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Duplicidad por Ahmnea

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Notas del fanfic:

El personaje Naruto y de más relacionados con dicho fandom, no me pertenecen. Esta es una historia por mero entretenimiento y sin fines de lucro.

Notas del capitulo:

Separaciones:

( / ) — Señala minutos u horas de un mismo día.
( / / / ) — Señala días o meses.

 

 

 

D U P L I C I D A D
por ahmnea

 

 

 

 

 

s. f. Falsedad o hipocresía en la manera de actuar, expresando lo contrario de lo que se siente realmente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

— Mira por donde caminas, estorbo.

— ¡¿Qué dijiste, escoria?! 

— Lo que escuchaste, perdedor.

 

Y así fue como un golpe llegó hasta el rostro del otro, el cual fue respondido con una patada, un codazo del primero, un empujón del segundo… un puñetazo del primero… el segundo volvió tirarle hasta quedar en el suelo…
Gran pelea campal para algunos, gran ejemplo de monotonía para otros.

Las riñas entre ambos líderes de fútbol soccer se habían hecho más constantes últimamente, cuando antes solo optaban por pequeños insultos como un “tonto” o un “bobo” y era más sonado e inclusive tomados como algo inocentones, poco a poco fueron incrementando la rivalidad entre ellos dos conforme los años pasaban, al punto en que ambos jóvenes de ahora diecisiete y dieciocho años, eran atraídos en más peleas diarias; desde un simple empujón, hasta un insulto a lo lejos.
Ya no eran unos críos de diez años que solo buscaban saber quién era el mejor entre ellos, ya no eran discusiones infantiles, ya no era sacar la lengua y salir corriendo, ni siquiera un piquete en el hombro o un jalón de cabello, no. Ahora, en este último año, donde toda la generación ansiada por la madurez y rogando por la llegada de la pubertad, había empujado en un giro que muy pocos se esperaban. Ciertamente, algunos creían que ellos optarían por olvidarlo y crear un plan prudente que los mantuviera alejados y fuera de discusiones, ya siendo unos varones maduros debían comprender que las peleas eran completamente innecesarias, pero qué va, cuando se trata de hombres, cuando se trata de adolescentes con las hormonas disparadas, cualquier chispa de insinuante discusión a golpes, era razón suficiente para continuar con tremenda rivalidad, y no, nadie se quejaba. Mientras que los trofeos de torneos, mientras que los cotilleos, la revista del colegio tuviese éxito, mientras que las chicas tuviesen algo por qué gritar, y mientras que los chicos tuviesen un punto de admiración, y todos una manera “sana” de entretenimiento sin que los involucrase, estaba completamente perfecto. 

El odio entre ambos se había extendido desde el momento en que lucharon con garras y colmillos por el liderazgo del equipo de fútbol ­­­­­–­a la edad de trece años­­­­­–­­, sin embargo, al obtener un empate entre los votantes por la nueva cabecilla del equipo Konoha, los coordinadores de deporte decidieron formar un nuevo grupo de soccer a idea de uno de los estudiantes: Shikamaru Nara, quien había levantado la mano para lanzar una simple opinión con tal de que se dejaran de tanta discusión. Después de la recaudación de firmas y pruebas exactas de que habían suficientes alumnos con las agallas y sobretodo, con el talento para poder entrar a la cuadrilla de tan mencionado deporte, se abrió el nuevo equipo que llevaría por nombre “Akatsuki”. Las inscripciones no tardaron en llenarse, y las pruebas de resistencia, constancia, disciplina y salubridad, terminaron por elegir quiénes conformarían el nuevo equipo, teniendo como líder a Sasuke Uchiha. 

Algunos podrían decir que nuevas eras de paz se avecinaban y que extrañarían aquella tan recalcada hostilidad entre los dos chicos más populares hasta entonces del instituto, se había conseguido lo que querían, a cada uno le habían mimado con un equipo al cual dirigir, al fin podrían estar tranquilos y alejados de gritos e insultos durante todas las clases; no obstante, ¿quién diría que se tornaría más excitante el suceso cuando se anunció que ambos equipos competirían entre si? 

Los torneos de deporte eran conceptos tan básicos dentro de Estados Unidos que inclusive algunos podían colocarlos en la categoría de “cultura general e historia”, y aunque el fútbol americano fuese más sonado, no había hincapié para la popularidad que empezaba a tomar el soccer dentro de los colegios, mucho menos cuando se aventuró que podrían ser elegidos ese mismo año como candidatos a jugadores para grandes ligas europeas, que estarían en una rigurosa preparación y el gran paquete de obtener una beca completa para la Universidad, no era simplemente algo para desechar y pasar de largo.
Muchos colegios estaban aceptando el reto, y pronunciaban el torneo de fútbol soccer entre los equipos de diversas instituciones como gran evento fuese; por eso mismo, retar a Konoha y Akatsuki entre ellos, realizando pequeños partidos amistosos una vez al mes, no era más que una estrategia para que se hicieran más fuertes a la hora de competir con otras escuelas, ya que se elegirían los mejores jugadores de ambos equipos para solamente formar uno y llevarlo a las finales de dicho torneo.

