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19 Days por Baal

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Notas del fanfic:

Disclaimer

 

19 Days y sus personajes le pertenecen por completo a Old Xian.

Notas del capitulo:

Éste fanfic está basado en el manga 19 Days. Este manga es algo particular pues nos muestras escenas de los personajes y nada más, es por eso que un día me quedé pensando en el trasfondo, la historia y los demás elementos que había tras cada escena, y es por eso que me decidí a plasmar mis pensamientos y fangirleos aquí (eso y porque los personajes son los más tiernos de tooo el mundo).

Sé que tengo dos historias más que debo llevar. Sé también que no actualizo continuamente porque los tiempos falta de inspiración míos son más o menos largos, pero no podía evitar colgar ésta historia, pues pienso que no necesitará tanto esfuerzo de mi parte escribirla, pues tengo las situaciones del manga y, además, no tiene una trama o un twist muy desarrollado. De todos modos me gustaría disculparme.

Y también me gustarias sus comentarios a ver qué onda pasa acá dudes /o.

 

PD: Es el resumen más pobre de toda la historia, no sabía que poner porque ni yo misma sé de que va el manga o el fanfic en sí loools.

I.  Día primero

 

 

Entró a la oscura y desordenada habitación sin sigilo alguno, tropezando torpemente con las tonterías que el castaño dejaba ahí, repartidas por donde cayeran, desde hace semanas. Torció el gesto, avanzando hasta la cama de plaza y media donde dormía plácidamente su amigo. Se inclinó sobre él para verle mejor, tomando su mochila con una mano para que no le importunada viniéndose hacia delante en tan divino momento.

«Parece que se quedó toda la noche jugando videojuegos, ¿eh?»

Se acercó un poco, sólo un poco más, contemplado sus duras facciones y ésos kilos de ceja que tanto le encantaban. Suspiró frustrado queriendo quedarse así un poco más de tiempo. Pero no lo había, hoy debían ir al establecimiento académico.

—¡Despierta, estoy aquí! — Canturreó pegado a su oído.

Sin embargo no despertó.

Se subió sobre él a horcajadas. Y lo admiró un poco más, notando el tranquilo vaivén que hacía su pecho cuando respiraba, oyendo el sonido de sus dientes al rechinar, pareciéndole lo más tierno de todo el mundo, asombrándose por el exquisito aroma que emanaba su cálido cuerpo, viendo su relajada y tranquila expresión que pocas veces tenía la oportunidad de ver. A éste punto no había manera ni poder alguno sobre la tierra que pudiera detenerlo. La tentación era mucha para poder soportarla. Para que él pueda soportarla. Sintiendo un leve cosquilleo en su parte más traviesa, se acercó al rostro del contrario con lentitud, apreciando cada milisegundo que pasaba. Con sus manos le acunó el aterciopelado y bello rostro. Y se aceraba a él con lentitud torturadora.

Cerró los ojos, impaciente y se acercó más.  

Sintió la mandíbula del otro tensarse en sus manos mientras le apretaba la suya propia, a milímetros de su rostro abrió sus ojos y se encontró con los furiosos del castaño. Decir que estaba enfadado era un término algo pobre para ésta ocasión.

Como pudo el rubio se incorporó, colocó la mochila sobres sus hombros y corrió fuera de la habitación y de la casa también.

El castaño no se dio la molestia de perseguirlo y golpearlo como era de costumbre. Y aunque sintiera la sangre arderle de rabia agradecía, al menos, un poco tan embarazosa situación. Al menos el rubio lo despertó a tiempo. Se peinó los cabellos hacia atrás con su mano y se sentó en la cama comenzando a reír.

«¿Es que nunca entiende?»

Negó levemente con la cabeza, recordando su cercanía, extrañándola.

Jasper había salido de los brazos de Morfeo cuando él rubio se adentró en su habitación.

—No— Musitó, levantándose y guiando sus pasos hasta el cuarto de baño.

Se desvistió con la velocidad que pudo aún estando adormilado y se metió dentro la regadera, dejando caer el agua fría sobre él. Al terminar y salir del cuarto se encontró con la delgada y alta figura de su madre, lista para ir al trabajo y, notoriamente, molesta.

—¡Vamos, Jasper, no tienes, ni tengo toda la mañana para esperarte!— Le apremió, aplaudiéndole para que comenzara a vestirse contrarreloj.

