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Azul turquesa (WakasaxTatsumi) TwoShot por PomperYaoi

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Notas del fanfic:

¡Hola! Este es mi tercer proyecto, y segundo fanfic. Busqué hasta hastiarme un fanfic de la pareja, en español, pero no encontré nada así que me decidí por escribir esto. Espero les guste y lo disfruten. C: 

Notas del capitulo:

Hola. Quiero aclarar que aún no decido si terminar el fanfic o dejarlo en two-shot. Sólo quiero avisar por si se queda con sólo dos caps. La verdad no soy conciente de que tipo de respuesta vaya a tener porque no he encontrado fanfics de la pareja, en español, depentiendo de ésta voy a decidir qué hacer con el proyecto.

Regresaba del trabajo al atardecer. A un lado del camino estaba el río donde se reflejaba el concentrado color amarillo del sol mezclado con un intenso rojo que se producía durante el atardecer.  Desvió la mirada un momento al suelo cercano al río, dónde muchas veces los niños jugaban, como si algo le llamara. A la orilla, tirado sin fuerza estaba un bulto que a lo lejos no pudo distinguir. Entrecerró los ojos para enfocar, esta vez no era un niño. Notó una larga cabellera rubia ¿una mujer?, pensó. No tenía prenda alguna en el tronco que la cubriese y una larga falda de un azul precioso tapaba sus piernas flexionadas como si intentara mantenerse en ese lugar sin ser arrastrada por la corriente. Está… ¿muerta? Se exaltó, abrió sus ojos de par en par sorprendido. Reaccionó al instante y corrió hasta el borde del río, desesperado, lo más rápido que pudo. Nunca le había parecido tan larga tal distancia, comparada con las otras veces que  recorrió ésta totalmente tranquilo, para arrojar piedras al agua mientras mataba el tiempo. Pero no era momento de hablar de muerte. Se acercó sigiloso y la nuca de donde caían aquellos largos cabellos amarillos se movió un poco, alzando la cabeza para ver a Tatsumi a la cara.

—     Ayú…dame — Musitó débil con la mirada preocupada.

Soltó un suspiro, aliviado, y relajó el ceño. Ahora no tendría que ser testigo de asesinato en una corte. Con sólo ver sus brazos pudo enterarse que no era una chica sino un hombre. Gracias a Dios. Lo tomó por ambos brazos y lo subió a su espalda para llevarlo a cuestas hasta su residencia y allí poder atenderlo correctamente. Luego de preguntar si podía extender las piernas se dio cuenta de lo que realmente acababa de auxiliar: un tritón.  Vaya sorpresa. No podía arrojarlo al agua, o al suelo, en su defecto, y salir corriendo como una niñita asustada ahora que le ofrecía su ayuda. Volvió la mirada para asegurarse que nadie rondara por el lugar. Al efectuar ese acto, por el rabillo de su ojo pudo ver al rubio sonreír cerrando por completo sus parpados que eran cubiertos a los bordes por una espesa línea de pestañas del mismo color que su melena. Tomó el camino a casa con extrema precaución de no ser descubierto por algún curioso que intentara dañar a alguno de los dos.

Al arribar su acompañante lucía bastante mal. Lo acomodó en su cama y tomó su temperatura pero no parecía estar enfermo. ¡Claro, cómo no lo pensó antes! Era mitad pez, necesitaba agua. Llenó la bañera y cargándolo cual princesa lo depositó en el contenedor.  Y como si hubiera sucedido un milagro el chico se avivó tan sólo al transcurrir unos minutos. Sus ojos dormilones le miraron sonriendo junto con las comisuras de sus labios.

—     Me llamo Tatsumi… — Afirmó un tanto avergonzado.

—     Soy Wakasa, el tritón. Encantado de conocerte, Tatsumi. — Respondió enérgico luego de la presentación del pelinegro.

