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10 años junto a ti por natalia clow

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Notas del fanfic:

Bueno, la verdad es que no tenía pensado publicar esto, pero me estoy obligando por aquello de no perder la inspiración.

Yo sólo les quiero decir, PREPARANSE PORQUE ESTA NOVELA LES VA A HACER PERDER LA CABEZA A MÁS DE UNO.

 

Notas del capitulo:

Buenas y Santas y Muchasn tantas

comenzamos con el tercer libro de la saga de Supongamos y por supuesto tenía que comenzar con nuestro duo dinámico Joshua x Elliot.

Espero les guste

 

 

Capítulo 1

«La primera vez»

Ya había pasado el suficiente tiempo para que no hubiese vergüenza entre ellos. Joshua estaba mirando la espalda desnuda de Elliot, quien descansaba apaciblemente sobre el colchón abollado del hotel en el que se habían hospedado para celebrar su aniversario. Las pecas que se desperdigaban por sus hombros siempre se volvían centro de atención cuando la pasión se desbordaba y el cabello largo que le llegaba hasta el cuello se mecía con parsimonia cuando lo cabalgaba en los despliegues de descarada acción lujuriosa.

Tomó la cerveza que ya se encontraba tibia y la puso en sus labios con un gesto meramente pantomímico, debido a que no tomó ni un solo sorbo. Los ojos se hallaban distantes,  haciendo un viaje para traer preciados recuerdos que no parecían esquivos a su invocación, no obstante venían con un halo borroso a su alrededor.

Habían sido seis años de noviazgo en la que la relación con Elliot en sí nada parecía cambiar. Al comienzo eran una fogata de concupiscencia que dejaba la piel al descubierto antes de desearlo, pero después de que se graduaron, Elliot se devolvió a Escocia y desde ahí se veían de vez en cuando.

La relación se tornó más tranquila, con un nuevo matiz más adulto que evitaba que los juegos de niños despreocupados se metieran en el medio. Elliot era una tormenta inmanejable y eso le encantaba. De por sí, su persona era bastante dada a hacer que las relaciones se volvieran un estilo de juego de supervivencia que hacía la apuesta entre todo o nada, por lo que no había una mejor pareja para él.

Nunca le había dejado un atisbo de duda, él estaba tan obsesionado por Elliot, que cualquier persona se volvía en una simple sombra insignificante para el existir. Esa voz que susurraba las palabras que él quería oír incluso sin él mismo saberlo; un toque carente de cualquier vergüenza y que buscaba explorar los rincones aún sin conocer; era ese tipo de cosas que lo llevaba realmente a pensar en querer vivir junto a él el resto de sus días. Elliot parecía pensar lo mismo y eso le daba más confianza a que aun sin estar juntos todo el tiempo, se sintiera querido.

Nunca se imaginó que a pesar de saber que nada tendía a ser para siempre, quería tratar de intentarlo. Quería gastar tanto el amor que sentía por él hasta que llegara el momento en que se pudiera decir que no lo necesitaba y entre más pasaban los días, más se convencía que se día no llegaría.   

Se acercó sigilosamente a la cama y se quedó observando cómo lentamente ese pecho subía y bajaba al compás del aire que le daba la vida. Tocó su cabello rebelde, llamas que centelleaban en la guerra de sus cuerpos y los enredó entre sus dedos. De alguna manera se estaba poniendo nostálgico, hasta el punto de decirse que tenía ganas de llorar. 

— No pareces tú cuando estás tan calmado.

Fueron unas palabras que se las dijo a la nada junto con un tono de voz que correspondía más a un pensamiento que a sonido. Se escurrió de nuevo entre las cobijas y puso a plenitud su mano en los omoplatos del durmiente, se metió como pudo entre uno de los brazos de él y se abrazó en su calor. 

Esa noche celebrando su sexto aniversario, soñó con el pasado.

***

El tocar sus cuerpos se volvió algo natural, no obstante el avanzar hacia la siguiente etapa parecía un cuento totalmente distinto. Los besos los encendían en menos de un segundo, pero cuando se descubrían en sus deseos de profunda necesidad, sentían miedo ante lo desconocido. El abrir el cuerpo de un hombre no se mostró de la forma más didáctica y fácil. No tenían idea que hacer para entregarse al otro.

