Capítulo 3: El regreso
-¿Haru, es verdad todo lo que dice la carta?- pregunto el castaño totalmente perplejo de lo que había leído.
Para Nanase Haruka
Hola Haru, esta es la última carta que te envió, termine con Sousuke, llevábamos 6 meses cuando descubrí que me engañaba, andaba saliendo con una chica, pero bueno eso no es lo que interesa, solo te mando esta carta para visarte que regreso a Iwatobi, seguramente llegare el sábado por la mañana, no le avises a nadie, quiero darles una sorpresa a todos.
Matsuoka Rin.
Makoto seguía releyendo la carta, no podía creerlo, con la llegada de Rin podría tener otra oportunidad para confesarle su amor, todo estaba marchando bien para el castaño, pero a la vez estaba enojado con Sousuke por no valorar a Rin como se debe y lastimarlo.
-Makoto, ¿crees……. que con la llegada de Rin tendrás una oportunidad?- rompió el silencio el pelinegro, estaba triste, sabía que Makoto quería a Rin y no a él, pero eso no le impediría al ojiazul enamorar a Makoto, sabía que el castaño sentía algo por él, así que solo tenía que darle una empujón y ver que a quien ama el oji-verde no era al pelirrojo, sino a él, que siempre ha estado a su lado. Estaba decidido, no dejaría de luchar por el amor de Makoto hasta que el ganara.
-Bueno….. yo – hablo el castaño, estaba seguro de lo que sentía por el pelirrojo, pero desconfiaba si este le correspondería- la verdad no estoy muy seguro de eso, - él quiere mucho a Yamazaki-kun y no lo ha olvidado, lo mejor será que él decida qué hacer, no le diré nada al respecto- hablaba el oji-verde con un tono triste en su voz.
-De acuerdo, pero Makoto, yo siempre estaré a tu lado- decía el ojiazul con toda sinceridad
-Gracias Haru- respondió el castaño con una sonrisa. Dios como amaba esa sonrisa, el pelinegro sabía que haría que SU castaño no dejara de mostrar esa bella sonrisa con la que todas y todos caían hipnotizados. -Ya es hora de dormir- dijo el oji-verde mirando el reloj que se encontraba en la pared, marcaba exactamente la 1:05 de la mañana, tenían que dormir.
-De acuerdo, pero no tengo mi futón- contesto el chico amante del agua con la sencillez de siempre- se cayó en la tina.
-¿Cómo fue posible eso?- pregunto preocupado el castaño.
-Bueno la verdad no se me cayó. Me iba a meter a la tina, pero recordé que tenía que limpiar el futón y cuando lo estaba sacando la tina ya se había llenado, así que decidí meter el futón y acostarme en el para descansar, pero creo que fue una mala idea- respondía el ojiazul con su mirada seria, pero con un poco de vergüenza.
-Jajaja……….. lo siento Haru, pero no entiendo cómo pudiste hacer eso, jajajaja- el castaño no paraba de reír a lo que el ojiazul lo miro con una cara de pocos amigos –está bien, ya dejare de reír- dijo el oji-verde limpiando unas cuantas lagrimas que habían salido de sus bellas esmeraldas. –De acuerdo vamos a dormir, yo dormiré en el sillón, oh….. por cierto no le he hablado a mamá, tengo que avisarle – el castaño sacaba con dificultad sus cosas de la mochila para encontrar su celular, pero no lo veía por ningún lado –¡Oh no!...... Haru ya perdí mi celular, y ahora qué hago, ¿y si se me callo en el camino?, mamá se enoj-
-Descuida Makoto, ya llame a tu mamá- le contesto Haru mostrándole el celular al ver que su amigo entraba en pánico- además ya es tarde para que le llamaras.
-Oh… gracias Haru- dijo el chico de ojos esmeraldas- bueno vamos a dormir.
-Yo duermo en el sillón hablo de inmediato el ojiazul.
-No te preocupes Haru, puedo dormir yo en el sillón, al fin que mañana es sábado y no hay escuela- le respondió el castaño con una sonrisa. Haru miraba atentamente a esos bellos ojos esmeraldas diciéndole con la mirada que no dejaría que durmiera ahí, pero Makoto profundizo su mirada al de ojos color azul y con eso se determinó que Makoto dormiría en la sala esa noche.
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-Aquí están las sábanas- hablaba el pelinegro un poco molesto por haber perdido aquella pelea, pero estaba feliz ya que sabía que cuando despertara, el castaño estaría en su sala.
-Gracias, Haru-chan- le respondió el castaño con su típica sonrisa.
-Quita el ‘’chan’’- hablo molesto el ojiazul, a lo que el castaño rio por lo bajo.
-De acuerdo, Haru- respondió mientras se recostaba en el sillón – buena noches.
-Buenas noches- hablo el pelinegro dirigiéndose a su habitación. Esta noche será muy larga, pensaba. Makoto ya en varias ocasiones se había quedado adormir en su casa, pero por alguna extraña razón, esa noche era diferente, mañana comenzaré a enamorarlo y con ese último pensamiento cayó rendido ante los brazos de Morfeo.
Mientras tanto en la sala un castaño no podía dormir, mañana veré a Rin pensaba, lo había estado esperando desde que se fue a Australia, y ahora que al fin regresaría lo vería, aunque decidiera no decir nada respecto a lo que siente por el pelirrojo, le agradaba que ya no estuviera con Sousuke.
Así pasaron 2 horas, ya eran las 3 cuando el castaño, al igual que el pelinegro, había caído rendido en los brazos de Morfeo.
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Eran las 11 de la mañana y Haru ya estaba aseado y vestido, bajo a la sala encontrándose con el oji-verde aún dormido, le dio una ligera sonrisa y se dirigió a la cocina, ese día desayunarían caballa con piña.
-Bueno días Haru- saludo Makoto al ver a su amigo en la cocina con el delantal puesto -¿hoy desayunaremos caballa?
-Buenos días… y si- dijo el ojiazul con simpleza.
-Nunca cambias- hablo el oji-verde con una sonrisa, Haru estaba a punto de responderle cuando el timbre sonó.
-Yo voy- hablo el castaño saliendo de la cocina.
-Deben ser Nagisa y Rei, los invite a desayunar- hablo el ojiazul.
-Hola Makoto- escucho una voz al momento que ya había abierto la puerta
-Hola- contesto el castaño.