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El campamento Kyubi. por Katokakiari_Ai_Shiteru

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Notas del capitulo:

Expresiones: Diálogo normal - Pensamientos de los personajes.

Contenido: Ooc justificado, creo - Lenguaje malsonante pero poco -Explicaciones extensas y detalladas que pueden aburrir al lector o lectora - Donceles para nada afeminados - Violencia.

 

¡Disfruten!

I

Prólogo: Karma

 

Caminó con pasos firmes y elegantes, los tacones se escuchaban por los pasillos de esa gran mansión bellamente decorada. Sus caderas se movían con gracia y sensualidad, el vestido de color verdoso y entallado hacía resaltar más las curvas de su cuerpo ya maduro. Un ligero maquillaje adornaba su cara; sus labios resaltados por un brillo y sus parpados por una fina sombra de color rosado haciendo resaltar su tez blanca.

Suspiró despacio, se miró su ropa y la arregló un poco. Alzó su mano derecha y golpeó delicadamente los nudillos en la fina madera oscura.

–Adelante– anunció desde adentro una voz grave y autoritaria.

La mujer puso su espalda recta y entró a la habitación para después cerrarla suavemente. Levantó la cabeza y miró a su esposo a los ojos, tan negros como los de ella.

–¿Qué necesitas, Mikoto?. –preguntó el hombre ya de edad entrelazando las manos y las apoyó en la gran mesa de madera.

–Necesito hablar de un asunto sumamente importante. –su voz sonó delicada pero decidida. Fugaku la miró por un momento, la escaneó con sus penetrantes ojos negros, suspiró y se apretó los parpados con cansancio.

–Está bien, toma asiento.–la mujer obedeció rápidamente, apoyó su espalda correctamente en el respaldo de la silla, sus manos arreglaron su vestido con elegancia y levantó la mirada hasta que se topó con el serio rostro de su esposo–¿De qué querías hablar?.

–Es que– dudó –Desde hace días me he estado sintiendo mal y supuse que sería algo pasajero pero como no se me pasaba con ningún medicamentó fui al médico y él…– suspiró con resignación y su mirada titubeó.

–Al grano, Mikoto. Tengo cosas más importantes que atender–frio y calculador apuntó los papeles que reposaban en su escritorio. La mirada de la mujer se entristeció y agachó la cabeza.

–Él me dijo que estoy esperando un bebe. – Fugaku entrecerró los ojos con molestia y frunció el ceño. Lo que me faltaba, pensó hastiado; se recargó en el respaldar de su silla de cuero y miró a su esposa con frialdad.

– ¿Y qué quieres qué haga? Aquí no te falta nada–sus dedos tocaron con desespero los papeles que se encontraban ordenadamente en el escritorio–Y si eso fue todo, ahora retírate.

Crueles palabras que calaron hondo a Mikoto que bajó la mirada resignada y se levantó lentamente de la silla. Siempre es así, una persona fría y sin sentimientos y más interesado en sus empresas que en su propia familia y es más, que sirve como un simple adorno para los ojos la sociedad. Sus delicadas manos tocaron el pomo de la puerta, sus dedos se ciñeron a este con fuerza hasta que su palma y dedos se pusieron más pálidos y rojos, apretó sus finos labios hasta que estos se convirtieron en una fina línea tensa y blanca por la presión. Se giró rápidamente y se acercó al hombre.

–No, es no es todo–de un rápido movimiento agresivo le quitó el lápiz de la mano y Fugaku levantó la mirada sorprendido y más que sobre todo enfadado.

Así que la gata ha sacado nuevamente las garras. –pensó con ironía al ver la mirada fiera de su sumisa esposa, las esquinas de sus labios se levantaron levemente en una espeluznante sonrisa y Mikoto titubeó al verlo levantarse de su silla, esa figura y porte tan impotente. Levantó su brazo, la palma de su mano se estrelló con fuerza en la mejilla de la antaña haciendo que sus pies se enredarán y callera de lleno al frío suelo de azulejos– Pero hay que cortárselas antes que le crezcan por completo.

–¡No, espera!.–Mikoto uso sus manos como escudo para defender su cara de la otra fuerte cachetada que venía en camino, cosa que no logró a tiempo.–Por favor, no lo hagas…–una suplica lastimera que complació al hombre que la miró de manera despectiva.

