Me voy a casar con Hinata-chan—dijo. Lo único que se atrevió a hacer fue mirarlo a los ojos. Quería enojarse, quería gritarle, preguntarle que por qué, que cuándo había tomado esa decisión, que por qué estaba haciendo lo que todos esperaban de él. Preguntarle por qué lo hacía. Pedirle que no lo haga, que no se atreva…

—¿Qué quieres que haga al respecto? — Fue la pregunta que salió, fría y molesta, una mentira disfrazada de desinterés. Naruto frunce el ceño, sus ojos con clara decepción.

—Supongo que nada, pero esperaba-

—¿Qué? — Tenía que interrumpirlo, tenía que evitar que esas palabras salieran de su boca. Porque si Naruto las decía, si las escuchaba de sus labios, todo lo que él también sentía, sería real, sería materializado y de ese modo él ya no podría seguir ignorándolo. Pero pese a todo, Sasuke no puede evitar sentirse increíblemente furioso.

Naruto solo gira el rostro, mira a un lado, al otro, regresa la mirada a Sasuke. Está nervioso, indeciso, confundido, inseguro... Sasuke se preguntaría desde cuando él era capaz de poner a Naruto así, pero eso quería decir que tendría que admitir que podía leer las expresiones de Naruto tan fácilmente como su estuvieran escritas en su rostro.

—Nada. Yo—él suspira—nada…

Sasuke deja de verlo, deja el tema pasar, deja que Naruto cambie la conversación y él como siempre acepta. La sensación de impotencia, odio hacia sí mismo y dolor impregnándose en su ser.

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Acumulo dolor sin convertirlo en palabras. Sin expresarlo, sin dejar salir nada, sin demostrar.

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Naruto aparece de entre los árboles y camina directamente hacia él. Sus pasos firmes, su expresión seria, su postura exigente. Sasuke sabe lo que viene a decir.

—No me dijiste que tendrías un hijo—su voz suena acusadora, él entiende el por qué, o cree a hacerlo, o quiere hacerlo. Quiere pensar que Naruto aún piensa en él, pese a que él esta casado y Sasuke está por tener una hija con otra.

—Hija—es lo único que deja salir, corrigiendo algo en lugar de dejar que las otras cosas acumulándose en su garganta salgan.

—Es lo mismo—suspira Naruto, frustrado. Sasuke no lo mira y sigue tirando kunais contra un árbol, tenía que desahogar la furia de uno u otra manera. Escucha cómo él suspira antes de hablar—. Solo quería felicitarte, veras que es lo más hermoso que puede pasarte—dice con tanta naturalidad y seguridad que Sasuke no puede evitar odiarlo un poco, no puede evitar sentir rencor y furia y las ganas de sacudirlo para reclamarle que cómo se atrevía que eso era lo más hermoso, que qué pasaba con él, que qué pasaba con lo que tenían, que qué significó el lazo que los unió... que los une.

Y quizá es por la furia contenida, por la impotencia, por el odio de no poder decir más que las palabras salen de su boca sin pensarlo.

—¿Más que enamorarte? —Se muerdo la lengua ante su desliz, molesto por su debilidad, por suponer, por simplemente creer que Naruto quizá sentía lo mismo. No se atreve a mirarlo a los ojos, pero sabe que Naruto lo está observando fijamente.

—Sí, mucho más—dice con fuerza con seguridad. Y eso duele, duele—. El enamorarme solo me causó dolor y sufrimiento—. Suspira. Sasuke quiere creer que él está hablando de Sakura, de otra persona, de otro enamoramiento, no quiere creer que en algún momento Naruto hablaría de él—. En cambio…—continúa, sin saber que Sasuke decidió no escucharlo, no quería saber, no quería escuchar— amarlo a él será distinto, es distinto. Es más puro, eterno, inamovible— Sasuke lanzó el kunai con fuerza y una rama cae de golpe. Naruto ni parpadea—. Verás que la amaras más que a nada. Aférrate a ese amor, Sasuke. Es uno que no te decepcionará.

No te decepcionará. Quizá Naruto lo culpa, quizá lo odia, quizá ya perdió ese lazo que los unía… Quiere preguntar, quiere preguntarle si es cierto, si es Sasuke del que habla. Pero no lo hará, lo sabe, no lo hará porque es un idiota.

—Lo tomaré en cuenta—solo dice.