Quién diría que la rivalidad entre ellos dos, e incluso, entre ambos equipos, se volvería tan pesada…

 

 

Quién diría…

 

 

 

 

 

 

 / 

 

 

 

 

 

— ¡Largo!, ¡si vuelvo a encontrarlos aquí, los jo… ! —Naruto cerró justamente la puerta antes de escuchar el último insulto de la rubia, quien tenía como título la directora principal de dicha institución. 

El ojiazul ya estaba acostumbrado, inclusive, solía darle a veces risa las explosiones que se cargaba aquella tan mencionada “abuela”, convivir tanto con ella no era algo que prefería, pero resultaba ser hermana de su padrino, por lo que el cariño, la confianza y hasta la forma de tratarse ya era diferente que con otros estudiantes, sin embargo, Sasuke aún tenía ese pequeño punto pero no invisible de sorprenderse cada que salía de esa oficina cuando tenía que ver con algún tema relacionado con Naruto y ese mismo estuviese adentro con él; que la personalidad de tan respetada mujer cambiase al instante le intrigaba y lo hacía cuestionarse el trato diferente que tomaba frente a Naruto; muy distinta a como él solía tratar con ella en otras ocasiones, ya que no faltaba el día en que se le reconociera personalmente el esfuerzo en los estudios y que ese mismo empeño se reflejase en sus notas, calificándolo como uno de los mejores estudiantes a nivel intelectual que tenían, y recibir las felicitaciones de la directora principal, era el suceso más sobrio e insignificante. 

— Espero que ya hayas aprendido, imbécil —Escupió con soberbia el pelinegro. Se acomodó su camisa, y caminó hacía la salida. 

— ¿Aprendido qué?, ¿a ganarte? —Soltó un bufido continuando—, eso ya lo dominé, idiota —Naruto le tomó el hombro, le dedicó una sonrisa sarcástica, y fugó a la delantera para salirse antes que el moreno, justo cuando el mencionado había abierto la puerta para él mismo.
La sangre de Sasuke ardió.

— Un perdedor siempre será un perdedor —Añadió en un tono cruel y desinteresado, como si hubiese dicho algo obvio. Se refería al pasado del rubio.

Hubo silencio. Naruto fingió no escuchar, y ambos, caminaron de lado contrario por el pasillo, uno por la izquierda, y el otro por la derecha, dándose la espalda. Uno con los ojos cerrados e inexpresivo, otro con los ojos entrecerrados y apretando los dientes. Uno con las manos en los bolsillos, y otro oprimiendo uno de sus puños.

La inconformidad se respiraba, la impotencia se sentía.
Ninguno había terminado de discutir, ninguno había terminado de insultar y herir. 

 

¿Hasta cuándo ambos estarían satisfechos?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

«¡Al fin!»

Al fin podía relajarse, al fin podía descansar.
El agua tibia recorrió sus delineados hombros, su mano acarició su rostro, sintiéndose en completa unión con la debilidad que ahora mostraba, su cuello estaba tenso, su abdomen adolorido y sus brazos palpitaban cada cierto tiempo; agradeció que su rostro solo mostrase uno que otro color rojizo y muy ligeramente un tono azulado por debajo del ojo. Se entusiasmaba al pensar que había dejado quizás a Sasuke peor.

Esas peleas de cada dos o tres meses le estaban matando, por dentro y por fuera. Su cuerpo pedía un descanso, de si fuese posible, un año o dos y gozar de tan estimulante recuperación, sin embargo, estas disputas no tenían comparación con la primera y segunda que tuvieron por primera vez. Ambos terminaron con alguna que otra costilla rota, ojos morados, boca ensangrentada, nariz amenazando por romperse y hasta casi un pie y un dedo roto. Estas continuadas riñas ya no se parecían a las anteriores, las que en un principio parecían molerse hasta desearse la muerte mutua, las actuales carecían de fuerza y odio, ambos rivales se estaban cuidando indirectamente, ninguno quería dejar de jugar fútbol, ninguno quería lesionarse permanentemente, y ninguno, quería arruinar la vida del otro, no para siempre.

 

 

“¿Te gusta odiarlo?”

«¿Me gusta odiarlo?»

 

 

Esa había sido la pregunta de su mejor amiga, Sakura, de quien Naruto había estado “secretamente” atraído por ella, y el que su amiga se fijase más en el sentido amoroso por su némesis, le hacía rabiar, le hacía gritar y hervir de impotencia.

