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Exterior por MoonDrop

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Notas del fanfic:

Jelou~ Buen día (o Noche, o lo que sea)

Este igual lo tenía guardado hace tieeempo. No recuerdo cuál era la idea, y tampoco me quemé la cabeza por encontrar una, así que sólo rellené los vacíos lo subí más o menos igual .3.

Esouuu~

Notas del capitulo:

 

 

 

La primera vez que vio a Jonghyun fue cuando entró por la puerta de su casa con las converse negras, los pantalones jeans y un polerón ancho cubriendo su estatura pequeña. Habían muchos más focos donde fijar la vista, pero le fue un tanto imposible el despegarla de la mirada de cachorro y de las manos flotando dentro del único bolsillo grande.

 

Se quedó pegado sobre los cojines, incapaz de correr la vista, intentando pestañear lo menos posible, sólo observándole aunque quizás fuese un poco obvio. No le importaba, el chico pequeño valía el riesgo. No sabía bien qué era aquello que le llamaba la atención, no podía definir algo en concreto, quizás era todo en él, o quizás eran los detalles escondidos entre sus facciones, entre sus sonrisas animadas.

 

Era la persona con características faciales más distinguibles y diferentes que recuerda haber visto, y debía ser eso lo que le llamaba tanto la atención, sí, eso debía ser, se recalcaba mentalmente. Era simpática la forma en que su sonrisa se formaba fácilmente, de la nada, y cómo también sus ojos recorrían las paredes de la casa como si fuera un pobre cachorro perdido en un lugar desconocido. Casi literalmente lo era. Aquella tarde Minho le observó libremente, sin limitarse demasiado, porque el invitado se reusaba a juntar miradas con él, y de hecho dudaba si sabía de su existencia en esa misma sala. Se le hacía cómica la manera en que se sentaba con las piernas relativamente cerradas, como si fuera señorita y estuviera usando una falda. Sí, realmente le había observado bastante.

 

‘Minho, Minho’ escuchó de pronto, volviendo a la realidad. Debía mantenerse despierto y no en fantasías, porque estaba en una comida, porque su familia había invitado cortésmente a los nuevos vecinos para darles una agradable bienvenida. No debía desviar la atención del tema de... ¿videojuegos? ¿Por qué hablaban de videojuegos?

 

 

-  Minho se lo pasa todo el día con sus jueguitos – comentó su madre, delatando al menor. Minho se puso en alerta.

 

-  Mamá, no es todo el día – masculló fastidiado.

 

-  Pero te lo pasas en tu pieza, apenas sales – su madre le estaba hablando como si fuera niñato de cinco, menos mal no se encontraba a su lado porque si no ya la veía agarrándole los cachetes – Deberías salir más al mundo exterior.

 

 

¿Por qué había escogido justo esa comida, justo ese instante, para decirle aquello? Era justamente para dejarlo en ridículo, para que realmente le llegara el mensaje en luces de neón: ‘debes salir más’. Qué fastidio.

 

Y de la rabia pasó a la vergüenza, porque el otro joven también estaba ahí escuchando los regaños camuflados de su madre. De cierta forma, quería evocar una fachada madura y determinante hacia el chico de los ojos perdidos, no ante la hija de los vecinos que apenas había notado, no ante los señores Kim, no; ante el chico desconocido de facciones distinguibles. ¿Era eso siquiera normal?

 

Y entonces llegó ese momento en que, por sugerencia de los padres, terminaron en la habitación de Minho, mientras el invitado observaba con sus ojos grandes cada rincón a la vista. Minho carraspeó incómodo, sólo había compartido un par de palabras con el chico de estatura pequeña, y en general, se veía cerrado a la comunicación y algo desinteresado.

 

 

 

-  Um, Jonghyun-hyung, ¿no?

 

-  ¿Qué tal si me muestras tu adicción por los juegos? – las apariencias realmente te pintan una idea errónea de las personas.

