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Nos conocemos de nuevo por maxi anime

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo:

Perdonen la gran demora, digamos que con los feriados usar la pc es complicado, más cuando hay una sola en un living, se deben de imaginar a varias personas querer usarla, XD pero justo callo para el cumple de Mu que puedo actualizar ¿será que tendré el siguiente cap listo para dentro de tres días? Puede ser, tengo algunas cosas que modificar antes que el gran 30 llegue, y tengo bastante hecho, pues verán este cap es más largo en verdad, pero preferí centrarlo un poco antes de continuar y por el ello el título, la frase matadora.

A casi tres días de cumplir los veintiún años, en tan solo tres días aproximadamente  el comenzaría un nuevo camino para convertirse en la voz de su pueblo, en tan solo pocos días el sucedería a su padre en el puesto. Contaba los días entre ansias e incertidumbre, entre deseos de escapar de todo aquello y no ser obligado, al mismo tiempo que deseaba que ese día llegara para ser considerado un hombre a los ojos de los mayores. Pero a pesar de ello, se sentía fuera de lugar, sentía que liderar a un poblado oculto en el momento no era su lugar, miro el anillo que llevaba en su brazo, para el día de su cumpleaños, en una ceremonia donde lo llamarían hombre, y desde ese momento el lideraría a su pueblo, pero no podía evitar preguntarse  ¿A qué? ¿Por qué guiar a un pueblo del que nadie sabía su existencia? ¿Para evitar guerras? ¿Quién querría combatir contra un poblado que estaba completamente aventajado por la montaña? Nadie sobreviviría más de un par de horas en las montañas ¿Por qué ser la voz del pueblo?


-Shion, hora de cenar- le interrumpió sus pensamientos su madre, Prajna.


-Ahora voy madre-exclamo levantándose de la cama para ir a donde su progenitora lo esperaba con un plato humeante sobre la mesa, se sentó en la mesa sin prestarle mucha atención, mirando a su padre de frente, espero paciente a que su progenitora terminara de poner la mesa y empezó a comer, hasta que una vara llego a golpearlo.


-Primero debe bendecirse los alimentos, dar gracias a la tierra por estos alimentos que nos ha proporcionado,  Shion- le corrió su padre- En unos días serás tú el que haga la bendición de la mesa, Shion, ya casi tienes veintiún años, serás un hombre y aún tengo que corregirte.


-Lo siento padre- exclamo bajando la mirada, mientras alejaba su mano enrojecida- lo olvide.


-Siempre lo olvidas.


-Nayat, aún es un niño, no puedes evitar que olvide cosas.


-En unas semanas Prajna, nuestro hijo se convertirá en hombre y será quien tome las decisiones en nuestro pueblo, ha pasado cada prueba de manera prodigiosa, ya es hora que debe tomar las actitudes de hombre y dejar de comportarse cuan niño.


-¿Decisiones?- pregunto el joven mirando a sus padres con intriga- Nunca pasa nada aquí, cada quien vive de su cosecha, del agua de la montaña ¿De qué decisiones me hablas padre?


-Decisiones para mantener la paz en nuestro pueblo.


-Repite ¿Qué decisiones? No lo comprendo- volvió a mirar intrigado- nunca ha pasado nada que sea relevante, se me ha hecho pasar desde temprana edad pueblas físicas para sobrevivir pero ¿Para qué? Nuestro pueblo vive aislado del mundo entero desde la era de los mito, cualquier persona ajena a nuestra raza jamás lograría sobrevivir en las montañas, solo nosotros ¿Alguien va a quitarnos tierras? Nuestras tierras las hemos cuidado desde hace siglos, porque es para nuestra supervivencia, para que el pueblo se mantenga, pero, solo nuestras manos pueden ocuparse de estas tierras, a cualquier mano extraña solo lograría secar la tierra ¿Para qué tanta preparación padre? Evadimos con diplomacia cualquier enfrentamiento pero ¿Quién ha querido enfrentarse a nuestro pueblo? No lo comprendo padre.


-No me respondas, Shion, tu eres mi hijo y tu deber será sucederme en un futuro, para ser tu quien guie a nuestro pueblo- grito Nayat ante las palabras de su hijo-es un honor ser el líder de nuestra raza.


-¿Liderar dices?- pregunto indignado- Nunca hacemos nada, ni siquiera existimos para el mundo, nadie intenta subir las montañas, nadie sobreviviría a estas alturas padre ¿de qué te sirve ser líder de un pueblo fantasmas?


-Nosotros existimos, no somos un pueblo fantasma, Shion.


-Pero solo entre nosotros, somos un pueblo oculto en china.


-No te permito que hables así- grito el anciano parándose y mirando a su hijo con furia- nosotros existimos y seguiremos estando.


-Padre, no permites que los niños de la montaña bajen a aprender del mundo en las escuelas, aquellos edificios que están en pueblos aledaños a la montaña ¿Cómo sabe el mundo que existimos si nos mantenemos ocultos?


-Es para la seguridad del pueblo, nadie debe de llegar hasta aquí, nunca, nuestra raza y nuestras costumbres prevalecerán sin ser corrompidas por paganos.


-Nadie puede llegar hasta aquí, nadie recite.


