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Duplicidad por Ahmnea

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0, 02
segundo capítulo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

— ¡Deidara! —Su entrenador tronó los dedos llamando por fin la atención del rubio.

 

— ¡Es que Tobi! —El mencionado apuntaba hacía la puerta del área de entrenamiento donde ahí mismo se podía ver la silueta de un chico llevando una falda de porrista y gritando por el nombre de Deidara— ¡Maldito!, ¡te voy a matar! —No lo pensó ni dos veces para echarse a correr sobre el pelicorto mientras arremangaba las mangas de su chaqueta de fútbol, pero antes de que pudiese alejarse, pasar a lado de Sasuke fue un error, ya que se vio interceptado en el momento en que el azabache le cogió del cuello de la misma chaqueta por atrás; lo jaló y le miró colérico, lo empujó nuevamente hasta su lugar donde todos los jugadores formaban una línea horizontal.

 

— No estoy para perder el tiempo, imbécil. 

 

Deidara bufó, se acomodó en su posición y susurró por lo bajo lo más parecido a un insulto para moreno. Miró de reojo a Tobi quien reía y juró hacérsela pagar una vez que terminaran. 

 

El instructor Asuma solo se limitó a frotar su sien y soltar un suspiro de resignación. 

 

— … Ahora, en lo que estábamos —Mantuvo firme posición y dejó sus manos atrás—. El siguiente partido será el inicio de un nuevo marcador. Cinco victorias. Competirán contra Konoha por ellas, deberán ganarle en número de victorias, si les funciona, ustedes podrán decidir entre todos los jugadores quién será el líder que manejará al equipo que irá al torneo, pero, si por el contrario ustedes llegaran a perder, Konoha tendría el control de elegir. 

 

— Eso es absurdo —Soltó Hidan—, siempre lo mismo con el ego de estos dos idiotas, nunca pueden decidirse quién será el líder, ¿por qué no solo hacemos piedra, papel o tijera?, o una serie de penales, ¡más rápido!

 

— Estás loco si crees que Sasuke lo aceptaría —Comentó Suigetsu— Todos sabemos que él siempre elige piedra…

 

— Ambos son muy buenos en penales, sería un empate definitivamente —Se escuchó a mitad de la línea de formación a Sasori decir.

 

— Tsk, no quiero escuchar más los gritos de Sasuke en cada partido, el muy conchudo siempre nos está mandando, que corre por aquí y por allá, más al rato estará pidiéndonos un café y una mamada —Volvió a objetar Hidan en un suspiro y acariciando su frente—. Dios divino, dame paciencia. 

 

— Ya, cállense, no quiero escuchar a más lloricas, así es como se decidió y así es como se hará —Interrumpió a Suigetsu que se veía que tenía las palabras en la lengua, era Asuma quien necesitaba paciencia—. Quiero que combinen hoy el entrenamiento seis y nueve —Aplaudió una vez—. ¡Dispersen! —Todos los jugadores tomaron sus posiciones, y empezaron una serie de brincos mientras movían los brazos de arriba hacía abajo, contando en voz alta del cincuenta hasta el cero. 

 

— Oye, Sasuke, ¿no deberías estar preocupado?, Konoha nos lleva la delantera ahora —Una cabecilla blanquecina susurró a su lado izquierdo.

 

— Nada saldrá mal.

 

— Siempre tan confianzudo… Oye, ahora que recuerdo —Una risa interna empezó a invadirle—, ¡el codazo que te dio Naruto en ese gol fue épico! —Y no aguantó más para echarse a reír sin ser brusco. Hacía ya un par de días que quería mencionarlo pero por alguna razón siempre se le olvidaba.

 

— ¿Y el que te daré yo a ti? —Gruñó el azabache sin perder la concentración.

Al instante, Suigetsu calló. Ahora era cuando recordaba el porque el olvido de esa anécdota… 

 

— Oye, Sasuke —El aludido hizo un ademan con su cabeza sin dejar de mirar al frente, en símbolo de preguntar qué quería aquél pelianaranjado que le llamaba a su lado derecho—. ¿Iremos hoy a lo de Sakura?

 

— No, teng–

 

— ¡Pero Sasuke-eeh!, ¡tú dijiste que hoy nos podíamos tomar la noche libre, que no habría entrenamiento!, ¡que podíamos ir a lo de Sa–

 

— Cállate, Suigetsu. Yo no iré, tengo cosas que hacer. 

 

— ¿Qué tienes que hacer? —Juugo giró el rostro para mirar a su amigo y esperar su respuesta, con muy pocas esperanzas, sinceramente.

 

— ¿Entonces nosotros sí podemos ir, eh, Sasuke?

 

— Sí, pueden. 

 

Una sonrisa en el blanquecino se le grabó en los labios, estaba ansioso para ver a esa chica tan linda, esperaba que esta vez se pudiera acercar más a ella, pero cuidándose de no recibir un golpe de su parte y quizás hasta poder tocar su cabello rosa. Miró de reojo a su compañero, y notó como no había contestado la pregunta que le hizo Juugo, tendrá sus razones, Sasuke siempre ha sido reservado, y entendía que no quisiera compartir sus cosas con ellos que apenas y podía considerar amigos, porque de salidas juntos solo eran contadas las veces en las que el moreno los acompañaba, pero que les tocara un momento donde él contara sobre su vida y sucesos de su día, era casi un mito.
Aunque la curiosidad estaba ahí, y algún día la saciaría por completo hasta estar satisfecho. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

/ / /

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Llegó a su departamento y dejó las llaves en el bol de cristal. Prendió las luces y lanzando su mochila sobre la baja repisa, se acostó en el sillón. Cerró sus ojos y colocó sus manos por debajo de su cabeza. Tomó un respiro y pronto sintió la profunda tranquilidad invadirle el cuerpo, estaba relajado. 

 

«¿Cómo sería él?, ¿qué aspecto tendrá?, ¿será castaño?, ¿moreno?, ¿rubio, quizás?»

 

Mostró una mueca. Esperaba que no fuese rubio, no era del estilo que le gustase, prefería los castaños, o pelirrojos quizás, tenía la experiencia de que estos fuesen divertidos y muy fuera de control. Sasuke no buscaba a algún compañero con complejos de chica, tampoco alguien que fuese igual a él, pero si se le permitiese elegir, esperaba que sea alguien con comentarios inteligentes, alguien que valore los silencios mutuos, alguien que se atreva a hacer cosas pero sin ser impertinente; alguien que piense antes de actuar, que sea respetuoso y con modales, en fin, alguien que quede bien con él, sin dejar mancha en su persona.

 

«¿Cómo serán sus ojos?, ¿cafés?, ¿verdes?, ¿azules?, ¿grises?, ¿negros?»

 

Sasuke era de gustos simples pero complejos. Fáciles pero difíciles. Sencillos pero complicados. Si en la apariencia iba a ser alguien con distintiva un tanto común y ordinaria, pero con la personalidad –exactamente como a él le gustaba–, no le importaría; pero si fuese alguien con personalidad un poco distorsionada a sus gustos, se esperaba que tuviese una apariencia de puta madre. Sabía que no podía pedir todo en uno, nadie era perfecto, no, nadie era como él.
Y no todo el mundo quedaba con él. 

El moreno tocó sus labios. Suspiró y recordó:

 

 

 

 

(N) 1987: No voy a decirte. Así no es divertido.

 

(S) 1964: Lo que no es divertido es estar cagándose de curiosidad.

 

1987: Entonces admites que estás ansioso. 

 

1964: Admito que quiero asegurarme que no seas un vejete de cuarenta años intentando cagarme.

 

1987: ¡¿Y cómo voy a estar seguro yo que ese vejete no eres tú, eh?!

 

1964: Porque yo no tengo problema en pasarte mi número, idiota. 

 

1987: ¡Pero no tiene nada de divertido!, aparte… ¿qué pasa si no te gusta como me veo?, ¿si no te gusta mi apariencia? 

 

1964: Dijiste que hacías deporte. 

 

1987: ¡Lo hago, imbécil!, ¡pero no me refiero a eso!, me refiero a que… ¿qué tal si te das cuenta que no te gusta como soy físicamente?

 

1964: ¿Qué tanto te afectaría?

 

1987: Solo responde.

 

1964: No hasta que tú lo hagas.

 

1987: Entonces tendrás que quedarte con la duda y yo también.

 

 

| Flashback concluído |

 

 

 

Sonrió mordiendo su labio al recordar. ¿Cómo mierda es que había llegado a ese punto?, al punto de… “encariñarse” con alguien por vía chat, por internet. Eso no era propio de un Uchiha, no era propio de sus principios y fundamentales reglas. Si acaso solo entraba a ese sitio web para quedar con chicos que estuviesen cerca de su ciudad, porque definitivamente, no podía toparse con alguien del mismo lugar que él, no podía correr con el riesgo de ser visto y reconocido, no cuando su “cita” era con un hombre y no una mujer.

Por eso también le era tan útil aquella página en línea, era anónimo y solo personas que buscaban alguien de su mismo sexo se presentaban; ponía en el chat general qué era lo que buscaba y no faltaba el usuario caliente que le lanzara un mensaje en privado a los cinco segundos pidiendo verse.

 

Cuando terminaba de comprobar que había encontrado alguien similar a lo que quería y antes de hacer el plan de verse en algún lugar de la otra ciudad, pedía una foto a su acompañante: dibujar una letra –la que Sasuke dijera– en la palma de su mano y tomarse una foto mostrando dicha letra. Todo para asegurarse que con quien hablaba era alguien real y no un jodido depravado. Una vez que obtenía el numero del chico, le llamaba desde un teléfono público cuando ya llegase a la ciudad y reafirmar su salida juntos, la cual siempre terminaba en jadeos y gemidos. 

 

Sasuke no buscaba un noviazgo, ni mucho menos encariñarse con alguien ni seguir viendo a la misma persona en repetidas ocasiones, no. Sasuke era de esos que conoces y ves solo una vez en toda tu mediocre vida, que el único recuerdo que obtendrás de él será una noche de una muy buena garchada. Y eso era lo que buscaba él, un momento para desahogar sus descontroladas hormonas de precoz adolescente –precoz en el sentido de ser muy sexual–.