—¡Vale! —Exclamó, molesto, también. Y cuando la delgada mujer iba a desaparecer bajo el umbral de su puerta volvió a abrir la boca, ya más calmado y usando un tono algo burlón —No dejes entrar al imbécil de Angel a mi cuarto nunca más.

—¿A Moore? — Se giró y le miró incrédula — Pero si son tan buenos amigos— Se encogió de hombros al no recibir respuesta y siguió su camino.

Se vistió con el uniforme más dejó la americana en la casa. Cuanto adiaba esa prenda infernal, incómoda, monótona e inservible, pues en verano no hacía más que morir de calor, en cambio, en épocas frías no le abrigaba más que una camisa. La miró con desprecio en su cama y bajó las escaleras hasta el comedor donde sacó una manzana para comerla en el camino. Oyó a su madre impaciente que hacía sonar la bocina del vehículo, apresurado salió de la casa con mala cara, respondiéndole la mujer con una ceja arqueada, se subió al rojo Cadillac y partieron a destino.  

Su hogar quedaba algo lejos de la institución, teniendo que pasar por varios lugares concurridos donde a esa hora no se veían nada más que unos cuantos somnolientos estudiantes de diferentes recintos, entre ellos caminaba, cual perro bajo la lluvia, desanimado y aburrido, Angel. El automóvil paró en seco ante el semáforo en rojo. Encontraron sus miradas. Jasper altivo y autosuficiente, Angel, abatido y triste, pidiéndole con la mirada que le dejara entrar al auto. El castaño pareció estar realmente considerando aquella opción, pero cuando oyó el motor del Cadillac listo para arrancar, le enseñó el dedo del medio, burlón, tirándole como último recurso la manzana a medio comer, partiéndose de risa. Vio de soslayo como el rubio imitaba su acción, deseando tener una manzana también.

Indignado reanudó su pesado paso, deleitándose con minifaldas y pantalones abultados. Y es que así es que Angel Jarvis era, un enamorado del amor, un patán que liaba con cualquier persona que tuviera manos, patas, vaginas o penes, como solían describirlo los demás en su instituto. Y no era que le odiasen, no, Angel era el tío payaso, misterioso, rebelde sin causa, el sinvergüenza que agradaba a todos. El  típico mojabragas que toda institución necesita, según los más liosos. De todos modos, no había persona que no se preguntase por qué, siendo Angel tan popular, malgastaba su tiempo con el capullo de Jasper. No era que fuese un ratón, o un nerd, o un completo imbécil, si no que era más bien el tipo rudo y misterioso al que había que sacarle las palabras de la boca apuntándole con una jodida arma. Pero en realidad no le conocían de verdad, lo defendía a veces Angel a sus más cercanos, en realidad él es un tipo simpático, un tanto escurridizo y a veces hasta tímido. Y que esa imagen de matón sólo se la había conseguido por la mirada de pocos amigos que se cargaba todo el tiempo, que en realidad no sería capaz de herir a nadie. Sólo a él, claro, a él le dejó incluso una vez tirado en una camilla del hospital y se dio a la fuga después.

—Angel, imbécil— Le empujó Maxwell, haciéndole desviar la vista de las hermosas piernas que se gastaba la morena de en frente.

— ¿Qué pasa? — Le miró por el rabillo del ojo, ocultando sus manos en las bolsas del pantalón.

— ¿Por qué caminas soloo? ¿Acaso Jasper te cortó? — No era usual ver a Angel solo, usualmente venía acompañado del castaño, caminando o en el automóvil de su madre. Rieron ambos y Angel asintió ante las palabras del pelinegro que tenía a su lado.

—Le di muy duro y se enojó — Habló con naturalidad alzando los hombros.

—Vaya — Se peinó los cabellos el contrario—, le dije que si te contenía más tiempo sólo él sufriría — Comentó burlón sacando una cajetilla de cigarros para ofrecerle uno al rubio.

—Llegaremos tarde — Anunció Angel aceptando la ofrenda — La vieja de Helena nos llevará a inspección. — Enarcó una ceja mirándolo fijo, sin darse el otro por entendido— Ya no seas idiota y dame el encendedor — Se quejó.

—Ah, claro, claro, lo había olvidado— Se excuso el más alto, sacando de sus bolsillos el artefacto para entregárselo. — Pues nos quedamos fuera el primer bloque — Vio como su amigo encendía el cáncer.