— Hijo de puta… 

¿Por qué habría de quitarle la chica?, ¿por qué habría de quitarle el liderazgo?, ¿el título de mejor estudiante a nivel escolar?, ¿la victoria en las peleas?, ¿en las discusiones?

Pero no, Naruto no se iba a dejar vencer, Naruto iba a superarlo, Naruto siempre daría lo mejor de él, siempre competiría con él y le haría ver lo grande que puede llegar a ser, que dentro de su vida no existía la opción de rendirse, y que su camino siempre sería superarse así mismo, y hasta ahora, lo había logrado. Quizás él no había nacido con tan poderoso don de aprender y entender más rápido, pero él había crecido y moldeado la vigorosa idea de cambiar corazones, mentes: transformar a las personas. 

La calidez que tenía Naruto era tan potente al punto de querer permanecer siempre a su lado, de ser notado por él, de ser tocado por la misma luz que él creaba, con la cual él brillaba; él quizás no podía darse cuenta, pero muchos silenciosamente lo notaban: Naruto era el sol.

 

Y Sasuke la luna…

 

Cualquiera podría sentirse abrumado al estar dentro de la presencia de aquel pelinegro, su tono tan frío pero a la vez tan excitante, lograba crear una confusión dentro de uno mismo al dudar en si admirarlo o intentar vagamente superarlo, y aunque a ningún chico le gustase decirlo en voz alta por su ferviente arrogancia, muchos le respetaban, muchos le seguían de manera muda, muchos le contemplaban.
Naruto era uno de ellos. Pero solo Naruto había sido el único en lograr rozarle la suela de los zapatos, en pisarle la suela de los zapatos, en atreverse a caminar al mismo paso que él, creando así, una competencia por quién camina más rápido, una competencia que ambos habían creado.

 

 

 

«Entonces… ¿le odio?…»

 

 

Claro que le odiaba, claro que lo detestaba. Claro que lo hacía rabiar, claro que quería joderle el rostro hasta desfigurarle y callarle de una puta vez. Pero, también… claro que sin la existencia de Sasuke, él no se hubiese esforzado en llegar tan lejos, él quizás hubiese perdido ese sentimiento de sentirse… en conexión con alguien, en alegrarse que no era él único llenándose de soledad, porque al final de todo, Sasuke fue quien le sacó de aquél oscuro lugar, Sasuke fue quien le permitió soñar de nuevo, creer en él mismo, en tener y conseguir una meta, en no hundirse en el odio, en no detestar a quienes le hacían de menos. Porque a pesar de todo, Sasuke también estaba solo, también estaba dolido, también estaba en la oscuridad, como él. 

 

Entonces, ¿le odiaba?…

 

Dio un golpe a la pared.

Por supuesto que le odiaba. Aceptaba que el azabache indirectamente le ayudó en ciertas cosas, pero la rabia que sentía hacía él era mucho más fuerte que algún reconocimiento por años anteriores, y valía la pena tragarse ese “gracias” y nunca aceptar el considerar como innecesarias sus peleas, porque al final de todo, eran rivales, y aunque el corazón de Naruto fuese tan grande como el universo mismo y sintiese acentuadamente repulsión por el concepto del odio, con Sasuke no podía hacer excepción, simplemente, no. 

Giró la llave y cesó el agua. Tomó la toalla y secó su cabello. Sacudió la toalla, la movió por su pecho y abdomen. Se la colocó en la cintura y salió.
Después de unos minutos, se encontraba con un pantalón holgado, sin camisa, con la toalla por el cuello y sentado frente a su ordenador.
Las pequeñas gotas que caían de su cabello se hundían en la toalla, y sus manos tecleaban de manera rápida, varios clics fueron oídos, había terminado. Un ensayo de mil palabras en una hora y media. Pero qué campeón era, pero qué ganador, un premio deberían reconocerle. 

Mientras se festejaba así mismo internamente, una alarma sonó. Dentro de la pantalla apareció un anuncio, haciendo un sonido muy corto, como un timbre con duración de menos de un segundo:

  

 

 

Recordatorio
9:00 pm
Cerrar | Detalles

 

 

 

Una pequeña sonrisa apareció en sus labios.
Dio clic a cerrar, y dentro del navegador, abrió su bandeja de mensajes. 

 

1987: Soy un campeón.


1964: ¿Y por qué?


1987: Terminé un ensayo de mil palabras en una hora.


1964: Vaya, menudo ganador. ¿Te aplaudo o te festejo?


1987: ¿Tanto te alegra mi victoria?

 
1964: Aprende a leer el sarcasmo en mis palabras, idiota.


