“¿Cómo había sucedido esto?,¿En que minuto pudo hacerse presente esta situación?”.
Era en lo único que podía llegar a pensar el chico de cabellera celeste. Está pregunta se formuló en su pequeña mente desde que vio en aquella esquina de su cama a lo que parecía ser un “Batido de Vainilla” con cuerpo de hombre, sabía que la noche anterior a esa no pudo sellar sus orbes celestes, para conciliar el sueño, pero ¿Era tanta la falta de este para imaginar tal cosa?
Se encontraba en un rotundo shock desde que entro a su pieza por lo que no pudo hacer nada más que observar la postura en la que esa “cosa” se encontraba “mirando” a su persona.
Trago saliva para poder decir algo, pero mucho antes de que emitiera algún sonido, el Batido “hablo”.
¾ Debo suponer que estaba situación te ha dejado perturbado… -aunque no se pudiese percibir algún gesto en la cara de este, el menor interpreto que “aquello” le debía haber dedicado una sonrisa amable.
¾ Si…..–se limitó a contestar en forma hermética, como siempre lo hacía. Aunque aun así no podía reaccionar bien ante aquella sorpresa, que lo tenía atónito.
¾ Sabes, siempre me ha gustado esa forma de ser directo que posees con los demás esa falta expresar lo que realmente piensas o sientes Kuroko… –su voz se escuchaba de forma sencilla, pero a la ves seductora.
¾ Sumimase, podría decirme que es lo que está haciendo aquí… -ya se sentía loco, por estar conversando con un batido de vainilla, pero tuvo que ceder y tratar de averiguar qué era lo que quería de él y porque le hablaba de forma tan natural, como si lo conociera perfectamente.
¾ Jejé, bueno mi propósito aquí es venir a probar tu cuerpo…. –se levantó desde la cama, para dirigirse hacia donde este se encontraba.
¾ ¿Probar mi cuerpo? …. –antes de que pudiese poder seguir preguntando, sintió las manos del contrario rodear su zona más delicada, haciendo que soltara un gemido casi inaudible- perdón… ngh… per…o po….r…. qué...
¾ Hm, porque siempre lo hacías tú en el pasado y ahora me tocaba a mí disfrutar de tu ligero cuerpo. –deslizo sus manos por dentro de la polera del peli celeste, dando por iniciado los actos excitantes hacia el de menor estatura.
Luego de las leves alejadas sin fuerzas que daba, para que el otro no se acercara más a su cuerpo. Decidió rendirse y dar paso a lo que haría ese místico ser que se encontraba ahora encima de su blanquecido torso.
La mano derecha de este rozo de manera seductora el pecho del ojiceleste, dándose paso a los pezones ya levantados del menor, aprovechando el momento para poder presionarlos de manera rápida y certera; y a su vez con su mano libre dedicar un elegante bajar a los ropajes que cubrían de manera caprichosa la zona inferior.
Ya terminado ese trabajo de sacar todas sus prendas, bajo su mano hacia el bulto creciente que se asomaba sin escrúpulos ante la presencia ajena aprovechándose de ese momento para comenzar a masturbarlo de forma lenta y provocándole gemidos placenteros que se escucharían por toda la habitación.
Pronto Kuroko Tetsuya había caído completamente rendido ante el placer que recibía de las condecoradas manos ajenas. Cualquiera que pudiera contemplarle notaria un hilo de saliva que recorría presuntuosamente sus encorvados labios. Tras todas las sensaciones que recibía no opuso resistencia, ya que aunque esto iba contra todo sus principios, disfrutaba ese extraño y retorcido tocar que le hacía temblar.
De pronto el peli-celeste comenzó a sentir más calidez en su zona baja, por lo que se asujetó de las sabanas que se posaban al alrededor de ellos, sus gemidos se hacían profundos y más demostrativos y solo había una razón para tal acción; su excitación había llegado a lo más profundo y en cualquier minuto liberaría todo su líquido seminal.
¾ Veo que tu miembro se está agitando demasiado, ¿Acaso ya te correrás? – a los segundos de lo dicho aparto su mano llena de aquel blancuzco líquido que salía condecorando todo el alrededor.
¾ Mhg…. mételo……por…favor…. –Miró lascivo al misterioso ser y le enmarco una fina sonrisa de petición, esto era producido por el noqueo de todos su razonamiento y que por resultado dejaban al oji-celeste a merced de las lujurias que el “hombre” pudiera hacerle.
¾ Será para la próxima vez mi querido amigo, por ahora me tengo que ir. Mis más agradables y deliciosas disculpas hacía tu hermoso y delicado cuerpo. –Antes de que se retirara de aquel lugar, le dejo la sensación al orbes celeste de que había “sonreído” satisfactoriamente por aquel acto que había cometido contra su desnudo ser.