Hace un tiempo, yo tenía algo especial, no puedo recordarlo pero sé que es especial, porque me siento muy solo sin ello. Sí, yo tenía algo especial y me lo arrebataron, me lo arrebataron junto con mi ojo.
Desde muy pequeño, fui traído a la base militar, he sido criado para limpiar esta ciudad y recuperar eso tan valioso que me fue robado y vengarme de los que se llevaron mi ojo… y mis recuerdos.
Si recuperara mi ojo, sería capaz de recordar aquello que era tan valioso para mí o eso es lo que me ha prometido Doflamingo, la persona a la que le debo mi vida y mi lealtad…
. . .
- ¡Ace! – los golpes en la puerta significaban algo urgente, siempre era urgente – te está buscando Doflamingo –
- Voy –
Al levantarme para vestir el uniforme de nuestra Alemania, veo una vez más el parche que cubre mi ojo, jamás debo sacármelo pues ese es el lugar donde debía estar mi ojo y mi preciado recuerdo. Un sentimiento de desprecio me invade, no hay nada que desprecie más que la persona que arrancó mi ojo, sumergiéndome en esta agonía.
Dejé de ver el espejo y terminé de arreglar mi uniforme, tomé mi espada y la enfundé en mi cintura antes de salir de mi habitación. Mi principal refugio.
- Ya era hora que salieras – dijo Marco, un chico rubio de mi escuadrón – Doflamingo me ha mandado a buscarte, tenemos una misión –
- Siempre tenemos misiones, no cambia nada el hecho de estar yo o no en ella –
- Sabes que no es así, con tu ayuda hemos acabado con más de la mitad de los de resistencia –
- Solo son basuras –
Sin darle tiempo de responder, llegamos a la puerta de Doflamingo, avisamos nuestros nombres y esperamos la orden de entrar.
- Pasen –
La habitación era oscura, en un extremo estaba el abrigo de plumas que usa con frecuencia. La única razón de que nadie lo cuestiona en su forma de vestir es que él sabe cómo hacer las cosas, y nunca falla.
- Bien, les tengo una pequeña misión de búsqueda, me ha llegado información de que un grupo de la resistencia está establecido en una ciudad un poco lejos de aquí, su deber es ver cuántos son, averiguar lo más posible y matarlos –
- Si señor – dijimos sin miedo.
- Marco, puedes retirarte – dijo dándonos la espalda – Ace-chan, tú no –
- Nos vemos – dijo colocando una mano en mi hombro antes de marcharse.
- Bien Ace-chan ¿Cómo va tu ojo? –
- Muy bien, ni siquiera lo siento – dije sin emoción.
- No me refiero a este ojo – dijo tocando el parche – me refiero a tu verdadero ojo –
- Bien, no he tenido desgaste de la visión y mi rango de visión es perfecto –
- Me parece bien –
- Dime una cosa Doflamingo – le dije en el mismo tono monótono – ¿Por qué se llevaron mi ojo? –
- Porque tu ojo es único – dijo acariciando bajo mi ojo – ese color rojo no lo tiene ningún chico mas –
- ¿nadie? –
- Exacto, es por eso que aun podemos recuperarlo junto a tus recuerdos –
- Estos rebeldes a los que nos ha mandado ¿son “ellos”? –
- Posiblemente, llevan bastante tiempo escondidos sin ser detectados, pueden ser la raíz principal de todo esto –
- ¿Dónde están? –
- A las afueras de Núremberg –
Salí de la habitación a paso decidido, Marco esperaba recargado contra la pared, me miró esperando ordenes.
- Saldremos en veinte minutos, llama a uno más – le dije empezando a caminar – iremos a Núremberg –
Mientras Marco sonreía de lado y caminaba en dirección opuesta a la mía, yo me dirigí a la enfermeria, necesitaba ver a la enfermera.
- Bienvenido – dijo una chica rubia con una dulce sonrisa.
- Hola enfermera –
- Te lo he dicho, dime Kaya – dijo con un puchero.
- He venido a hacer la revisión, tengo quince minutos –
- Bien, recuéstate para anestesiarte –
Mientras ella procedía a adormecerme, mi conciencia se perdía en los recuerdos vagos de mi mente. Una casa, un chico del cual no puedo recordar su rostro, una fotografía, un parque y los amigos que tuve alguna vez. Cada vez que Kaya revisa el lugar donde debía estar mi ojo las mismas borrosas imágenes aparecen, no puedo encontrar la conexión por más que pienso en ellas ni tampoco puedo recordar mi tan preciado recuerdo. Los quince minutos se acabaron.
Mi parche volvía a estar en su lugar y Kaya se encontraba lavándose las manos.
- Bien, todo está en orden – dijo con una sonrisa.
- Si no tener un ojo es estar en orden – le dije sarcásticamente.
- Sabes a lo que me refiero Ace-kun – dijo con otro puchero.
- Debo irme, espero volver con mi ojo esta vez –
- Que te vaya bien –
Mientras salía de la enfermeria, otro chico rubio entraba, es alto y se la pasa el día fumando. Creo que se llama Sanji. Le resté importancia y me dirigí a la camioneta, recuperar mi ojo y acabar con la basura es mi única misión.
Mientras en la enfermeria
- Hola Kaya –
- ¡Sanji! – dijo la chica feliz – bienvenido –
- ¡tú siempre tan adorable! – dijo con ojos de enamorado.
- Y tú siempre tan feliz – dijo sonriente – ¿vienes a saber por su estado? – dijo seriamente.
- Si – dijo recobrando la compostura – ¿Cómo está Ace? –
- Nada bien, Doflamingo le ha convencido que ese es su verdadero ojo, a este paso el ojo que mantiene cubierto perderá su función –
- Ese desgraciado, no le bastó con arrancarle el ojo con sus recuerdos, sino que quiere controlarlo completamente – dijo molesto.
- Eso no es lo peor, Sanji-kun – dijo Kaya a punto de llorar – Doflamingo le ha dicho que alguien más tiene su verdadero ojo con sus recuerdos –
- Espera… te refieres a… – dijo haciendo una pausa – ¿el otro ojo rojo? –
- Si, Sanji – dijo derramando las lágrimas – Ace irá a por Luffy a matarlo –
- Mierda ¡debo dar aviso! – dijo saliendo del lugar a toda prisa.
Mientras nadie veía, la dulce Kaya lloraba silenciosamente el cruel destino
- Si tan solo nos recordaras, Ace –
Mientras en la oficina
- Bien, las dos partes del experimento están completas, es hora de ver quién es más fuerte –
- Nunca te cansas ¿verdad? – dijo una voz al otro lado de la línea – nunca estarás satisfecho ¿verdad, Doflamingo? –
- Fufufufu -