 

Pero. Lo que mantenía fastidiado al moreno, era que esta nueva persona que le mandó un mensaje privado, ignorando totalmente el anuncio que había hecho anteriormente en el chat en general, este nuevo usuario le habló por la mera coincidencia de que ambos tenían números como alias, y que no solo eran números, sino, que también eran cuatro y que parecían pertenecer a la misma categoría de ser una fecha de nacimiento. 

El azabache no estaba de humor, quería conseguir un buen polvo y rápido. Por otra ventana del chat, ya tenía a la siguiente diversión que lo mantendría entretenido el siguiente fin de semana. 

 

Sin lograr ignorar al maldito idiota que le mandaba mensaje tras otro, garantizando que ese mismo estaba demasiado entusiasmado al haber encontrado tal vaga coincidencia, se sorprendió aún más cuando Sasuke le dijo que era por su jugador favorito de fútbol: Marco van Basten.

Ya era suficientemente tarde para omitir al otro participante del chat. Cuando mencionó este desconocido que la fecha que lo que él portaba como alias era la fecha de nacimiento de Lionel Messi; Sasuke se vio atrapado en continuar hablando sobre fútbol y debatiendo entre quién era el mejor, y sin darse cuenta, los argumentos del otro participante eran válidos e inteligentes, aunque uno que otro algo infantil, pero seguían teniendo esa opinión profunda y desconocida para el azabache, pues el tenía una idea muy diferente a todo lo que decía el otro usuario, y eso le sorprendía y le rabiaba. 

 

Un Uchiha jamás debería sentirse sorprendido por alguien más, un Uchiha es el que debe sorprender, no ser el sorprendido.

 

No obstante, los días pasaron y cada que coincidía con dicho usuario en distintos momentos, era imposible terminar de hablar sin llegar a ser de madrugada y alguno de los dos quedarse dormido hablando de temas entre controversiales y triviales.

 

Ya llevaba semanas así con dicho chico, y tal fue su desesperación por saber quién era y conocerle, ya que en el momento en que le pidió la foto –al tercer día de conocerse–, queriendo comprobar si se trataba de una persona real, este desconocido entendiendo mal las instrucciones del azabache, terminó enviando solo la fotografía con su mano y la letra, alegando que ya no lo haría de nuevo, que se conformara y no haría más que le pidiera con tal arrogante actitud. Y ahí fue cuando su acompañante decidió nunca-en-la-vida mostrarle su rostro, que no era divertido, y por más que Sasuke le propusiera que él sí estaba dispuesto a mostrarle una foto suya –por primera vez en todo el tiempo que llevaba usando el chat homosexual–, el otro lo negaba diciendo que no le interesaba y que no quería. La sangre del moreno ardía, y sus puños se apretaban al no poder hacer nada y verse hundido en tal ansiedad propuesta por el otro. Al menos estaba seguro de que era un varón, había visto sus manos y de femeninas no tenían nada, a excepción de su caligrafía, esa sí era de aplaudir y alabar, tenía una letra a muy buen pulso, era casi tan buena como la de él mismo –o quizás más buena–, aunque, lo que había escrito dejaba mucho que desear, pues a lado de la letra H, el participante anónimo había puesto un emoji, haciendo dudar a Sasuke, pensando en que era todo lo contrario a lo que le atraía usualmente.

 

Era un chico distinto. Molesto. Un poco infantil. Discutiéndole cualquier cosa al azabache y exponiendo que podía ganarle en lo que fuese. También un poco inmaduro. Y quizás algo entusiasta –muy–, pero también era de explicar sus sentimientos por la más mínima cosa, ser algo confianzudo y demasiado creativo en lo que fuese que imaginara; incluso le llegaba a recordar a uno de sus compañeros de clases pero, no, ni hablar. Naruto jamás tendría pensamientos y conclusiones inteligentes como este metódico chico.


Ese tarado anónimo no terminaba de sorprenderle. Menos cuando notó que la atención por parte de él era mucha, que en cualquier cosa que le contara, él le daba toda su atención demostrándolo con preguntas y más preguntas hasta entender lo más cercano a lo que sentía y pensaba Sasuke. Le daba más esmero, más importancia a sus pensamientos como ninguna otra persona que no fuese su familia lo hubiese hecho antes, y la mejor parte, es que ese chico no conocía su físico ni su nombre con olímpica reputación, era alguien juzgándole por su personalidad y actitud solamente, alguien que lo aceptaba en muchas maneras y sobretodo, alguien llegaba a comprenderlo.

 

Sí que le sorprendía.
Y sí que le agradaba aquello, mucho más de lo normal.

 

Sasuke había pasado de dejar de pensar tanto fútbol, en nuevas estrategias, en datos para sus trabajos en clase, en los proyectos, en su familia, en Itachi, en el dolor de su corazón, en su soledad, en lo que sería de su futuro; Sasuke había empezado a dejar esos preocupantes pensamientos y los había cambiado por unos más alegres, unos que abrían la caja de su imaginación por primera vez como en mucho tiempo no lo había hecho, unos donde creaba experiencias y momentos con cierta persona que aún no conocía; se lo imaginaba de muchas maneras, con cabello negro y ojos verdes, con cabello castaño y ojos negros, con cabello rubio y ojos mieles. Cien mil más combinaciones pasaron por su cabeza tanto como en figura física como en el rostro, y aunque la apariencia de ese anónimo fuese lo que menos le preocupaba, su total enfoque estaba en la personalidad y carisma de ese chico, en la calidez que le provocaba, en la nueva felicidad que creyó nunca poder volver a sentir, en algo completamente nuevo y único en su totalidad.

 

Sasuke estaba completamente fascinado por aquél chico que desconocía.

 

Los meses habían pasado, y ya ambos se sabían el horario de memoria del otro, que ambos vivían solos en un departamento, y que estaban a extremos de la misma ciudad, sabían a qué hora despertaban, a qué horas comían y cenaban, la hora de la ducha, de los estudios, de las tareas, su entrenamiento y llegaron a un acuerdo: como único horario en que podían conseguir y hacer espacio para hablar, era desde las nueve de la noche en adelante, hasta que uno cayera rendido. 

 

Su nombre, su dirección, su colegio y ni su apariencia sabían. Recordaban qué edad tenía cada uno, y el moreno era mayor, solo por meses, pero lo era. Sasuke siempre se lo echaba en cara aunque sabía que no había diferencia alguna.

 

La confianza que se tenían el uno al otro era máxima. Sabían mucho de la vida del otro, se sabían su pasado, sus inseguridades, sus anhelos, sus deseos y sus sueños. Llegaron hasta el punto en que podían adivinar cómo reaccionaría el otro si se decía tal cosa. Se sabían las comidas favoritas, los programas de televisión, las canciones, los colores y hasta el clima que preferían. Absolutamente todo lo básico ya se lo sabían, y aunque también se supieran temas delicados, el uno con el otro, aún les faltaba por conocer más, por aprender más y por apegarse más.

 

 

| Entrada de Flashback |

 

 

 

(N) 1987: Estoy caliente.

 

(S) 1964: ¿Te estás tocando?

 

1987: No, no aún. ¿Quieres que lo haga?

 

1964: Quiero verte haciéndolo.

 

1987: ¿Te calentarías también?

 

1964: Te follaría.

 

1987: ¿Qué tan fuerte?

 

1964:  Hasta romperte.

 

1987: Me estoy tocando.

 

1964: ¿Vas a venirte pronto de nuevo? 

 

1987: Imbécil. No me compares contigo.

 

1964:  Yo lo haría si estuviese dentro tuyo.

 

1987: Ni jodiendo te dejo hacerlo. Te agrada fantasear, eh.

 

1964: No veo lejos el día en que me lo pidas. 

 

1987: Tampoco yo.

 

 

 

| Flashback concluído |

 

 

Sasuke respiró profundo. Apretó sus ojos, mordió su labio y oprimió su entrepierna por encima de la ropa.  

Mierda, ese tarado lo tenía muy mal.

 Le era extraño el encontrar ahora insignificante los hechos que le calentaban, ahora cuando quería excitarse y darse una buena paja, recordaba las conversaciones íntimas que había tenido con aquél chico. Le ponía a mil lo bastante que el otro se calentaba, increíble que al principio pareciese todo un predicador de la virginidad, terminó por descubrir que era inclusive hasta más caliente que él mismo, y eso realmente le asombraba, pero sobretodo, le gustaba. El contraste de personalidad, las constantes sorpresas, lo que menos se esperaba, y eso realmente ponía a Sasuke. 

 

Si se detenía a pensar y recapitular todo lo conversado con aquél anónimo, podía llegar a la conclusión de considerarle su confidente, su mejor amigo, y quizás hasta quererle como pareja, algo que nunca pensó, nunca imaginó: por primera vez quería una relación con alguien. Y alguien en específico, alguien a quien conoció por internet y que nunca ha visto en persona. Todo eso no era una de las mejores escenas para un Uchiha, no cuando él mismo tomaba como una pérdida de tiempo y más que nada, una ridiculez el fijarte en alguien por medio de la web. 

Estaba jodido ya. No podía y no quería echar atrás el tiempo. Lo aceptaba, le costó meses pero ya lo sabía, sabía que estaba perdido al tener aquél sentimiento de quererle y desearle como pareja. Ni siquiera necesitaban la etiqueta, no tenían por qué darle un título a su relación, pero eso era exactamente lo que él quería, una relación, y con él. Con aquél chico bajo el alias de una fecha de nacimiento, con aquél chico que aún no conocía pero que no estaba dispuesto a perder. Quería compartirlo absolutamente todo con él, desde pensamientos, momentos, sentimientos incluidos y hasta su misma piel. Lo quería todo con él. 

 

Y lo iba a obtener. 

 

 ¿Pero cómo mierda podrían llegar a eso cuando ni siquiera se habían visto?, estaba harto de la situación de dejarlo en suspenso, ambos ya lo sabían, lo sentían, y solo fue cuestión de tiempo para admitirlo, pero ninguno de los dos lo quería decir por una pantalla cuando podían verse y disfrutar de su voz. Debían aprovechar que vivían en la misma ciudad, que estaban relativamente cerca. No iban a desperdiciar aquello y sufrir en silencio por todas las otras personas que se han enamorado por la internet y terminan estando miles de millas lejos.