-Suficiente- grito levantándose de la mesa- hasta que aprendas a respetar tu legado y tu lugar aquí, y por tanto lo que serás fuera de mi vista.


-Bien, porque yo tampoco quiero verte- exclamo el peliverde saliendo enfadado, corrió a su habitación donde se encerró y se quedó recostado mirando el techo de madera de su habitación.


Las horas pasaron sin el darse cuenta, vio a lo lejos el sol moverse hacia las montañas a ocultarse, miro su repisa, la cual alguna vez quiso que tuviera un solo libro para leer más que los viejos cuentos de su pueblo, pero hasta ello su padre le había prohibido, porque según él, cualquier influencia del mundo bajo la montaña era negativa. Golpeo con fuerza su almohada hasta que sintió que tocaban la puerta, se reincorporo rápidamente, conocía quien tocaba antes de entrar a su alcoba y era su madre, su padre solía solamente entrar de golpe para hablarle de sus deberes como hombre y futuro líder.


Prajna miro conmovida a su hijo, el cual se arreglaba el pelo largo, traía en sus manos una bandeja con algo de comida, aquel almuerzo que Shion no pudo degustar, se lo dejo sobre la mesita de luz y le sonrió, mientras se sentaba a su lado.


-Hijo ¿Por qué te afecta tanto que seamos un pueblo oculto en las montañas?- pregunto mirándolo como tomaba una hogaza de pan.


-Porque no me parece bien, parecemos ratones ocultándose del peligro, cuando no existe peligro alguno.


Prajna se levantó y busco en aquella repisa de libros viejos, los ojeo un poco saco un pergamino de entre ellos, una antigua reliquia y lo abrió ante los ojos de su hijo, el pergamino tenía un mapa de algún lugar, una isla, con casas, árboles y dibujos diversos.


-¿Qué es eso?- pregunto sin entender, aunque más le llamaba la atención ver eso y noto una pequeña casa con un signo, le parecía haberlo visto antes, aunque era la primera vez que lo veía, era como si conociera su significado y lo respetaba, respetaba aquel símbolo en forma de báculo dorado, toco el papel con gentileza y al pasar por aquel símbolo su corazón latió con fuerza, sin comprender porque de aquella reacción, continuo preguntando- ¿Qué significa?


-Eso hijo, es un símbolo de Athena, la diosa griega de la sabiduría y este mapa es el del continente de Mu, donde nosotros provenimos- explico mirándolo- muchos siglos atrás, en la era del mito, nuestros ancestros fueron elegidos por la diosa para crear las armaduras que protegerían a sus guerreros, nuestra gente acepto, siempre fuimos pacifistas y no íbamos a involúcranos en una guerra, pero el que ayudáramos a la diosa enfureció a otro dios, con quien estaba teniendo una guerra, Si, Athena gano, pero Poseidón, el dios del mar, en venganza porque nosotros ayudamos a la diosa, mando un cataclismo, grandes olas, maremotos, terremotos y toda catástrofe que pudo, nuestra isla se perdió en el fondo del mar junto a miles de mujeres, hombres y niños, quedando solo un puñado, que se escondió en estas montañas y permanecimos aquí, alejados de todo conflicto.


-¿Por qué dejamos de creer en Athena?-pregunto sintiendo como su cuerpo reaccionaba distinto ante la palabra Athena, al nombrar a aquella diosa, sentía el fuerte palpitar de su corazón y sonrió, sonrío de verlo, pero no comprendía el porqué de la palabras de su madre, no lo creía posible a pesar de que su progenitora nunca le había dicho nada y siempre le hablaba con la verdad, su corazón sintió duda - ¿Por qué ella no nos ayudó?


-Ese es el gran misterio hijo, después del cataclismo que termino con la isla de Mu y nuestro exilio, Athena nos olvidó, jamás volvimos a saber de ella- respondió mirando el papel con firmeza, esperaba que con sus palabras su hijo recapacitara de su actuar y dejara de pelear con su padre acerca de liderar al pueblo, ellos eran un pueblo de paz, aislado del mundo para evitar sufrir y así debían permanecer, decidió continuar el relato contando lo que sabía, de las muertes sin sentido y lo que significaba, según ella, adorar a Athena-  si, cada doscientos años ella se enfrasca en nuevas guerras contra algún dios, mientras, nosotros, nos hemos retirado lo más posible para no estar en medio de esas batallas, hace ya más de doscientos cincuenta años se llevó a cabo una batalla aquí, nosotros no teníamos nada que ver en ella y fue donde muchos inocentes fueron asesinados por espectros de Hades y en tanto, Athena no hizo nada, no ganamos nada con la victoria de Athena en aquella guerra, más que lamentarnos por la muerte de nuestra gente.


-¿Por qué Athena nos abandonaría?- se preguntó el peliverde mirando el papel- ¿nadie ha vuelto a venerarla?


-Nadie, ella nos falló hijo- exclamo con seguridad, aunque luego lo pensó- bueno, no exactamente fue olvidada, una familia siempre ha predicado de que la diosa Athena, a pesar de habernos abandonado, ella es bondadosa y ama a la humanidad, dando su vida por ella en cada guerra santa, la familia de Tenzin, está al otro lado de la montaña y ellos hablan maravillas de la diosa que nos abandonó.