Cabe aclarar que no era en un sentido estrictamente ignorante, sino que era más bien en un sentido en que ponían en duda lo que conocían. La mano de Joshua tomaba con fiereza la entrepierna de Elliot, no obstante ir más allá de esos detalles no pasaba. Ya habían sido tres intentos que fracasaban estrepitosamente. De forma obvia se veían mermada la confianza desde todos los puntos posibles.

Seis meses en que desesperadamente intentaban acoplarse al otro y que no era posible, ponía a prueba la paciencia al punto que ya cualquier detalle era excusa para intentarlo, no obstante, tuvo que ser algo tan importante como la cicatriz de la mano de Joshua lo que desembocó en que todo concluyera.

Aquella tarde estaban en la casa de Elliot. Joshua estaba recostado en su pecho mientras veían una película, en sí el ambiente no estaba presto a nada sexual y quizás por la misma poca confianza que se tenían no había decidido intentarlo. 

— Me está entrando el sueño. — Joshua ronroneó entre los brazos de Elliot.

El pelirrojo no respondió nada y se agachó un poco para quedar mirando de frente el rostro de su acompañante. En ese momento no se creía que ya fueran una pareja consolidada, bueno en la gran mayoría. Juntó sus labios en la nariz de Joshua.

— ¿Cómo es posible que te vayas a dormir cuando tenemos la casa para nosotros?

El tono pícaro evidentemente trataba de impulsar todo eso al acople, no obstante los ojos de Joshua tenían un brillo distinto. El sentimiento agradable que le producía la presencia de Elliot se intensificaba en esos momentos y se le olvidaba en cierto grado la urgencia que tenía de tener sexo con él.

— ¿Sabes? Nunca me imaginé que yo fuese a estar tan obsesionado con alguien como contigo.

Elliot ante la sorpresa retrocedió unos centímetros y se dejó ver en plena vergüenza de sus mejillas carmesí.

— ¿A qué viene eso ahora?

— No lo sé, estaba pensando cuando mi único norte era Matthew. Incluso, te digo que la cicatriz de mi mano me la hice por miedo a perderlo.

No supo si fue la manera tan despreocupada con la que lo dijo, o el verdadero significado que eso tenía,  pero tuvo la sensación de que la cabeza se le bajó a los pies. No dijo palabra alguna y sintió una impresión horrible en el pecho. Se había vuelto alguien terriblemente posesivo cuando se trataba de Joshua y el saber que en el cuerpo de él se encontraba un eterno monumento de amor por otra persona lo dejó descolocado.

Todo lo que haya dicho después de esa oración para Elliot fue desconocido. Algo más inquietante que su ignorancia se hizo presente y fue cuando decidió  que tendría algo que Matthew no haya tenido jamás; algo que sólo pudiese hacer con él y pertenecerle por lo que resta de vida.

Fue en ese momento cuando planeo con estrategia militar el día en que tendría sexo con Joshua. Fue a buscar un cuarto de motel en dónde no hubiese la mínima posibilidad de salir sin antes haber consumado el acto. Compró los condones, el lubricante e incluso unos juguetes sexuales que le habían dicho que le servirían. Cuando tuvo todo en sus manos, no supo realmente qué hacer con todo eso. Recolectó la información que el tiempo le permitió y ahora faltaba su compañero.

Ese día concretaron una cita cerca del motel y Joshua no era propiamente ignorante acerca de ello, quizás lo único que no se imaginaba era lo elaborado que estaba todo el itinerario. No se pasó por su cabeza en ningún momento que era debido a su explicación de su cicatriz que había llevado a Elliot a eso. Ahora la relación con Matthew no trascendía propiamente la amistad, de hecho podía asegurar en ese momento que su mejor amigo era Maurice.

Lo que más lo enternecía en ese momento era ver las mejillas rosadas de Elliot y sus manos frías por los nervios, no es que él no estuviese nervioso, pero cualquier cosa que hiciera era más bonita que lo que él pudiese sentir.

