Su cuerpo estaba completamente empapado.
Empapado y frio mientras el viento helado de la tormenta por la que caminaba le calaba los huesos y lo hacía tiritar.
Mientras caminaba a paso tranquilo por las calles de la universidad, con las manos en los bolsillos de su pantalón escurriendo por lo mojado que estaba, mientras se dirigía la parada del autobús, los otros jóvenes corrían despavoridos por la repentina lluvia hacia algún refugio, él simplemente se había resignado a caminar por el lugar ya que el día no podía ser peor.
Maldición, pero como se equivocaba.
-Tsk- soltó un bufido mientras veía al otro lado de la acera a su ex, bajo un paraguas con una tipa colgado de su brazo muy cerca, demasiado cerca, viendo el menú del día colgado fuera de la cafetería de la escuela. Ya era suficiente con estar pensando en él unas ochenta veces al día, ¿porque tenía que cruzárselo también en la universidad?.
-maldita bruja- murmuro con un gesto de rencor y odio.
No era para más, la tipeja se lo había quitado por un malentendido que nunca pudo remediar por el orgullo que ambos se cargaban, el idiota de Kiba y por el incesante deseo de ser libres después de cuatro años de relación y otros tantos de conocerse, que en realidad, era de toda la jodida vida, maldición.
Como se había equivocado, nunca imagino que ser "libre" sería tan, estupida y friamente doloroso, no con él, no con Sasuke lejos. Todo parecía desmoronarse cuando no estaba junto a él.
-Al menos, te sigue viendo como siempre- murmuro para mismo mientras sonreía con superioridad, y era verdad, Sasuke apenas le ponía atención, conocía a la perfección a ese estúpido azabache que veía con un aire ausente a la plasta rosa y solo asentía cuando era necesario. Sin darse cuenta, ya empezaba a caminar hacia ellos cuando sus miradas se cruzaron.
El ónix contra el azul cielo de un día soleado. Ambos solo se dedicaron una palabra muda, de esas que solo se podían transmitir y entender entre amantes, entre personas que se aman incesantemente, tanto que duele. Solo una palabra, lo suficientemente fuerte y soprendente, que los hizo estremecer al mismo tiempo y no precisamente por el frío, obligandolos a apartar la mirada en un mutuo acuerdo.
Sasuke sonrió con superioridad, solo para volver a su semblante frio de siempre un segundo después, antes de que la pelirosa se diera cuenta de a quien veía. No quería darle explicaciones molestas ni tener que aguantar “lágrimas de cocodrilo” por conseguir una, y sinceramente, pensó por enésima vez en ese mes, ya estaba harto de estar con ella.
Por otro lado, Naruto se quedó estático, peligrosamente cerca de donde pasaban los autos. Su sonrisa de superioridad desapareció cuando Sasuke lo miro y comprendió su mirada, cuando el pelinegro desvió sus ojos de nuevo a Sakura, con esa faceta de seriedad que esconde algo, se dio cuenta de la mueca de idiota ilusionado que se estaba cargando y, sonrojado, se subió de nuevo a la acera cambiando su rumbo a la derecha, en un intento de rodear el edificio donde estaba la pareja, solo para llegar a su destino sin tener que cruzárselos.
En su carrera por llegar lo más rápido posible a su departamento, para darse un buen baño, arreglarse y esperar a su querido y perdido amor, después de tanto tiempo de esperarlo y arreglar su malentendido.
Esa mirada era suficiente para saber que vendría a él, como una promesa, como un conjuro.
“Te extraño”
Y tarareando, bajo la lluvia, sonrió triunfante.
Porque, Sasuke volvería, y de eso estaba seguro.