-¿El loco?- se preguntó quedando espantado, recordaba exactamente las palabras de su padre sobre un hombre llamado Tenzin, el único en el poblado y su raza, y lo que su padre le había dicho no era nada agradable.


-Así es, él sabe todo y tiene su fundamento sobre el porqué seguir venerando a Athena.


-¿Dónde puedo encontrarlo?- pregunto mirando el papel intrigado, su corazón latió con fuerza al ver aquel papel de lo que fue antes donde vivió su pueblo, y más fue al escuchar el nombre de la diosa Athena- Quiero conocerlo.


-Vive del otro lado de las montañas, donde el aire es más pesado, y el frio te carcome la piel, allí encontraras a Tenzin, aislado de todos, para protección de todos.


Shion espero a que su madre saliera de la habitación, miro su reflejo en el vaso de agua, por un momento vio a una mujer de largos cabellos de un color violeta, quizás purpura, disipo su mente y luego miro por su ventana, pronto llegaría el atardecer. Termino de comer a toda prisa y saliendo por la ventana de su habitación salió a toda prisa hasta donde su madre le había dicho, mientras desde la ventana de su casa sus padres lo miraban, esperando aprendiera aquella lección, para ser un buen líder.


No muy lejos, pero a la vez lejano, era el lugar donde había ido a vivir aquel hombre que todos llamaban el loco entre su raza. Tenzin era un hombre sabio a su mirar, hijo de otro hombre sabio que a su vez fue hijo de otro sabio, y así la cadena se repetía hasta la era del mito, donde sus antepasados, los forjadores de las sagradas armaduras de los santos de Athena, habían comenzado la cadena. Su familia era la única que quedo entre las pocas que lograron sobrevivir en los siglos que pasaron, la única que aún seguía creyendo en la diosa Athena, profesaba a todos acerca de la diosa, de su poder, su bondad y compasión, su amor por la humanidad y sus sacrificios por ella, que no debía de ser abandonada a pesar del pasado, pero los hechos lo marcaban como un hombre loco entre el pueblo, por lo que se había aislado, junto a su familia muchos siglos atrás.


Tenzin de alguna manera había conocido a su mujer, quizás ella quiso cambiarlo, quizás él quiso cambiarla a ella, eso nadie estaba seguro de que paso, pero lo que si estaban seguros era que habían terminado casándose y teniendo dos hijos, su esposa aun intentaba persuadirlo de sus creencias acerca de la diosa Athena, queriendo que las abandonara, pero la fe de aquel hombre añejado por el maltrato del propio pueblo, persistiría en ello y sus conocimientos los trasmitiría a las generaciones venideras, a sus dos hijos nunca dejó de hablarles de ello. Dos niños de curioso carácter, tímidos ante otros niños de su pueblo en las montañas, inteligentes y vivaces, un desperdicio según la palabra de otros hombres, ya que estos jamás ayudarían al pueblo, sino seguirían el camino marcado de su padre.


Tenzin como fiel seguido a la diosa, además de adoctrinar a sus dos hijos y seguir sus enseñas acerca del amor, el entendimiento, la prudencia, la templanza, la fortaleza, el perdón y la redención, todas las doctrinas que la propia Athena había marcado, atributos que sus santos debían poseer y a sus hijos los llevaba a ese camino, queriendo que se trasformaran en santos de la diosa. Tenía en su poder mapas, viejos pergaminos, libros escritos por sus antepasados donde decían todo acerca de todo lo que tenía que ver con los santos de la diosa, y el principal de todos, el llamado maestro de Jamir, de quien esperaba este aceptara algún día a sus hijos, pero si de algo no estaba seguro era la ubicación de la torre donde el, quizás, único santo de Athena que era un Mu permanecía entrenando a su sucesor y reparando armaduras.


Shion se encamino a aquel lugar alejado donde todos en su pequeño pueblo hablaban pestes de aquel hombre y no tardo en divisar la casa, incluso se sorprendió de no sentir ninguna clase de dolor ante seguir ascendiendo por la montaña, nunca se había entrenado para ello, pero sentía aquel como un leve ascenso sin mucho esfuerzo. Finalmente diviso a lo lejos una pequeña choza a la cual se fue acercando lentamente y al notar que la casa nunca crecía, seguía siendo pequeña. Paso su mano por su cabello para peinarse y luego se acercó hasta la puerta donde toco, esperando respuesta.


Un hombre salió a atender, era un hombre alto y escuálido, de cabellos cortos de color violeta y ojos verdes. Shion lo examino de pies a cabeza antes de pronunciar palabra alguna, se veía un hombre bastante cuerdo pero a la vez su rostro no le daba demasiada confianza, respiro profundo tomando valor.


-Soy Shion, el hijo de Nayat, mi madre me ha enviado a aquí, dice que usted sabe mucho sobre la historia de nuestro pueblo con la diosa Athena.


-Dices ser hijo de Nayat, ¿Cierto?- pregunto el hombre mirando con desconfianza- ¿Has venido a burlarte de mí muchacho? Se perfectamente que tu padre y tu madre rechazan a la diosa de la sabiduría.


