Capítulo único. Don't love me, please.
Entonces lo veo, a lo lejos, tomando un poco de sol, donde nadie puede tocarlo. Donde él parece tan simple, tan vulnerable y no quiero ser yo quien lo dañe. No soy malo, pero no quiero terminar con su felicidad porque yo soy al suya y él es la mía.
Pero no puedo más.
No puedo decir que todo está bien mientras solamente mi mente piensa en el final. Es nuestra relación, pero siempre la he sentido más suya que mía.
Yo no lo procuro, yo no lo cuido, yo no soy ese quien sueña con él todas las noches y suspira al verlo. No soy el que sonríe al verle feliz, no soy quien lo añora todas las noches de frío, no soy ese quien yo quisiera ser.
Él es mi todo y a la vez nada, él me ha dado todo lo que es pero no le he entregado nada de mi parte. Sé que sueña conmigo, sé que me desea, sé que me ama aunque no deseo que lo haga. No lo daño, pero no lo sustento, no me preocupo, a veces lo veo morirse por dentro y qué más quisiera yo no ser el culpable. Me daña el verlo tan frágil ante mis manos porque puedo romperlo en mil fragmentos que sé que sólo él quisiera que yo volviera a reponer.
Por eso no quiero dañarlo porque yo soy él y él es yo, porque dañarlo a él sería poner en juego mi propio juicio, sería cortarme a mí por la mitad, por egoísmo. Por eso no debe de amarme, y no debo amarlo.
Él es mi sonrisa, yo soy su seriedad, nos complementamos pero cuando se trata de ser uno solo, no podemos. No queremos. Sabemos que somos todo para el otro mas seguimos siendo nosotros porque no podemos ser nada más que nos permitan.
Y si le pregunto que a quién querría en este mismo instante a su lado, me diría que me quiere ahí para él, para siempre. Sin embargo, yo no estoy seguro de contestar igual, pensando en él. Porque no lo necesito, no ahora, no nunca, pero para siempre estará ahí para mí y yo para él.
Cambiamos ambos, él por mí y yo por sus sentimientos, porque es tanto lo que ha pasado entre nosotros que mantenernos iguales es difícil. Ya conozco todo de él, sus miedos, los temores, las cosas que le agradan, aquellas que le dan asco, las cosas que le hacen llorar y entre ellas voy yo.
Él es tan frágil a mi lado, es tan inocente que a veces me pregunto si tiene la misma edad que yo o sigue estancado en los seis años. Pero así me gusta, él es el único que me hace reír y quien puede verme así.
Si pudiera describirlo en una sola palabra, él sería imperfección. Así me gusta, porque somos iguales, cometemos los mismos errores y no somos tan distintos en realidad. Somos egoístas, él me quiere para él y yo quiero seguir siendo mío y no de nadie más.
A veces me pregunto si lo amo tanto como él a mí y caigo en la conclusión de que amarlo es un fetiche más para justificar mis actos contra él. Lo amo, sí, pero al tiempo que tardo en darme cuenta de eso, ya lo he hecho llorar y tengo que estar junto a él todas las noches para recordarle y recordarme que no debo dañarlo.
Entonces él es mi contrario, la parte que yo quisiera ser, la parte que añora mi ser, la parte que amo de manera interesada, la parte que me complementa, la parte que odio que sea él.
Yo soy suyo y él es mío, él no puede tocar a alguien más y yo tampoco tengo ese derecho aunque tampoco puede tocarme a mí porque no quiero, no estoy seguro de ser aquél quien él desea para siempre y si cometo un error, haré que ambos salgamos lastimados de esto que estoy creando entre nosotros.
Él sigue debajo del árbol, descansando de su no pacífica vida conmigo, su rostro calmado me dice que no ha ido a alguien a molestarle. Me sigo acercando lentamente y cuando llego a su lado, me recuesto y él pasa un brazo por mis hombros. Disfruto de él así y él disfruta también porque hay una sonrisa en su rostro.
Él sabe que algún día lo dañaré y es por eso que no quiero que me ame con esa locura característica suya, porque lastimarle es matarme y es inevitable que lo haga. No sé amar. No. No sé amarle bien, de esa manera.
Y cuando me pregunta en qué estoy pensando, yo niego con la cabeza y me sostengo de la poca cordura que aún consigo obtener de mi cerebro funcional.
-En ti.-contesto cerrando los ojos y dejo mi cabeza reposar en su hombro.
-¿Me vas a pedir por décimo cuarta vez que deje de amarte?
-Una explicación, en realidad.
-Kyungsoo…-suspira tan sonoro que siento el aire expulsado en mi corazón.-lo estás haciendo bien.-sonríe y por ende yo hago igual.
Y tal vez sí, lo estoy haciendo bien, estoy haciendo bien en acabar con él.