Salió del cuarto de baño hacia la cocina, tenía que preparar la cena. Se quedó frente al horno un par de minutos. Ahora un tritón estaba viviendo en su bañera y no era para menos su sorpresa. Qué pasaría si alguien lo descubría mientras él estaba totalmente cómodo bañándose, y más aún si su familia lo visitaba. El baño era un lugar que a menudo se pedía prestado, no podía decir simplemente: “Oye, lo siento pero un tritón está quedándose en mi bañera por un tiempo así que no puedes pasar”, aparte de fantasioso se escuchaba preocupante. Pero esos eran problemas que se solucionarían más adelante, por ahora había que estar seguro de cuánto se quedaría Wakasa viviendo en el lugar. Entró para bañarse, y mientras le comentó al pez su duda. El tritón sólo se recargo en una esquina de la bañera y comenzó a lamentarse un tanto deprimido, al parecer no le iba muy bien viviendo en el río. Basura y demás cosas ahora formaban parte de su ecosistema y no podía estar seguro. Terminó por dejarlo que se quedase en la tina hasta que él quisiera. Y sus preocupaciones volvieron.

La primera noche le fue un poco difícil dormir ¿estaría cómodo en esa tina dura? Se levantó a mitad de la madrugada  y sin hacer ruido entró al baño abriendo la puerta despacio. Ahí estaba él, con los ojos cerrados y la cabeza recargada en un borde de la bañera. Respiraba despacio, como un bebé, sumergido en un profundo sueño. Esa cabellera larga y sedosa y sus enormes pestañas combinadas con los finos rasgos de su cara lo hacían parecer casi una chica. Si no fuera por los músculos definidos de sus brazos y pecho podría pasar por una, fácilmente. Era hermoso, probablemente lo más hermoso que había visto en su vida, y era mitad pez. Vaya mierda. Se acercó despacio cerrando más, aún, la distancia que los separaba haciendo que su cara quedara frente a su perfil mientras se mantenía en cuclillas. Con su dedo índice tocó un poco sus labios, eran suaves y su aliento tibio salía de entre éstos. Deslizó el dedo hasta su pecho y jugueteó un momento con el camino que formaban sus pectorales. Estaba pegajoso, o resbaladizo no sabía muy bien como describir aquello. Era la piel de un humano, húmeda, pero a diferencia de, no era áspera o suave, era como escamosa, como cuando tocas a un pez pero sin ese desagradable aceite o moquillo que les cubre las escamas.

Wakasa soltó un bostezo y entreabriendo los ojos volvió su par donde Tatsumi.

—     ¿Qué pasa, Tatsumi? —Cuestionó amodorrado.

El pelinegro negó con la cabeza y bajó ésta avergonzado. Que lo descubrieran tocando a alguien mientras duerme es una cosa pero que lo hiciera la persona a la que manoseaba deliberadamente era otra. Aunque tampoco hacía eso todo el tiempo, podía decir con seguridad que era la primera vez que cometía tal atrevimiento. Cambió de posición encontrándose de pie y viendo al chico para abajo. El rubio sonrió, otra vez. Sus comisuras se levantaron de lado a lado sin dejar que ambos labios se separaran.

—     Es hora de dormir— Advirtió Tatsumi para luego caminar hacia su propia recamara.

Salió del lugar sin esperar respuesta alguna, no podría estar más tiempo allí luego de su irresponsable actitud. Se recostó en la cama mas no pudo pegar el ojo hasta las 4 de la mañana. Vaya, a las 7 tenía que levantarse para ir a la escuela.

 

 

Salió disparado por la puerta a medio vestir, medio desayunar y medio despedirse. Faltaban sólo 10 minutos para que la clase comenzara y él hacía 20 minutos sólo en el metro, más 8 minutos de camino de la estación hasta la entrada de la escuela. Tenía, por lo menos, que llegar y pedir disculpas a su profesor por el retardo.

El día terminó tan rápido que ni se dio cuenta de ello. Salió de su trabajo de medio tiempo y despacio, caminando por la misma senda, al lado del río de siempre miró como 2 pequeños jugaban con la calmada marea de éste. Justo ahí, en ese lugar había encontrado a Wakasa moribundo pidiendo auxilios. Y es que ya hacían 3 semanas desde lo ocurrido. Entró a la casa y escuchó el chapoteo del agua que caía desde la bañera hasta el suelo, alborotada por la larga, y hermosa, cola de tritón de Wakasa.

