Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Entre clases y sábanas por Aludra

[Reviews - 49]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Al fin; esperé siete capítulos para comenzar con esta parte.

Espero les guste. Acepto cualquier reclamo y/o sugerencia. 

 

(Aún no está editado, por lo que quizás algo esté mal escrito o haya algún detalle incorrecto)

Amida

Otro día iniciaba. Y, a pesar de todo lo que había ocurrido recientemente, Amida cada día estaba más pendiente de su amistad con Eida.

 

Eida, hoy después de clases saldrás conmigo.  

Dobló el papel, y lo hizo recorrer por distintas manos hasta que llegó a las de él. Quería observar su expresión al abrir el papel y leer lo que decía.  Amida no solía ser directo con Eida en su forma de hablar. Siempre era éste quien daba órdenes de distinto tipo, quien rara vez pedía las cosas de forma sutil o narraba algún hecho con eufemismos. Eida siempre era muy conciso y directo, y Amida gustaba de esa cualidad suya.
Eida abrió el papel, y en seguida tomó su lápiz para responder. Durante varias ocasiones detuvo la escritura para pensar y luego volver a escribir. Al mandarlo de regreso observó a Amida, y su expresión, al contrario de la que pensó Amida que tendría, parecía alegre. Sin sonrisa, sin los ojos más abiertos ni las cejas levantadas. Pero Amida lo sabía.   

—Toma— dijo la compañera de atrás.   

No me gusta que seas así. ¿A dónde iremos?  

Amida sonrió, y guardó el papel en su bolsillo. Su amigo ya había aceptado.       

 

—Amida— ambos caminaban para salir de la escuela. Aquel día hacía el clima estaba muy fresco, por lo que tanto Amida como Eida estaban muy abrigados. Eida con un abrigo azul marino y botones cafés, y Amida con un polerón negro sin detalle alguno. —¿A dónde iremos?

—¿Eso importa?

Eida no respondió sino hasta salir de la escuela. 

—No, no importa. 

Amida lo observó un poco sorprendido, pues creía que Eida se molestaría e insistiría para saber a dónde se dirigían. Pero éste tenía una expresión tranquila, y parecía cómodo con la situación.
Ambos caminaron mientras Amida dirigía los pasos de su amigo. Se sentía cada vez más ansioso y emocionado de salir por primera vez junto a él, pues nunca antes habían estado en un sitio que no estuviese relacionado con el colegio. Sí —pensaba— ha ido a mi casa, pero sólo por regresar juntos de la escuela. En esta ocasión podré conocer otra parte de aquella persona con quien he vivido tantos días durante el año. En realidad —continuaba con su soliloquio interno— jamás me interesó profundizar mi amistad con Red, o con Gabrielle. Pero cada día que entro al salón y veo esa maraña de cabello dorado en conjunto de aquellos ojos miel tan somnolientos, es como si una fuerza intrínseca se apoderara de todo aquello sobre lo que creo tener control, y me dirijo hacia ese instante donde no existe el tiempo, donde sólo existe él, y al fin siento que todo está completo.   

—¿En qué piensas?— Eida preguntó mirando a su amigo hacia arriba, pero éste pareció recién despertar de su imaginación y notar en dónde estaban. Ya habían llegado. 
—Es acá— Amida observó a su amigo con una sonrisa muy definida por sus labios morados.   

Eida miró el sitio, y luego a Amida. Parecía molesto.  

—Si no te parece una buena idea, podem...

—Sí me gusta— el rostro de Eida se ruborizaba cada vez más, a medida que mantenía aquella expresión seria mezclada con enojo.   

Ambos entraron en aquella edificación antigua y con olor a cuero. Eida parecía jamás haber visitado un cine de ese tipo.  

—¿No habías ido antes a un cine arte?
—No.  

Amida notó que el chico parecía avergonzado de hacer esa declaración, pero que fuese la primera vez de Eida visitando ese lugar, además de que fuese con él, hizo que la situación le pareciese aún más interesante. 
Ambos caminaron hacia donde se encontraban las carteleras, y cada vez que Amida observaba a su amigo, éste parecía más y más fascinado por estar ahí, lo que, claramente, lo hacía sentir más ansioso y alegre de haberle invitado a aquel sitio.  