 

 

Se había volteado para verle con una sonrisa burlesca, entre divertida y ególatra. La cabeza de Minho dio un vuelco, cuando cayó en cuenta que aquella no era la personalidad que esperaba. Sonrió. Aquel chico era interesante.

 

Cabeceó hacia la Xbox, invitándolo a sentarse en la alfombra. Comenzaron a jugar en dimensiones fantásticas, aquellas en la que Minho le encantaba perderse. Era uno de sus favoritos; ser el malo y completar misiones, pero por alguna razón, esta vez le interesaba más la voz melodiosa a su lado que la gráfica bien pulida.

 

Admitió que Jonghyun era bueno con las conversaciones cuando se vio entremetido en una de la nada. Se preguntó por qué se veía tan silencioso y diferente en la comida.

 

 

-  Te veías más callado abajo.

 

-  ¿Y de qué querías que hablara? ¿De universidades? ¿Política? ¿Transporte público? – lanzó al aire, aludiendo los temas de la comida – ¿Videojuegos? Qué mierda. No le presto atención a cosas que no me interesan.

 

- Eso suena apático.

 

-  Nah, la gente no debería prestarle atención a aquello que no quiere hacerlo – comentó, moviendo el mando exageradamente – El mundo sería más sincero.

 

-  Sería más frío.

 

-  ¿No has escuchado del calentamiento global, niñito de los juegos? – gritó a su lado, exaltándose demasiado sin razón. Minho rió por su exageración – El mundo no necesita más calor que eso.

 

 

Jonghyun era raro. A veces hablaba muy serio, y no se sabía si realmente era maduro de carácter o si estaba siendo un total engreído. Otras veces reía mucho, abriendo excesivamente su boca, mostrando sus dientes alineados, pero luego volvía a callarse, para volver a reír unos segundos más tarde. Y todo eso en menos de la hora que llevaban jugando ahí en el piso. Minho decidió que su nuevo vecino era bastante extraño, pero que era divertido, y de hecho lo estaba pasando bien con él. Demasiado para su costumbre.

 

De pronto, Jonghyun comenzó a molestarle por el regaño de su madre en la mesa. Le tiraba patadas a sus piernas y picoteaba su costado para hacerle cosquillas.

 

 

-  ¿Y no te has inventado una novia para que se tranquilice al menos?

 

-  ¿Por qué das por hecho que no tengo una? – Jonghyun lo miró fugazmente con facciones nulas, pero expresando completamente un ‘¿lo preguntas en serio?’. Minho se replanteó qué tan infantil se veía su imagen.

 

-  ¿Y tú tienes novia? – ¿Y le interesaba a él? Ah, diablos. Quizás sí.

 

-  Nop, soy gay – Jonghyun lo soltó con total naturalidad, como si le hubiese dicho la hora. Minho no sabía cómo responder a su sinceridad. ¿O le estaba tomando el pelo?

 

-  ¿En serio? – soltó sin pensárselo.

 

-  Sí. ¿Por qué? – rió un poco – No me digas que eres homofóbico o algo, porque ahí sí que coincido con tu mamá que necesitas más ‘exterior’.

 

 

Minho rió por la nariz, por alguna razón la situación le hacía gracia. Por alguna otra razón, se sentía bien con la declaración.

 

Luego de perder unas cuantas veces en el dichoso videojuego por culpa de la inexperiencia de Jonghyun, los padres mandaron a llamar al invitado para que volvieran a su casa. Minho estaba levemente desanimado. Realmente había pasado un buen rato con ese peli-castaño de comportamiento raro. Pero le reconfortaba la idea de tenerlo como vecino.

 

 

-  ¿Sabes, Minho? – estaban a punto de pararse Jonghyun se había volteado hacia él, demasiado cerca, demasiado con esa sonrisa burlesca – Realmente podrías comenzar a, ya sabes, experimentar más – apretó delicadamente su muslo mientras le dedicaba un casi imperceptible guiño.

 

 

El estómago de Minho se revolvió, pero de una buena manera. En una que le hacía sentir bien el cuerpo, la mente, todo.