—     Estoy en casa— resonó por todo el lugar

—     Bienvenido, Tatsumi— se escuchó en respuesta—. ¿Qué vamos a cenar?

Rio ante la predecible pregunta del rubio. Vamos que para ser un tritón que pasaba el día metido en una bañera lo suficientemente pequeña para no permitirle moverse libremente comía como un nadador profesional luego de una ardua competencia. Y vaya que comen mucho. Se quitó los zapatos y los dejó en el desnivel. Fue directo a la cocina, puso sus cosas en la entrada y sacó los ingredientes de la comida para comenzar a cocinar. Un poco de sal acá, batir por allá, servir, decorar y ese tipo de cosas le tomaron alrededor de una hora. Wakasa era en cierta manera como un niño pequeño, si la comida se veía bonita la devoraba una milésima de segundo más rápido que si no… seguía sin explicarse por qué seguía adornando la suya con tanto anhelo, el chico igual lo agradecía entusiasmado. Tomó ambos platos y vasos en una bandeja y se dirigió al baño, sí, comían en el baño. No podía sacar a Wakasa de la tina porque se ponía como aquella vez, débil y moribundo, tampoco podían comer en habitaciones separadas porque no tenía sentido vivir en la misma casa si no iban a verse, así que lo más aceptable era comer en dicho lugar. Se sentó en un banquillo y repartió la comida, respectivamente. Ambos chicos comenzaron a comer y no hablaron hasta no haber terminado.

—     Gracias por la comida — Dijeron casi al unísono antes de recoger los platos.

El pelinegro llevó los trastos sucios a la cocina y luego regresó con una toalla en la mano. Después de que Wakasa comenzara a vivir, básicamente, en la bañera, no podía sacarlo para lavarse por lo que se bañaban juntos. Se desnudó, mientras el otro le contaba una historia sobre su vida en el río, y luego entró a la bañera rociando unas sales de baño que el tritón se había encaprichado en comprar mientras veía una revista. No tuvo problema con ello y las compró preocupado por complacerle y hacer su estadía más cómoda. Entró en la tina, evitando la cola del rubio que se meneaba de aquí para allá feliz.

—     ¡Quiero lavarte el cabello! — Resopló Wakasa con las manos repletas de champú.

El chico le dio la espalda para que comenzara a hacerlo. Resultaba imposible no complacerlo cuando sonreía de esa manera tan inocente… o cuando… nunca.  Enjuagó su cabeza y se relajó después de tallar su cuerpo él mismo.

—     Me gusta la espalda de Tatsumi. Es delgada y suave. —Afirmó el tritón— Podría tocarla toda la noche.

Tatsumi se estremeció. Eso podría interpretarse de tantas maneras, bueno sólo de dos, pero haberlo pensado de la manera indecente lo preocupó. Soltó una risilla nerviosa y tomó la esponja rellenando con jabón nuevamente haciendo como que no le tomaba importancia, aunque ya se había tallado y enjuagado. Wakasa se acercó y le acarició el dorso.

—     ¿Por qué te pones tan nervioso, Tatsumi? — Hizo un puchero con los labios.

El chico se sonrojó y de un brincó salió de la tina, mojado y desnudo. Se secó y luego envolvió la toalla en su cadera para tapar sus partes mientras acomodaba la ropa que sería usada en ese momento. Después de meterse en el pijama se sentó en el banquillo para dejar que la tina se vaciara, no podía dejar a Wakasa con todo ese jabón rondando en el agua, podría hacerle daño. Con un paño húmedo limpió las paredes de ésta quitando la delgada capa que dejaba el jabón cuando vaciaban el agua.

—     Tatsumi…— Tartamudeó el chico. —Hoy vi algo en una revista…

—     Sí, dime. —Respondió con un tono amable.

Enjuagó bien y luego volvió a llenarla con agua tibia para después sentarse esperando que estuviera totalmente llena.