-¿Por qué?.–las lágrimas de la mujer surcaron en sus pálidas mejillas e instintivamente se llevó unas de sus manos a la zona enrojecida siendo observada en todo momento por el mayor.

–Porque puedo perder al bebe.

–Eso no me importa, ese gestante es un error de cálculos. –nuevamente alzó su mano, dispuesto a estrellarla en la mejilla de su esposa.

–¡Podemos morir!.–gritó aterrada y las lágrimas bajaron sin compasión de sus ojos. Unos suaves toques en la puerta interrumpieron la trayectoria de la mano de Fugaku que frunció el ceño.

–¿Quién es?.–demandó autoritariamente.

–Soy yo, padre. –anunció una voz suave y fría. La expresión del hombre cambió radicalmente y su ceño fruncido desapareció y su cara se ablandó por unas milésimas de segundo.

–Voy enseguida. –se arregló su ropa y miró a Mikoto, quién se encontraba en el piso con lágrimas en sus ojos negros y cristalinos–Te ves tan patética. –palabras hirientes y ella nada más ahogó un sollozo. Fugaku abrió la puerta y paso por la pequeña abertura de esta.

Del otro lado se encontraba la figura de un niño azabache y de tez blanca quien dirigió discretamente su fría mirada dentro de la habitación, la delicada espalda de la mujer fue lo primero que vio. Justo en ese preciso momento ella giró su cabeza, con una mano en su estómago, y sus ojos se toparon; el niño la escaneó sin emoción alguna y le dio la espalda para luego irse junto a Fugaku.

–Itachi…–murmuró con dolor y presionó su vientre con fuerza al sentir un ligero movimiento.

Por el pasillo la figura autoritaria de Fugaku, la cabeza de la familia, se dejaba ver intimidando a los empleados que bajaban sus cabezas con respeto y temor. Itachi mantenía su rostro sereno y calmado, caminaba a la par de su progenitor llegándole hasta el mentón.

–¿Y qué querías?. –exigió saber la vos grave del hombre. El joven miró por los grandes ventanales del pasillo y compuso una diminuta sonrisa en sus labios, todo esto se le hacía tan divertido que hasta le daba risa.

Con qué un bebe, ¿he?. –su vista se dirigió hacia unas de las ventanas por donde se veía un gran halcón volando libremente por los aires –Pobre desdichado*.–carraspeó un poco y lo miró de reojo.– El tutor de defensas es un incompetente.

–Entonces voy a contratar otro hoy mismo. –dijo con simpleza– ¿Eso es todo?.

–Sí, padre. –Itachi hizo una pequeña reverencia, bajando levemente la cabeza con respecto  y le dio la espalda al mayor.

–Sabes que lo que hiciste está mal, ¿No Itachi? – los pasos del joven se detuvieron inmediatamente y sus hombros se pusieron rígidos al escuchar esa vos de advertencia. Maldición, pensó con ira contenida. No podía ocultar nada ante los ojos fríos y escurridizos de su padre. –Espero que no lo vuelvas a hacer.

–Sí, padre. – prosiguió calmadamente con sus pasos. – Y espero que tú tampoco lo vuelvas a hacer, si sabes lo que te conviene.

Mentes frías, calculadoras e inteligentes, todo lo hacen con una propósito; su propósito. Fugaku levantó las esquinas de sus labios al ver desaparecer a su hijo por el pasillo, su hijo era un bastardo. Es decir, ¿Quién dejaría que lastimaran a su propia madre en frente de sus ojos? Muy simple, Itachi; su valioso heredero.

Los días y los meses pasaban rápidamente. Fugaku, como era de costumbre, estaba encismado en sus numerosas empresas y el enorme dinero que recibiría por estas. Itachi se la pasaba, por órdenes de su padre, estudiando y lamentándose por el pequeño o pequeña que veía en camino a esa horrible familia y con unos pésimos padres. Y por último Mikoto, siendo ignorada día tras día por su, ¿Familia? Su esposo ya no la maltrataba y eso se debía a que tenía un abultado vientre de ocho meses, su hijo Itachi la ignoraba como de costumbre y cuando se topaban en la casa la hablaba como una verdadera desconocida.

Dolía, realmente dolía. Pasar en esa casa y, aunque hubiera mucha gente, se sentía completamente sola y abandonada; como un simple estorbo al cual desechan.