—¿Podemos ver ésa?— dijo Eida esbozando algo que parecía ser una sonrisa, aunque la expresión que tenía en sus ojos lo hacía parecer increíblemente emocionado. Con su dedo índice apuntó hacia un cartel en el que aparecía un hombre con la piel pálida y muchos alfileres sobre su rostro. 
—¿Ya viste esa película?
—No, desde hace mucho tiempo quiero verla. 

Amida consideró la posibilidad de que Eida pudiese tener miedo si veía esa película, pero en seguida asumió esa preocupación como absurda, pues con la personalidad tan seria e imperturbable de su amigo, difícilmente se asustaría por una película con efectos especiales tan mal hechos y una trama que ni siquiera se enfocaba en el suspenso.   

—Dos entradas para Hellraiser, por favor.    

 

Entraron a la sala y se sentaron en las últimas filas de la pequeña sala. Al sentarse, los asientos de cuero rechinaron, y Eida comentó algo acerca de un libro que había leído, pero Amida no conseguía prestarle demasiada atención por fijarse en las pocas personas que entraban. 
Cuando comenzó la película, ambos permanecieron inmóviles observándola. Pero cuando mostraron las primeras escenas de terror, Amida sintió que Eida se apoyó sobre su hombro. Al verlo, notó que estaba tapándose el rostro con las manos, dejando apenas un mínimo espacio entre los dedos para ver lo que ocurría en la película. Tenía los hombros subidos y las piernas muy juntas. Estaba muy aterrado. Amida pensó en salir con él para ir a ver algo más, pero cuando sintió el olor que desprendía el cabello de Eida tuvo deseos de seguir ahí.  

 

Al salir, Eida aún parecía tener miedo. Amida se fijó en sus labios que temblaban, y un extraño pensamiento se sepultó en su mente, pero asustado por ello, decidió sacar esa idea de ahí, o al menos encerrarla en algún sitio para no pensar más en algo semejante. Amida pensó que Eida estaría en silencio hasta que algo lo obligara a pronunciar alguna palabra, pero en cuanto salieron al exterior, éste le habló.  

—No digas nada.  

Amida sólo rió despacio, y metió las manos en sus bolsillos.

Luego de un rato, cuando ya se encontraban cerca de la casa de Eida, sintieron una brisa con olor a jazmín. Ambos se miraron sorprendidos, y entendieron que el otro había evocado el mismo recuerdo de aquella vez que chocaron fuera de uno de aquellos pasajes.   

—Nunca logré entender por qué ese día decidiste faltar a la escuela sólo porque tus lentes se habían quebrado.  

Amida miró al cielo y recordó lo desolado que se sentía en aquellos días. Pensó en esas mañanas tediosas en que sabía lo monótono y aburrido que sería ése y todo el resto de los días. ¿Cuándo había cambiado todo? Luego de ese extraño encuentro en que Amida creía estar seguro de que Eida lo detestaba aún más, sintió deseos de hablar con él al día siguiente, de volver a oír su voz. "Tener algo que esperar cada día hace que todo se sienta más liviano y como si el tiempo transcurriera a una velocidad impensable", pensó mientras continuaba observando al cielo y emanando vaho por su boca.      

 

 

Eida  

Sus labios oscuros y delgados dejaban salir leves nubes de vapor. Su rostro de perfil apuntando hacia la luna recibía sus reflejos blancos, y en ese momento sus rasgos se veían más suaves y finos que de costumbre. En ocasiones había pensado que Amida era un tipo atractivo, pero como también lo había pensado de algún primo o cualquier hombre con el que se cruzara por la calle. Pero en ese instante pensó que Amida era realmente atractivo, que su rostro era muy bonito. Este pensamiento nuevo lo hizo sentir agobiado y nervioso, pues sólo de mirar a aquel chico en aquella posición se sentía bien. 

Los faroles alumbraban la escena, y Eida se pensó a sí mismo caminando junto a su amigo. Pensó que él sería amarillo, y Amida azul. 