Antes de darse cuenta ya había llegado la hora de la verdad. Los dos quedaron juntos en ese cuarto en el que se disponían formar un nuevo vínculo más fuerte que cualquiera. El que se habría de convertir en su pasajero nido de amor no era propiamente una suit presidencial, pero tenía lo suficiente. Elliot dejó los implementos que había preparado con antelación encima de la cama.

— No sé cómo te vayas a tomar esto… pero he averiguando que si utilizas esto… duele menos.

Todavía Joshua no sabía a qué se estaba refiriendo propiamente con «esto», pero no tardó en asignarle un referente cuando de la bolsa salió un dildo anal. En ese momento fue cuando se le llenaron las mejillas de sangre  y se pusieron sus manos frías.

— ¿Eh? ¿En serio?  No tienes que hacer esto si no quieres.

Cada vez las palabras eran más suaves y se convertían en terciopelos que le rozaban las puntas de los dedos dejándoles una sensación de cosquillas. Los ojos no hacían conexión quizás por la consciencia de todo lo que los rodeaba.

— ¡Yo… quiero! Yo lo único que quiero es tenerte como nadie lo ha hecho.  No quiero seguir pensando que hiciste de tu cuerpo un templo de adoración de Matthew.

 La calidad de las palabras sobrepasó la cantidad, no fueron necesarias tantas explicaciones para que Joshua cayera en cuenta que lo que en ese momento sentía el uno por el otro era demasiado para ponerlo en palabras. Miró su mano incrédulo sin poder darle realmente el significado que tenía para Elliot.

— No tienes que sentirte…  forzado por esto, pasó hace tiempo.

— ¿Y cómo crees que me hace sentir eso?  Yo pude estar ahí para que eso no sucediera.

Joshua se sentó en la cama y se quedó callado por miedo a que sus palabras resultaran más torpes que siempre. Elliot se acercó  y se paró frente a él, fue la intensidad de su mirada lo que lo terminó por amedrentar.

— Joshua, yo nunca te pediría que te hicieras daño por mí, pero si quiero que me des todo lo que no les dado al resto del mundo.

— Tú me pides eso, pero aparte del sexo, no sé qué más me falta por darte. Esto que siento en el pecho me supera, contigo no sé dónde queda ni adelante ni atrás.

— Eso está bien.

La sonrisa disimulada del pelirrojo fue ocultada con el ataque impositivo de sus labios sobre los ajenos. Las manos lo apretaron con mucha fuerza al punto de dejarle marcas. Era quizás el beso más intenso que jamás alguien le hubiese dado. Sus dientes chocaban, sus lenguas se enredaban y eran mordidas, no había nada más que ese instante. 

Después de darse un tiempo de respiro, lo siguiente que hizo Elliot a pesar de no tener una connotación sexual, fue una corriente potente a la entrepierna de su compañero. En el momento que la lengua y los labios acariciaron cada una de las cicatrices de la mano de Joshua algo dentro de sí hizo un «clic».

En el siguiente momento Joshua apresaba con su cuerpo al más pequeño y mordía sus hombros y cuello con desesperación. Se había convertido en aquella bestia que había destruido varias cosas antes, pero que ahora el daño que infringía era con la pura necesidad de marcar lo que sabía que le correspondía. 

 — Tientas mi paciencia más que cualquiera, si pudiera te comería entero para que nadie más te pudiese tener en la vida.

— Hazlo entonces, no tengo intenciones de salir vivo de esta habitación.

El abrazo que siguió fue uno muy fuerte en donde la ropa era un estorbo, el único deseo era juntar los pequeños retazos de piel en donde hubiese contacto. Las manos de Joshua con desesperación tocaban la cadera del pelirrojo queriendo encontrar el límite de su ropa y sacarla. De igual forma Elliot tenía necesidad de destrozar esas ropas que no lo dejaban disfrutar lo que  era suyo. 

Las entrepiernas se ponían en contacto queriendo destruir hasta el último atisbo de duda. Los miembros respondían positivamente ante la muestra de compañía y se agrandaban dentro de esos pantalones que cada vez eran más inapropiados para las circunstancias. Los dedos serpenteaban alrededor de los miembros y los suspiros se fundían con gruñidos desesperados de los deseos impropios.

— Te quiero… te quiero demasiado.