Era de noche, una noche oscura y sin estrellas; los árboles se movían al compás de la leve brisa del viento, el cielo se veía tan linda pero tan espelúznate. Y Las punzadas en su vientre la despertaron alterada y sudorosa, se reincorporó y se sujetó la parte baja con fuerza. Apretó los ojos y soltó un gran gemido lastimero que alertó al personal de la casa, sus delicadas manos se deslizaron hacia el lado y apretó las finas sabanas con fuerzas. Se encontraba vacía. El puesto al lado suyo se encontraba vacío y frio.

Las lágrimas de desesperación bajaron por su rostro sin poder contenerlo. No quiero dormir al lado de alguien quién vomita y se queja en medio de la noche, eso le dijo Fugaku hace meses con su tono hiriente y altivo.

Giró lentamente la cabeza cuando la puerta fue abierta por una sirvienta quien encendió la luz y gritó horrorizada al verla toparse el vientre con fuerza y las sabanas manchadas por una sangre oscura y espesa. Varias sirvientas llegaron rápidamente al lugar y quedaron horrorizadas al presenciar la escena.

– ¡Hay que llevarla a un hospital!.–gritó una al salir de la estupefacción se giró rápidamente y se encontró con la impotente figura de Fugaku el cual las miraba con el ceño fruncido. Al instante ellas bajaron sus cabezas-Señor, la señora esta sangrando, hay que llevarla a un hospital urgente.

Este frunció a un más el ceño y se adentró a la habitación. Mikoto no paraba de llorar del dolor, su cara se encontraba repleta de sudor, su respiración irregular y de sus piernas, las cuales las tenía abiertas, salía líquido transparente y viscoso que se mesclaba con la sangre.

Lo entendió al instante.

–Va a dar a luz…–un pequeño murmullo salió de su boca. –Llamen a un doctor. –ordenó pero ninguna de ellas se movió ya se encontraban paralizadas por la escena–¡¡Llamen a un doctor!!. –todas brincaron del susto, una asintió y se marchó corriendo – Traigan un recipiente con agua tibia y toallas húmedas. –cada una se fue a cumplir la orden dada de Fugaku quién se mantenía sereno y se adentró más a la habitación.

–Fugaku…–murmuró entrecortadamente Mikoto cuando lo vio detenerse  un costado, su respiración se aceleró. 

–No me hables. –le cortó con frialdad y a la mujer se le llenaron los ojos de lágrimas.

–Y-yo…

–Te dije que no me hablarás, ¿Acaso tu inepta cabeza no puede comprender?. –las lágrimas que contuvo bajaron por sus mejillas sudorosas. Gimió, presionó su bajo vientre y las facciones de su cara se transformaron en dolor.

Las empleadas entraron apresuradas con jarras de agua, recipientes y toallas húmedas a la habitación. Una se acercó a Mikoto con una toalla y se la pasó suavemente por la cara. Ella gimió nuevamente y apretó los puños contra su vientre.

–Todo va estar bien, ya verá. –la alentó mientras pasaba la toalla por la mejilla. Mikoto centró su mirada en Fugaku, quién permanecía con su rostro sereno y brazos cruzados, y la miraba con frialdad. Nuevas lágrimas descendieron. –Todo va a estar bien. – las restantes empleadas se quedaron en una esquina, atentas a nuevas órdenes.

Un hombre y una mujer bajaron apresuradamente del lujoso auto con grandes maletas, se adentraron en la gran casa y miraron con nerviosismos los numerosos pasillos. Oyeron un gemido en el piso superior y subieron las numerosas escaleras tropezando en instantes con las grandes maletas y nuevamente se toparon con unos numerosos corredores. Se miraron entre ellos sin saber a dónde ir.

–Es por allá– apuntó el pasillo derecho un joven–Tercera puerta, lo sabrán de inmediato. Guíense por los gritos de dolor y yo que ustedes me apuro, desde hace ya rato empezó. – los doctores se miraron por la extraña respuesta y asintieron sin más.

–Gracias…–dejó incompleta la oración la mujer y él joven la miró con sus fríos ojos negros dándole un extrañó escalofrió.

–Itachi, Uchiha Itachi.

Ellos se fueron rápidamente por donde les indicó y resonaban en sus cabezas el apellido Uchiha y dedujeron por lógica que ese joven debía ser el hijo de la pareja Uchiha. Llegaron a la habitación y la mujer se acercó a Mikoto la cual ya jadeaba más y más.