 

Había dejado de oír la clase sobre la historia de la economía de su país qué rato. Sólo miraba la puerta esperando que entrara el rubio, quejica y bullicioso, se sentara tras de él, y le preguntara por qué le había dejado fuera del auto para después poner atención a la solterona del pizarrón. Pero pasaban los minutos y no lo hacía. ¿Acaso no había sido acertado dejarlo caminar hasta aquí? Después de todo era sólo a él a quien le hablaba en todo el puto día, sólo él era su compañía por más de cinco horas.

«¿Me he vuelto muy dependiente de él?»

Suspiró con frustración al encontrar él mismo la respuesta de la cual no quería enterarse. Sí, se había vuelto jodidamente dependiente de él. Y aunque poco le agradaran sus tendencias homosexuales hacia su persona se había dado cuenta de que sólo con él a su lado podía funcionar. Por ejemplo, con él revoloteando cerca suyo podía hablarle a otras personas, podía responder a la clase, podía reír, e incluso no parecer el asesino que los estudiantes creían que era.

Eso era, Angel tenía un tipo de magia que ejercía poder sobre Jasper. Otras explicaciones no había.

 

 

Sintió vibrar su teléfono móvil en su bolsillo mientras entraba al establecimiento. Extrañado lo sacó para ver un mensaje entrante.

Imbécil, como que te fuiste de putas, o te quedaste follando a una de piernas largas en vez de venir a estudiar te descuartizo.

Jasper le hacía reír a veces.

Tranquilo, Jas, sabes que me inclino más hacia los penes, siendo específico el tuyo. De todos modos estoy entrando al instituto. ¡No desesperéis, mi bella Julieta!

 

 

Se movió intranquilo en su asiento golpeando ligeramente la mesa. La mirada de Helena la cuarentona y la de sus compañeros se posaron en él, expectantes. Con un ligero movimiento escondió el móvil con maestría.

—¿Sucede algo, Ulyanov? — Preguntó Helena alzando ambas cejas, haciendo de su frente una sola tela arrugadísima.

—Nada— Negó con la cabeza natural y aflojó el nudo de su corbata. La maestra le dirigió una última mirada fulminante antes de seguir con su clase, los demás la imitaron y Jasper volvió a sacar su teléfono.

No quiero saber sobre tus inclinaciones, pedazo de mierda. ¿Sabes? Me gustaría que fueses Romeo, así te mueres de una bendita vez. Pero te aseguro que yo no cometería suicido al ver tu putrefacto cuerpo sin vida.

«Sólo vería cómo mi vida se vuelve una mierda después de eso», pensó, de manera inconsciente.

 

 

Angel y Maxwell decidieron pasar el resto de la hora en la azotea, y aunque generalmente su acceso era restringido para los estudiantes no había problema alguno, los únicos que concurrían a ése lugar eran el rubio y sus amigos para fumarse alguna mierda, escapar clases o incluso emborracharse. Ahora iban por el tercer cigarrillo del día.

—¿Con quién hablas? — Le preguntó el pelinegro, quitándole el celular de entre las manos. — Jasper, ¿eh? ¿No puedes pasar algún momento del día sin hablar con él? — Inquirió algo molesto.

—Usualmente no — Dejó que el humo se le escapase de los labios y lo vio desaparecer junto al viento—, pero ésta vez fue él quien me buscó — Y luego, dándole otra calada al cigarrillo que tenía en una mano vio como el sol se alzaba tras unos edificios.

—Whoa, Querubín, parece que finalmente comienza a ceder a ti. — Soltó una sonora carcajada y tiró el aparato que cayó en las esqueléticas piernas del rubio que lo miró sonriente.

Lo dices sólo porque quieres que te folle, Ulyanov. ¿Qué hay en clases?

 

 

Jasper volteó a ver el pizarrón. Después de treinta minutos de comenzada la clase sólo ahora que Angel le preguntaba se interesaba siquiera en el título de la materia de hoy.

Modelo neoliberal. Y apúrate.

Angel no le respondió con palabras escritas. Sólo le envió una fotografía que había tomado del amanecer.

No deberías estar en la azotea, tarado.

Notas finales:

Por si no estaba claro, las líneas entre «», son pensamientos de los personajes.

Y el díalogo que se encuentra de ésta manera serán los contenidos de los mensajes de texto.


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