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Cuestiones de Peso KyuMin por karma3078

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Notas del fanfic:

Este fic es de mi autoria, es sobre el Kyumin de Super Junior. Lo he publicado en otro blog anteriormente, a ver que les parece. Saludos.

- Sungmin, sube a tu cuarto y ayúdame cuidando a tu primo. No estés aquí oyendo conversaciones de gente mayor-.

 

-Pero mamá, no quiero cuidar a Henry, es muy travieso, y cuando le llamo la atención, llora y me acusa con la Tía, y yo termino siendo el villano-.

 

-Que subas te digo-

 

Arrastrando los pies obedezco, y camino hacia las escaleras. A mi lado, pasa corriendo un pequeño individuo rubio; no sin antes gritarme “quiero tu computadora”, y me adelanta.

 

Resoplo exasperado, y subo los escalones lentamente, mientras la “gente adulta” comienza a charlar, pensando que se han quedado solas.

 

- Que mal esta Sungmin-, es la voz de la Tía, -cada día más rebelde-.

 

Decido quedarme a escuchar, colocándome detrás del pilar de las escaleras.

 

-Bueno, es la edad. Además como el más grande de todos, tengo que confesar que siempre le cargo la mano, siempre le pido ayuda, que se haga responsable, cosas que no les pido a los demás-

 

Oigo decir eso a mi madre, y me sorprende. Nunca espere oírla aceptar que me dejaba todo el paquete, así que pare mas la oreja para seguir escuchando.

 

-Bueno, tal vez tengas razón, pero ese es el papel del hijo mayor, además, el es joven apenas comienza a vivir, y no puede ser que a los 13 años se descuide tanto-

 

- A que te refieres?-, pregunta ingenuamente mi madre, aunque ambos sabemos a qué se refiere la Tía.

 

- No te engañes Sung Jin. No puede ser que Sungmin esté tan pasado de peso. Se que siempre ha sido rellenito, pero ya está en la edad que debió de dar el estirón y por consiguiente adelgazar, pero no, yo cada día lo vea más prominente-.

 

Siento una punzada en el estomago, ¿o es en el corazón?, ¿será acaso un infarto?. No, no es para tanto, solo es mi autoestima resquebrajándose.

 

-Lo sé, lo sé, y no sé si me creas, pero en verdad me preocupa- se levanta del sillón y va hacia la ventana. -Se que Sungmin tuvo la mala suerte de heredar la corpulencia de la familia de su papá, así como su falta de belleza, pero, que le voy a hacer?-.

 

Las lágrimas empezaron a llenar mis ojos, y un nudo en mi gruesa garganta heredada del lado paterno comienza a crecer.

 

-Como qué?, dice la Tía, -ponlo a dieta, llévalo con un nutriólogo, que haga ejercicio. Acaso quieres que sufra de rechazo más adelante-

 

Rechazo. No les interesa mi salud física o mental, sino el rechazo de la gente, de la familia, de la sociedad. Ellas siempre queriendo aparentar lo que no son o lo que no tienen.

 

-No, claro que no. Ya había pensado eso de llevarlo al doctor, pero con lo metido que está en la escuela, nunca tiene tiempo para nada, y cuando interfiero entre él y su maldito estudio, se pone como fiera, así que lo he dejado pasar-.

 

-Pues tú sabrás mujer. Ese niño de por si es poco atractivo, y agrega la gordura-, hace un ademan redondeando los brazos a sus costados, queriendo indicar lo redondo que soy, - pobre se quedara solo en la vida, sin quien lo quiera, a causa de su físico. Es duro, pero así son las cosas-

 

Mi madre no hace más que ladear los labios y ver hacia la calle por la ventana de la sala. Cuando, no sé si fue para evitar sentirse mal, o porque realmente no le interesaba mi caso; cambio de tema, y comenzaron a charlar sobre lo interesante que se ha puesto el dorama de la 7 de la noche.

 

Ese soy yo. Esa es mi realidad. Soy Lee Sungmin. El gordo, el feo, el ñoño.