-Lo sé pero, yo no, acabo de enterarme de sus existencia- insistió- quiero saber más, mi madre me comento que ella nos abandonó, pero yo no lo veo así, no creo que una diosa pudiera abandonarnos, yo siento que Athena no lo hizo- exclamo molestándole el pergamino que su madre le había mostrado y sosteniéndolo con fuerza- yo no creo en eso.


-Pasa- exclamo haciéndose a un lado y lo llevo hasta donde había una biblioteca repleta de libros y más pergaminos- ¿Porque crees que la diosa no nos abandonó?


-Solo lo creo, no puedo explicarlo, siento que lo sé, que ella no nos abandonaría pero...no comprendo que paso- explico mirando el pergamino.


Tenzin saco varios libros y los coloco sobre la mesada de la cocina, donde abrió algunos, señalando mapas y dibujos coloridos- veras, Shion, nuestro pueblo creo las sagradas armaduras de la diosa, desde la era del mito, la diosa Athena ha peleado contra los ejercito de otros dioses, Poseidón, Ares y hasta el mismísimo Hades, todos ellos queriendo destruir la tierra, porque dejaron de confiar en la humanidad, Zeus, el dios supremo, había encomendado a Athena el cuidado de la tierra pero los demás dioses no estaban de acuerdo con ello, querían destruir a la humanidad que los había olvidado, fue cuando  comenzaron las guerras santas y los guerreros de Athena, hombres que peleaban bajo sus órdenes, levantaban su puño con tal de defender los ideales de su diosa.


-¿Que son las armaduras?- pregunto intrigado, aunque se sintió que conocía la respuesta a aquella pregunta.


-Son los mantos con los que los santos de Athena, los guerreros de la diosa, se vestían, con ellas se protegían de los ataques de otros, y no necesariamente tenían que sacrificar sus vidas, fueron creadas por nuestra gente en aquella primera guerra contra el emperador de los mares, Poseidón, en total fueron tantas armaduras como constelaciones en el cielo las creadas, Poseidón sumergió la isla de Mu en una catástrofe en venganza por nosotros ayudar a la diosa- explico serio abriendo el libro y mostrándole imágenes de o que habían sido los diseños de las armaduras.


-Un carnero cimarrón- exclamo tocando la imagen, le parecía muy familia-Aries.


-Estos son los planos de la sagrada armadura dorada, la armadura de Aries, se dice que solo pueden llevarla descendientes de Mu,  aquel que podrá reparar las armaduras en tiempos de guerra o necesidad.


-¿Un descendiente de Mu?- pregunto mirando aquel papel con intriga, algo en aquella imagen le parecía familiar.


-Así es, las armaduras fueron forjadas con gran maestría, utilizando los mejores materiales posibles.


-Gammanium, Orichalco y Polvo de Estrella- exclamo leyendo-¿Dónde se encuentran esos materiales?


-Todos a disposición del santo de la torre en las alturas.


-¿En las alturas?


-Una torre de seis pisos erguida dentro la montaña, para poder atravesarla debes de primero transitar por un cementerio de esqueletos, que se levantan ante cualquier extraño, luego hay que cruzar un puente, debajo de él hay un acantilado repleto de picos y más esqueletos, nadie ha podido pasar por ahí.


-Suena…sencillo- exclamo sonriendo entusiasmado, una imagen llego a su mente de aquella torre, de un pasado donde él estuvo, mirando el so caer por el horizonte.


-No lo es, ¿no me prestas atención?- pregunto el hombre sorprendido por el entusiasmo que el joven de pronto demostró.


-Papi mira- interrumpió la voz de un pequeño, un niño de no más de seis años, adentrándose al cuarto con un pequeño diente en sus manos- se me callo el diente, soy niño grande.


-Ya veo eso hijo- miro sonriente a su hijo, el cual levanto a sus brazos-Mu, ahora estoy ocupado ¿Vas a poner el diente bajo la almohada?


-Si papi-sonrió mientras su padre lo bajaba, solo para salir corriendo de la habitación.


Shion miro sorprendido a aquel niño de cabellos violáceos y mirada inocente a la vez que contenta mostrando un diente que acababa de caerse, como si fuera una hazaña que acababa de lograr. Había algo en aquel niño que se le hacía demasiado familiar, como si antes lo hubiera visto, hubiera hablado y no era simplemente cruzarse y saludarlo, era algo más, ese niño no solo le despertaba sentimientos de intriga ante conocerlo, saber quién era y porque le parecía familia, al mismo tiempo que le daba una sensación de querer protegerlo.


-¿Su hijo?- pregunto señalando.


-Mi hijo menor- respondió Tezin- mañana es su cumpleaños número seis.


-Me parece haberlo visto antes.


-No creo sea posible, Mu aun no sale de esta casa, aun es pequeño, aunque ya está en edad para comenzar un entrenamiento como santo de Athena.


-¿Qué?- pregunto sorprendido por esa afirmación.


-Quiero lo mejor para mis hijos y lo mejor es abandonar la monotonía en la que vivimos, no repetir este ciclo infinito en el que existimos desde que se destruyó el continente de Mu, no estamos condenados a vivir así por siempre, quiero que mis hijos, Mu y Zen, se conviertan en santos de la diosa Athena, que rompan el ciclo y para ello, cuando sea el momento, llevare a ambos ante el maestro de Jamir, aquel descendiente de Mu que vive en la vieja y olvidada torre, para que el los adoctrine.