1987: Lo hago. Imaginarme tu voz es divertido.

 
1964: Quedarías fascinado si la escucharas.

 
1987: ¿Y si te viera?


1964: No me hago responsable por posibles erecciones.

 
1987: Eres demasiado confiado en tu apariencia, ¿cierto?


1964: Podrías saludar a mi club de fans.


1987: Estás en joda, ¿no?


1964: Siempre tan fácil de caer en todo lo que te digo, muy ingenuo, qué patético. Pero. No te miento, cargo con mis respectivas fanáticas.

1987: Cállate, imbécil, aplico la teoría de que no es que sea ingenuo, solo escucho las palabras con sinceridad. Soy una buena persona, ya sabes.


1964: Sí, posiblemente lo eres. Quizás me gusta eso.

1987: Espera, ¿fanáticas?, ¿por qué chicas? 

1964: Se sostiene mi heterosexualidad. Tú haces lo mismo, ni te sorprendas.

1987: Bueno, yo pensé que tenías el valor de decirlo.

1964: No tiene nada que ver con la valentía, idiota. Me pasa por la punta de la pija si se sabe o no. 

1987: ¿Entonces por qué no lo haces público?


1964: ¿Por qué debería?, ¿por qué no lo has hecho tú, genio?

 
1987: No lo sé.

 
1964: Sencillo. A ti sí te afecta lo que vayan a pensar. 

1987: No es tan fácil, al menos no donde yo estudio. 

1964: ¿Y dónde sí lo es?

 

Naruto pensó. Respondió cambiando el tema.
Ambos usuarios continuaron hablando hasta dar la una de la madrugada. 

¿Quién diría que el rubio, escondía tal grande secreto?

Que él mismo había tenido todo un lío mental cuando sus novias anteriores no le llenaban como él buscaba, como él quería. ¿Por qué era entonces?, ¿por qué al besarlas se sentía tan… vació?, ¿era porque quizás no estaba enamorado?, eso pensó durante mucho tiempo y esperaba por enamorarse, por la chica indicada. Sus amigos decían que era cuestión de tiempo, que por ahora solo se divirtiera, que era muy temprano como para pensar en buscar a su chica ideal y estancarse solamente en una relación donde seguramente le llevase al matrimonio, cuando podía llenar su arsenal con más experiencias al probar teniendo muchas más parejas.
Naruto era un buen novio, no era infiel, no era irrespetuoso y no jugaba con las chicas, ni siquiera solamente buscaba un buen polvo y las dejaba como juguete de colección, sin embargo, como cualquier otro adolescente con neuronas más relajadas de lo normal, con las hormonas palpitando cada diez minutos, e imaginándose escenas pornográficas por lo menos siete veces al día, no dudaba en divertirse un poco. 

Pero… ¿dónde estaban esas mariposas en el estomago de las que todo el mundo hablaba?, ¿esa chispa que se veía en las películas cuando los protagonistas se besaban?, ¿esa manera de ver a la otra persona como si estuvieses admirando a mayor obra de arte?, ¿dónde estaba todo ese coqueteo, toda esa atracción?, toda esa sensación de pensar en aquella persona y con solo imaginarle sin ropa podrías entretenerte en cinco pajas al día, ¡al solo imaginarle sin una prenda!, ¡una prenda!

No sabía dónde encontrar tremenda admiración, tremenda excitación, tremendos sentimientos en alguien, nadie le provocaba el decirle “te quiero”, y aunque solo había tenido tres novias y dos compañeras de juegos, se sentía sucio, vacío, y sobretodo, confundido, quizás hasta ignorado por Zeus al no darle el poder de amar a quien fuese, al no poder sentir lo que era enamorarse.

 

Pero…

Los días pasaron. Semanas, meses.
Naruto empezó a pensar del lado contrario. 

Había escuchado en clase una conversación entre dos chicas, ambas estaban realmente sorprendidas pero a la vez –muy– extasiadas.

 

“¡No puedo creerlo!”

“Te lo juro, él mismo lo publicó en su Twitter”

“Wow, Dios, es que, wow, ¡no parece!, ¡y hace canciones de amor para chicas!”

“¡Lo sé!, quizás no era para chicas…”

 

Y muchas risitas se escucharon. Los ojos les brillaban. Como si les costase el alma aceptar que un artista se había declarado abiertamente homosexual.
No era gran cosa, quizás si Naruto supiese quién carajos era un tal Sam Smith, tal vez también se hubiese sorprendido, pero al final de todo, no era la gran cosa, ser homosexual en este tiempo ya era algo que hasta podía considerarse como moda, como una manera de llamar la atención, y aunque nunca había conocido alguno que bateara por ese lado, le empezaba a invadir la curiosidad por dichas relaciones y compararlas con él mismo, con los problemas del enamoramiento que tenía.