—     Estaba leyendo y debajo del artículo venía esta imagen— Mostró la revista.

En ella estaba una fotografía de dos chicos besándose en la orilla de la playa mientras sostenían sus manos y el chico rodeaba con su brazo la cintura de su novia.

—     … Y ¿qué pasa con ello? —Cuestionó extrañado.

Para él era totalmente normal ver ese tipo de escenas en cualquier lugar donde había personas de su edad y no entendía bien lo que no comprendía Wakasa.

—     Me preguntaba… —Volvió a dudar.

Tatsumi lo miró con una interrogante en su expresión, esperando que continuara.

—     ¿Qué están haciendo? —Sus mejillas se sonrojaron.

Los ojos del pelinegro se abrieron de par en par sorprendido. Él había vivido más tiempo y al parecer no tenía ni idea de lo que hacía ese par, aunque no tenía por qué, al fin y al cabo era la primera vez que el tritón mantenía contacto constante con un humano. Apenas estaba aprendiendo de ellos y sus costumbres. Parecía gustarle. Tatsumi sonrió y acercó su banquillo más a la tina.

—     Se están besando — Dijo sabiondo.

—     Besándose…— Repitió el rubio en tono bajo mientras observaba la fotografía —. ¿Y eso cómo se hace?

Tatsumi suspiró. Cómo iba a mostrarle lo qué es dar un beso, no tenía una chica al alcance y no es como si se lo pidiera a una fuese a aceptar sólo por qué sí.

—     Es algo que le das a alguien cuando lo quieres mucho, cuando te enamoras — Al fin respondió.

—     Tatsumi… pero yo pregunté cómo se hace, no cuándo se debe hacer.

El pelinegro se rascó la cabeza buscando las palabras correctas para explicarle lo que deseaba saber. Entonces, de la nada, salió disparado a su habitación y trajo una computadora. Puso una película y la adelantó hasta donde la chica y el chico se besaban.

—     Y eso es besarse — Cerró la portátil.

Los ojos del rubio brillaban y hablaba emocionado moviéndose de aquí para allá en la bañera.

—     Quiero aprender a hacerlo— Propuso —, ¿me enseñarás, Tatsumi?

—     ¡¿Eh?! Por qué yo debería… — No pudo terminar la frase.

—     Por favor, por favor, por favor. — Repitió con una rapidez extraordinaria.

Luego de quedarse unos minutos callado asintió con la cabeza. Era su huésped y darle lo mejor para que se sintiera lo más cómodo posible era parte de la hospitalidad que se repartía en la casa “Tatsumi”… o eso es lo que quiso hacerse creer.

Se levantó y tomó aire.

—     Tienes que cerrar los ojos — Ordenó.

El rubio asintió.

Tragó saliva y luego, inclinándose, hizo que ambos labios rozaran entre sí. Cuando estuvo allí cerró los ojos. Sus manos temblaban nerviosas y su corazón se había acelerado. Trató de tranquilizarse y abrió un poco sus labios para dar paso al labio inferior de Wakasa, y posteriormente comenzar a besarlo de la manera más delicada posible. Ambas respiraciones seguían el ritmo lento del beso. Los labios húmedos de Wakasa sabían bastante bien, probablemente había comido un dulce antes. De esos que pedía a Tatsumi que comprara luego de regresar del trabajo. Posó su mano derecha en el cuello de Wakasa, tratando de imitar el vídeo que recién habían visto. El rubio no tardó en contestar, lo tomó por la cintura, mojándolo, y un tanto brusco lo acercó a él. Sin avisar, el mayor introdujo su lengua en la boca del otro. Tatsumi se sorprendió y sin dudar quiso separarse del ameno beso, pero ya estaba aprisionado en los fuertes brazos del tritón y no le quedó más que seguir el ritmo, al que ahora se había convertido en un beso más apasionado. Wakasa mordió su labio inferior, jalándolo un poco hacia él, y luego lo metió consigo a la bañera. El agua salpicó afuera de ésta, mojando totalmente el piso, al igual que la ropa del otro. Sus pechos estaban casi juntos, de no ser por las manos de la víctima, que se encontraban aprisionadas entre ellos. Y sin objetar seguía besando al rubio. No había un solo ruido en toda la casa y sus lenguas chocando entre sí hacían uno lo bastante alto para retumbar de manera lasciva en las paredes del baño. El agua de la tina dejó de moverse y por primera vez Wakasa se quedó quieto y en silencio. Su cola dejó de moverse, estaba sujeta entre las piernas de Tatsumi. Le acariciaba la espalda baja y la cintura con sus palmas, resbalosas igual que el resto de su cuerpo, casi como un experto. Y es que aunque estaba un poco atontado por aquellos toques y ese beso no podía dejar de preguntarse cómo una persona que nunca lo había hecho lograba ser un maldito bueno en ello. Cuando estuvo saciado se separó del chico, sin dejar de abrazarlo por la cintura, o más bien manosearlo. Tatsumi se levantó y salió de la tina completamente empapado, sacó una toalla y se secó. El tritón lo veía sonriente, con esa misma sonrisa dulce con los ojos entrecerrados.