 

Nunca antes ninguno de los dos propuso el verse, en quedar algún día y conocerse. Y era porque ambos tenían una reputación en qué pensar, conocían que ninguno de ellos había sacado a luz aquél interés fijo por los varones, que compartían el mismo secreto y que no querían echar a perder todo. Pero también, por ser hombres y tener el orgullo en alto, ninguno quería dar el primer paso en hacerle ver al otro que quería verle, que ya quería conocerle y hablarse por primera vez en persona. Que sufrían por esa inquietud y por esas repetidas ganas.

Escuchar su voz y dejar de imaginarla, mirar a sus ojos y no a una pantalla, perderse en ellos, quizás; compartir el mismo aire y respirarlo, sentir la presencia de esa persona estando a lado o enfrente suyo; tener la admiración por recordar su aroma con solo haberle visto una vez y grabarlo en su caja de tesoros. Y quizás, solo quizás, tocar por primera vez, rozar por primera vez sus pieles, disfrutar de la textura, hundirse en ella y desaparecer. Querían sufrir todos esos sentimientos nuevos frente a frente, querían verse y experimentar las populares mariposas en el estomago, sentir su pecho quemar, retorcerse, y a su mente cometiendo el delito de avergonzarse y peligrar en convertirse todo un manojo de nervios, pero también querían sentir aquél orgullo y grandioso ego que ambos se tenían en común, discutir y tratarse como lo que son, dos hombres. Ser amigos al mismo tiempo en que comparten una intimidad. 

 

Ambos morían por ese tacto sentimental y carnal. 
Lo necesitaban. 
Lo anhelaban. 

 

 

Sasuke era más feliz, pero sin demostrarlo, se sentía en paz, era una tranquilidad que le fue muy difícil de conseguir después de haber perdido todo. Después de haber vivido la mayor parte de su vida completamente solo, y eso mismo, era algo que compartía con aquél acompañante cuyo nombre desconocía. Tenían eso también en común. Haber nacido y vivido en soledad, respirar cada momento en que se aislaban más y más de ellos mismos, escondiéndose cerca de la oscuridad, teniendo que sufrir todo por su propia cuenta. 

 

¿Por qué la vida tenía que ser tan cruel?
Pero también… ¿por qué la vida tenía que ser tan putamente buena?

 

Por fin había encontrado a un compañero. A una luz dentro de su opacidad. Algo que hiciese latir nuevamente su corazón, que le devolviera a la vida, que sintiera que respiraba, de nuevo. 

 

Ahora creía en las oportunidades de ser feliz, ahora creía en la esperanza, y quizás hasta en crear nuevos sueños, nuevas metas. Ese chico le estaba dando vida y no se daba cuenta. Ese chico mantenía sus razones para sonreír y reír como no había hecho en años. 

 

Ya no era tirarse en la cama y lamentarse, ya no era llenarse de rabia e impotencia, ya no era llegar y romper todo lo que tenía a su paso, ya no era ocultarse y pensar en su tristeza, en lo difícil que era todo, ahora era tirarse en la cama y pensar en él, ahora era dejar de ver el lado malo por él, ahora todo era más fácil. Todo se veía posible. No existían los imposibles, ¿dónde estaban los límites?, ¡no existían!, no con él, no mientras hablaran todos los días, no mientras se saciara de su jodida personalidad, de sentir que había tenido éxito en la relación más pura que había sentido con alguien, en que por fin había creado y mantenido un lazo con su soberbia personalidad, que alguien le deseaba y le quería sin haberle visto, sin pensar solamente en su apariencia y nombre, en su reputación y marca, en verle como un objeto y no como era en verdad: una persona vacía y carente de amor.

 

Solo, solo ese chico podía verlo por su corazón, podía quererle y admirarle por como en verdad era, por las cosas que decía, por su bendito sarcasmo, por su aborrecimiento a la ignorancia y complejo de indiferencia, que a pesar de ser frío e insensible, esa persona seguía ahí, seguía apoyándole cuando más lo necesitaba, cuando más depresivo estaba, cuando más solo se sentía. Le hacía olvidar.

 

¿Cómo es que la vida se volvió tan perfecta en un segundo?
¿Por qué ahora es que brilla todo?

¿Quién es él?, ¿qué es este poder que tiene?
Me tiene. Él ya me tiene.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Días de octubre. Uno de los meses favoritos de Naruto Uzumaki. De hecho, ese y los otros dos que venían. La temporada de frío era su preferida –Y era algo que 1864 sabía–, la gente siempre se aventuraba a colocar muecas graciosas cuando tenían frío, era común que el antojo de chocolate fuese más autoritario, que las ganas de acurrucarse y compartir  calor con alguien fueran constantes, el divertirse con el humo blanco que expulsaban sus bocas; la gran variedad de colores que se veían en la gente al vestir, los adornos declaraban una ciudad más radiante, y las peleas de nieve imposibles de evitar. Eso y más abarcaba en el concepto de invierno del rubio, apretaba los puños por la emoción que iba a venir, rezando que llegase pronto el mes donde todos con sus abrigos se cubrían y el cielo llorase copos. Pero… pero lo que más lo entusiasmaba de esas fechas, era que esta vez no la pasaría solo, no, esta vez tenía un compañero. Un compañero solitario, como él.

 

— ¡Claro que lo haré!, ni hablar de no hacerlo.

 

—  ¡¿Y cómo te vestirás este año?!

 

— Eso será sorpresa, pero sí te diré que tendré tres combinaciones de ropa distintas. 

 

— ¿Usarás peluca para cubrir tu frentotota?

 

— ¡Cállate, Ino-cerda!

 

— Uy, yo solo decía… Y… ¿serán tres pelucas diferentes también?

 

Pronto lo que parecía una charla amigable entre dos amigas, se había convertido en una pelea a morir, pero eso era común, entonces a nadie le sorprendía. Ninguna de las dos se atrevía a tirar un golpe y honestamente ya cansaban sus discusiones.

 

Naruto se había enterado que Sakura haría de nuevo una fiesta de Halloween, como fueron los últimos dos años, y como siempre, él iba. Era una fiesta donde se la pasaba realmente bien, había alcohol, buena música, y excelente compañía con divertidos disfraces. Claro, el grandioso líder del equipo Konoha nunca se perdía una fiesta, era él más esperado del evento, al que muchos y todos querían ver para hablar y divertirse, era el alma de la fiesta, pero por otro lado… Sasuke también lo era. Muchas chicas planeaban nuevas y renovadas tácticas para poder bailar con el azabache, otras tantas buscaban por fin la fórmula perfecta para la poción de amor y echársela a la bebida, y claro que otras solo buscaban ir y poder sacarse una foto con el increíble miembro de la herencia Uchiha y postearla en Instagram. 

 

Naruto era conocido como el amigo de todos. El buena onda. El divertido, el que sabía poner el ambiente, al que todos querían tener como cercano y quizás hasta como algo más. Pero Sasuke siempre era el elegante y víctima de cotilleos sobre su familia, era todo lo que Naruto no era, y Naruto era todo lo que Sasuke no era. Ambos opuestos, y ambos muy conocidos entre todo el instituto y fuera de él. El azabache conocido como el típico chico malo y Naruto conocido como el típico chico carismático y popular. 

 

Qué va, no iba a pasársela mal por ese estorbo, no iba a pensar siquiera en brindarle un poco de su preciada atención, una que muchas otras chicas pedían. 

Sin embargo… esa vez no iba a poder de ir, y aunque le dolía en la vena del orgullo, ya había hecho un compromiso más importante con alguien más, con alguien que merecía toda su atención y formular como número uno en su lista de prioridad. 

 

Iba a conocerle.
Por primera vez en seis meses, iba a verle.
Prefería mil veces ir con él a ir a una fiesta y demostrar quién era el macho alfa.

 

El estomago se le revolvía de tan solo pensarlo, nada lo había tenido más nervioso que eso. No desde los partidos en que se decidiría quién sería el líder del equipo de Konoha cuando tenía trece, no desde aquél examen a nivel nacional sobre la literatura y cálculo, no desde que por primera vez en toda su vida se subía a una montaña rusa, ni siquiera cuando le declaró su amor a Sakura, no, no. No tenía razón, está equivocado. 

¡Nunca había tenido tanto nervio en toda su vida! 

Era una inquietud diferente, una que le daba entre nauseas y emoción, angustia y regocijo, alegría y desesperación, preocupación y ansiedad. Podía estar seguro que lo más probable es que sufra un infarto al corazón a causa de un exceso de emociones en todos sus sentidos.

 

— Hey, Naruto, ¡hey!

 

— ¡Qué!, ¡¿qué pasa?!

 

— Llevo hablándote desde hace dos minutos, tonto. ¿Llevarás el alcohol?

 

— ¿Qué?

 

— Que si llevarás el alcohol… 

 

— ¿A dónde?

 

— ¡A la fiesta, idiota!, ¡¿a dónde más?!

 

— Ah, no. No iré.

 

— ¡¿Qué?!, ¡¿cómo que no irás?!, pero, ¿y Hinata?, ¡ni siqui–

 

— A ver, callados —Una voz seria pero carente de frialdad golpeó en el salón—. El día de mañana, para mala suerte de algunos de ustedes, tendremos un examen sorpresa sobre… —El profesor que había llegado quince minutos tarde por fin había aparecido, y de la nada. Sonrió en grande y mostró un libro— El Sendero de la Vida.

 

Muchos hicieron muecas y otros tantos se quejaron. Era un libro escaso de pruebas científicas sobre cómo inició el mundo a base de solo el amor humano y sus valores. Llevaban ya dos días con ese tema, ya habían hecho un análisis y hasta un esquema, pero la prueba final siempre era el examen.

 

— Psst, psst, Naruto. 

 

El mencionado llevaba dándole vueltas a su lápiz por un par de segundos ya, estaba sentado a lo “me importa una mierda todo, ya me lo sé” y pensativo en dirección hacía su mano. Cuando reconoció la voz de quien le llamaba, giró un poco la mirada sin ganas. 

 

— ¿Qué pasa?

 

— ¿Es cierto que no irás a la fiesta de Sakura? —Susurró bajito Kiba. 

 

El rubio solo negó con su cabeza y como si se tratase de lo más interesante del mundo, volvió a mirar como su lápiz daba vueltas según sus dedos lo moviesen.
La del cabello rosa miró a Kiba preocupada y haciendo un ademán con la cabeza y unas cuentas señas, le hizo a entender que preguntaba qué había dicho Naruto y sobre todo, ¿qué es lo que le pasaba al ojizarco que estaba demasiado serio y sin ánimos?, a lo que el castaño solo pudo contestar con una mueca en el rostro y moviendo un poco la cabeza, dando como señal que ni él sabía.