Miles de cosas pasaron por la mente de Shion, sin el comprender, una de ellas el nombre del hijo mayor, Zen, aunque luego de pensarlo quizás aquel hombre les puso esos nombres a sus hijos de manera de convencer al hombre que vivía en la torre. La otra cosa que paso por su mente fue un pensamiento errático de, “Mu ya vivió el entrenamiento”, no entendía porque pero le daba la razón a aquel pensamiento que se apodero de él, era una certeza que no tenía fundamentos en su pensar pero era real, lo creía.


-¿Sabe dónde está la torre?- pregunto intrigado.


-Al norte, caminando siempre recto, es imposible perderse- exclamo mostrándole un mapa- ¿Quieres presentarte ante el maestro?


-No…bueno, si- respondió con duda- quiero que me responda un par de preguntas, sobre nuestra raza, sobre Athena…sobre el porqué él está aislado.


-El camino es peligroso, incluso para mí, que soy un hombre adulto.


-No hay problema, yo puedo.


-No puedo evitar que te presentes ante el maestro, pero si de pronto te cuesta respirar, da marcha atrás- le advirtió dándole los pergaminos al ver la decisión en su mirada- ¿Sabes que estoy en la obligación de buscar a tu padre y decirle de tus planes?


-Puede hacerlo, no lo detendré-exclamo tomando los pergaminos y luego salió de la casa a paso lento siguiendo el camino marcado por Tenzin, el cual cuando él se alejo fue por el rumbo contrario.


Camino por varias horas hasta que la noche llego, el frio que azotaba podía fácil congelar a una persona no acostumbrada al ambiente de montaña, pero para él no era así, su cuerpo podía soportarlo todo, a pesar de nunca haber recibido algún entrenamiento. Mientras avanzaba no tardo en tener esa sensación extraña de conocer todo a su alrededor, cada piedra y cada árbol, todo le parecía remotamente familiar. Por un momento se agacho y vio a una lagartija caminar a paso rápido por el acantilado, ocultándose de la noche al parecer, estaba por seguir su camino cuando noto a aquel niño de cabellos lila aparecer de repente frente a la lagartija y la tomo entre sus manos.


-¿Pero qué? ¿De dónde saliste?- pregunto mirando hacia todos lados, buscando algún pasadizo o cueva, pero no vio nada.


-Hola, me llamo Mu ¿Cómo te llamas?-exclamo el niño tomando al reptil- tu piel es dura como piedra, te pondré roca.


-¿Qué haces aquí?- pregunto Shion acercándose- ¿Me seguiste? ¿Porque?


-No sé- sonrió acariciando a la lagartija-Solo quise seguirte…la torre del maestro es por allá, yo también quiero ir.


-Tu padre dijo que era peligroso.


-Se lo que dijo-exclamo sacándole la lengua y luego desapareció para volver a aparecer sobre un risco.


-¿Cómo hiciste eso?- exclamo sorprendido.


-No sé, solo quiero hacerlo y lo hago- se encogió de hombre volviéndose delante de Shion- ¿Me llevas ante el maestro?


-¿Quieres ir a ver al maestro?- exclamo sorprendido el peliverde- ¿Por qué?


-Mi papá quiere que lo conozca, ha de ser un hombre muy poderoso, mucho más que mi papi y quiero verlo.


-¿Quieres que te entrene?- pregunto mirándolo intrigado y de regreso aquella afirmación surco su mente, Mu ya había entrenado.


-¿Qué es entrenar?- exclamo el pelilia mirando intrigado y le quito el pergamino, sacándose de las manos haciéndolo flotar, y lo llevo hasta sus manos- Ahora deberás llevarme allá.


-Devuélveme eso- grito molesto.


El menor miro el pergamino con una sonrisa traviesa y luego comenzó a desaparecer, para volver a aparecer unos metros más adelante, ante aquello Shion comenzó a correr tras el para alcanzarlo y quitarle el mapa del lugar a donde debían llegar. El menor comenzó a correr, a aparecer y desaparecer, alejándose cada vez más rápido, sin importar si seguía o no el camino marcado en el mapa, llegando a donde había grandes campos de arroz que estaban siendo cosechados.


Divertido Mu comenzó a correr entre la plantación ocultándose de Shion, quien no tuvo problemas en divisarlo ante las plantas de gran tamaño, su cabello era imposible de no ver. Entre las plantaciones no noto que alguien estaba cosechando el arroz y muy divertido veía cada cosa, casi al punto de reír a carcajadas, con solo ver donde el niño corría supuso a donde iría, conociendo el camino de la plantación como la palma de su mano, camino a paso lento entre la plantación y logro ponerse delante del niño, el cual con una sonrisa divertida lo miro.


-¿Qué haces escondiéndote?- exclamo aquel muchacho mirándolo con intriga- ¿escondiéndote de tu hermano?


-No es mi hermano- bufo molesto.


-Mu, vuelve aquí- exclamo al final Shion poniéndose delante de él y agarro al menor- gracias.