—Gra-

—Ahora vete, me distraes—. No quería decir eso, no quería que se fuera. Pero esto era demasiado doloroso, demasiado triste, demasiado que soportar. Y no podía, no podía escuchar a Naruto diciendo que él estaba saliendo adelante, aferrándose a un nuevo amor, a otra cosa que no era Sasuke, que no era el lazo entre ellos, que no era su amor.

Naruto, como siempre, parece entender lo que sucede cuando se trata de Sasuke. Pero él solo asiente, sonríe tristemente y se va.

Cuando deja de escucha los pasos de Naruto, él vuelve a tirar kunai tras kunai hasta perder el sentido del tiempo. Ya cuando se da cuenta, es de noche. Toma aire, se alista. Ya podía regresar.

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Acumulo tristezas sin convertirlas en lágrimas. Sin dejarlas caer, sin soltarlas, sin desahogarlas, sin llorarlas.

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Ambos están sentados en un tronco. Sasuke, pese a todo, no se había atrevido a alejarse, a darle su espacio, a dejarlo libre.

—Solo están jugando, te preocupas demasiado—le dijo tomándolo del brazo para volver a sentarlo a su lado cuando sintió a Naruto levantarse nuevamente. Siempre se preocupaba demasiado.

—Quizá tienes razón, pero Bolt aún no sabe controlar su fuerza—él sigue mordiéndose el labio inquieto. Una manía suya de cuando está preocupado por los niños, algo que él hace mucho, tanto por Bolt como por Sarada. Sasuke no se sorprende de que ella no tardara en aceptarlo como parte de su familia y pegarse a él como si fuera su segundo padre.

Una parte suya, que es egoísta y cruel, no quiere ver cómo su hija se pegaba a Naruto y él aceptaba el abrazo, los besos, las risas de ella, sus palabras, sus errores, sus manías. La otra parte, se siente culpable, porque Naruto se da cuenta que los está observando y lo mira con tristeza como diciéndole, puedes venir, puedes acercarte, puedes hacerlo… si solo quisieras, si solo trataras, si solo dejaras de lado todo y lo aceptaras.

Sasuke lo único que hacía era ver hacia otro lado y confrontar sus celos, y solo sentirse que al menos un Uchiha recibía los mimos de Naruto.

—Ella estará bien, sabe defenderse—dice, un sentimiento de orgullo en su interior. Naruto no se equivocó en esto, pese a todo lo demás, su hija fue como un desastre natural y lo enamoró a penas la tuvo entre sus brazos. El amor sí era distinto, pero era amor y lo necesitaba, porque este amor no dolía tanto.

Suspiró y dejo de verlo tan obviamente, tendía a hacerlo cuando pensaba en él. Giró a ver al par de niños, que estaban jugando.

—Tienen cinco años, Sasuke—dice entre divertido e incrédulo por sus palabras, pero el sentir cómo lo empuja con un hombro le hace saber que confía en él y dejaría de preocuparse por los niños.

Desde el nacimiento de Bolt, Naruto había recuperado el brillo que perdió, quizá por la guerra, quizá por las luchas, quizá porque tuvo que madurar rápidamente, quizá… por mi culpa. Saber eso, que él lo superó, que él era feliz era difícil de aceptar… Por una parte es un alivio, por otra se sentía como una traición.

—Tendrás una hija—no pudo evitar que su voz sonara acusadora. Sonara despechada, sonara recriminarte, Sasuke solo quería saber por qué tendría otro hijo, por qué, después de todo lo que Naruto le había comentado de las dudas con Hinata, de los problemas, de lo que sentía, de lo que le faltaba.

Naruto solo se quedó en silencio, como si con sus palabras nuevamente le hubiera robado toda la alegría que hace segundos poseía. Puede sentir el cambio en el aura de Naruto, el enojo contenido, la molestia.

—Sí—dice entre dientes, pero sonríe—pensé que no íbamos a- Hinata- esto cambia todo, yo—suspira, después de que con su tartamudeo el enojo va desapareciendo. Su expresión triste pero decidida—. Ella será una alegría más, la amaré y atesoraré como hice con Bolt—responde, volviendo a ver a su hijo con ojos adoradores.

Sasuke solo puede sentir molestia.

—Seguirás casado—se le vuelve a escapar, Naruto gira a verlo, su rostro serio, el enojo de regreso.

—Tengo una hija en camino, Sasuke—dice entre dientes. Molesto, incrédulo, dolido— ¿Qué quieres qué haga? — Él se levanta, camina hacia los niños y estos alzan la mirada a verlo, su expresión cambia por completo. Ahora sonriente y juguetón, él se pone a alzarlos y hacerlos reír.