 

 

 

 

 

Con el tiempo Jonghyun y él se convirtieron en compañeros fieles de salidas. Los padres de Minho estaban encantados con que su hijo abandonara su cueva oscura para hacer cosas más ‘saludables’, todo gracias al vecino.

 

Jonghyun tenía este pasatiempo de hacer el ridículo a menudo, de gritar fuerte y moverse frenéticamente en medio de la calle mientras su actitud captaba varias miradas. También solía reírse de la gente desconocida, imitar sus tics y burlarse del mundo en general.

 

Era realmente divertido salir con su hyung.

 

 

-  Así que nuevo vecino, ¿uh?

 

 

Taemin comentó junto a él, mientras veía al desconocido jugar sobre-excitadamente con su perro. Estaban en el patio de la casa de Taemin, y también estaban ahí Kibum y Jinki, todos amigos del colegio. Minho decidió llevarlo por petición de ellos, porque ansiaban conocer al chico que hacía que Minho saliera de casa.

 

 

-  Al fin conocemos al culpable de que Minho no se aparezca más por el GTA V– comentó Jinki, riendo.

 

-  Minho bajo el sol en vacaciones. Esto es lo que llaman milagro – dijo Kibum balanceándose en su asiento, ayudando a la seguidilla de bromas.

 

 

Minho sólo negaba con la cabeza; la exageración de sus compañeros era absolutamente ilógica para él.

 

Por su parte, Jonghyun seguía gastando el tiempo con el canino color miel, corría a su alrededor y reía animado cuando jugaba con su cabeza e intentaba darle un beso.

 

 

-  Mmh Minho – Taemin tosió forzadamente a su lado – Jonghyun es tu vecino, no tu vecina. No tienes porqué mirarle con esa cara de enamorado.

 

 

Maldito diablillo. Minho le miró entre espantado y confundido; había una parte de él que sabía que le estaba mirando así, otra que no entendía por qué, otra que se sentía avergonzada por haber sido descubierto. Y otra que quería negarlo todo.

 

Pero finalmente no hizo nada, y ante eso Taemin suspiró con un denso sentimiento de melodrama.

 

 

-  Lo sabía. Es la misma mirada que uso al ver a Kibum.

 

 

Y luego se fue de su lado. ¿Había escuchado bien? No entendía de qué tipo de miradas hablaba Taemin, pero tuvo sus serias sospechas cuando le vio acercarse a Kibum y besar su sien juguetonamente. Dios, él no sabía eso de ellos, realmente se había perdido un par de cosas de sus amigos.

 

Dejó de sonreír cuando cayó en cuenta que Taemin le había echado a él en ese mismo saco. Ese tipo de miradas. Totalmente cohibido bajó la cabeza, y de pronto lo único que quería era tirarse con ropa y todo al fondo de la piscina.

 

Y justo ahí venía Jonghyun acercándose a él, con esa sonrisa amplia y el cabello desaliñado. Minho se mintió diciéndose que no le estaba dedicando otra de esas miradas.

 

Diablos.

 

 

 

 

Una noche de viernes Jonghyun le llevó a una fiesta, sin avisarle de antemano, simplemente fue a buscar por él a su casa y a sacarle de ahí sin mucha explicación. Se le veía emocionado por ella, pero Minho estaba un tanto preocupado, por el hecho de que él no solía asistir a ese tipo de eventos, por lo que se sentiría extraño en medio de tanta gente. Le gustaba la idea de ir a una fiesta con su hyung, pero le mataba la de que éste le abandonara a media noche mientras se iba a hacer amistades con personas visiblemente más sociables.

 

Aún así le acompañó, y de pronto se vio atravesando un patio extenso, con un número considerable de personas amontonadas como pingüinos. Minho se espantó un poco.

 

 

-  Hyung, ¿de quién es esta fiesta?

 

-  Mía. Para ti – bromeó, diciéndolo en un tono serio. Luego rió amplio – Es de mi primo.

 

-  ¿Y ustedes son ricos o qué?

