«De momento a otro el bajista de vistlip se vio envuelto en un "embrollo” que, según él, desencadenaría “su fin”, pero... ¿Qué de todo aquello era cierto, y qué e iba por parte de su subconsciente? »
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Tres. Tres fueron las veces que el bajista pospuso la alarma para no levantarse aún; las sábanas estaban enredadas en su cintura y su cabello era un completo nido de pájaros, a eso adherirle que las almohadas estaban dispersas por todos lados y él centrado en el colchón boca abajo: un completo caos. Quién lo viera en primera instancia pensaría que se trataba de una cama previamente ocupada por dos personas, pero no, la verdad estaba muy lejos de eso dado que sólo el castaño era el orgulloso propietario de aquel lecho de dos plazas que ahora parecía cualquier cosa menos una cama propiamente tal.
Un pesado suspiro escapó de sus labios al momento de voltearse y pegar su espalda a la superficie mullida del colchón, a sabiendas de que no tenía más tiempo que perder se estiró cual felino y tras uno que otro gemido placentero se quedó estático mirando el techo como si fuera lo más interesante del mundo…
No fue sino hasta que nuevamente la alarma sonó que se dio cuenta de la gravedad del asunto en el que ahora estaba envuelto, y es que por tanta pereza ya llevaba una hora y algo de retraso.
Con viento fresco se levantó y literalmente corrió a la ducha, posteriormente salió, se cambió, y tras coger su bajo y todo lo necesario salió de casa sin siquiera probar bocado, una vez en la calle se aprontó a tomar el primer taxi que estuvo a su alcance, tardando así un par de minutos más en llegar a la compañía.
Para cuando arribó miró su reloj de pulsera y no pudo evitar que un escalofrío recorriera su cuerpo dado que ya se imaginaba a su “adorable” líder con cara de pocos amigos esperándolo en la sala de ensayos seguramente para fusilarlo. Inconscientemente apretó la tira de su funda cuando escuchó el característico tintineo del ascensor que avisaba la llegada a la planta correspondiente, exhaló un suspiro y, justo cuando iba a dar un paso afuera dispuesto a comenzar una carrera hacia la sala de ensayos, pudo divisar perfectamente el rostro del guitarrista y líder de su banda... Era su fin…
De un salto Rui abrió los ojos y se sentó encontrándose nuevamente en su habitación, parpadeando algo perplejo y confundido por toda esa seguidilla de sucesos que sólo fueron parte de un sueño, se restregó los ojos a esas alturas riendo y tanto más aliviado se dejó caer sobre la cama, relajado. Eso, hasta que nuevamente se sentó de tiro y prácticamente se abalanzó sobre el móvil para mirar la hora, creyendo morir ahí mismo al ver de paso que estaba lleno de notificaciones, mensajes de texto, mensajes de voz y llamadas perdidas…
… Joder, si lo anterior se había tratado de un sueño premonitorio, entonces bien sabía lo que le esperaba en la compañía en un par de minutos más. Ahora sí, definitivamente era su fin.