—     Lo haces muy bien, Tatsumi.

—     No puedes decir que lo hago bien si sólo lo has hecho conmigo.

Wakasa soltó una risilla burlona y el pelinegro comenzó a dudar, quizá no era cierto que no sabía cómo besar a alguien o lo qué era, tal vez sólo fingió para hacerlo con él. A penas pensarlo su duda se dispersó, no es como si fuera una chica irresistible por la que cualquiera tendería una trampa para besarla, a parte era un hombre. El rubio miró hacia su parte baja y sonrió para después darle la espalda. Una puta erección que había salido de la nada. Quizá con el movimiento de fricción entre su cola y su miembro, pero vamos que a quién engañaba, ahí no hubo frote alguno, se le paró con el puro sentir de sus labios y lenguas chocando una y otra vez. Humillante. Salió de la habitación, con las mejillas tan rojas como un tomate, para ir a su recamara por ropa seca.

Se quedó recostado en la cama, ya seco, hasta que su vergüenza, y la erección, se pasaran. Sin tener intención se quedó dormido, profundamente dormido hasta la mañana siguiente. Para su suerte era fin de semana y no tenía nada que hacer aparte de ir a trabajar un par de horas por la tarde. Salió de la cama con mucho esfuerzo, se sentía cansado y había un dolor de cabeza que le estaba molestando, probablemente pescó un resfriado la noche anterior al estar en ropa mojada un rato. A pesar de que fue tan poco tiempo, se dijo. Fue a la cocina y tomó una bebida energizante y una pastilla para el dolor y evitar el resfriado. En seguida comenzó a preparar el desayuno, un par de huevos con tocino y pan tostado para ambos. Entró al baño y Wakasa ya estaba despierto, leyendo una revista de champús, acondicionadores y artículos varios de uso en la ducha, vaya que le gustaban esas cosas. Para ser un tritón era tremendamente vanidoso. Ambos comieron dicho platillo en silencio, en uno incómodo, acompañado del sonido de los palillos chocando en el plato, a veces, o el pan siendo mordisqueado.

Wakasa estaba especialmente serio, a pesar de que se concentraba totalmente en el aperitivo cuando comía, solía contar historias innecesarias sobre el río y la mayoría del tiempo productos para el cabello, comidas y todo tipo de cosas que leía o veía en las revistas que Tatsumi le compraba una vez por semana. El silencio total era incómodo. El tritón terminó de comer un poco antes que el pelinegro, le dio sus trastos sucios y se relajó soltando todo su resbaladizo cuerpo contra la tina.