 

Subo el resto de las escaleras tratando de no hacer ruido, como siempre, tratando de pasar desapercibido, tragándome las lágrimas y los sollozos.

 

Entro a mi cuarto y Henry esta entretenido. Desbaratando mi última maqueta del sistema solar. Me había quedado tan bonita y me había costado tanto trabajo hacerla que decidí guardarla. Ya no importa, que la rompa, que la queme si quiere. Total al final, todas esas cosas que me esfuerzo por hacer bien no valdrán de nada. Al final me quedare solo, sin que nadie me quiera, porque soy feo y soy gordo.

 

*****

 

Hoy ha sido un día malo.

 

El auto de papá no quiso encender por la mañana, así que tuve que tomar el autobús para llegar a la escuela.

 

Llevaba cartulinas para exponer, tenía la mochila repleta de cuadernos y carpetas, más voluminosa que de costumbre. La gente en el autobús renegaba al no tener el camino libre para recorrerse hacia atrás. El que no me empujaba, maldecía entre dientes o mínimo me asesinaba con la mirada. Hubo quien en su queja menciono la palabra “gordo”, y sentí como mi cara se calentaba y se ponía como un tomate. Trate de pensar en el tema que me había aprendido de memoria para la exposición de más tarde y no poner atención en las risitas que se oían a mí alrededor.

 

La exposición en equipo fue aun peor. Nadie estudio su parte, nadie me hizo caso, y lo único que me quedo fue tratar de exponer a mí solo los cuatro temas que le tocaban al equipo.

 

Fue un desastre, me puse muy nervioso, se me olvido hasta lo que había estudiado, trate de explicarlo en mis palabras, pero no pude. Sentía como si el salón se viniera sobre mí, como si el aire que respiraba se volviera denso y no lo pudiera pasar por mis orificios nasales.

 

Puedo jurar que estuve a punto de perder el conocimiento, sino es porque el maestro Yong se apiado de mí y me mando a sentar, no sin antes decirme que había sido un muy mal trabajo y que sacaba una nota insuficiente.

 

Y heme aquí, esperando al maestro Yong a que salga de la sala de maestros. No es justo, no me parece, y creo que al maestro después de oír la explicación que estoy por darle, tampoco le parecerá justo.

 

-Joven Lee-, me dice mientras cierra la puerta de la sala. –Puedo ayudarle en algo-, me mira extrañado.

 

- Maestro Yong, disculpe que lo moleste-, le muestro mi mejor cara de cachorro arrepentido, -pero necesito hablar con Usted sobre la exposición de esta mañana-.

 

Aun me mira extrañado. – Caminemos joven Lee-, y se dirige hacia el estacionamiento que está detrás de las canchas de basquetbol.

 

Mientras trato de tomar el ritmo de su caminar, para no quedarme atrás, un par de alumnas lo detienen justo a la orilla de la cancha, por lo que yo me separo un poco de ellos, para no dar a pensar que me interesa su conversación.

 

Estoy dando la espalda a la cancha, prefiero mirar hacia el laboratorio. Estará aun el profesor Puga?, quizás el tenga una fotografía de mi maqueta del sistema solar, me gustaría que mínimo me quedara un recuerdo de ella.

 

- Cuidado con la bola-, oigo gritar a mis espaldas, y en el preciso momento que volteo hacia el grito, una enorme bola naranja se estrella sobre mi nariz.

 

Se me nublo la vista, me caí sobre mis rodillas, la mochila que estaba a medio cerrar callo junto a mí, vaciando todo su contenido también. Oía risas y una voz dura, pero las risas eran las que más sobresalían.

 

-Está bien joven Lee?-, mire a un borroso maestro Yong, tenía las cejas juntas, señal de que estaba molesto.