Elliot se apretó con mucha intensidad en el pecho de Joshua quizás queriéndose filtrar por cada una de las células de él. El límite de la materia no les dejó cumplir el cometido, pero los sentimientos si encontraron tierra en dónde atracar. Joshua no sabía qué hacer con todo aquello que significaba Elliot y en ese momento en lo único que pudo hilar idea fue en quererlo poseer.

La ropa se convirtió en un recuerdo del pasado y en ese momento sus pechos entraron en contacto con una relativa tranquilidad, como si supieran que debían tomarse con calma todo el acto a culminar.  Joshua arrastró sus manos a las nuevas adquisiciones que había traído su pareja y la sacó de su envoltorio. Salió a relucir el objeto de cristal con forma de gota, aún le era antinatural el usar aquel artefacto.

— ¿Sabes qué hacer con esto?

Los ojos verdes exploraron el objeto y tampoco tenían una clara idea de qué era lo que tenía que hacer con eso.

— Creo que debería darme una ducha. — fue lo único a lo que atino a decir.

Joshua se quedó con el juguete en su mano mientras veía la figura perderse tras las paredes que los separaban del baño.  En el momento que la soledad fue quien lo circundó, siguió dándole vueltas al objeto. No era ignorante cabía aclarar, sabía dónde iba y qué función tenía, pero la inexperiencia no era propiamente algo que afianzara su confianza ¿Y si le hacía daño? ¿Y si comenzaba a sangrar? Era ese tipo de cosas lo que lo dejaba con la certeza por el piso.

Fue un largo tiempo el que se tomó Elliot para regresar con su cabello corto mojado y con una toalla envuelta en su cintura.  El color carmesí de sus mejillas no sabía si atribuírselo a la ducha caliente o a los nervios por lo que debían hacer.

— Ya me estaba quedando dormido. — bromeó Joshua mientras lo tomó de la mano. — Ven acércate.

Los pasos de Elliot cada vez más firmes, terminaron por acorralar a Joshua contra la cama. El cambio de actitud era debido a que en la ducha se había trasgredido cierto umbral que había sido temido desde hace tiempo.

— En cierto sitio leí que debía limpiarme y prepararme antes de todo eso…  perdón por la tardanza.

No dio tiempo parar respuesta porque Elliot tumbó en la cama a Joshua y lo montó a horcajadas. Le rapó el dildo y se escurrió para tomar el frasco de lubricante; lo próximo a hacer fue empapar el objeto con el líquido y esparcirlo con sus manos. No podía sostenerlo con firmeza porque temblaba, pero en su rostro se había esculpido la expresión de la seguridad sublime. No habría nada más que lo detuviese en ese momento. Una vez que esparció otro poco de lubricante en su ano, dirigió el objeto a su entrada.

— Dice que tiene ser poco a poco para no hacerme daño. 

Se paró sobre sus rodillas dándole espacio a sus nalgas de abrirse y permitirse sentir el primer contacto con el objeto extraño.  La punta rosó su agujero e inmediatamente se sobresaltó. La sensación era desagradable debido a que era diferente a como lo había sentido antes con sus dedos, quizás era el frío del material o su dureza y consistencia que eran diferentes.

La punta fue trasgrediendo y expandiendo a la fuerza su esfínter.  La mano no debió hacer mucha fuerza para hacer que el objeto entrara, no era grueso pensando precisamente en no hacerse daño. La corta sensación de expansión vino cuando la parte más gruesa del objeto llegó a trasgredir el límite. En ese momento soltó un gemido de incomodidad, pero una vez sobrepasado, pudo soportarlo.

— Ya está… todo adentro.

Joshua estaba mordiéndose los labios tratando de aguantar, eso era demasiado lujurioso para su pobre aguante. En ese momento quería tumbarlo y follarlo tan duro como a nadie, quería llenarlo de su esencia, sentir el abrazo de sus carnes, sentir como destrozaba su espalda con sus uñas.

— Sólo deja que entre y salga otro poco y ya estaré listo.

Con eso mandó toda la etiqueta al carajo y empujó a Elliot para bajarlo de encima y que quedara debajo de él. Cogió sus piernas y las alzó hasta que pudieron apoyarse en sus hombros. El cambio repentino de posición movió el objeto extraño e hizo que chocara directamente con la próstata del más pequeño.