Se cambió la ropa por la de calle y mientras esperaba que llegase la hora de partir se sentó en el mismo banquillo de siempre mientras veía una de las revistas con Wakasa. De repente escuchó un fuerte sonido afuera de la ventana, volvió la vista pero no era posible ver algo, así que lo ignoró. Para cuando se dio cuenta estaba una persona asomándose, de cabello rojo y de tez morena, viendo fijamente a Wakasa. Se sorprendió y llamó la atención del rubio quién soltó una sonrisa de oreja a oreja, dejó pasar al invitado. Era Takasu, un amigo de ambos, de cabello rojo y piel morena, mitad pulpo. Inmediatamente Tatsumi llevó tres vasos con té frío y lo repartió entre los invitados. Tener ese tipo de personalidades por acá se había vuelto tan normal como ir a la escuela o al trabajo. También estaba la medusa y el caracol que ya tenían un no muy largo lapso sin visitarlos.  

—     Tatsumi ayer me besó— Afirmó alegre el rubio.

El chico escuchó su nombre y en seguida aquella afirmación, escupió el té, que mantenía en la boca para ser tragado. Los colores se le subieron al rostro y luego intentó ocultar su prominente sonrojo en algún lugar. Takasu sonrió y se acercó a Tatsumi para abrazarlo del cuello desde atrás.

—     Yo también quiero uno — Puso los labios en posición para ser besados, sin disimular su burla.

Wakasa de inmediato protestó e hizo un puchero.

—     Tat…su…miiii — Dijo en tono de berrinche.

—     Iré por algo para limpiar — se zafó del agarre de Takasu y fue a la cocina.

Regresó un par de minutos después y limpió el líquido que había derramado antes en el suelo. Wakasa se abalanzó contra él y lo abrazo fuertemente de la cintura.

—     Taaaatsumi… Taaaatsumi… Lo siento, Taaatsumi. —Repetía incesable casi como un niño pequeño.

El pelinegro sonrió y le acarició la cabeza unos segundos con una sonrisa entre sus comisuras. Takasu, que los veía fijamente, tomó a la medusa que de algún lugar, debajo del agua, había salido y por la misma ventana que él entró salieron juntos en un instante cerrándola  detrás de ellos.

—     Dejémoslos solos, se va a poner intenso allá adentro. —Soltó una carcajada sin temor a ser escuchado.

Wakasa jaló la playera de Tatsumi hasta él y teniendo su cara frente a la del chico, lo besó nuevamente. El pelinegro respondió sin objeciones y siguió el juego que el ojo azul llevaba a cabo dentro de su boca. Se soltó del beso y los ojos dorados de Tatsumi se abrieron de par en par, indicando sorpresa.

—     Te quiero, Tat-su-mi —Recitó sin vergüenza alguna—. ¿Tú me quieres?

El chico asintió sin dejar salir sonido de su garganta. Y Wakasa se sonrojó al enterarse de la respuesta afirmativa.

 

Por la mañana, luego de que el despertador hiciera una escandalosa fiesta en sus alrededores, Tatsumi se despertó intentando espantar el sueño. Había estado hasta tarde platicando con Wakasa, que al parecer no quería dormir porque leyó unas historias de terror bastante fuertes. Vaya tontería, pensó. Abrió los ojos y seguido los rasco con el dorso de sus palmas, volvió a sentirlas, estaban húmedas… Giró la cabeza un poco a la izquierda y vio a Wakasa tendido en su cama, su cola estaba moviéndose arriba y abajo pero su cara no se veía bien.

—     Buenos días, Tatsumi.

El chico se sobresaltó y bajó de la cama en un santiamén. Lo cargó y lo llevó hasta la bañera a pesar de que el rubio se resistió. Si se secaba podría incluso morir. Le reprochó con la mirada y luego salió hasta la cocina para preparar el obento y el desayuno. Un par de omelets con tocino, pan y un tazón de arroz. Puso el obento dentro de su mochila. Regresó al baño con la comida en mano pero Wakasa ya no estaba, otra vez, la ventana estaba abierta y de momento sintió un enorme temor dentro de sí. No lo había regañado como para que el chico se sintiera molesto o triste y saliera huyendo, aparte estaba seguro de que no era tan infantil. Bueno… quizá lo era, también bastante mimado pero no hacía ese tipo de berrinches. Dejó la charola con comida en el banquillo y se asomó a la cocina. Nada. Entonces usando el sentido común fue a su habitación, allí estaba Wakasa, metido en la pequeña alberca inflable de su hermana menor, sonriente y jugueteando con las cosas que estaban en la mesa de noche. Tatsumi suspiró.