Mientras meditaba sobre la situación que estaba viviendo, Amida giró la cabeza y lo observó. Debió estar con una expresión sumamente idiota para que Amida se tapara la boca para reír mientras apretaba sus ojos y levantaba sus cejas. Reía despacio. A pesar de aquello, Eida continuó mirándolo. No podía creer que un rostro fuese tan interesante, y menos aún que recién fuese capaz de notarlo. Cuando Amida abrió un poco los ojos y vio a Eida que seguía mirándolo de aquella manera tan extraña, se detuvo. Eida también dejó de caminar, y ambos se quedaron observando mutuamente. 
Eida alargó su mano y acarició el rostro de su amigo. Quería sentir con sus dedos esa piel que tanto le llamaba la atención, y con su dedo índice bordeó lentamente el contorno de su rostro, luego los ojos, y finalmente sus labios. No entendía por qué no sentía vergüenza de hacer tales cosas, ni por qué deseaba hacerlas si durante el día se limitaba al contacto físico con Amida cuando lo creía necesario, o cuando era su amigo el que creaba la instancia. Pero no se cuestionaba por qué hacía esas cosas, pues por su mente sólo pasaba la información del tacto que tenía su dedo contra la piel de Amida. 

Amida sólo estaba quieto, inmóvil, sintiendo.

Eida alargó su otro brazo, y ahora sus dos manos estaban apoyadas sobre el rostro de Amida. Miró sus ojos negros, su piel tan blanca, su nariz tan delicada, y quedó perplejo ante sus labios. ¿Cómo podían existir labios de color morado? Con sus manos, tomó cuidadosamente sus lentes, y se los quitó. Con una mano los dejó en el bolsillo del polerón de su amigo, y se aproximó aún más. Sentía la respiración de Amida sobre su rostro, y notó lo cerca que estaba de él. Nada pasaba por su cabeza. No habían reflexiones, ni cuestionamientos. Eida tomó con ambas manos la cabeza de Amida, y lo acercó lentamente a la suya. Cada vez su respiración se sentía más cálida, y podía ver más de cerca a su amigo. 
En aquel momento, mientras estaban tan próximos entre sí y ambos podían apreciar tan de cerca las facciones del otro, Eida sintió cómo sus labios rozaban los de Amida. Sintió lo tibios que estaban, lo suaves y húmedos que eran. También sintió que su corazón se iba a salir. Recordó los primeros días en clases cuando los profesores lo hacían hablar en voz alta y se sentía incapaz de manejar la situación sin perder la consciencia en el intento, a pesar de que siempre lograba terminar ileso. Pero ahora era diferente. El dolor que sentía en el pecho le producía calidez en todo el cuerpo, y pensó que no podría sentirse mejor. Permanecieron de esa manera, con sus labios sólo tocándose los unos a los otros, compartiéndose, hasta que Amida subió el rostro y lo besó en la frente. Eida se sintió avergonzado e incómodo. Se despidió diciendo adiós, y continuó caminando solo, pues estaban cerca de su casa. No se devolvió para ver a quien había dejado sólo unos metros atrás.   

Entró a su habitación y se acostó boca abajo sobre su cama, hundiendo su rostro en la almohada.   

"¿Por qué fui tan imbécil?", se preguntó mientras respiraba fuerte y se sentía derrotado. Pero la calidez que sintió en sus labios aún no se iba, así que, en vez de martirizarse por algo que ya había ocurrido, decidió recordar aquella sensación hasta dormir. 

 

 

Amida  

Se dirigió a su casa sin pensar en lo que había ocurrido.
Cuando entró, todo estaba oscuro y sólo se veía una luz proveniente de la pieza de su hermano. Subió sin avisar su llegada, y entró en su habitación. Sin prender la luz, se sacó la ropa y se puso un pantalón para dormir y una camiseta vieja. Se acostó bajo las sábanas y el cubrecama, y cerró los ojos. Lo primero que pensó al hacer eso, fue en la cara de Eida al acercarse. Sus ojos cerrados hacían que sus pestañas se viesen largas y la forma de sus ojos como almendras. Sus labios rosados ahora le parecían más idóneos. Pero, en seguida después de esas agradables imágenes, apareció una duda que en ese momento también lo había inquietado: ¿Cuál será su motivo?

Se volteó sobre la cama, y puso sus manos bajo su cabeza. Ésa pregunta seguía rondando por ahí, apareciendo constantemente.
Comenzó a quedarse dormido, y el último pensamiento que floreció en él fue el del calor que sintió al tener tan cerca de sí a Eida. 

Notas finales:

¿Cómo les gustaría que continuara?¿Qué piensan que puede o va a pasar? 

¡De verdad las/os quiero leer!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).