— ¡Ah! ¡ughm …! ¿Eso…  qué fue?

No pudo ni articular palabra,  su expresión de la intensidad del sentimiento fue en conjunto con sus uñas enterradas en los hombros de Joshua. Se le nubló la vista y se le entumecieron los dedos de los pies. La mano del castaño tomó el extremo del dildo que estaba visible y comenzó a jalar de él. Las carnes chupaban el objeto de nuevo al interior pero la resistencia de la mano ganó por sobre la carne. El sonido acuoso que hizo a desprenderse del ano fue característico. De nuevo Joshua volvió a colocar en la entrada del más pequeño el objeto y empezó el vaivén que cada vez era más fluido.

— Rrghm… Joshua… eso… es…

Los gruñidos del pelirrojo ya no llegaban a los oídos de su pareja, este estaba embelesado viendo como el agujero parecía estar chupando el objeto como un niño bueno que chupa su biberón. Pronto sería su miembro el que estaría incesantemente golpeando el interior de Elliot.

Ya poco a poco se daba cuenta que la resistencia era casi nula y decidió dejar el objeto de lado. Tomó el frasco de lubricante y embadurnó su mano. En ese momento se tomó la molestia de mirar la cara de su amante y se dio cuenta que sus labios estaban temblando con un hilillo de saliva saliéndose de la comisura. La extrema cara de la lujuria le hizo poner más cuidado en la entrepierna de su compañero. En ese momento se dio cuenta que su miembro estaba medio despierto, en verdad estaba sintiendo algo placentero por su esfínter.

— ¿Lo harás con los dedos?

Los ojos se mostraron ansiosos a lo que la mano de Elliot tomó la de Joshua y le hizo la seña que esperara. Bajó sus piernas, se volteó quedando sobre sus cuatro extremidades y subió bien sus nalgas. Después se escuchó un largo suspiro a lo que se le atribuyó a la mano del pelirrojo sobre su miembro.

— Ya puedes hacerlo.

El juego se estaba poniendo cada vez más peligroso, tantos procedimientos preliminares eran evidentemente el agua acumulándose en un dique y por supuesto iba a sobrepasarse en cualquier momento. La mano de Joshua comenzó a filtrarse por la hendidura de las nalgas hasta llegar a la base de los testículos, de nuevo comenzó a subir hasta llegar al orificio.  Empezó a jugar con el dedo índice y el corazón haciendo que las contracciones del musculo fueran constantes, pero no duró mucho esto hasta hundirse con sus dos dedos en el lugar.

La presión sobre los pequeños miembros no fue tanta como esperaba, a lo que al vaivén escuchó como Elliot le daba permiso para que introdujera otro dedo. Esa desigualdad de diámetro sí hizo la diferencia, no fue tan fácil como al comienzo y originó una lucha con los interiores que querían sacarlo del lugar.

— Elliot relájate, te estoy haciendo daño.

— No… puedo… siento como me arde… se siente incómodo.

— Tienes que relajarte, estoy haciendo mi mejor esfuerzo por no penetrarte en este momento.

Esas palabras apretaron aún más al pelirrojo, pero por otras razones distintas. Ese había sido un golpe bajo, la voz de Joshua era un afrodisiaco que lo había subido a de nuevo a un nivel de excitación ilegal. En su esfuerzo por no defraudar la paciencia de su pareja, trató de relajar su entrada y se ayudó con su peso para empalarse sobre los dedos.

— Eso es jugar sucio Elliot.

Los dedos  desahuciaron el lugar sin aviso alguno a lo que en protesta a su desaparición la garganta de  Elliot botó un grito sordo.  El pene de Joshua estaba despierto y ansioso de unirse a la lucha, pronto se vio aprisionado por el condón y remojado en una cantidad considerable de lubricante.

— Lo voy a meter, no me aguanto más.

Elliot asintió con su cara entre las cobijas y se dispuso a abrirse más de piernas. En ese momento lo que tanto habían intentado, terminó por suceder. La cabeza del miembro comenzó a abrirse paso en el preparado agujero y comenzaron la violación del espacio.