 

Antes de que pudieran preguntarle, Naruto ya había desparecido de su asiento una vez la clase de Kakashi dio como finalizada.
No lo volvieron a ver en el resto del día.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las hojas de los árboles empezaban a caer, una que otra pasaba sobre él y lo rozaban, otras tantas lo ignoraban. El campus del instituto era muy grande y extenso, había ciertos rincones donde la vegetación abundaba y el paisaje era de lo más relajador. Caminaba con las manos en los bolsillos y su mochila colgada en su hombro por una de las veredas, estaba rodeada de árboles y de campos donde el césped era el principal protagonista, especialmente, utilizado para jugar en eventos importantes de partidos de fútbol o beisbol que hacía la propia escuela.

El viento daba despacio contra su rostro, y mirada se enfocaba en el suelo según avanzaba. 

Aún podía sentir su estomago removerse. ¿Por qué estaba tan preocupado?
Una de sus manos toco el lado izquierdo de su pecho cuando su corazón dolió. Apretó los ojos y frunció el ceño. Tenía miedo. Tenía miedo de encontrarse con que ese chico no gustase de él, que fuese muy distinto a como imaginaba, de sentir el dolor del rechazo y perder lo que alguna vez sintió como completo. Los días se acercaban y las horas cada vez eran menos. Tenía ansiedad de por fin conocerle y decirle cara a cara todo lo que sentía, pero el temor seguía ahí, removiéndole la conciencia, intentando convencerle que no iba a ser aceptado, que algo tan bueno nunca podía ser verdad, que algo tan increíble no podía pasarle a él, que todo tenía su lado malo y él se estaba preparando para ello.

 

— ¡Hey, sopla pijas! 

 

Antes de que pudiera reaccionar y girar a donde había escuchado el insulto, un fuerte golpe fue a dar contra su cabeza, sacándolo de todos sus pensamientos y sus pasos automáticos, haciendo que perdiera el equilibrio y se balanceara un poco. 

Giró brusco a quien había sido el responsable de lanzar aquella pelota de fútbol justo en su cabeza. 

 

— ¡Tú!, ¡jodido imbécil! —Sasuke estaba parado a lado de él, con la intención de regresar por el balón “perdido”. Una sonrisa soberbia apareció en sus labios y se encogió de hombros como si él no tuviese nada que ver con la mala suerte del rubio.

 

Un Suigetsu preocupado y con las manos en la boca intentando no reírse para evitar la tremenda paliza del ojizarco se encontraba unos metros atrás, dentro del campo para entrenar al aire libre.

 

Naruto arrugó y tomó el cuello de la camisa del azabache, haciendo que este cambiara totalmente la expresión a una indiferente y fría. 

 

— ¿Vas a golpearme, eh, perdedor

 

Los dientes del rubio tronaron y alzando su puño en alto, lo dirigió con fuerza hasta el rostro del moreno, el cual se mantenía inexpresivo y mentalmente preparado para ser el siguiente que daría el golpe hasta sacarle un poco de sangre a su rival, no obstante, antes de que la mano de Naruto pudiese si quiera tocarle, este se detuvo y lo soltó.

 

— No, Sasuke. 

 

Y así como tan repentino pasó, tan rápido acabó. ¿Qué pretendía?, ¿era una nueva táctica suya?, ¿la había visto en alguna película?, ¿le iba a golpear una vez que bajara la guardia?, sea lo que sea, le molestaba al azabache, no entendía el cambio tan repentino, pero sabía que el rubio se tenía algo preparado como siempre, que no era propio de él negarse. Quizás era una nueva manera de hacerle quedar mal y darle fuertemente en el orgullo.
Frunció el ceño y preparó uno de sus puños. ¿Quién se creía Naruto para detener su golpe, darle la espalda y dejar a un Sasuke con ganas de joderle el rostro?, antes de que pudiera alejarse del todo, le tomó del hombro y lo giró para clavarle un puñetazo en el rostro y ser él quien iniciara la pelea, esperando dejar a su némesis como un cobarde, pero nunca se esperó que el rubio ya se estaba previniendo de tal ataque, y antes que este pudiera hacerle algún daño, Naruto detuvo su golpe.

 

— ¿Sabes?, el viernes me veré con alguien muy importante, y quiero estar presentable. Los moretes y cortadas no incluyen.

 

Y le sonrió. El rubio le sonrió por primera vez, una sonrisa verdadera. No era convincente del todo, pero era una plegaría. Estaba pidiendo un permiso, un favor, un plazo. Quería evitar en serio la pelea, en serio y su mejor forma de hacerlo era sonriéndole francamente. 

Aquél chico que siempre le hacía discusión por todo y nunca perdía la oportunidad de darle algún porrazo a Sasuke, se había detenido, y sobretodo, había pedido indirectamente no continuar con aquella riña. El moreno se sintió desorientado por unos segundos que no prestó atención cuando el ojizarco ya estaba lo suficientemente lejos como para ser detenido. No sabía qué pensar, eso era en serio, eso de verdad estaba pasando. Naruto por primera vez en diez años se había rebajado totalmente al punto de pedirle sutilmente que no pelearan a golpes esta vez, que tenía algo importante que hacer, que ahora no iba y ni quería pelear con él. 

Estaba atónito, sumergiéndose en sus pensamientos, mirándole de lejos y frunciendo el ceño. Estaba furioso.

 

«Sea lo que sea, no me interesa y ni me importa, yo he ganado»

 

— Wow… eso sí que no era de esperarse. 

 

Sasuke movió su hombro para que Suigetsu quien se había acercado para obtener primera fila en la línea de pelea, quitase su mano de su hombro al querer llamar su atención.

 

— Maldito cobarde.

 

— ¿Qué fue lo que te dijo?

 

— No te incumbe. Sigamos. 

 

— Siempre tan aburrido, Dios… —Resopló sin ganas y ciertamente molesto—. Entrenar contigo siempre es fastidioso, Sasuke, ¿por qué no podemos hacerlo de alguna forma divertida?

 

Era verdad, no le interesaba la vida del rubio, ni siquiera sus razones para evitar cierta riña, y muchos menos si se trataba por culpa de un tercero. No le importaba, pero a su ego claro que lo hacía. No había gastado tiempo por nada en apuntar el balón a dirección de la cabecilla dorada que miró desde que entró a caminar, no por nada había lanzado la patada y reírse internamente por tan glorioso éxito, y no por nada ya había calentado sus puños. Él sabía tanto como Naruto que las peleas entre ellos dos eran necesarias cada cierto tiempo, que al final lo utilizaban como un medio para saciar todo su estrés y enojo, y ahora era cuando más lo necesitaba el moreno. Sentía los hombros pesados, el cuello tenso y su cuerpo dolerle por dentro. Estaba nervioso, quizás, preocupado, angustiado, un poco, pero sobretodo, tenía la chispa de la emoción correrle por todo su circuito sanguíneo, sin embargo, la sonrisa no tardaba en aparecer en sus labios y desear una y mil veces que ya fuese viernes. Que por fin le vería, que por fin le conocería y quizás, hasta su felicidad aumentaría, la felicidad en su vida. Pero… ¿por qué mierda se preocupaba tanto?, si ya lo había hecho un montón de veces, si ya ha quedado con personas desconocidas de verse en algún punto, ¿por qué ahora todo este nervio tan repentino?, toda la inquietud, no era normal, él lo sabía y eso lo hacía rabiar y estallar.

Pateó violentamente el balón formando la estrategia #A3, donde engaña al jugador oponente y termina haciendo un pequeño zigzag al final, pero lo lanzó tan brusco que esta se salió de su rumbo y dio justo en el blanco que quería: el rostro de Suigetsu.

Sí, necesitaba saciar su rabia lo más pronto posible.

 

— ¡Levántate y deja de llorar!

— ¡Que me has sacado sangre, hijo de puta! 

 

 

 

 

 

 

 

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Observó detenidamente las etiquetas. Comparó colores y el contenido. Los giró y examinó el tamaño, el envase, la forma, y hasta le dieron ganas de probar el sabor, pero, todo era tan malditamente difícil. 

 

— Siempre lo mismo, ‘ttebayo —Soltó un suspiro y recargó su frente en el estante, pensando en lo que elegiría— Ya no recuerdo cuál tiene mejor sabor… —Otro suspiro de desgane. 

 

Mientras que los demás clientes pasaban y colocaban en su carro de compras los productos que irían a llevar, Naruto aún no sabía si decidirse entre Powerade o Gatorade. Qué dilema. Si algo que le hacía reventar las neuronas era a lo hora de elegir una decisión y tener el tiempo de pensarla, siempre quería llevarse el mejor producto, el que mejor le gustase a él, mientras podía pagarlo, claro, sino, terminaría eligiendo todo al azar como era costumbre y al final quizás se arrepentiría, pero cuando se trataba de comida y despensa para su hogar, podía tardarse días enteros en el súper, leyendo y rebuscando entre los pasillos los productos que exactamente a él le convienen.

 

Optó por ver cuál se veía más bonito y echó cuatro bebidas energéticas marca Powerade, y cuatro bebidas energéticas marca Gatorade a su carrito de compras.
Sí, siempre lo mismo.

 

Ya tenía casi todo lo que necesitaba, repasaba la lista una y otra vez en su mente, rezando que nada se le olvidara, solo le faltaba la sección de frutas y vegetales y tendría todo completo, o eso esperaba.

 

— Mierda… por qué hay tantas marcas de manzana* —Frunció el ceño con cansancio e irritado. Ahora tendría que leer la información, tocarlas y compararlas bien para elegirse las que eran mejor—. Debí ir al mismo súper de siempre… —No encontraba las mismas que siempre solía comprar, y ni siquiera se sabía dónde quedaba cada sección, limitándose a leer los anuncios que colgaban desde el techo del local e ir de un lado a otro. 

 

Miró hacía la sección exclusivamente de los vegetales y pensó bien. Cada que iba a comprar víveres, se turnaba entre un día sí y un día no comprar alimentos saludables, y aunque la mayoría de ellos quedaban muriéndose en su nevera y sin la menor idea saber qué hacer con ellos, se había decidido que solo compraría los que sabía que podía utilizar.