 

-  Bueno no, es de un conocido de mi primo, ya sabes, del amigo del primo del compañero.

 

 

La casa adentro tenía más gente, toda acumulada en ciertos sectores. La música de afuera se sentía más amortiguada ahí, y el calor y los aromas amargos arremetieron de lleno en los sentidos de Minho. Normalmente, en algún momento del pasado se hubiera sentido demasiado fuera de lugar en esa fiesta, el bicho raro pero de una manera crítica. Pero extrañamente, esta vez había algo en esa masa de gente que se reflejaba con él, no sabía bien qué era, pero se sentía casi identificado con la imagen que veía. Quizás era el deseo de libertad.

 

Sí, definitivamente eso era. Sentirte en libertad de hacer lo que se tiene en mente y no se ha hecho por miedo a las consecuencias, al ridículo, a que su situación después cambie radicalmente. Pero, ¿qué sentido tenía aquello? Estar siempre resguardado en su habitación podría ayudar a mantener esos deseos encerrados, pero no tenían la magia adecuada para hacerlos desaparecer. Con ocultarse del mundo no lograba más que eso; ocultarse de todos. Pero no lo cambiaba, y él lo sabía. Y esa noche, ese pensamiento fluyó en un segundo por su cabeza, y de pronto tenía este heroico sentimiento de querer hacer lo que siempre quiso, o bien, de lo que ha querido hace un tiempo. Y sí existía algo.

 

Jonghyun manos habilidosas de la nada tenía dos vasos en sus manos, y le ofreció un para que bebiera. Minho hizo una mueca extraña ante el sabor fuerte, pero luego se sintió bien con el calor que atacó su garganta y esófago.

 

Se le acercó con la sonrisa invadiendo su cara, estaba riendo porque sabía que haría algo que no tendría vuelta atrás. Reía, porque ya no le importaban las consecuencias, él estaba deseoso de hacerlo. Jonghyun estaba apoyado en la pared, mirando su caminar.

 

 

-  Minho estás ebrio – le dijo el mayor, sonriendo de lado.

 

-  No lo estoy, hyung – informó, mirando un poco hacia abajo. La diferencia de estatura no era tanta, Jonghyun siempre usaba unas plataformas enormes.

 

-  Estás pasado a alcohol, por favor.

 

-  Apenas y terminé el vaso, hyung – dijo serio, constatando su declaración.

 

- ¿Y entonces… por qué me estás tocando así?

 

 

Lo hizo, no había vuelta atrás. Había puesto sus manos en la cintura estrecha, corriendo luego una hacia atrás, acariciando el nacimiento de esa espalda. Sí, se sentía realmente bien estar así de cerca con su hyung.

 

 

-  Porque quiero – susurró muy cerca de su boca.

 

 

Claro que quería, desde hace tiempo. Ya no había nada que perder; Jonghyun no se había corrido y sabía de antemano sus orientaciones. Y él quería hacerlo, eso era lo principal.

 

Miró los labios rosados, los ojos de perro que emanaban un brillo particular, luego los labios de nuevo. No lo pensó más y se acercó y los besó con fuerza, chocando las narices en el acto. No le importaba, quería, necesitaba besarlo, toda la noche si fuera posible.

 

Cerró los ojos y comenzó a mover la boca sobre la otra, mientras apretaba la cintura con ansiedad. Hasta que el mayor los separó. Minho se congeló entero por un segundo.

 

 

-  Hey, con calma – estaba usando esa sonrisa que Minho amaba y detestaba a partes iguales. Sintió sus manos en su cara, alejándola un poco de él, y le miró con lascivia de cabeza a pies, de pies a cabeza – Con calma, Minho.

 

 

Jonghyun acarició sus mejillas, dejando las manos ahí, y abrió grande la boca para besarle lento y profundo, a un ritmo tentador. Algo se retorció fuertemente en el estómago de Minho, haciéndole perder el piso por unos instantes. Se acercó más al cuerpo pequeño y acarició con fuerza los costados compactos, para luego ascender sus manos por el torso con relieves hermosamente formados, deleitándose con toda la anatomía de su hyung. Mierda, hace tiempo que quería hacer eso.

