-Papi ¿A dónde vamos?-pregunto un pequeño niño albino de ojos azul cielo.
-Haru-chan luego te digo donde vamos, así que vamos a seguir caminando-dijo un hombre azabache y ojos del mismo color a los del pequeño mirándolo con infinita ternura.
-Pero papi, papá va a enfadarse-dijo el pequeño con cierto temor.
-No te preocupes Haru, tu padre no puede enfadarse porque estemos tomando un pequeño paseo-dijo el joven no creyendo sus propias palabras pero aparentando tranquilidad y con una sonrisa en los labios.
-Pero papi él va a….-trato de objetar el pequeño cuando su padre lo interrumpió.
-Ya lo sé Haru, pero tú no te preocupes que todo va a salir bien-dijo él para que el pequeño no se preocupara.
Caminaron durante horas, hasta que el pequeño no aguanto más.
-Papi tengo mucho sueño-dijo haru haciendo una mueca de cansancio.
-No te preocupes haru, yo voy a cargarte-dijo el joven padre acuclillándose frente a su hijo y tomándolo en brazos-vamos Gray no te rindas, hazlo por él-pensaba acomodando al pequeño en su espalda notando como al instante caía dormido.
Recorrió varios lugares pero siempre le respondían con desprecio y asco, ignorando al pequeño en su espalda.
Con mucho cansancio se dirigió a un pequeño parque sentándose en un banco iluminado.
-Perdóname haru-chan-dijo Gray sacándose su abrigo y arropando a su pequeño hijo que descansaba plácidamente en su regazo-Creo….creo que no debíamos nunca haber salido de aquel lugar-dijo con lágrimas en el rostro y abrazándose a sí mismo.
Estaba tan cansado que en un abrir y cerrar de ojos se quedó profundamente dormido con la esperanza que cuando despertara todo fuera un mal sueño.
La mañana siguiente se alzaba resplandeciente, el sol ya estaba en lo más alto del cielo mostrando que ya casi era mediodía.
Hacía mucho tiempo que no dormía de esa manera, con esa paz y tranquilidad que se esfumaron cuando se había casado por obligación con ese hombre…ese hombre.
Se levantó tan deprisa que un mareo lo inundo, tenía miedo…. mucho miedo que él entrara y lo golpeara por despertar tan tarde o peor aún…que golpeara a haru.
Estaba tan temeroso que no se dio cuenta que esa no era su habitación, bajo a toda prisa pensando cómo le explicaría a él de su despertar tan tardío, pero cuando llego a la planta baja de la casa escucho la voz de un hombre reírse y junto a él la voz de su hijo que también reía pero mas estruendosamente.
Hizo memoria para recordar cuando haru había reído de esa manera con su padre pero ningún recuerdo llego, miro a su alrededor para darse cuenta que esa no era su casa.
¿Dónde estaba?
En otro lugar, un hombre albino llegaba a su hogar después de un arduo día de trabajo y también para explicarle a su “amado” esposo de porque hizo aquello, pero fue grande su sorpresa al encontrar la puerta de la entrada abierta cuando no debería de ser así. Se adentró a paso veloz subiendo las escaleras dirigiéndose a su habitación, reviso cada rincón pero sin encontrar nada.
Esta vez no se salvaría de lo que le esperaba.
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