 

Tomó una bolsa de plástico y metió zanahoria, lechuga, apio y cebolla. Lo único que le faltaba por agregar eran los tomates, pero para sorpresa suya, quedaban tan pocos que solo eran los que más rancios estaban, al parecer mucha gente los solía utilizar en sus comidas y Naruto elegía los peores días para ir de compras donde todo se acababa y tenían días sin subastar los productos. Suspiró por quinceava vez en el día.

 

— Estoy seguro de que si fuese a su departamento, él tendría —Sonrió para él mismo ante su comentario en voz baja.

 

Pagó sus compras y se fue tomando un taxi. Miró por la ventana en silencio todo el trayecto. Usualmente cuando tomaba un transporte público, hablaba con el conductor o algún pasajero, él sabía que toparse y conocer a gente nueva era algo increíble de estar vivo y que eran momentos para aprovechar, sin embargo, estos días se mantenía muy pensativo en cada oportunidad que tenía, sin llegar a exagerar.

 

Siguió con su mirada la gota que resbaló por la ventana, estaba lloviendo. Miró al cielo, sonrió y recordó. Qué manera tan inesperada de haber conocido a alguien tan parecido a él pero a la vez tan diferente. El nervio increíble que le daba al estar en un chat de personas homosexuales, “youbettersuckgood.com”, y aunque no era el sitio web más inocente, al menos era uno de los más usados y mantenía su principal función del anonimato. 

Si Naruto tuviese que contar cuántas veces se había registrado en una página estrictamente para homosexuales, seguramente perdería la cuenta. Intentar una y otra vez conocer y solo conocer a alguien –por ese medio– que estuviese pasando lo mismo que él, a alguien que pudiese responder todas sus preguntas, alguien que ya tenga experiencia en ese tema y que desde muy temprana edad ya haya sido declarado abiertamente como bateador del lado contrario, era justo lo que quería y necesitaba.

Su preocupación por la duda de su sexualidad era muy grande. Y era algo por lo que estaba pasando él solo. Nunca tuvo alguna figura paterna o materna para que le dijera que fijarse en alguien de su mismo sexo estaba bien, que quizás excitarse con porno homosexual era normal y parte de la curiosidad adolescente, que tener pensamientos dudosos estaba más que excelente y sano. Sin embargo, Naruto se fue por el lado de cómo lo dictaba la sociedad, por lo que nunca se planteó la pregunta de qué género le gustaba, si las mujeres o los hombres. 

 

Él tuvo que investigar por su propia cuenta, leer información, buscar características, testimonios, entrevistas, “síntomas” y hasta mirar películas. Algo que no lograba comprender, era el punto en que no se sentía atraído hacia ningún chico, él miraba más los atributos de las mujeres en vida real que el de los hombres; hasta ahora no había encontrado alguien que le gustase, ninguno de sus compañeros, ni siquiera un tipo que caminara por la calle o algún modelo en una fotografía. Nada, absolutamente nada. 

Pero lo que sí sentía, era que aquella atracción sexual por los varones. Le gustaba ver e imaginar, le calentaba como nunca antes sucedió. Sus fantasías sexuales habían aumentado, y sus sueños húmedos también. 

 

Era un total fiasco. Un desastre. No entendía, no lograba decidirse. Ya no sabía a quién preguntar y ya no sabía lo que quería ni lo que le gustaba. Su mente estaba en constante conflicto, y no sabía qué hacer. Decidió esperar, pensar en que quizás el tiempo diría algo, en que tal vez era una etapa de la adolescencia, o que quizás solo le excitaba lo nuevo y que pronto se aburriría, pero su respuesta llegó al cabo de cinco meses.

 

Sí, y todo fue cuando volvió a meterse en aquellos chats en línea donde la mayoría de los chicos solo buscaban un buen polvo de una noche, cosa que él no quería. 

 

Y entonces le conoció. 

 

Naruto se esperaba que fuese un total fracaso como los otros usuarios con los que habló en el sentido de buscar amistad y solo terminó rechazando varias peticiones de vigoroso sexo. Todo para él empezó como un juego, le daba entre risa y alegría el encontrar tal coincidencia, que las fechas que iban en sus alias fuesen de nacimientos y de jugadores de fútbol soccer. Ni siquiera lo intentaba, ni siquiera se le pasó por la mente que por fin una especie de amistad extraña surgiría de esa forma y con aquél usuario cuando todas sus expectativas habían sido aniquiladas, y estaba más que claro, que seis meses constantes hablando con el mismo chico, a la misma hora, y conociéndole mejor que nadie no era algo para ignorar, ni mucho menos para no agradecer a Zeus, a Buda, a Alá que haya formado tan grave “amistad”, y que con aquella conexión, todas sus preguntas acerca de su sexualidad y enamoramiento habían sido contestadas por fin, y sin tener que haberle preguntado.

 

— Son cuatro dólares —Buscó en su cartera y al ver que no tenía cambio, tocó en el bolsillo de su pantalón y le tendió el monto pedido. 

Tomó todas las bolsas restantes que podía y entró a su departamento. Sintió un escalofrío recorrer su espalda y sacudió su cabello. Cambió sus ropas y dedicó treinta minutos de su tiempo en guardar y acomodar lo comprado. Después de una buena ducha, tomó su portátil y se sentó plácidamente en el sofá. 

 

 

Entró en línea
9:45 pm

 

 

1987: ¿Has visto?, está lloviendo.

1964: Llegas tarde.

 

 

Y su conversación siguió. Sí, en definitiva, algo grave ocurría.

 

No era algo normal tomarse el tiempo de conocer a una persona por medio de una pantalla, tampoco el coquetearle, tampoco el contarle tus cosas más personales y privadas, ni siquiera tus sentimientos, sueños, anhelos e intimidades. Pronto Naruto había hecho un nuevo amigo, un confidente, alguien único en su vida. 

 

Él no tenía idea de que se trataba de su mayor rival desde la primaria. Él no sabía que era la persona que más odiaba en el mundo. Él no sabía que se había encariñado con su némesis, que le había contado sus secretos, que había mostrado su pasado y su lado débil, que había tomado tanta confianza como para compartir nuevas experiencias un tanto sexuales, privadas, personales, íntimas. 

Sasuke tampoco lo sabía. Y a pesar de tener tal sentido de deducción y análisis, nunca se le pudo haber ocurrido que aquella persona con la que tanto hablaba y anhelaba estar, era su compañero de clases y su mayor competidor en el fútbol y en todas las materias. Que era aquél chico gritón y ruidoso con complejo de héroe, que sus amigos lo son todo para él y que las letras de “no rendirse y demostrarle a Sasuke que soy el mejor” las lleva tatuadas en su rostro, cosa que odiaba.

 

Ambos se odiaban a muerte en vida real, se detestaban, no podían ni verse, ni siquiera intentar una amistad porque no se soportaban. Pero la verdad era que, a ambos les fascinaba estar juntos, hablar juntos, compartir experiencias, discutir y después arreglarse, debatir acerca de sus puntos, coquetear un poco, tentar con subir la temperatura de sus cuerpos pensando en el otro, sacar un poco de aquél lado cariñoso que apenas tenían y sobre todo, ser completamente transparentes entre ellos. 

Claro, a ambos les fascinaba eso cuando no sabían quién era quién.

 

Mientras que Naruto se imaginaba que aquél principie azul anónimo era quizás un apuesto chico deportista, con cabello castaño y ojos mieles, de buena altura y de personalidad presente y fuerte. Sasuke se imaginaba a su gran anhelante como un chico pelirrojo de ojos oscuros, piel tersa y blanquecina, rostro refinado y con un aura sutil y educada. Aunque, al final de todo, no les importaba mucho el físico, ellos estaban encantados con la personalidad del otro, ellos estaban totalmente fascinados en un escenario donde todo lo bueno era posible, y aunque fuese la persona más antiestética del mundo, ellos sabían que mientras que su personalidad no cambiase, seguirían teniendo esas emociones y sentimientos por aquél anónimo.

 

Ninguno de los dos lo pensaba, lo imaginaba, ni siquiera de mera coincidencia. Para ambos, ellos eran dos desconocidos, dos personas que por el destino se habían juntado en un chat virtual, que habían compartido secretos y que sobretodo, que habían creado un nuevo lazo a pesar de estar escribiendo con un teclado y mirar una pantalla, a pesar de estar separados, a pesar de nunca haberse visto, se conocían. Se conocían el uno al otro al derecho y al revés, se grabaron su personalidad, los gustos, los pensamientos, las experiencias. 

 

Veían imposible el día en que se aburrieran de conversar juntos, de seguir en contacto, de seguir contando de su vida, y de seguir sintiendo aquellas emociones, aquellas nuevas sensaciones. 

 

Naruto por fin había conocido qué eran las mariposas en el estomago.
Sasuke por fin había deseado una relación real y seria. 

 

Todo era nuevo y distinto para ellos, no sabían y no podían adivinar de quién se tratara, no cuando todo era insólito, algo que nunca antes habían experimentado. Ya no estaban solos, ahora se tenían el uno al otro, ahora tenían un compañero, alguien con quien compartir los peligrosos y alegres pensamientos, la soledad poco a poco se iba, y querían que se fuese por completo. 

 

Sea lo que fuese, lo podían sentir. Cuando uno elogiaba la personalidad del otro, el ardor en las mejillas y el remolino excitante en su estomago no eran invisibles, no eran inexistentes; Naruto por fin podía sentir aquella atracción por un sexo varonil, sentía la necesidad de absorberse en la personalidad de él que era tan malditamente perfecta; le encantaba sorprenderse y aprender cada vez más de su compañero, anhelaba conocer su rostro y besar por primera vez unos labios fundidos en sentimientos puros y verdaderos, quería besarle porque le quería, porque desear estar con él no era broma, porque sentir su pecho quemarle y su corazón alterarse no era mentira; que imaginarse siempre con él y ser el completo dueño de su mente y pensamientos era algo sorprendentemente único, y Naruto quería llenarse de eso, quería dejar de imaginar que le tocaba, intentar pensar en cómo es la textura de su piel, de sus labios, de su tacto. Quería dejar de imaginarlo y hacerlo real de una maldita vez. 

 

Como Sasuke también quería.