—     ¿Qué haces aquí, Wakasa?

—     Quiero estar contigo en la mañana, fuera del baño.

Frunció el ceño y se sentó en la cama al lado del tritón.

—     Bien, pero siempre tiene que haber agua cerca y cuando yo no esté no quiero que salgas de la tina. — Ordenó el condescendiente.

Solía ser indulgente y siempre trataba de complacer a su invitado en todo, incluso a veces si quería algo caro se esforzaba por comprárselo. Aunque tal parece que Wakasa había estado considerando al chico y dejó de ser tan avaro con lo que pedía. Y aunque guardaba las revistas donde veía cosas que deseaba tener se limitaba a sólo verlas en el papel y no decir nada al respecto a Tatsumi, que por supuesto se daba cuenta siempre y en ocasiones compraba una que otra cosa sorpresa para él. La sonrisa que le dedicaba cuando estaba feliz era la cosa más dulce que había visto, por lo menos, hasta ese momento.

Regresó al baño y llevó la comida hasta su recamara.  Arrastrar la piscina llena de agua, hasta la cocina, y con Wakasa dentro sería un gran lío y terminaría por derramar toda el agua en el camino. Se sentó en el tatami con un delgado cojín bajo sus rodillas, de la manera tradicional japonesa, y dio a su casi permanente invitado el plato con el omelet, pan y tocino y dejó el plato con arroz sobre la mesilla de noche junto con un vaso con té de jazmín.

Los palillos comenzaron a tocar una armonía casi silenciosa luego de que ambos dejaron sonar el famoso “itadakkimasu” de los japoneses. El rubio hablaba entre cada pausa, luego de tragar la comida,  le contaba al menor lo que había hecho la última semana con la medusa y el caracol mientras él no estaba en casa. Por supuesto a Tatsumi no le importaba que trajese visitas mientras no se encontraba en casa, después de todo no quería que Wakasa se sintiera solo. Si lo dejaba por un rato más de lo normal se ponía paranoico y comenzaba a pensar en cualquier cosa imposible pero que para él resultaba lo más probable del mundo, y cuando llegaba por fin a casa lo recibía con una especie de felicidad con tristeza y miedo mezclados. Aunque no le molestaba ser mimado con cariñitos por un par de minutos en lo que el rubio se recupera de las emociones.

 

El tritón comenzó a pasar menos tiempo en la tina y más en los otros lugares de la casa, comenzaron a comer cerca de la cocina como es debido y a dormir en la misma habitación, aunque esto último en contadas ocasiones. Cuando Wakasa estaba fuera del agua se ponía enfermo y podía incluso hasta morir y aunque la pequeña alberca lo mantenía húmedo no tapaba todo su cuerpo y había cierto tipo de riesgo. El rubio solía estarse quietecito toda la noche para que Tatsumi no se preocupara pero era un poco imposible sabiendo que si se deshidratase moriría.

 

—     ¡Otro! — Refunfuñó Wakasa — Hace mucho que no me besas — Frunció el entrecejo e hizo un pucherito, básico de un niño pequeño.

Tatsumi enrojecía con sus exigencias. Ciertamente no se habían besado ya hace mucho pero no es como si tuviera la obligación de hacerlo ninguno de los dos; no eran pareja, trató de explicar ésto pero no parecía entenderlo o poner esfuerzo para hacerlo, tal vez prefería no hacerle caso y aparentar no estar consciente de nada.

—     Sólo se besan las parejas, Wakasa— Explicó insistente —. Cuando dos personas se quieren de esa manera.

—     Yo te quiero — Lo jaló hacia él.