¿Qué quiero que haga? Que deje todo, que venga a él, que haga algo porque Sasuke era un cobarde y no haría nada.

Sasuke solo lo quedó mirando, esa tarde no dijo otra palabra, solo observó al par de niños jugar con Naruto, él mostrándole juegos nuevos y jutsus que los hacía reír. Y por todo el tiempo que lo veía, Sasuke solo podía pensar que ahí, junto a ellos, podría estar él. Feliz, sonriendo, jugando y riendo por las tonterías de Naruto, por las risas de los niños, por la felicidad en general, por todo.

Pero no, él estaba alejado, sentado en un tronco, observando.

Hubo un momento en que su hija giró a verlo, y entre toda la pureza infantil e inocente pudo ver la agudeza Uchiha en esos ojos, su mirada acusante, decepcionada, lastimera… Idiota. Ella volvió a ver a Naruto y como por arte de magia su pureza volvió, su alegría y su ingenuidad.

Sasuke quería creer que fue producto de su imaginación, pero posiblemente se equivocaba.

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Acumulo amor sin convertirlo en caricias, abrazos, besos… sin demostrarlo.

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Estaban alejados de la multitud, alejados de la mirada de todos, del festejo de la fiesta.

—¿Cuánto tengo que esperar? — Naruto interrumpió el silencio. Sasuke se lamió los labios y tomó un sorbo del trago que tenía en la mano antes de responder.

—No te entiendo—dijo. Pero sí entendía, sabía a lo que Naruto se refería, lo había sabido por ya mucho tiempo. Naruto lo estaba esperando.

—Vamos, Sasuke. Yo ya te traje de regreso, es hora de que también hagas algo—sonaba frustrado, molesto, exigente. Sasuke siguió viendo al frente, Naruto a su costado solo lo veía a él.

—Sigo sin entender qué quieres decir—dijo de manera desinteresada. Una mentira. Con él era una mentira tras otra. Porque no estaba listo, no se atrevía, no podía…

—Si esta vez tú no das el primer paso, yo-

—¿Qué, Naruto? — Interrumpió con rudeza, porque él no podía exigirle a hacer nada, no podía. No se sentía fuerte lo suficiente para aceptar los pedidos de Naruto, para aceptar la verdad, para aceptarlo a él y a toda la amalgama de sentimientos que veían junto a su amor por él.

Naruto se quedó en silencio por varios segundos, Sasuke podía saborear la miseria de este en sus labios, el sabor del vino agrio desaparecieron de sus papilas.

El sielncio era tenso, su corazón latía rápidamente, mucho más que las alas de un colibrí. Pero como siempre, Sasuke guardó la compostura, su exterior frio y distante.

—Yo seguiré sin ti—por un segundo sintió que su corazón se detuvo, sus palabras como un choque eléctrico— No puedo ser siempre quien tenga que ir a tu rescate—no sonaba acusador, solo triste, tan, tan triste.

—Haz lo que quieras—respondió, hundiendo el resto de sus palabras en el vino, quizá el alcohol borrara su arrepentimiento, su odio al decirlas.

Naruto solo lo mira por varios segundos. Suspira, le sonríe con tristeza y se aleja de él.

La bulla de la celebración a su alrededor vuelve a ser percibida por sus sentidos ahora que Naruto no estaba a su lado. Naruto avanza unos pasos en camino de regreso a la fiesta, junto a Bolt y Sarada que se graduaban.

—Está bien—dice en un susurro, pero la firmeza en su tono es determinante. Sasuke alza el rostro sorprendido. Naruto solo lo mira con tristeza y lástima—. Seré feliz, Sasuke—Sasuke siente sus rodillas débiles, sus manos tiemblan y por un momento casi deja caer la copa—. Sea contigo o sin ti.

Luego se va, Naruto se va y desaparece entre la multitud y Sasuke solo lo puede ver mientras este levanta a su hija en sus brazos y desordena la cabellera de su hijo. Todos a su alrededor se acumulan como hormigas al dulce, el Hokage y su familia perfecta.

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Acumulo remordimientos sin convertirlos en simples recuerdos, sin superarlos, solo dejando que me carcoman.

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Sasuke decide que ese es el final, que eso es todo. Que era hora de dejarlo libre, de alejarse, de no volver a poner una expresión tan triste en aquel rostro.