 

Él no terminaba de entender qué era todo esto nuevo. Esto de lo que jamás pensó ser testigo, que creyó que era diferente al resto y que nunca le pasaría por algún problema genético o neurológico, pero en efecto, le estaba sucediendo. Sasuke por primera vez era experimento puro y viviente de los síntomas del amor, de lo que era el querer y anhelar a alguien tanto como sexualmente y sentimentalmente, que en toda su vida nunca sintió algo tan único y distinto, que aquella necesidad de poseerle no era solamente carnal, era más que eso, quería que aquél chico fuese completamente suyo: su mente, su corazón, su alma, su cuerpo; que le perteneciera. Sasuke quería hundirse en él y absorberle por completo, probarle una y otra vez, tenerlo a su lado y poder disfrutar con él lo que sea, sus pensamientos y sus acciones, quería absolutamente todo con ese chico y no lo entendía, no lo aceptaba, pero era imposible ocultarse, era imposible ignorar algo que tanto deseas, algo que tiene y debe ser tuyo.

 

Ambos lo sabían. No estaban sintiendo ese nervio por contar y ser fieles a sus sentimientos, lo podían leer en las letras del otro, podían ver y notar el cariño que crecía, la importancia, la atención atendida. Los dos lo sabían porque podían sentirlo. Porque Naruto no era el único sintiendo polillas en su estomago, porque Sasuke no era el único anhelando una relación real. Porque ambos lo pensaban, poco a poco lo que decían se volvía más íntimo, había pasado desde un “me gusta tu personalidad” hasta un “no he dejado de pensar en ti”, quizás eran pocos los momentos en que les tomaba la sinceridad y dejaban el orgullo de lado, que quizás no se lo decían todos los días, pero con poder admitirlo, con tener el valor de soltar el ego y declarar que extrañaban a esa persona, que pensaban en esa persona, que esa persona les importaba ya era un paso muy grande.

 

Y para Sasuke, ser importante para Naruto era su máximo deseo. Así como para Naruto, tener la atención de Sasuke era su anhelo.

 

Habían sobrepasado lo que inició como una amistad por internet a un amor en línea. A enamorarse completamente por la personalidad, a olvidar que son varones, a olvidar el aspecto y su apariencia, a desechar el pasado y los momentos turbios, ambos estaban enamorados.

 

Mierda, ¿cómo era posible?, ¿cómo es posible enamorarse de alguien que no conoces?
Están equivocados.
Sí se conocen.

 

Naruto conoce a Sasuke tanto como si pudiese leerlo en un libro. Sasuke conoce a Naruto tanto como si pudiese crearlo.

 

Naruto sabía que 1964 era egocéntrico, orgulloso, frío, antipático, directo, algunas veces cruel y un tanto severo.
Sasuke sabía que 1987 era exuberante, constante deseo de superación, fastidioso, distraído, inteligente, entregado a sus principios e impulsivo. 

 

Ambos conocían a su compañero de chat tan bien como ellos mismos, y la confianza que habían formado era única en el mundo. El nuevo lazo que habían creado no podía ser cortado fácilmente, ni sustituido, mucho menos olvidado. Era fuerte lo que tenían y ambos lo sentían, lo pensaban. No les temía el que fuesen chicos, les temía el conocerse y recibir el rechazo del otro, no querían dejar algo que era tan jodidamente bueno. No querían soltar lo único que les hacía sonreír como nunca fue. Lo único que les dio sentimientos y nuevas sensaciones. Que ambos por fin conocían lo que era el amor verdadero. Aquello que veían siempre en las películas y libros, que ahora ellos podían comprobar que eso sí existía, que el sentirse enamorado sí es algo real, que no es una mentira, que existe una persona para ti en el mundo y que al encontrarla será tu compañía hasta la muerte, que será el único ser viviente que logrará hacerte sentir completo y alejarte de la soledad.

 

Porque Naruto logró sacar a Sasuke de la oscuridad.
Y porque Sasuke logró sacar a Naruto de la oscuridad.
Porque ambos se pertenecen. 

 

 

 

 

 

 

 

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Jugaba con sus manos y su pierna no dejaba de temblar. Había llegado veinte minutos antes y aún así no se sentía listo. Recordó el consejo que la vieja Tsunade le había dicho años atrás cuando se presentaba a su primer examen de intelecto internacional.

 

“Cuando te sientas nervioso y tu cuerpo dudar, no te olvides de respirar profundo y despacio, con ello sacaras todas las malas sensaciones y tu corazón quedará más sereno y tu estomago en deuda”

 

Respiró hondo y profundo. Soltó el aire despacio y cerró sus ojos. Poco a poco sintió como su cuerpo se calmaba y su pecho dejaba de apretar. Quería olvidarse de los nervios. Y no tardó en sentir una gran ola de emoción llenarle el cuerpo. Iba a hacerlo, tenía que arriesgarse, no podía echarse para atrás, si algo sucedía mal, haría lo que fuese por cambiarlo. Él era fuerte, valiente, entregado, y nunca se rendiría en obtener lo que quiere, nunca. De una u otra forma le iba a gustar físicamente a ese chico anónimo, de una u otra forma ambos serían felices por un largo tiempo, no iba a dejar ir esto tan fácil, no iba a dejar lo único que le había hecho feliz de esa forma. Ninguna chica había logrado lo que él, y aún no sabía si era porque era un varón o por su personalidad tan jodidamente increíble.

 

Habían niños con mascaras y disfraces a todo su alrededor. El parque estaba profundamente decorado con luces moradas y verdes, ornamentado con distintos adornos respectivos a la gran noche de brujas. Los árboles inundados de telarañas y grandes insectos de felpa, los falores exteriores tenían un respectivo personaje, en algunos habían fantasmas, en otros vampiros, brujas, calabazas y sucesivamente turnándose. Todo era un completo recorrido al estilo Halloween, sin el mínimo motivo de asustar ya que era un parque familiar, y como todos los años, un festival y un desfile se realizaba en dicho lugar, donde por obligación, todas las personas presentes deben llevar una máscara, en especial en la explanada, donde la gente se reunía a bailar y participar en juegos y concursos; una total fiesta de Noche de Brujas y con su toque americanizado. 

 

En ciertos lugares específicos habían puestos de comida y otros tantos eran tiendas donde podías comprar accesorios para tu disfraz o participar juegos. Una de las mayores costumbres, era usar máscaras “catrinas”, donde se cubría por completo su rostro, dando forma de una calavera y que esta tenía decoración festiva y colorida, la mayoría de las personas las usaba y las compraba ahí mismo, o se dedicaban a hacer las suyas y ponérselas en tan jocoso día; gran parte de los adultos jóvenes y adolescentes, iban por ese evento, adquiriendo hasta ropa que combinase con tan popular máscara; la tradición era sacar a bailar en conjunto.

 

Todos los años, cada 31 de Octubre, una única celebración con temática de Día de las Brujas, se realizaba en dicho parque principal, este era acompañado de exorbitantes bailes, malabaristas exóticos, puestos de comida, vendimias de disfraces y antifaces espeluznantes, concursos célebres y toda clase de juego al azar: “La ruleta del Miedo”, “Dispara a los Fantasmas”, “No te asustes”, “Cuidado con la Bruja”, “Atrapa al Vampiro”, etc. Incluso, una guardería infantil, renta de vehículos tales como bicicletas o carritos para niños estaban disponibles, y no hay que olvidar la famosa Casa del Terror, que año con año, las entradas a dicho lugar estaban agotadas aunque la mayoría de los participantes terminaran cagándose del miedo y saliendo antes de poder terminar el recorrido; sin embargo, el evento familiar más importante, era el Baile de Muertos, el cual no era precisamente una danza distinguida ni mucho menos difícil, aquel baile se caracterizaba por sus coordinados movimientos y la facilidad de aprenderlos: al centro se formaba un círculo de personas, quienes caminan del lado izquierdo, haciendo girar al dicho circulo; un segundo grupo de personas, se colocan detrás del primer grupo, siguiendo sus pasos y formando otra circunferencia, y variando los movimientos al caminar del lado derecho, y sucesivamente el proceso, hasta completar diez círculos o más; una vez terminado, las personas entre sí se mezclaban, hasta quedar intercalados en género: mujer, hombre, mujer, hombre; la idea principal de aquél baile, era conversar con la persona que tuvieses a la mano izquierda, mientras todos en armonización se meneaban de un lado a otro de manera muy sutil y melodiosa. Era por regla el llevar vestimenta totalmente negra con accesorios a escoger y llevar una máscara catrina –que ahí mismo vendían­– simbolizando una calavera con sus detalles coloridos, cubriendo totalmente el rostro de la persona. Mucha gente se aventuraban a la actividad y terminaban conociendo gente nueva, intercambiando páginas de Facebook y hasta números telefónicos, otros tantos terminaban en discusión y preferían abandonar dicha dinámica. 

 

Chicas con vestidos de Caperucita Roja, Gatúbela, Diabla, Vampiresa, y princesas de Disney nunca faltaban para entrar a la actividad, llevando encajes negros y telarañas falsas por todo el cuerpo. Otros niños y padres familiares se divertían al girar y crear dicha figura fenomenal, pues la coordinación entre personas desconocidas era increíble, la belleza del baile nunca faltaba, la proyección del trabajo en equipo siempre era de admirar, personas moviéndose entre sí de manera simétrica y a la vez melódica, las risas y la excitación del momento era de contemplar. 

 

Naruto yacía sentado en una de las bancas de la explanada principal, donde dicha danza se estaba llevando acabo en el fondo, el sonido de la música era pegajoso y sobretodo, emocionante, era un estilo acorde con los pasos instruidos, pero él estaba demasiado ocupado pensando en lo que pasaría esa noche. Estaba lo suficientemente lejos como para apreciar toda aquella gente en disfraces increíbles y bien desarrollados, como algunas otras personas se entusiasmaban al participar y ganar en dichos juegos de azar; el lugar era tan colorido y tan enérgico, que a pesar de ser de noche y que la mayoría de las luces estuviesen en un tono tenue, estas eran opacadas por los diversos colores de otros reflectores, cuyo trabajo era ocultarse entre los árboles y proyectar los mejores destellos por todo el lugar, era simplemente, espectacular. 

 

El rubio suspiró. Del lado donde él se encontraba, en esa área no había ningún evento, y poca gente pasaba por ahí con la intención de cruzar y pasar a la zona de diversión, una que otra pareja estaba sentada en las bancas que estaban a lado suyo, otros tantos jóvenes tomando de sus vasos y contando chistes malos, y una chica mandando mensajes de texto. Era más silencioso de ese lado, donde la gente podía hablar sin tener que gritar, y quizás hasta conseguir un poco más de privacidad. 