 

Jonghyun se separó un segundo para respirar y sonreír un poco, y luego volvió a besarlo húmedamente, introduciendo su lengua con ímpetu. Sacó las manos de su rostro, e hizo un camino en descenso por su cuello, hombros, pecho, abdomen, quedándose en este último por más tiempo. Las manos luego viajaron hacia su espalda, bajando hasta su trasero, presionado más contra sí, y fue ahí donde Minho lanzó un gemido sin premeditarlo, cuando sus cuerpos chocaron con frenetismo junto con sus erecciones tras la ropa.

 

Se movieron unos metros más en el interior de la casa deslizándose por una pared a trompicones; ninguno de los dos quería que los interrumpieran. La música, los gritos y la multitud resbaló a un segundo plano, especialmente ahora cuando acorralaba más a Jonghyun contra la pared, ejerciendo una inconsciente fuerza contra todo su cuerpo. Las manos del mayor en su trasero le instaban a friccionarse contra él en un baile arrítmico que le robaba suspiros dentro de la boca cálida de su hyung.

 

Minho sentía morirse, aquello era demasiado bueno para ser siquiera verdad. Muchas veces se encontró imaginándolo, pero su imaginación se quedaba increíblemente corta ante la verdadera experimentación. Oh, claro que estaría encantado de experimentar todo tipo de cosas con su hyung.

 

 

 

 

 

El beneficio (y a veces suplicio para Minho) de que fueran vecinos, era que podían verse a cualquier hora, en cualquier momento. Jonghyun iba a su casa por las mañanas y otras veces muy tarde a molestar; la madre de Minho ya estaba acostumbrada a aquel intruso de sonrisa simpática que irrumpía en su hogar cada dos por tres. Pero Minho no podía quejarse, claro que no. Sus latidos se hacían más frecuentes cuando le veía entrar por la puerta de su habitación, con sus converse y capuchas anchas.

 

Ya había pasado una semana desde aquella fiesta, y en ese tiempo habían compartido múltiples miradas sugestivas, otros roces voluntarios y acercamientos incómodos, y en realidad sí había un ambiente a tensión entre ellos, sí ocurría algo y a Minho eso sí le robaba el pensamiento.

 

Ese viernes por la tarde no tenía ánimos de salir, y Jonghyun tampoco replicó, sólo cerró la puerta, se sentó a su lado y agarró el otro mando.

 

 

-  ¿Nunca te cansarás de esta mierda? – comentó el mayor minutos más tarde, cuando vio que el entusiasmo de Choi al jugar no menguaba ni en una centésima.

 

-  No jodas, a mi me divierte. Como a ti lo hace salir a fiestas y emborracharte – Jonghyun rió sorprendido.

 

-  No pareciera que te aburriste en la última... – masculló arrastrando las palabras, pero Minho logró oírle. Sintió el calor invadirle el rostro, cuando recordó que él se acercó a besarle contra una pared.

 

 

De todas maneras, claro que no se había aburrido. Le había sido inmensamente liberador acercarse a su hyung y culminar con ese deseo interno de sentirle cerca. Aunque cuando lo analizaba, caía en cuenta que en realidad ese deseo no fue un capricho que terminó al realizarse, por el contrario, el deseo se había mantenido en su cabeza y de hecho ganaba tamaño con cada minuto que pasaba. Y eso, por supuesto, le confundía inmensamente, y por ello no había prestado demasiada atención al metro setenta a su lado toda esa tarde. (En conclusión Jonghyun le tenía bipolar).

 

 

-  Minho, te ves algo tenso – el mayor soltó el mando.

 

-  Hey qué haces, debemos terminar esto – alegó, alterándose más de lo que estaba.

 

 

Jonghyun le ignoró por completo, no estaba interesado en lo más mínimo en ese estúpido juego de la pantalla. Jonghyun tenía otras intenciones.