Sus viajes aumentan, sus misiones en solitario aumentan, sus entrenamientos aumentan.

Se muda pero promete visitar a su hija seguido, construye una casa en la mitad del bosque sin alejarse de Konoha.

Nada está bien, todo se siente a error. Pero al menos puede seguir ignorando todo y seguir acumulando.

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—Hola—dijo casi en un susurro. Su voz algo apagada por el tiempo, por la falta de uso.

Sintió el viento alzar sus cabellos desordenándolos y se sentó en el pasto para quedar frente a él. Tosió levemente antes de continuar, tomó aire y volvió a mirarlo fijamente. Sabía que Naruto no lo interrumpiría.

—Sé que es muy tarde—volvió a aclarar su garganta—, sé que me diste muchas oportunidades y yo- —Apretó sus puños contra sus palmas con fuerza—. Y yo no las aproveché.

Paso su mano por su cabellera, sintiéndose frustrado, impotente.

Pensó en qué decir, ya había repasado sus palabras muchas veces, pero seguía luchando para hablar, para dejar salir todo lo acumulado en tantos años.

Pensó en Naruto, pensó en sus momentos juntos, en sus discusiones, en sus peleas, en sus risas, en sus misiones, en sus momentos tensos y serios, junto a los alegres y maravillosos. Pensó en cuánto significaba Naruto para él, pensó en cuántas veces Naruto se había acercado a él con esa sonrisa dispuesta a aceptar todo lo que Sasuke le quisiese dar, todo lo que hubiese estado dispuesto a entregar. Pensó en las oportunidades que le dio y en las miradas esperanzadas que decían claramente ¨este es el momento¨, ¨esto es lo que esperaba¨, ¨al fin harás algo¨. ¨Al fin dirás algo¨.

Al fin actuaras.

Pero Sasuke no actuó. Sasuke no había tenido el valor de acortar el espacio entre sus labios, Sasuke no había tenido el valor de hablar, de sentir, de confesar lo que sentía, de ignorar las expectativas, de seguir sus deseos y aceptar lo que amaba. De no solo desear sino también tomar y disfrutar.

Sasuke no había dejado de castigarse por todo los errores que cometió, por las estupideces, por las malas decisiones. Pero no sabía que haciéndolo también arrastraba a Naruto con él. 

Pero esta vez, esta vez, pese a que era muy, oh, muy tarde y no había nadie a su alrededor y no había nadie que atestiguara su vulnerabilidad. Sasuke lloró, derramó su dolor y tristeza y angustia y desesperación en lágrimas que no se había atrevido a derramar y entre sollozos y gemidos dijo palabras que no se había atrevido a decir… por cobarde, por idiota.

Y repitió estas, una y otra y otra vez hasta que ya no pudo más, hasta que esta vez su voz desapareciera, hasta que su garganta doliera y sus ojos ardieran. Porque diría te amo hasta que fuera suficiente, hasta que no pudiera más, hasta que al fin significaran algo y al mismo tiempo perdieran el significado… algo que nunca seria, algo que no pasaría, algo que no serviría porque no obtendría respuesta, no obtendrías ni un rechazo, ni un beso, ni una caricia,  ni un te amo.

Porque Naruto era ahora un simple bloque de marfil. Frío y sin corazón, y sin labios y sin ojos y sin sonrisa y sin nada de lo que tanto amó.

Ya era tarde y solo le quedaba seguir acumulando, porque quizá no era el síndrome de Diógenes pero era un acumulador, él acumulaba dolor, penas, remordimientos, recuerdos, amor. Y al igual que este síndrome esta era su autodestrucción.

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“Acumulo tanto hasta que ya es muy tarde. Porque cuando quiero expresar mi dolor, llorar mis penas o demostrar mi amor ya es muy tarde. Ya es muy tarde porque lo único que me queda son los recuerdos, los recuerdos de sus ojos pidiéndome que esta vez lo acepte, el recuerdo de su cercanía llamándome a actuar, el recuerdo de su sonrisa que me animaba día a día, el recuerdo de su voz que no me dejaba rendirme, el recuerdo de sus labios que me tentaban, el recuerdo de su cuerpo que deseaba pero no pude probar. Y me volvió un adicto a él.”

No es el Síndrome de Diógenes, no lo es.”

 

Notas finales:

Al menos ya cubrí la categoría de Angst, tengo un peso menos encima *fiuu* No soy buena en esto... ¿les pareció triste?

 


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