Naruto acarició la máscara que tenía entre sus manos. Era de un material resistente, completamente pintada de blanco a excepción de los ojos, los dientes y la nariz, proyectando una perfecta calavera sin muchos detalles pero a fin de cuentas, tenebrosa y a la tendencia de las otras tantas mascaras que rondaban por el evento.
Llevaba puesta una cazadora completamente negra con sus toques naranjas a los bordes, unos pantalones de mezclilla oscuros, los cuales terminaban combinando con unos chelsea boots del mismo color nocturno. Para él, estaba vestido entre formal y casual, no quería parecer como si fuese una cita, y aunque los colores sombríos no fueran de su total agrado, al menos cumplía con las normas exactas para el baile.

 

 (clic aquí para ver su vestimenta)

 

Soltó un último suspiro en un intento de calmar su rotunda ansiedad que se negaba a irse. Miró su celular y contempló por unos segundos la hora anunciada en la pantalla, faltaban quince minutos para las doce. El glorifico encuentro. 

Había una notificación de Sakura, quien le había mandado una foto de lo bien que estaba disfrazada y lo increíble que se estaba poniendo la fiesta. Apretó un poco el aparato y gruñó, seguía molestándole el hecho de que no pudiese estar ahí para sacarle en cara alguna pelea a Sasuke y desquitarse ahora sí por el golpe en el balón, planeaba devolvérselo, y no de la mejor manera, pero era más importante para él estar ahí mismo, en el gran evento, en donde conocería por primera vez a aquella persona anónima con la que ha estado hablando durante hartos meses ya. Su corazón se alteró. Mierda, que el asunto sí que le lograba poner nervioso, pero más que ello, le entusiasmaba. 

 

Acomodó la mascara y se la colocó en su rostro, tapando completamente sus distintivas marcas en las mejillas y cierta parte de su cabello rubio, a excepción del potente color azul que destellaba por los orificios donde iban los ojos. Apretó sus puños y sonrió por dentro, lo haría, estaba decidido, no había marcha atrás. 

 

 

Al lado contrario de la explanada, un chico de cabello oscuro caminaba por la vistapista* de tan inmenso parque. A su izquierda pasaban pequeños niños jugando y presumiendo sus dulces, otras tantas chicas que caminaban por el mismo rumbo le miraban y seguían hablando en lo suyo. Tenía su mascara puesta, y había llegado al evento hace una hora, quería estar familiarizado con todo el lugar, quería saber dónde eran las salidas de emergencia, los pasajes para llegar más rápido a tal sitio, y poco a poco fue formando un mapa dentro de su cabeza; el parque era bastante amplio, pero la explanada era su base central, en los caminos podían encontrarse con algunos puestos de comida, otros tantos para relajarse del ruido, sentarse y gastar su plata en la máquina expendedora, los que iban en las bicicletas, cuyas llantas destellaban figuras de fantasmas, pasaban siempre por el lado derecho de la vereda, algunos oficiales de policía patrullaban a pie, cuidando y resolviendo cualquier desorden por jóvenes alcohólicos y guardar siempre el ambiente familiar que proyectaba tan evento de Halloween. 

 

Llevaba una chaqueta negra con cuello alto, unos pantalones oscuros y unos mocasines que hacían juego con ello. No estaba nervioso, en verdad, no quería pensar en ello, aún sentía que quedaba mucho tiempo antes de que dieran las doce, la hora exacta en que ambos se verían, sin embargo, no podía dejar de ver a los chicos de su edad disfrazados o usando la máscara catrina, cuyas tenían una exacta distinción, pues era con el diseño de una calavera y la mayoría tenía adornos de colores, a excepción de la suya, que la compró calles atrás, siendo la única que quedaba, pero aún así estaba en claro que era un participante de aquel tan esperado baile. 

 

Se la había ocurrido la gran idea de encontrase ahí, en ese día, en esa verbena; su compañero de chat había propuesto que se viesen en un café, simple, normal y directo. Un lugar donde podían hablar sin tener que estar pensando en hablar más fuerte que el ruido hasta casi gritar, pero el moreno no se sentía muy cómodo con aquello, no quería que fuese visto con un chico, no estaba seguro de qué haría o cómo reaccionaría aquél ser nuevo para él, ¿qué tal si se atrevía a besarle frente a todo el mundo?, ¿o tomarle de la mano o siquiera abrazarlo?, ni en joda. Sasuke no tomaría el riesgo, es por ello que escogió aquél 31 de Octubre, porque él ya sabía sobre ese evento y cuál era su principal atracción, y porque estaba seguro que la mayoría de sus conocidos estarían estancados en fiestas de disfraces a más no poder, las probabilidades de encontrarse con alguien eran muy, muy bajas, y eso le tranquilizaba más.

 

Ambos habían quedado de verse en el centro del parque, donde el baile daría por finalizado, a media noche. Los participantes para esa hora terminaban de danzar y se esparcían por toda la zona para encontrar aquella pareja con la que hicieron contacto y pudieron hablar, se daban diez minutos para encontrase e intercambiar datos, por lo que era un total caos al ver chicos y chicas corriendo por allí y por allá buscando a quien más les llamó la atención. El plan de Sasuke había sido que, justo a las doce, ambos se verían en el centro de la explanada, donde una fuente adornaba el lugar, quedarían enfrente del gran reloj, al lado izquierdo de la fuente, en medio de toda la gente que estaba bailando; y ahí, al sonar por todo el parque que las doce habían dado y el baile iba por terminado, ellos sacarían sus máscaras y se verían por primera vez cara a cara, después de verse, se las volverían a colocar.

 

Era algo difícil. Mucha gente estaría caminando por todos lados, entonces nadie encontraría sentido a que dos chicos se sacaran los antifaces, ya que otra gente lo haría igual a esa hora, algunas otras no. Lo importante del asunto, era que por fin conocerían el rostro del otro, por fin podrían verse a los ojos y analizar sus rostros, que ahora si iban caminando por la calle podían reconocerse, escucharían la voz del otro, el tacto también, llenarían el hueco de soledad que aún les faltaba, y terminarían viéndose y quedando todos los días que pudiesen en vez de recurrir a una pantalla de un ordenador.

 

Sasuke estaba seguro de su apariencia, sabía lo bien parecido que era, que tenía porte y elegancia, que su sentido de ropa y estilo no era malo, pero sus expresiones, manera de contestar, de actuar, de reaccionar, bueno… no eran las mejores, aplicaba todas aquellas actitudes de soberbia y sarcasmo, y lo hacía de la mejor manera. De ello tenía nervio, que la falta de palabras en él siempre era escasa y que a su acompañante le fuese a disgustar, pero si tenía que esforzarse, lo haría, aunque un huevo de orgullo le costase. 

 

Había llegado. Se encontraba enfrente del Baile de Muertos, los participantes se movían armónicamente de un lado a otro, se escuchaban risas y gritos eufóricos, todos estaban entusiasmados, todos iban acorde la música. Los colores mezclándose de las mascaras era un acto de quedarse unos segundos a admirar, era simplemente magnífico como un evento podía ser tan divertido y artístico a la vez. Sonrío por debajo del antifaz y se apoyó en un árbol, esperando pacientemente la hora deseada, incluso prefería esperar por más tiempo. 

 

Miraba a sus alrededores, se preguntaba quién podría ser aquél chico con el que se vería, pero era posible saberlo, había gente de a montones, ni siquiera tenía idea si su acompañante anónimo estaría entre el baile quizás matando algo de tiempo, o si su idea era llegar cinco minutos antes de las doce, no sabía, no quería pensar de más, tampoco quería imaginarse en la posible idea de que no apareciera al final de todo. 

 

No había hablado con él en todo el día, sabía que sus horarios eran estrechos y cuando tenía tiempo libre; ambos estaban muy ocupados recogiendo su valor del suelo, rechazando las invitaciones a fiestas, mintiendo al decir que se sentían mal o que tenían algo más importante que hacer, eligiendo la mejor ropa como su visión masculina les permitía, y preparándose mentalmente para el encuentro.

 

— ¿No vas a bailar? —Una voz femenina sacó a Naruto de sus –tormentosos– pensamientos.

 

— Oh, qué tal —Acarició su cuello y soltó una risita— no lo creo.

 

— Pero ni siquiera has bailado… ¿por qué estás vestido así entonces?

 

— Ah, lo que pasa es que… un momento, ¿cómo sabes que no he bailado?

 

— Bueno… —La chica cambió su tono de voz y se acercó ligeramente al rubio. Colocó su mano en el brazo de él y lo apretó ligeramente—, es difícil ignorar a alguien tan apuesto… he estado esperando a que entres para entrar yo también… 

 

«Ni siquiera puede ver mi rostro…»

Y si pudiese verlo, encontraría a un Naruto totalmente extrañado e irritado por la actitud de la chica. Soltó un suspiro interno y negó ligeramente con la cabeza.

Sabía que una parte de la fama que tenía aquél evento era la manera sencilla de conseguir un buen polvo con alguien desconocido, pero él no estaba ahí para ello.

 

Mantuvo una actitud cortés y un tanto avergonzada por tener que despachar a aquella chica, que en buena decisión se había decidido a coquetear con él con solo mirarle el cuerpo y la vestimenta que traía. 

 

— Se nota que eres muy bella, 'ttebayo—La estupidez le subió por la cabeza al recordar que traían máscaras—, pero yo ya vengo acompañado, sabes… —Soltó una risita falsa— me está esperando y debo ir… ¡pero eres muy bella!

 

La chica bufó— Pero yo no veo a nadie, no debe porque enterarse, ¿cierto?… además, trabajo rápido —Sus manos estaban acariciando el borde de la chaqueta del rubio y su rostro se acercaba ligeramente a su cuello, examinando. 

 

El nerviosismo y la incomodidad de Naruto fueron obvias. Tomó las manos de la chica y la miró con sus potentes ojos azules, intentando llegar a ser directo pero sensible con ella y no hacerla llorar, o sabía que se quedaría ahí consolándola hasta que se sintiera mejor.

 

— Mira, no quiero ser grosero, de seguro hay má–

 

— ¡Ven, sígueme!, ¡no se enterará!, ¡conozco muy bien este lugar!, ¡vengo todos los años!