Miró desde su lugar a Shikamaru.
Aunque tuviese rasgos fuertes, su inteligencia era algo que debía destacar, siempre le sorprendía y hasta admiraba ese punto de él.
Pero.
¿Besarle?, ¿besar a un chico?, ¿besar a uno de sus amigos?
La idea simplemente le causo un remolino en su estomago. 

Miro desde su lugar a Neji.
Bueno… él tiene el cabello algo largo, también afiladas facciones, y sus ojos, bueno, tiene un bonito color de ojos… ¿y sus labios?
Naruto agitó la cabeza avergonzado.
Ni en broma. Quizás su amigo Neji tenía cierto atractivo, pero no era suficiente como para se atreviera a besarle.

Sus ojos recorrieron todo el aula hasta posarse en una cabeza roja.
¿Gaara?, bueno, si tuviese que resaltar lo atrayente de ese chico-serio, podía destacar el color de su cabello, el cual, sinceramente, le encantaría tocar. O la intensa curiosidad por atravesar su fría y callada personalidad, y el sin fin de cosas que podía encontrar ahí.
Pero, no, ni hablar, nunca le besaría.

Un chico entró por la puerta, dirigiéndose a su lugar de siempre, a lado de un compañero con cabellos tan rubios que se confundía casualmente con el blanco, haciéndole siempre resaltar dentro del salón.
Otro chico de cabellos naranjas bufó. 

Los ojos de Naruto los miró con atención.
¿Besaría a alguno de esos dos?
No. Simplemente uno no tenía ningún complejo que le gustase y el otro le recordaba en ocasiones a él mismo. 

Pero, ¿y el azabache?
Naruto no se había dado cuenta que estaba mirando detenidamente a Sasuke, sin la mínima pizca de rencor, ni siquiera con la intención de empezar una pelea y quizás restregarle algo en cara, no. El rubio se perdió siguiendo los movimientos del moreno, hundiéndose en sus pensamientos, fijándose con dedicación en cada facción que tenía: sus ojos, el perfil de su nariz, la textura de su cabello, y el delineado de sus labios.
Al instante Naruto hizo el afán de querer vomitar.

Mierda, ¿en qué pensaba?, ¿besar a Sasuke?, ¿BESAR A SASUKE?
Primero prefería besar a un muerto.
Ni siquiera era atractivo, ni siquiera era cautivador, ni tentador, ni siquiera daba interés el querer conocerle, en ningún aspecto. 

La mente de Naruto explotó y viró al techo, cerrando sus ojos y lamentándose internamente.
¿En qué estaba pensando al ponerse a dudar de su sexualidad?

Sin embargo, Sasuke había presenciado dicho acto del menor –por meses–, pensando en las estupideces que podía estar pensando el rubio, conociéndole, cualquier tontería era válida, desde imaginar un tazón de ramen volando, hasta el creer en una posible lluvia de meteoritos. 

 

 

 

 

/ / /

 

 

 

 

— ¿Día largo? 

— ¡Una tortura!

Su cuerpo estaba molido. Habían sido tres horas de entrenamiento seguidas y todo por culpa de ese estúpido engreído ­­­­­–como solía decirle Naruto­­­­­–.

— Ese imbécil de Sasuke. ¡Cortó mi camiseta!, ¡le hizo dos agujeros en el pecho!, entiendo si se lo hace a una chica, digo, yo también lo haría, pero el idiota me la jugó a mí, así que yo, restregué jabón en el suelo, donde quedaba su casillero, ¡y salió volando hasta dar contra una pared! —La risa de Naruto se extendió por toda la habitación al recordarlo, intentaba seguir con su anécdota pero el recuerdo de dicha caída no le permitía. Ver a Sasuke resbalar por el suelo y que la pared fuese lo único que le detuvo, hacía llorar al rubio de risa. Y llorar en serio.
Recobró la compostura después de que su padrino le miró severo, aunque también se veía en sus ojos que quería reírse, pero debía seguir el consejo de Tsunade y reformar a ese chico tan problemático. 

— Sí, en fin, terminó en una pelea —Se quitó la chaqueta con ligeros toques naranjas y le mostró su brazo, yacían tres moretones. A lo que hizo una mueca—, y así fue como terminamos entrenando sin parar por tres horas. ¡Gracias, Asuma!

— Deberías tomar el consejo de Tsunade, Naruto. Si las universidades llegan a enterarse de todo el lío que tienes con Sasuke, podrían no considerarlos.