-¿Tan malo es tu hermano que huyes de él?- pregunto sonriéndole el joven de cabellos castaños y ojos verdes.


-No es mi hermano, él fue a buscar a mi papá y mi papá le dio un mapa- respondido antes de Salir corriendo nuevamente.


-Si algo le pasa, su padre me matara- exclamo consternado.


-No te preocupes, tengo algo que lo va a hacer volver- sonrió el joven buscando algo en sus bolsillos- Lo encontré, Mu ¿quieres un dulce?


Como si fuera una palabra mágica el niño volvió a donde estaban los mayores, el joven de cabellos castaños miro sonríete mientras le entregaba un pequeño caramelo, el cual se lo devoró en un instante.


-Esta por anochecer- exclamo revolviéndole los cabellos al más pequeño- ¿quieren pasar la noche en mi casa?


-No queremos molestar.


-No es molestia- exclamo con una sonrisa amable-Mis padres están en Hong Kong y quede solo, tengo espacio más que suficiente, desde hace un par de semanas.


-¿No volverán pronto?- exclamo Mu mirando intrigado.


-No, tienen que hacer algunos papeleos.


-Mi papi me dijo que nunca valla con gente extraña a nuestro pueblo.


-Me llamo Dohko, Feng Dohko ¿Cómo se llaman así dejamos de ser extraños?


-Yo soy Mu- respondiendo el de cinco años sonriendo.


-Yo Soy Shion- acoto dándole la mano.


-¿No tienen apellido? Cualquiera diría que son familia.


-De dónde venimos somos pocos y no es necesario tener apellidos, todos nos conocemos, no conozco a nadie en todo el pueblo que se llame Mu.


-Y yo no conozco a nadie que se llame Shion.


-Sí, son nombres algo peculiares- sonrió el chino sonriendo- creo que eso es…En el Tibet ¿no?


Ambos mayores se estrecharon la mano en signo de amistad, y por un breve momento como si un impulso eléctrico los tocara algo paso por sus mentes, ese encuentro ya se había gestado, una imagen apareció en la mente de ambos, ambos se presentaron de la misma manera, aunque no en las mismas condiciones, ahora estaban rodeados en medio de una plantación,  en el recuerdo que surco sus mentes estaban en un lugar desolado, en medio de ellos había un hombre mucho mayor que los presento, ambos habían estrechados sus manos, ahora en ese momento estaba Mu observándolos. Se separaron al instante, sintiendo ambos que algo les faltaba por hacer, que algo debían de repetir para concretar, sea lo que fuere ninguno dijo más nada, solo se quedaron mirándose.


Dohko los guio hasta su cabaña, no muy lejos de la plantación, una casa acogedora donde dos habitaciones había a parte de un gran comedor-cocina. El dueño de casa les mostro la habitación donde dormirían, el cuarto de sus padres, mientras el estaría en la habitación contigua. El anfitrión ofreció lo único que sabía cocinar a sus dieciocho años de edad, arroz, y cenaron sin demora para  luego dormir, Shion y Mu en la cama más amplia, en la cama de los padres Dohko. Sin Mu querer hacerlo, o solo por instinto, mientras dormía se abrazó a Shion y sonrío, se sentía a gusto entre sus brazos protectores y no dudo en estar allí, donde un sentimiento de paz perdurara. Al mismo tiempo Shion lo abrazo, había algo en aquel niño que le daba deseos de abrazarlo y no soltarlo, deseos de protegerlo ante todo lo que le pudiera hacer daño, inexistente o no, el quería estar allí para protegerle.


A la mañana siguiente Shion y Mu emprendieron su camino nuevamente, aunque Dohko apareció de repente con un pequeño bolso de mano.


-Yo voy con ustedes.


-Pero es peligroso- exclamo Shion intentando persuadirlo.


-Nada es más aburrido que cuidar la siembra, puedo hacerlo cuando vuelva y será más entretenido, tendré más que cosechar- sonrío con picardía tomándole la mano a Mu- vamos, que el maestro que buscan nos espera.


Los tres volvieron al camino marcado por el mapa, Mu le tomo la mano a ambos mayores, sintiéndose protegido por ambos, aunque no entendía porque. El camino hacia aquella vieja torre no presento más que soledad y frio, piedras y una sensación de peligro tras sus espaldas, pero ellos no sintieron temor. Pasaron de largo, tapándole los ojos a Mu, cuando cruzaron por el cementerio de esqueletos, donde nada paso, más sintieron un gran pesar, y finalmente, entre la neblina llegaron a un puente, tras él un enorme edificio se alzaba, una torre que parecía abandonada.


-No veo la puerta- interrumpió Dohko comenzando a buscar la puerta, rodeando la base de la torre, pero no vio nada más que paredes, ni siquiera una ventana.


Shion persiguió a Dohko, rodeando la torre, mientras Mu apareció en el segundo piso y se puso a explorar la torre por cuenta propia. La torre se encontraba al borde de un gran acantilado, los dos muchachos miraron con temor de caerse mientras la recorrían por la cornisa. Un paso en falso hizo que Shion resbalara por la piedra, Dohko no tardo en tomarle la mano para evitar que se callera.


-Ayuda- exclamo Shion mirándolo.