 

La mano de Naruto fue tomada por la chica de cabello rojo, quien llevaba un vestido y una máscara espectacular haciendo conjunto de colores entre rojizos, azulados y negros. Difícil ignorarla. Era realmente atractiva, al menos del cuerpo. 


El rubio entró en razón cuando miró a todo el bullicio de gente deformándose y corriendo de un lado a otro, faltaban dos minutos. Sin importarle, se soltó bruscamente del agarre de la chica y corrió hasta el gentío, esperando que no fuese demasiado tarde.

 

A las doce en punto se sacarían la máscara.
Faltaba un minuto.

 

Chocó y empujó a las personas que se ponían entre su camino sin ser violento, pero se notaba la desesperación por llegar tarde y que su compañero no lo viese ahí y se fuera. No, no podía perder la gran oportunidad de conocerle, nadie iba a quitarle su tiempo. 

 

Faltaban 30 segundos.

 

Sasuke se había tomado el momento para caminar entre los danzantes y con un poco de ahínco logró cruzar, llevándole más tiempo de lo esperado pero llegando justo dos minutos antes de la hora. Él ya estaba en posición, la fuente estaba a su lado, el gran reloj de la plaza estaba a su fondo marcando la hora, las personas rodeaban su alrededor, estaba completamente acorralado de distintas risas y palabras, algunos cantaban y otros gritaban de emoción por ser el último baile y a unos segundos de acabar.
No lo miró, creyó que ya estaría ahí, ya sería hora de que se quitara la máscara y que aquél chico no estaba aún.

 

«¿Sería verdad?, ¿después de todo no era su imaginación?»
«¿No estaba aquí?»

 

Se empezó a sentir estúpido, un completo imbécil, apretaba sus puños y oprimía sus dientes. No, no puede ser, él vendría, él tenía que venir, habían quedado justo hoy, justo a esta hora, todo ya estaba planeado, todo ya estaba confirmado. ¿Entonces dónde mierda estaba?, ¿le había pasado algo?, ¿un accidente quizás?, no. Quizás en verdad fue plantado como un idiota.

 

10 segundos.

 

Las personas ya estaban terminando de encontrar sus lugares, a su persona indicada, la que le había gustado, cada vez se veía más gente calmada y con su respectiva pareja, faltaba poco, era cuestión de segundos, lo sentía y él aún no llegaba, él no estaba. 

No podía creer en la esperanza, no podía imaginar cosas que no iban a cumplirse, que de repente aparecería, o que quizás un problema urgente surgió y que no pudo asistir. 

Sasuke se estaba planteando mil y un millón de ideas para evitar sentir dolor cuando marcaran las doce y aquél chico con el que tanto anheló conocer, no estuviese enfrente suyo.

 

 

5 segundos.

 

— ¡Mierda! —Lo veía, podía ver a ese chico de cabello azabache parado justo a lado de la fuente, solo, mirando al frente sin más, sabía que era él, sabía que él era el único esperando por alguien, que estaba inmóvil y poco eufórico como la demás gente.

«Así que tiene el cabello negro…»
Sonrío inconscientemente ante ese pensamiento cursi en una situación tan problemática.

 

 Lo ha visto, está ahí, es real, ahora estaba seguro que todo aquello existía, que sus conversaciones no eran mentira, que no era alguien imaginario, que no era un vejete con el plan de secuestrarle, que todo aquello era verdad, no había duda, el amor existía, las almas gemelas existían, que una persona puede hacerte feliz y sacarte de cualquier agujero, y ahí estaba la suya, esperando por él, esperando POR ÉL. Por nadie más, no por otro chico o alguna chica, no, estaba esperando por Naruto. 

 

Su corazón palpitó violentamente, su sonrisa era la más pura y alegre que cualquier otra en ese momento, no podía describir la emoción que le recorría por el cuerpo, las mariposas que empezaban a formarse lentamente en su estomago, había llegado.

De entre toda le gente salió. Salió y caminó directamente a donde estaba él, un nerviosismo empezó a drenarle las venas, mordió su labio como nunca antes, estaba aguantando su sonrisa avergonzada, su mente aún no procesaba la existencia de aquél momento, lo fuerte que su corazón latía, lo amenazante de su respiración por querer agitarse. Estaban frente a frente, a una distancia de medio metro, se miraban, estaban fijos el uno con el otro. Agradecía el hecho de que llevara un antifaz.

 

«cielo, mar, pureza, infinito, diamantes, flores acianas*, agua, paz… »

 

El moreno se había hundido en los ojos de aquél chico, ni siquiera había tenido tiempo para juzgar su vestimenta, ya estaba perdido y con solo su mirada. Una ferviente ansiedad empezó a invadirle y su boca inquietarle cuando esta quiso oprimir una sonrisa, su puños se apretaron más fuerte, su corazón se estaba agitando, su estomago se achicaba, tenía los nervios y la gloriosa emoción encima. 

 

¿Qué eran esos sentimientos?, ¿esas sensaciones?

La punta de sus dedos cosquilleaban, como si necesitase sacar todas aquellas emociones de alguna forma, que su mente y cuerpo no estaban acostumbradas a ese tipo de reacciones, que era un total choque entre ellas, que mente colapsaba, se le había olvidado el enojo, en su mente solo estaba una cosa y era él, aquel chico que había salido de entre toda la multitud, aquél que venía a paso apresurado y poco a poco sus movimientos fueron tomando forma a una más tenue y suave, a como se colocó frente a él, que estaba seguro y decidido, Sasuke también lo estaba. Nunca antes se había sentido tan fijo en algo que quería y que tenía que ser suyo. Sonrió de lado, sarcástico. Le daba gracia que él fuese capaz de tener esos pensamientos y sentimientos, que él quien juraba nunca interesarse en una persona más allá que el sexo, el buen rato, reputación y herencia, había cambiado totalmente de opinión, y de manera muy drástica por un chico que conoció en la internet, qué épica situación. 

 

Naruto intentó respirar tranquilo, pero los gritos de emoción y desesperación yacían en su garganta rogando ser expulsados, que no podía mantenerse totalmente serio en una situación como esta sin antes poder exponer sus sentimientos de felicidad y entusiasmo, incluso sentía sus párpados picar, mierda, sí, quería llorar de alegría pero se contenía, no iba a dedicarse ahora a eso cuando tenía enfrente a la persona de la que se había enamorado por un chat. Porque sí, estaba seguro de que todas esas conversaciones eran amor, y ahora, al sentir las reacciones de su cuerpo por esa persona sin siquiera verle el rostro aún, lo confirmaba. Estaba enamorado.

 

Ambos sentían aquella conexión, la sentían, eran presentes de aquella experiencia, que se conocían el uno al otro lo suficiente como para no tener que decir ninguna palabra, eso no era posible de fingir, ni siquiera de ocultar, mucho menos inventarla, todo era real, todo lo estaban experimentando por fin. Por primera vez en sus vidas, habían sentido lo que era el amor en verdad, lo que era el preocuparse por alguien, el hablar y compartir experiencias, anécdotas, opiniones y hasta discusiones con alguien, el calentarse al imaginarse con aquel individuo, la ansiedad por querer tocarle y sentirle de una puta vez; era invisible para todo el mundo pero menos para ambos, al fin habían abiertos los ojos, al fin ellos también podían verlo, aquél hilo rojo imaginario juntándoles, siendo unido por Sasuke y por Naruto, ellos lo veían, estaba al frente suyo, uniéndoles, esperando a ser juntado de nuevo. 

 

Sonrieron. 

 

 

Un fuerte ruido gobernó por todo el lugar. Era el reloj principal quien marcaba las doce en punto, la media noche. Muchos gritos de júbilo se escucharon, algunos lanzaron cerveza al aire y otros tantos lanzaron su máscara. Nadie estaba ocupado mirándolos, prestándoles atención, no, aquellos dos chicos a lado de la fuente eran totalmente invisibles para los ojos humanos llenos de hormonas y desesperación. 

 

Naruto acarició el cordón que juntaba por detrás de su cabeza la máscara.
Sasuke tomó el inicio del mentón de la máscara.

 

Naruto deshizo el nudo y dejó deslizar el antifaz por su rostro hasta topar en su cuello y rozar su pecho.
Sasuke levantó el antifaz de su rostro y lo sacó hasta terminar de rozar su cabello con ella.

 

 

 

 

Olvidaron cómo respirar.
Sus corazones se detuvieron.
Dejaron de sonreír.

 

Notas finales:

(*) Flores Acianas: x

   ____________

l. BIEN. No tengo mucho que decir, primero quiero disculparme por partirlo en tres partes y por tardarme. La única buena excusa que tengo para ello es que aún no me decido bien por el final. AHH.

ll. Mi idea principal fue el amor por internet, cosa que está pasando muy seguido, y cosa que me ha pasado (;-;). 

lll. Me gustó mucho como puse a los dos personajes, tú sabes, ambos populares, ambos odiándose y rivales, y BAM, SORPRESA, SE ENAMORARON SIN SABERLO.

lV. A pesar de que tengo una parte del final ya escrito, me da nervios porque aún no siento en mi alma (*-*) que es perfecto, entonces está en constante cambio, pero calma, que lo terminaré.

V. Sí, Suigetsu sufre de bullying por parte de Sasuke, raios.

Vl. No quise comentar mucho sobre los familiares (y su pasado oscuro) de Naru y Sasu porque, bueno, no quiero meterme mucho en ese tema, solo espero que haya quedado claro que ellos siempre han estado y vivido solos. Faltantes de amor familiar.

Vll. Naruto tiene dieciocho, Sasuke tiene diecinueve.

Vlll. Están en la Universidad (a la cuál al parecer no le puse nombre).

lX. Ambos son de nacionalidad estadounidense. 

 

Bueeeno, personalmente es de mis historias favoritas porque, awh. Se me hace muy tierna y muy no sé, muchos feelings. 

Por cierto, cambié el resumen porque creo y pienso que no se entendía el principal concepto de esta historia.

Espero de verdad que les haya gustado como a mí, ¡y nos vemos para el final!

Si hay dudas o algo, puedes preguntar con gusto.
Y si alguna vez te has enamorado por internet y tenido una relación a distancia, ¡no dudes en compartirme tu experiencia!

¡Gracias por el apoyo y por leer!


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