— Sí, sí —Sus manos dieron atrás de su nuca y apretó sus labios— Ya lo sé, pero es solo que él no puede meterse conmigo, ¡él debe entender que yo soy tan fuerte como él!, ¡que puedo ser más fuerte que él!, cada vez hay más despiste de su parte, cada vez estoy ganándole más, creo que ahora mismo estamos en un empate constante pero, fuera de todo, me gusta competir con él, no dejaré de hacerlo.

Y Jiraiya no podía negarle aquello. Él mismo había sido testigo del cambio en Naruto según pasaban los meses, y como su vida fue transformándose drásticamente en cuestión de los últimos tres años. 

Después de una cena y de varias risas al contar y discutir sobre diversos temas, como chicas y la comida, Naruto se duchó y se preparó para dormir. No pensaba en nada, no imaginaba nada, solo miraba al techo de su habitación, pero su preocupación por la insuficiencia de no saber cómo querer a alguien más ahí estaba en su pecho, doliéndole, envidiando a las personas que podían gritar a los cuatro vientos lo enamoradas que estaban, buscando e intentando encontrar coherencia, nada le había funcionado.

Tomó su móvil y en una página web tecleó un sitio pornográfico. Sacó un lubricante de su cajón, y colocando apenas unas cinco gotas en su mano, la llevó hasta por debajo de su boxer. Tomó su miembro y acarició suave. 

Se decidió por elegir un vídeo de dos chicas besándose y llegando a algo más que el climax, tenía una duración de cinco minutos, sin embargo, un anuncio de publicidad del mismo sitio le llamó la atención, en este se mostraba a una chica de cabello rosa siendo penetrada por otro chico; no le costó mucho para imaginarse el rostro de Sakura en ella, cerraba sus ojos a cierto momento mientras que su mano se movía con mayor rapidez, sus labios apretaban callando su fuerte respiración; estaba demasiado caliente, estaba muy excitado.

Su mente se invadía con diversas imágenes de la muchacha al mismo tiempo en que miraba el anuncio, qué provocador era imaginarse a una de sus amigas en dicha situación, el pensar si quiera en verla siendo follada por alguien más o colocando miradas tan eróticas, realmente le ponía. Pero, fallando su plan y sin darse cuenta, la publicidad cambió. Al estar dentro de un vídeo lésbico, era normal si se presentaba alguna otra sugerencia de contenido homosexual, pero esta vez, eran dos chicos, y aunque no se le podían ver sus atributos, se podía percibir claramente el acto. La imagen daba exactamente al rostro de un chico rubio, quien estaba en cuatro mientras era embestido por alguien más a quien solo se le veía el torso.

El rostro de Naruto enrojeció, pero tal grave era su calentura, que no evitó el sentirse excitado ante tal escena. Y era que nunca antes había visto ese tipo de imágenes con tales ojos, con ojos de completa lujuria; no era momento para ponerse a pensar, ni siquiera sentirse culpable, él quería correrse de una buena vez, y continuar mirando como ese chico era penetrado por uno mayor, y la gran mueca de satisfacción que colocaba era algo que completamente excitaba a Naruto, ¿cómo un chico podía disfrutar tanto de ser penetrado por otro?, ¿tan bien se sentía?, ¿tan ansiado estaba ese sujeto por sentir la pija de otro?, preguntarse y pensar en que la respuesta era el rostro tan alucinado de ese muchacho en la pantalla, le quitaba la completa vergüenza a Naruto.

Ya no era una escena de morbo, ni de asco, ni siquiera de tabú, ahora era algo que podía considerar que le estaba volviendo loco en ese momento, y no tardó. Su mano acariciaba gustosa su miembro, a un ritmo más rápido, frenético por llegar. Jadeó de manera ronca, cerró sus ojos cuando su rostro miró en dirección al techo, lo caliente de sus mejillas se extendió, sintiendo todo su cuerpo colarse en una serie de éxtasis que podía comparar con una corriente eléctrica chocando en él hasta dar por su entrepierna.
Tomó un hondo respiro y sintió su cuerpo relajarse, sus músculos aflojándose y su mente desfallecer. Su respiración seguía agitada, ansiada por tranquilizarse, y una pequeña sonrisa apareció en sus labios; estaba delirando por tan potente sensación, por tan buen orgasmo que hace mucho no sentía.

Después de cinco segundos, reaccionó.
Su rostro palideció y no tardó en hacer una mueca de repulsión, que al final se convirtió en una de susto.
Se paró rápidamente, entró en el baño y lavó sus manos. Se miró en el espejo, admirando alguno que otro moretón de color rojizo, pero dando atención en el temor de su mirada, en la incredulidad que ahora tenía, su pecho se llenaba de angustia y un escalofrío fue a dar por toda su espalda mientras sacaba pequeños sonidos insinuando asco. 

Lavó su cara, y aún sintiéndose sorprendido, la cabeza le empezó a matar.