— ¡Ughm! Ve… más despacio…  si lo haces muy rápido me harás daño.

— Lo hago lo mejor que puedo ¿Sabes?

Era la voz más forzosa que jamás había tenido que hacer. En ese momento lo que salía de su propia naturaleza era gruñir y jadear. La presión sobre su pene era deliciosa y a la vez dolorosa. Sentía que no estaba del todo dilatado y le tironeaba su miembro de forma no muy agradable, pero el hecho era que estaba dentro de él.

Apretó los antebrazos de Elliot dándose un apoyo para su penetración y desfogue para su intensidad. Abrió la boca buscando llenarla con algo además de su ansiedad y se dio la libertad de morder el hombro de quien estaba bajo suyo. Una vez dejada la marca, volvía a repasar una y otra vez sobre la misma herida hasta que el morado de la piel era de una intensidad aterradora.

— Así está… bien… no me molesta mucho.

Elliot no necesitaba quejarse siquiera por la marca en su hombro, de hecho eso le ayudaba a relajarse. Una vez adoptada la forma del intruso, dejó de torturar a Joshua y le dio vía libre para que lo embistiera. Eso fue un alivio para quien tenía la paciencia al límite y una vez se vio devorado por los interiores, le tomó unos segundos recuperarse.

Sacó el miembro y el chapuceo que acompañó al movimiento llenó la habitación. Volvió a enterrarse con toda las fuerzas de sus caderas y poder mover con libertad la fuerza que los estaba conectando. De su boca salieron fonemas guturales sin ningún significado e intentos de murmureos que terminaron en nada. La respiración afanosa acompañaba la expedición en el esfínter de su compañero.  La parsimonia con la que salía y entraba era proporcional a los gemidos entrecortados de Elliot.

 — Ah… ugh… jo… Joshua… me estás…  destrozando por dentro.

Sentía como sus piernas poco a poco se iban tensionando y entumeciendo ante el nuevo ritmo del acople. En ese momento no sabía si estaba sintiendo placer, dolor, incomodidad o cualquier otra cosa, de lo único que podía estar seguro era que no quería que se detuviera.  Mordía las cobijas al sentir que la fuerza iba aumentando. Se le había olvidado su propio miembro, sólo podía concentrarse en que ahora si eran completamente del otro.

No había mencionado nada de la incomodidad que estaba sufriendo en sus caderas, cuando Joshua lo cambió de posición, poniéndolo de lado y alzando su pierna hasta que llegara a sus hombros. La profundidad era distinta, algo más se había abierto y con avidez engullía a Joshua. Después de sentir como las caderas ajenas lo presionaban con más fuerza, comenzó aquella constante convulsión en sus piernas, ya sabía que algo iba a venir, que ya se iba a venir.

— Joshua no… te vayas a detener… así… tan sólo un poco más.

Las ordenes se cumplieron completamente, de por sí no estaba en los planes de ninguno de los dos detenerse. El pene de Joshua seguía chocándose con todo a su paso con tiranía. Las paredes de recto eran estimuladas, lo sentía más sensible a su vez. Decidió por tomar con su mano izquierda el pene hinchado de Elliot., lo aprisionó y lo agitó. El prepucio subía y bajaba acariciando la cabeza que seguía derramando líquido preseminal a borbotones. 

La visión se fue nublando mientras que sus ojos se torcían hacia arriba y abría la boca con desesperación por un poco de aire.  La mano agarró la pierna de Joshua que estaba cerca de él y la rasguñó en la visita del clímax. La característica corriente que entumecía sus piernas y sus caderas lo atacó. Se vino en la mano de Joshua cubriendo todas sus cicatrices con su semen. Unos segundos después de la descarga pudo enfocar de nuevo y lo primero que vio fue el rostro congestionado por el placer de el artífice de todo su ser. Las embestidas se estaban volviendo más cortas, no lo sentía próximo a acabar, pero si lo sentía que su placer había aumentado en su estreches.

— Elliot… te quiero…  te quiero…

El color miel se fundió con el verde en la mirada más dulce que jamás haya  existido. En el mundo no podía haber una materialización más directa que esa del amor. Joshua detuvo su vaivén un momento para poder besar con toda la desesperación del mundo a su pequeño hombre.