-Te tengo y no te soltare- exclamo Dohko intentando subirlo, pero le fue imposible, el peso de Shion era superior al que él podía cargar, más la presión del propio lugar que había logrado hacerlo sentir débil.


-Dohko- miro Shion y por un momento las palabras de su padre pasaron por su mente, el chino miro con intención de no soltarlo, pero poco a poco la piedra delante de los pies de Dohko iba comenzando a caer, pronto terminaría de desmoronarse donde el de cabellos cafés, casi avellana, estaba parado y caerían al abismo-Déjame caer- exclamo seguro- caeremos los dos.


-No te dejare caer-exclamo con seguridad- un hombre jamás abandona a quien lo necesita.


-Dohko, caeremos los dos, yo te metí en esto, suéltame y sálvate.


-No Shion, yo quise venir-exclamo tomándolo con firmeza con ambas manos, así evitar que se soltara en un intento de dejarse caer- no te preocupes, encontrare una forma de subirte.


-Dohko-exclamo sorprendido-déjame caer.


-No Shion- dijo con seguridad y vio la roca bajo de él desmoronarse-moriremos juntos entonces- sonrío con burla, sin importar que fueran sus últimas palabras-es una promesa, si tu mueres yo moriré.


Las rocas debajo de Dohko cayeron, el suelo desapareció, Shion tomo su mano antes de sentirse caer y su mente recobro todo recuerdo, al igual que para quien fue el antiguo maestro. Imágenes de su pasado en aquella torre, dos armaduras de oro, las estrellas, Athena, sus más de doscientos años de vida, uno esperando frente a una cascada, el otro liderando el santuario de Athena y una promesa que juraron cumplir, volver a verse, estar juntos.


Mu busco con su mirada a Shion y Dohko cuando no les noto siguiéndole, fue hacia el barranco donde había escuchado piedras caer y ante sus ojos vio a los dos levantarse, Shion tomándole la mano al chino y subiendo lentamente. Ambos cayeron finalmente al suelo, y se miraron con complicidad, en ese preciso momento notaron al pequeño que los miraba con intriga.


-Mu- dijeron a la vez y corrieron a abrazarlo-Mu.


-¿Qué les paso?- pregunto sin comprender.


-Mi discípulo...estas igual que cuando tenías seis años-exclamo Shion sonriéndole-Bueno, en edad, has cumplido ayer seis años, recuerdo la primera vez que los cumpliste…claramente…te salió un diente y me lo mostraste, y yo no te di importancia, estaba demasiado ocupado con cosas del santuario…lo siento Mu, siento no haberte prestado la suficiente atención cuando la requerías, siento mucho todos estos años en los que no he estado a tu lado.


-Pequeño… ¿Qué te ha pasado? ¿Dónde está el hombre en el que te habías convertido?- pregunto Dohko- espera…yo ahora tengo una familia ¿ustedes también?


-Sí, Dohko…yo tengo mi familia y Mu la suya- exclamo el peliverde-hemos rencarnado.


-Pero es demasiado pronto, Shion, el castigo, la oscuridad- exclamo levantándose- Es demasiado pronto.


-¿A qué te refieres?


-Shion, han pasado apenas más de veinte años desde la batalla contra Hades, recuerdo la fecha, yo tengo un celular con calendario, el paso del tiempo ha sido poco, y los dioses, ellos nos impedirían rencarnar en la oscuridad, ellos lo dijeron- miro intrigado-No pasaron doscientos años para que rencarnemos en nuevos santos, en todo caso al rencarnar ustedes dos serian uno.


-¿Qué estás diciendo?- exclamo levantando a Mu, el cual miraba sin entender.


-Lo recuerdo bien, fallecí delante del muro de los lamentos, estuvimos los doce por primera vez, Mu estuvo ahí, Aioros lanzo la flecha de sagitario que había absorbido el cosmos de todos, brillo con tan intensidad que su luz supero a la del sol, los chicos de bronce pudieron pasar al otro lado, le herede mi armadura a Shiryu-exclamo mirando al menor, el cual no comprendía- Y el tiempo ha pasado, Athena no murió, aún sigue siendo Saori Kido, yo he leído en diarios de ella,  y si mis cálculos no me fallan el maestro de Jamir ha de ser…


-¿Athena? ¿Conocen a Athena?-pregunto el menor entusiasmado-¿conocen al maestro? Quiero conocerlo.


-Mu, yo soy tu maestro pequeño- le contesto Shion sin comprender.


-No puedes serlo, el maestro vive en la torre y él es un hombre mucho más fuerte y poderoso, mi padre me ha contado sus historias, elige a discípulos para continuar con su legado, yo seré un discípulo junto a mi hermano-respondió sonriendo.


-Espera, Shion- interrumpió Dohko- Mu, ¿sabes quiénes somos?


-Sí, son Shion, el hijo del líder de la aldea y Dohko, tú trabajas en un campo de arroz- respondió sin saber por qué le preguntaban aquello.


-Mu, yo soy tu maestro Shion, te enseñe alquimia y a reparar las armaduras, Dohko es el anciano maestro de los cinco viejos picos- intento corregirle el mayor- ¿no me recuerdas?


-No puedes ser mi maestro, ayer te conocí y él no puede ser anciano, su cabello tendría que ser blanco, como el de mis abuelos.