 

 

-  ¿Ves? Muy tenso – estiró su brazo hacia el lado, y de pronto estaba acariciando la entrepierna del menor, mientras éste se congelaba por lo inesperado del toque – Vamos, relájate Minho.

 

 

La mano del mayor subía y bajaba lentamente, deleitándose con la expresión contraída en ese rostro agraciado. Minho estaba teniendo un pequeño colapso; su mente quería ganar ese juego de la pantalla, pero su cuerpo pedía a gritos más caricias de esas manos. Pero su mente era débil, y poco después tenía el mismo deseo que su parte carnal. Diablos, ese maldito enano.

 

Minho dejó de lado el mando, tirándolo por alguna parte, y en un movimiento rápido quedó arriba de su hyung, a horcajadas. La expresión de sorpresa del mayor era algo por lo que Minho hubiese pagado ver en alguna otra ocasión.

 

 

-  Es tu culpa, siempre lo es, hyung. Tú me tienes tenso – soltó, ya colapsado con la situación.

 

-  ¿Yo? – sonrió de lado, entre divertido e inocente. Minho sintió ganas de pegarle en medio del rostro.

 

 

Las sonrisas de Jonghyun siempre tenían mitad de algo, mitad de lo otro. Nunca podías saber a exactitud si estaba alegre o sentido o avergonzado o sorprendido o bien burlándose de ti.

 

 

-  Sí, tú. Tú y tus miradas, y esas caricias ocasionales. Tú y todo esto que no sé qué diablos es, no sé por qué lo haces.

 

-  ¿Todo esto? ¿Por qué lo hago? – las manos del mayor se cerraron en su espalda, acercándolos más – Todo esto es porque me gustas, Minho. Y sé que yo también te gusto, así que, ¿por qué no le ponemos nombre a todo esto?

 

 

Minho sonrió, y se acercó a besarle.

 

 

 

 

 

 

Ser novio de Jonghyun era muy divertido. La verdad todo con Jonghyun lo era, pero ser novio mucho más, fue lo que pensó Minho.

 

Estaban en un parque y lo único que quería el mayor era sacarse una selfie juntos. Minho se rehusaba, pero sólo para no darle el gusto; amaba llevarle la contraria para molestarle.

 

 

-  Minho, es nuestro cuarto mes, no jodas y posa para la foto.

 

 

Minho obedeció abrazando al mayor desde atrás y descansando la barbilla en el hombro izquierdo. Su expresión en la foto se parecía a la de un niño con rabieta. La de Jonghyun era una amplia sonrisa totalmente radiante.

 

 

-  Somos hermosos – comentó el menor, apretando más fuerte.

 

-  Yo soy hermoso, tú pareces un malcriado. Ah, espera, eres uno.

 

 

Jonghyun se giró en el abrazo, robándole un beso corto. El primero de la seguidilla que sobrevino contra todo su rostro. Minho rió bajo, el cariño de su hyung era a veces excesivo, encantadoramente excesivo.

 

 

-  Hey, hyung – le detuvo abrazándole por encima de los brazos, dejándolo inmóvil (y aún con la sonrisa bajo la nariz) – debemos decirle a mi familia.

 

-  Lo sé – se removió intentando librarse – Quizás tu mamá maldiga el día en que te dijo que salieras más al exterior.

 

-  Querrá que vuelva a jugar – bromeó, besando la nariz.

 

-  Ugh – se quejó – Yo creo que ellos ya lo saben. No pareces exactamente el rey de la heterosexualidad.

 

 

Minho colocó una mueca de indignación, soltando a Jonghyun sólo para golpearle.

 

 

-  ¡Espera! Esa fue una expresión bonita, deja sacarte una foto.

 

 

Y ahí estaba nuevamente, la pantalla frente a su rostro sacando la foto número treinta y algo de la tarde. A Minho no le molestaba, claro que no.

 

Él era totalmente feliz con todo eso.

 

 

Notas finales:

Feliz Navidad atrasada :)))))))


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