Cuando desprendieron sus bocas de nuevo las caderas recobraron su intensidad y se hundieron buscando la liberación. Ya para ese momento había superado más de los límites imaginables y se encontraba hallando el orgasmo como un accidente inminente. Sintió el ardor agradable en su pene y como se extendía por las demás partes del cuerpo. Cerró los ojos mientras exhalaba y se liberaba en la calidez del amor de su vida. Duró tieso durante unos segundos y luego se desplomó encima de su cansada pareja.

La respiración se acompañó por unos cuantos besos y unos abrazos, para el final Elliot tomó su mano izquierda y enredó sus dedos con los ajenos. Besó su mano unas cuantas veces y luego tan sólo se quedó contemplándola.

— No deberías darle mucha importancia a eso.

— Es parte de ti, es imposible ignorarla.

Con su dedo índice comenzó a rascar una de las cicatrices.

— No es fácil para mí, siempre he sido muy quisquilloso con estas cosas, con aquello de querer a alguien, que ese alguien haya querido de tal manera a otra persona no me es fácil de procesar. Sé que no estaba en tu vida en ese momento y de hecho yo ni siquiera sabía que existías, pero ahora lo sé y me hubiese gustado que te hubieses hecho eso por mí.

— Yo cambiaría a todos los Matthews del mundo por ti y lo sabes.

No se le ocurrió que responder, pero no estaba propiamente halagado, no porque no creyera en sus palabras, sino porque él quería egoístamente desaparecer todo lo que significara el recuerdo de otro. Levantó la mirada para encontrarse con el rostro de Joshua después de ser suyo; las cejas estaban ligeramente fruncidas y tenía una sonrisa abierta con los ojos cerrados.

Se acurrucó a su lado y se dejó llevar por el cansancio hacia el mundo de los sueños.

***

Cuando despertó de ese sueño del pasado no se hallaba. Fue tan vivido que se le había olvidado que de eso ya habían pasado 5 años. Lo primero que vio fue a Elliot estando sentado en los pies de la cama con una cerveza y la mirada perdida. Se hizo el dormido durante un rato más para poderlo contemplar en paz. 

Poco después todo el ambiente de la habitación cambió, de estar contemplando la salvaje cabellera de Elliot se vio siendo atacado por él directamente.

— Buenos días lujurioso dormilón. Tu amiguito estuvo activo toda la noche ¿Con qué estabas soñando?

La sonrisa ladeada le hizo percatar de su mojada entrepierna. Había tenido una polución nocturna justo después de haber follado con todas sus fuerzas a Elliot. Definitivamente ya fuera en presente o en pasado, ese hombre le despertaba todas las sensaciones posibles.

— Eso me pregunto yo, esa linda chica del sueño ¿Quizás fue?

Elliot hizo un puchero mientras se escurrió debajo de las cobijas y agarró el pene de Joshua con sus manos. Comenzó a hacer el movimiento de agitación, ya no había vergüenza, ni siquiera se daban explicaciones previas cuando las manos recorrían libremente el cuerpo del otro, por eso no sorprendió a Joshua que la acción siguiente a eso fuese la boca de Elliot engullendo su pene.

— Ugh… sí que eres sensible… no te aguantas ni una bromita…

— Pero te gusta que sea así.

Ante eso no había discusión, le gustaba como la lengua de esa bestia roja lo sacudía de un lado para el otro. Todas las venas de su pene se inflamaban ante el ataque de su paladar y sus dedos que apretaban sus testículos y la base de su falo.

— Este debería ser… mi despertar… siempre…

— Estarías muy malacostumbrado.

— Probablemente.

La sonrisa no se le formaba bien cuando la habilidad del pelirrojo lo llevaba a venirse tan rápido. No se tomó la molestia avisar y llenó la boca del otro con su esperma.

— Lo siento, no alcancé a avisar.

Elliot escupió el líquido blanco en uno de los clínex que habían utilizado la noche anterior.

— El peor desayuno posible, arj, que asco.

Joshua sonrió burlonamente un  segundo y luego le pasó la cerveza.

— Feliz aniversario. 

Notas finales:

Espero que les haya gustadp


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