–Por favor retírense, si sucede algo se lo haremos saber. –la habitación en segundos quedó sumida en silencio, el cual era roto por la respiración y gemidos de Mikoto. La doctora separo aún más las piernas de la embarazada, tomo una jeringa, le saco la tapa plástica, colocó la aguja en fino brazo de la mujer y le inyectó el líquido. Después sacó la aguja y la botó al tacho de la basura, tomó una toalla húmeda y le secó el sudor.

–La dilatación está bien. –informó profesionalmente el varón mirando la entrepierna mientras se ponía un cubre bocas–Hay que sacar rápidamente al bebe, ahora Mikoto, quiero que respires profundo y pujes con todas tus fuerzas. –posicionó sus manos cerca de la entrada, preparado para recibir al bebe.

La antaña inspiró profundamente aire por la nariz, lo contuvo en sus pulmones y pujó con todas sus fuerzas. Dolía y mucho. Sentía como se abría paso por su interior, como rasgaba parte de su piel. Gimió e inspiró nuevamente una bocanada de aire, pero ahora por la boca, y la retuvo. Nuevamente pujó con todas sus fuerzas.

Imágenes difusas asaltaron su cabeza, ella se veía tan feliz tiempo atrás; Fugaku era igual de serio en ese entonces pero tan cariñoso con ella. Pujó con fuerza. Como la miraba, con ese brillo en sus ojos, ese brillo especial que la hacía sentir única y querida; pero ese brillo que se apagó por eso, todo por culpa de eso. Nuevas imágenes asaltaron sin capación en su cabeza.

– ¡Vamos Mikoto, sigue pujando!-la alentó el hombre– ¡Ya veo su cabeza, vamos sigue así!.

El aire llegó a sus pulmones, lo retuvo y pujó con menos fuerza. Esos lindos momentos fueron sustituidos por las dolorosas cachetadas, Fugaku ya no la miraba con ese brillo y ella ya no se sentía querida. Sus palabras hirientes y crueles que la rompían poco a poco por dentro.

–¡Mikoto, solo un poco más, solo un poco más!. –gritó desesperado el doctor. Las pujadas estaban perdiendo fuerza y él bebe se podía ahogar dentro.

–Respira hondo y puja, sé que estas cansada pero hazlo por tu hijo. –la consoló inútilmente la ayudante mientras le limpiaba el sudor que recorría su blanca y delicada cara.

Sentía un dolor insoportable en su vientre bajo y en su entrada, que era enanchada por la cabeza de su hijo. Pujó y pujó cada vez con menos fuerza. Las cachetadas en un principio dolían pero con el tiempo se fue acostumbrando, como también se acostumbró a los malos tratos de su esposo y a ser ignorada.

–Un poco más, solo un poco más. –el doctor ya podía sentir la cabeza.

Las lágrimas bajaron por mejillas sin poder contenerlas. Inspiró y pujó.

–Mikoto, sé que duele y que estas contenta por tu hijo.–limpió las lágrimas y el sudor acumulado en la frente –Puja, hazlo por él.

Escuchaba las voces distorsionadas de los doctores, no les entendía nada y ya no tenía fuerzas. Inspiró aire profundamente hasta que lo retuvo en los pulmones y pujó, pujó fuerte. Tan fuerte que sintió como algo se rasgaba en su entrada. Y como algo salía de esta.

El doctor vio la cabeza del bebe salir casi por completo de la entrada y con sus manos lo sacó completamente fuera. Todo quedó en silenció, un profundo silencio que se vio interrumpido por un escandaloso y desesperado llanto. La doctora se levantó, agarró un bisturí y se acercó al hombre que tenía a un pequeño bebe es sus brazos. Puso el pequeño cuchillo en el cordón umbilical y sin más lo cortó.

La doctora sonrió enternecida cuando tuvo en sus brazos al pequeño y se lo acercó a una cansada Mikoto, la cual todavía lloraba, se reincorporó con lentitud y lo tomó en brazos.

–*Sasuke…-susurró viendo sin brillo en sus ojos a esa carita tan chiquita– Te llamarás Sasuke, por ser tan fuerte y salir a la luz aun cuando yo ya no tenía fuerzas.-pronunció unas palabras en todo momentos en pequeños en murmullos que ni ella oía. – La profesional retiró al bebe y se llevó a la habitación continua donde se encontraban mantas, jarros con agua, toallas y recipientes. Y se dispuso a limpiarlo con mucho cuidado al pequeño e indefenso.