-Mu, soy tu maestro... ¿no recuerdas? Yo te entrene por cinco años…llegaste a esta torre cuando eras un recién nacido y te crie, ente el santuario y aquí, te enseñe, te guie…


-No hay caso Shion- le interrumpió Dohko- no recuerda, el solo tiene la memorias del ahora, de que tiene padre y madre, un hermano,  que vive en una aldea de tu raza y que quiere conocer al maestro.


-¿Enserio no me reconoces discípulo?- miro perturbado al escuchar aquellas palabras del menor- debes recordarme, yo te enseñe todo lo que sabes, te convertiste ante mis ojos en mi sucesor, yo soy tu maestro, antiguo patriarca del santuario de Athena y santo de Aries, Shion de Aries y tú, eres mi amado discípulo, a quien le dedique los últimos años de mi vida, no solo convirtiéndote en mi sucesor por entrenarte, eras más que eso, no eras solo un alumno al que adoctrine, cuando te di la armadura lo hice sabiendo que eras más que un nuevo guerrero, tomaste el puesto siendo para mí un mi hijo, eras mi orgullo y recompensa por años de servir a la diosa, Mu de Aries.


-Ayer te conocí, y no fuiste tú, mi papá me enseña a dibujar, a leer, a escribir y seré un santo de Athena, porque él quiere que sea un héroe como el maestro de la torre- respondió mirando con temor- No entiendo lo que dicen, yo nací bajo el signo de Aries según mi mami, pero no me  llamo así, soy solo Mu…no te conozco…


-Shion- miro Dohko conmovido y llevo al menor a sus brazos para abrazarlo- déjalo, encontraremos la solución para que el recupere sus memorias, no hay que forzarlo, después de todo, solo tiene cinco años.


-Tengo seis- corrigió- hoy cumplo seis.


-Mientes, cuando tenías seis años te faltaban dos dientes, yo veo que te falta uno- exclamo en burla, sabiendo lo que haría el más pequeño de antemano, ya lo habia vivido antes y era posible que se repitiera.


-¿Dos?-exclamo intrigado y metió sus dedos a la boca, lo que causo que Dohko comenzara a reír a carcajadas, ya que había hecho exactamente lo mismo que el pronóstico que haría- tengo otro diente flojo, le debo decirme a mi papi.


Ambos antiguos santos se miraron en un principio cómplices, sonriendo al notar el entusiasmo del pequeño por un diente flojo. Luego surco por sus mentes lo que estaba pasando, tenían mucho que pensar y si Mu estaba con vida, posiblemente los demás santos dorados también lo estaban, por lo que tendrían que comenzar a buscarlos.


-Mu ¿Soplaste sus velitas?-pregunto sonriendo el chino, conociendo la respuesta de antemano- Vamos hacerte un pastel tan grande podrás esconderte en él y le dirás adiós a los cinco años, en mi casa tengo los ingredientes.


-Pero…y el maestro.


-Él no está ahora, quizás mañana este, vamos a mi casa y mañana volveremos, la torre no se moverá- le miro Dohko conmovido.


Con Mu en brazos y Shion asintiendo comenzaron el camino de vuelta hasta la cabaña de Dohko, mientras desde la punta de la torre un joven acababa de aparecer. Un hombre de cabellos largos anaranjados y mirada seria, pero a la vez tierna, con una sonrisa borrada pero esperanzada ante lo que sus ojos estaban viendo.


-Maestro Mu-susurro sacándose la larga capa que lo cubría ante el asombro-Mi maestro.


Kiki pensó tele trasportarse delante de ambos hombres, que parecían conocer la torre y más de ella, pero desistió de su idea y los vio alejarse por el horizonte ante escuchar que volverían, un día el podía esperar, aunque ver a aquel niño, remotamente parecido a su maestro le iluminaba el rostro ¿Sería posible que fuera él?


-Debo, debo decirle a Shiryu- exclamo esperanzado, desapareciendo ante una polvareda.


Continuara

Notas finales:

Aclaraciones:

*El cap es más largo, pero lo dividí en dos, en el próximo cap se darán cuenta.

*En el tibet no usan apellido, eso leí en internet.

*El nombre del padre de Mu es el nombre del Dalai Lama.

*No se me ocurrió otro nombre para el hermano de Mu y quedo Zen.

*Por si se preguntan, los padres de Dohko están vivos, no los mate, aunque son ancianos.

*Aproximadamente han pasado 20 años desde que Hades ha sido derrotado, y faltan desde ese momento 14 para que los santos recuperen su cosmos, si es que quieren recuperarlos.

*El tiempo límite de Shion era el día 30, plante hacerlo justo para ese día fuera que recuperara la memoria, pero luego pensé mejor no, que sea para el cumple de su discípulo.

*¿Les gusto la aparición de Kiki? Debe tener unos casi treinta años de edad, tengo que hacer las cuentas para decirles bien, pero si Shion tiene 20 han pasado 20 años desde que Mu falleció, cuando eso paso Kiki tenía 9, así que le calculo que en unos días el cumple los 30. Espero les allá gustado, dejen sus comentarios en Reviews, y sugerencias también XD

hasta el siguiente cap


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