¿Qué es lo que había hecho?
¿Qué es en lo que estaba pensando?
¿Por qué al final fue tan placentero?
Qué carajos pasaba.

Si ahora lo pensaba, si ahora recordaba aquella imagen, de ese chico siendo penetrado, sentía una chispa caliente por su entrepierna, pero al segundo se deformaba y era sustituida por una expresión y sensación de asco. 

Él quería plantearse la idea de que era normal, natural, que estaba demasiado caliente como para detenerse a cambiar la imagen o darle play al vídeo, o incluso, tan impaciente como contener el movimiento de su mano.

Pero al encontrar tantas respuestas –excusas– a sus recientes preguntas, ninguna le convencía del todo, ninguna era cien por ciento segura y acertada en lo correcto. 

Y para temor suyo, empezó a preguntarse más allá.

¿Le gustarán los chicos acaso?
Imposible. Por ver un vídeo porno homosexual, por ver a un chico jodiéndose a otro y pajearse pensando en ello, no significaba que le gustasen los chicos, no. Para nada. Era algo natural. Era solo curiosidad y cosa de una vez.

Bueno, al menos eso pensó los siguientes días donde con demasiado valor e intentando retenerse internamente, miró un vídeo de 56 segundos de porno homosexual. La culpa le seguía a todas partes, pero al cabo de los meses, cuando a mitad del año ya le era normal deleitarse en ese tipo de porno, en ese género, ya le era costumbre y hasta rutina. Tampoco se perdía el contenido hetero, seguía disfrutándolo, pero no de la misma manera, y eso solo hacía que ese fuese su segundo género favorito.

 

Mierda, la había cagado.

 

 

 

 

 

/ / /

 

 

 

 

 

Era un día perfecto.
Si el silencio, la soledad, la tranquilidad, el bosque y sus pensamientos podían ser su sinónimo de perfección.
Soltó un suspiro ligero.
El césped era cálido para su espalda. Y aunque no era la definición exacta de bosque, este podía ser “fácilmente” suplantado por el dichoso parque. En aquella parte donde apenas y la gente se atrevía a perder a sus hijos, lugares y rincones silenciosos dentro de este mismo, sitios pequeños perfectos para la espontánea idea de hacer un picnic, o solamente el acostarse y detenerse a admirar el cielo.
Sí, perfecto.

Era un domingo por la tarde y no tenía absolutamente ningún plan. Ni responsabilidad que le faltase. Relamió sus labios y extrañó el tacto, el sabor.

Nada le duraba.

La noche anterior había tenido una experiencia formidable, una que hace mucho tiempo no tenía. Si era común que cada cierto fin de semana, él y su hermano fuesen a visitar a su cuñada y su familia, por razones innecesarias y aburridas no podía viajar ella hasta su ciudad, y la única razón por la que Sasuke aceptaba ir, era que se sentía ligeramente atraído al hermano menor de la novia de Itachi. Aunque el niño fuese cinco años menor que el azabache, este sentía una ligera calidez al rodearse de tanta energía que transmitía aquél crío, y quizás no era atracción sexual en sí, sino, como una apreciación estética, una apreciación por la personalidad de aquél chico, que lo único que tenía por ahora en su vida era la felicidad y vivir sin ninguna preocupación que le tumbaría después cuando llegase a su edad; porque la adolescencia era difícil, era tediosa de intentar dominarla, intentar entender los deseos, los sentimientos y sobretodo las acciones. Nunca se estaba seguro de lo que quería, y cuando cometía cual-sea la acción que fuese, siempre se preguntaba así mismo por qué lo había hecho, y la hipótesis y experimentación en la vida de Sasuke no faltaban. Ya que de un poder analítico increíble se cargaba este chico, y encontrar las respuestas a sus preguntas internas no le costaba tanto tiempo, para él todo eran conexiones, fundir los conectores donde realmente van y listo, una respuesta nueva se ha encontrado. 

Sin embargo, el azabache se llevó tremenda sorpresa cuando su noche de sábado cambió drásticamente. En la misma ciudad, que por ser pequeña, se había corrido la voz de una magnífica fiesta en ese mismo día. La novia de su hermano no tardó en alentar a todos para que fuesen, aunque sean unos minutos, que sería divertido y que no le gustaba que se acostumbraran que cada vez que iban a su casa, se la pasaran solamente en la sala, cenando formalmente y comentando alguna que otra cosa sobre política y religión, cosa que a Itachi, no le molestaba, al contrario, dar su punto de opinión y terminar debatiendo con Sasuke y su “suegro” era un acto realmente divertido y para valorar.

Sasuke volvió a relamer sus labios.