Ya pasadas las horas el doctor salió de la habitación de Mikoto completamente cansado, fuera de esta se encontraba Fugaku con su penetrante mirada seria y cansada. Lo pasó de largo, entró al cuarto de al lado y salió al instante con la otra doctora. El profesional llamó al patriarca y se alejaron unos metros, los tres.

–Mikoto está en perfectas condiciones e igual él bebe. –aclaró rápidamente–Lo que necesitamos es llevarla a ella y al niño al hospital para revisar a fondo el estado de salud de ambos.

–Claro.

Itachi se mantenía sereno en la bajada de las largas escaleras, su mirada fija en el pasillo derecho, vio salir a la doctora con un pequeño bulto en sus brazos y él se limitó a sonreír con crueldad al reconocer que era. Bienvenido al infierno, pensó. Después de una  larga hora vio salir al otro doctor y entrar al cuarto antaño y salir con la otra doctora, los dos cansados, de allí llamando a su progenitor.

Sus ojos negros, que eran enmarcados por unas pequeñas ojeras a pesar de su corta edad, se dirigieron curiosos y expectantes hacia donde se encontraba el pobre desdichado. Con pasos casi fantasmales se adentró a la habitación.

Todo estaba oscuro, que no lograba ver ni sus propias manos. Se acercó a la ventana y corrió las pesadas cortinas; un quejido proveniente de la cama llamó su atención. Se acercó con suma cautela y lo que vio lo dejo sin respiración. Allí, en esa gran cama se encontraba un pequeño bebe de tez blanca como la leche y lisa como la porcelana, una pequeña mata de pelo negro como el carbón se asomaba en su pequeña cabecita. Miró con atención la regordete cara, su nariz pomposa, sus pequeñas pero espesas pestañas.

De un momento a otro él bebe abrió los ojos, tan negros como la noche y tan redondos como la luna llena que impresionaron a Itachi. Su garganta se secó y acercó lentamente su mano hasta posarla en esa tersa y gordita mejilla.

–Eres un doncel…–abrió aún más sus ojos impresionado ante el descubrimiento. Sasuke agarró, con su pequeña y regordotá mano, un dedo de Itachi el cual lo apretó con fuerza sacándole por primera vez una sonrisa sincera.

Jamás, en sus cortos nueves años de vida, había visto algo tan inocente, fuerte y lindo. Y en medio de la densa oscuridad se juró que lo iba a proteger de todo y ante todo.   

Notas finales:

*Desdichado: cuando hay un bebe gestándose y todavía no tiene sexo definido se usa el pronombre de él. Por eso Itachi no dijo ‘desdichada’. Y aclaro esto para que no crean que el chico sea adivino, ¿Se entiende, cierto?.

*Sasuke: el significado de su nombre es fuerte, como un ninja fuerte. Pero en este caso, como un niño fuerte

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¡Hola! Primero que nada: Hay que celebrar ya que por fin se usar la maldita raya de diálogo larga ---> (–) <--- (XDD) La condenada se resistía a que la usará, o mejor dicho no sabía hacerla.

Y pasando al Fic: Eso fue mucha explicación para casi nada de avance, ¿No? (XD) Es que no lo podía evitar, estaba tan concentrada que llegue a narrar hasta el momento de parto y espero que me perdonen sobre ese teme, ¡No sé nada de partos! Apuesto que a más de uno o una lo habré dejado siego o siega. (XD)

Entiéndame, primer Fic que no contendrá casi nada de humor, y es tan extrañó. ( ._. ) Estoy navegando por rumbos desconocidos (XD) Baaa ahora no me vayan a salir aletas y me crea Merlín, el papá de Nemo. (XDD)

Y para aclarar nuevamente; esto es nada más el prólogo, una minúscula, minúscula parte del fic, ¡Y estoy tan nerviosa por saber si alguien lo leerá! See por lo menos espero que lo lea mi perro. (XD)

Y saliéndonos del Fic: ¡¡Hoy salió la segunda temporada de Tokyo Ghoul!! Kyaaa *(Gita como loca)* La he estado esperando por meses y Kaneki, te amo, te amo, te amo.

*Actualización: Posiblemente el día viernes 16 de enero del 2015.

*Capítulo II: ¿Libertad?.

¿Un comentario para Katokakiari? (é.é) <3 Y les juro que a lo que no comenten les enviaré a Kaneki para que se los coma, aunque pensándolo bien, sería como un regalo.

 


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