El chico sólo suspiraba después de la tan vertiginosa explicación, sin mucho sentido, y luego correspondía a los deseos de su mayor. Se besaban tanto tiempo como era posible para dos personas… Bueno. Una persona y un tritón. Y el último es un perfecto besador, un poco mentiroso y berrinchudo pero en ese momento todo el dominio se iba contra Tatsumi, lo tomaba fuerte por la cintura, lo pegaba a su abdomen y lo besaba despacio, sin prisas, saboreando el interior de su húmeda boca, y sintiendo cada rincón de su suave lengua mientras la recorría jugueteando con su longitud, levantándola y dejándola caer al proporcionarle suaves círculos a su alrededor. Tatsumi lo abrazaba del cuello cuando se sentía menos tímido, o simplemente mantenía ambas manos echas puño entre los abdómenes, recargadas en el del mayor. Por lo general no llegaban a más de eso, aunque Wakasa acariciaba su espalda por debajo de la playera y humedecía ambas al mismo tiempo que deslizaba sus manos de manera coqueta a lo ancho de esta, provocándole un leve cosquilleo, o sobaba su abdomen de manera ligera, sin acercarse a zonas erógenas, aunque en ocasiones  fuera lo que más deseara. Tatsumi; jamás lo mencionaba. Un par de veces fueron casi descubiertos por la medusa, que rondaba por allí pero era casi imposible ser vista si no salía del agua, por lo menos para el pelinegro, y otra vez por su pequeña hermana, sí, su hermana. Ella ya sabía de la existencia de Wakasa por un no tan terrible accidente al descuidarse un poco, no lo quería demasiado pero dejó de odiarlo cuando comenzaron a hablar sobre productos para el cabello y de más cosas que tenían en común por esas revistas que leía el tritón. Aquella vez se puso histérica, ambos estaban en el baño, Wakasa en la tina y Tatsumi parado lo más cerca posible a ésta mientras lo abrazaba el rubio, y él acariciaba su cabello. Una escena bastante vergonzosa para un hombre y medio. La pequeña entró y los vio separarse rápidamente y aparentar que nada sucedía, como si fuera así. Los reprendió las siguientes dos horas como una mamá molesta que encuentra a su hija y novio teniendo sexo en su recamara mientras están presentes sus hermanos pequeños y familia. No tardo en pasarle el enojo cuando vio una canasta con su champú favorito entre los libros de Wakasa, quién por supuesto estaba de acuerdo en compartirlo con la pequeña. Después de eso trataron de ser más cuidadosos y sólo hacerlo por las noches, que había menos riesgo de ser vistos por una visita, o por lo menos Tatsumi lo hizo, el ojo azul era más despreocupado y exigía su ‘derecho’ constantemente a cualquier hora del día. Pero decirle que no a esa carita sonrojada tan tierna con una sonrisa en los labios y los ojos entrecerrados que son adornados por una larga y espesa capa de pestañas rubias, era un pecado.  Al final de todo, Tatsumi tenía que regresarle la sonrisa hecho de un vergonzoso sonrojo y besarlo hasta que el otro decidiera que era suficiente… Y eso nunca pasaba.

—     Te quiero, Tatsumi, de esa manera— Afirmó Wakasa, sonriente.

—     Te quiero también… Wakasa— respondió avergonzado en un tono que era prácticamente sólo para él.

Takasu entró alegre y abrazó a Tatsumi con sus tentáculos al mismo tiempo que restregaba su mejilla contra el cabello de la víctima. Wakasa se acercó molesto, siendo alejado con un par de los tentáculos del pelirrojo que básicamente lo neutralizaban y era imposible moverse. Un par de lágrimas, molestas, salieron de los ojos de Wakasa mientras gritaba y hacía un eterno berrinche.

—     Tatsumiiiiii…. Taaaatsuuumiiii — Repetía lo más ruidoso que le era posible.

Tatsumi se despojó de su playera y se escurrió entre la piel del pulpo. Lo miró, sacó a Wakasa de entre sus tentáculos y salió a la cocina en busca de algo para beber.

Notas finales:

Y ése es el primer cap de lo que será un two-shot o un fanfic completo. Eso lo decidiré luego de ver la reacción del público. Por lo pronto, nos vemos el próximo Lunes :3


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