 

- Vamos, vayan a casa, ya no es hora para estar en la cancha, fuera-. Me ayudo a levantarme, pero como pude me agache de nuevo para tomar mis cuadernos, me hizo a un lado. Les pidió a las chicas que aun estaban junto a él que le ayudaran a recoger todo el desastre. En ese momento note mi mano húmeda; sangre, goteaba de mi nariz. Maldición, ya manche la playera, pensé, mamá me matara.

 

Después de haber juntado toda mi papelería, el maestro Yong, me llevo a sentar a una banca entre las canchas y el estacionamiento. Tenía mi cabeza hacia arriba, tratando de contener la sangre, la cual en verdad era poca, solo fueron unas gotas, nada para preocuparse.

 

Sentado junto a mí, el maestro Yong, me observa, si, así es, aun extrañado.

 

- Que es señor Lee?- me pregunta.

 

- Que es qué?-, respondo sorprendido y sin entender nada. Sera por el golpe o en verdad no le hallo coherencia a su pregunta.

 

- Que es lo que no le deja ser?- tiene sus cejas juntas y su mirada de extrañeza.

 

No me deja ser?, no me deja ser qué?, estoy pensando que probablemente a la hora del balonazo en mi nariz, este reboto y le dio de lleno en la cabeza al maestro, pero no me di cuenta de ello.

 

-Maestro, discúlpeme, pero la verdad no entiendo a que se refiere, podría explicármelo mejor-, espero no me tome como un idiota completo.

 

Me miro por un minuto. Su mirada reflejaba seriedad, preocupación, y hasta pude notar un destello de compasión. Ah y extrañeza también.

 

-Solo le voy a decir esto una sola vez joven Lee-. Dejo de mirarme y volteo su rostro hacia el frente, y abrazo su portafolio, de una manera infantil, de una manera que yo acostumbro hacerlo con mi mochila.

 

-Desde que lo conozco, para ser más preciso, desde que inicio este curso, algo en Usted me llamo la atención-. Me dijo sin vacilar.

 

Cielos, de que se está tratando esto?.

 

-Ni se lo imagine señor Lee, no voy por ese lado.- Muy en mi interior suspire aliviado.

 

-No sabía decir que era lo que me llamaba la atención de Usted, hasta hace un momento que lo vi fuera de la sala de maestros esperándome-, me mira de nuevo, pero ahora hay tristeza en sus ojos.

 

-Señor Lee, usted es idéntico a como yo era a su edad-, podría jurar que mientras yo entraba en shock, el estaba a punto de llorar.

 

- Me refiero a su manera de ser, su actuar, su maldita forma de vivir- ahora si me está asustando, pensé, hacia donde correré?, las canchas de nuevo?.

 

Bajo su mirada al portafolio, la dejo ahí por un par de minutos, yo mientras no sabía qué demonios hacer, pensé en pellizcarle para saber si no había entrado en coma.

 

De repente volvió en sí. Sacudió la cabeza, como tratando de alejar los pensamientos de ella.

 

-Sungmin-, de nuevo esa mirada de tristeza, - Vive, por favor. Se feliz. Vive a tu manera, nunca bajo la sombra de alguien o de algo, y mucho menos si son prejuicios. Yo nunca lo comprendí, hasta que fue demasiado tarde, cuando no pude regresar el tiempo. Y no puedes imaginarte como lo lamento, pero lo hecho, hecho esta. Estoy solo, solo yo con mis prejuicios, con mis miedos, y créeme no son una compañía agradable-, se levanto de la banca.

 

Yo no sabía que decir, a duras penas podía pensar, mi mente estaba confusa, no sabía a qué venía todo eso. Me apenaba demasiado verlo así, verlo tan triste, tan frágil.

 

- Gracias, así lo hare-, fue lo único que salió de mi boca, y salió de manera temblorosa y poco convincente.

 

El asintió con la cabeza, y me miro por última vez, ahora con un cierto grado de vergüenza.

 

-Buenas tardes joven Lee, lo veo mañana-. Y se retiro hacia el estacionamiento, dejándome ahí, sentado en una banca, mirando con extrañeza hacia el suelo.

 


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