— Nunca se es lo suficientemente bueno —Y no se refería a él mismo. Lo decía por el chico con quien había tirado un polvo la noche anterior en tan mencionada fiesta. Por más atractivo que se viese, por más que lo tuvo debajo de él, dominándolo y poseyéndolo, terminó por decepcionar al azabache cuando se dio cuenta que no era más que un nene cien por ciento pasivo, que su imitación a una chica gritona era muy parecida; le arruinó toda la noche. 

Y sí, aunque Sasuke para él no era ciertamente homosexual, para él tenía claro que le gustaba disfrutar por donde más diversión obtuviera, y actualmente, había conseguido ciertas fantasías cumplidas con algunos chicos; todo empezó en sus vacaciones de verano, a dos estados lejos de su providencia actual. Fue como encontrar un nuevo camino a la travesura, a algo que quizás podía sentirse más que lleno, al menos de momento. 

Nunca fue cien por ciento dedicado en sus relaciones pasadas con chicas. Realmente, no le importaba, realmente ni siquiera sabía por qué aceptaba el ser novio de alguien que apenas y podía poner atención. Si él profundizaba en el tema, quizás diría que era para probar su hombría y experimentar como cualquier otro ser humano quisiese, al igual, que cumplir sus necesidades como chico adolescente que es.
Sin embargo, nunca antes pensó en adentrarse con un varón, y cuando sucedió, realmente le gustó, y todas sus sensaciones se movieron a un diferente nivel. Le gustaban ambos sexos, pero si se lo preguntaban seriamente, podía responder que prefería a los chicos, aunque públicamente lo negaría y gritaría al mundo que es un fiel seguidor de las chicas, las tetas y la unión heterosexual. 

El ser Uchiha es alguien que debe hacerse respetar, es alguien a quien debes ver y admirar, alguien a quien no se te ocurriría insultar. Y si un ídolo tenía que ser, lo iba a ser. Sasuke no se acomplejaba, pero se esforzaba por mantener su imagen sin ninguna mancha de tinta negra, y si para ello debía tener novia y no novio, fácilmente lo cumpliría. 

 

 

 

 

 

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Nadie tenía motivos para dudar, nadie tenía razones para reclamar. Ni siquiera para imaginárselo. Pero ambos chicos, ambos líderes de fútbol, ambos estudiantes de honor, ambos con popularidad por los cielos, tenían un secreto en común, un secreto que lo guardaban y escondían frente a todo el mundo, nadie más que ellos mismos lo sabían.

Quizás a Naruto le atraían los hombres. Quizás Naruto se siente ligeramente seducido por ellos.

Quizás a Sasuke le guste tirarse a uno que otro chico. Quizás prefiera a los varones sobre las mujeres. 

Sin embargo, es algo que ninguno de ellos dos diría ni haría público, algo que ellos dos se guardarían el resto de su vida y si fuese posible, irse a la tumba con ello. 

 

Siendo rivales, teniendo un punto en común, pero desconocido para ambos.

 

 

 

 

Notas finales:

Aclaraciones:

l. Qué tal. Al decir sobre el pasado de Naruto, me refería más bien el pasado que tuvo en dicho instituto. Ambos han sido estudiantes desde hace alrededor de trece o catorce años. Al igual que su generación. Y el pasado del rubio era que perdía en todo y no sacaba ni una excelencia, se la vivía peleando con el Uchiha y poco a poco con el tiempo, con esfuerzo y gran dedicación, le calló la boca al demostrarle que estaba a su altura.

ll. El apodo que más le duele a Naruto es el de "perdedor" y "cobarde".

lll. Quiero dejar en claro que, por ejemplo; Sasuke vive en la ciudad llamada A, y la novia de Itachi vive en la ciudad llamada B, a ciertos kilómetros de distancia. Sasuke constantemente va a visitar la ciudad B y C para encontrarse con chicos.

lV. A Sasuke solo le gustan los varones por el sexo, por la diferencia en que se siente cuando lo hace con ellos, para él es mejor que hacerlo con una chica, nunca le ha gustado alguien por apariencia y por personalidad.

V. Sasuke es activo en todas esas relaciones. Ha tenido alrededor de siete (compañeros de sexo), como máximo. 

Vl. Sasuke ha tenido tres novias.

Vll. Sasuke y su hermano no viven juntos. Sin embargo, Itachi no puede mudarse a la ciudad B porque trabaja en la ciudad A.

Vlll. El pobre de Narutito vive atormentado a la idea por si le atraen o no lo hombres. Y por la necesidad de querer enamorarse y experimentar el amor. Es porque es distraído, tan lindo.

lX. Cuando Naruto se ve en el espejo y se mencionan los rasgos rojizos y algo colorados que tiene en el rostro, se refiere a los golpes de la pelea con el azabache, los cuales están muy tenues pero no son invisibles.

 

 


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