“Cosa dulce es un amigo verdadero;
bucea en el fondo de nuestro corazón inquiriendo nuestras necesidades.
No ahorra el tener que descubrirlas por nosotros mismos”.
-Jean de La Fontaine
Bajé del bus a pasos ligeros, miré el cielo azulino, sonreí y cogí las asas de mi mochila con emoción. A brincos pasé por toda la avenida, procurando no ser un estorbo para los transeúntes. Era un camino que conocía, sabía por dónde tenía que doblar y cruzar, no me tomaba mucho tiempo. ¿El destino? La casa de Seung Hyun. Para ser la primera vez que subía en un bus, resultó ser un éxito. Estoy orgulloso de mí mismo. Para algo tenía que servir, las innumerables veces que Seung me recogió desde mi casa y me llevó a la suya.
Cuando terminé de desplazarme por toda la avenida, dejé de brincar y comencé a caminar a paso lento, mientras silbaba una alegre canción.
Podía ver algunos vecinos de la calle de Seung afuera. Unos regaban el jardín, otros leían el periódico en unas hamacas, otros conversaban con otros vecinos, algunos niños jugaban y algún otro adolescente caminando, escuchando música o en sus patines. Daba gusto ver un ambiente tan achispado, lleno de vida.
Algunos de los residentes me dieron un ligero saludo al reconocerme cuando ya estaba cerca de la casa de Seunghyunnie y yo les devolví el gesto, aprendí a ser educado por mis padres. Fue bonito descubrir que hasta este punto había llegado la amistad entre Seung y yo, con los vecinos reconociéndome.
Sonreí más.
Tan pronto terminé de saludar al vecino que vivía al lado de Seung, me detuve.
Miré la casa de mi mejor amigo, había llegado.
Y el ambiente se veía tranquilo, no me extrañó. A esta hora la señora Choi debe estar trabajando y solo Hye Yoon se encontraba ahí con Seung Hyun.
¡Ya imaginaba la cara de Seung Hyun cuando me viese! ¡Es que sería una gran sorpresa, que jamás se lo había visto venir en sus más grande sueños!
Crucé el jardín delantero y me situé con rapidez en la puerta.
Respiré profundo y toqué el timbre.
No tardé en escuchar pasos ligeros y apresurados, la mirada sorprendida de Hye Yoon me dio la bienvenida. Estuve tentado a reírme, pero me aguanté si quería que saliera bien esto.
-¿Ji Yong? ¿Qué haces aquí?- se cruzó de brazos, mirándome con suspicacia.
-Vine a visitar a hyung. Acabo de regresar del campo ayer- respondí tranquilo.
-¿Sabes que él está enfermo, no? Tiene varicela. No puedes pasar.
-He sido vacunado desde pequeño. No me pasará nada. Si quieres puedes preguntarle a mis padres- le sugerí con una voz sólida.
Hye Yoon me escudriñó de pies a cabeza, tratando de encontrar algún atisbo de sospecha en mí. La tortura duró unos buenos cinco minutos, no halló nada. Me mantuve inquebrantable, lo más sereno posible.
-¿Y bien noona, me vas a dejar pasar? Seguro que hyung ha estado de mal humor estos días- reí divertido al imaginarlo.
-En ese punto tienes razón- admitió noona, tocando su barbilla pensativa. Tomó una pausa de un minuto- Está bien, puedes entrar.
Extendió la puerta y yo pasé normal.
-Estoy viendo una película en la sala. Cualquier cosa me avisas.
Asentí levemente, dejando en constancia que la escuché.
Cuando la divisé entrar a la sala, inmediatamente comencé a subir las escaleras. Mi andar fue calmado, pero ágil. ¡Dios! ¡Segundo obstáculo vencido! Hye Yoon noona, no era fácil de convencer. Sufrí bajo su mirada inquisidora, el estar centrado en mi objetivo, mantuvo a raya mis emociones y logró mi segunda victoria.
Técnicamente no había mentido del todo. Es cierto que había llegado ayer del campo. Después de Navidad, mi familia como en todos los años, acostumbraba a llevarnos al campo por unos días. Descansábamos en la cabaña que mi padre heredó del abuelo y volvíamos, un día antes de año nuevo.
Entonces estuve unos días, separado de Hyunnie y nos tuvimos que comunicar por internet. Así me había enterado que pilló varicela. Hoy era el quinto día que llevaba con la enfermedad. Ahora iba directo al tercer y último obstáculo. ¡Y sí, él era mi tercera traba!
Al menos, el primer obstáculo había sido relativamente fácil. Tuve que escapar de casa, por eso llevaba esas cosas en la mochila. No fui del todo imprudente, dejé una nota a mi familia para que no se preocupara. Algo así como: “Mamá, papá. Fui a la casa de Seunghynnie. Tomaré el castigo correspondiente cuando regrese. Él es mi amigo, no iba a dejarlo solo la primera parte del verano. Esa es mi razón. Más bien véanle el lado positivo, es mejor tener varicela hoy que cuando sea adulto. Leí que las consecuencias pueden ser un poco delicadas. No se enojen mucho con Dami, ¿vale? ¡Los quiero mucho y feliz año nuevo! P.D: No tengan ganas de matarme. ”
Tal vez sonaba algo trillado, pero no tuve mucho tiempo para pensarlo. En mi defensa, esquivar a Dami también era duro. Seguro cuando encontrara la nota en mi cama patearía cualquier cosa a su paso, rogaba que no se ensañara con mi playstation y luego se removería el pelo del coraje, para luego salir corriendo a avisar a mis padres por teléfonos, si es que ellos para ese entonces no habían vuelto del supermercado.
¡Uff!
Era agotador, siquiera imaginarlo
Llegué a la puerta. Me di mucho valor. Sabía perfectamente lo que hacía y las consecuencias de ello, así que no lo lamentaba.
Y sin más preámbulos, abrí la puerta.
-¡Noona, te he dicho…!- Seung Hyun empezó a hablar fastidiado.
Cerró la boca al verme parado frente a él.
-¡Hola, hyung!
Saludé sonriente y él frunció el ceño.
Vale… ¿quizá me pasé un poquito con la positividad?
-¿Qué estás haciendo aquí, Jiyongie?- preguntó mortalmente serio.
No tragué saliva, aguanté el impulso. Miré fijamente sus ojos, sin dejarme de someter por su mirada. Cerré la puerta suavemente, sin necesidad de romper el contacto.
-¡Vine a visitarte, hyung!- anuncié jocoso.
-Te vuelvo a preguntar. ¿Qué estás haciendo aquí, Jiyongie?
-¿No acabas de escuchar, hyung? ¡Vine a visitarte!- caminé dentro de la habitación, dejé mi mochila a un costado del puff y me senté en él. Sabía que si seguía así Seung Hyun me mataría, pero necesitaba aligerar un poco el ambiente- ¿Sabes? Es gracioso. Tu hermana me preguntó lo mismo abajo.
-¡¿Ella te dejó entrar?!- alzó un poco la voz, completamente disgustado.
-Sí. Le dije que me había vacunado contra la varicela- crucé mis piernas.
-¿Y es verdad?- Seung Hyun pareció calmarse. Enarcó una ceja.
-No.
-¿Entonces…. QUÉ HACES AQUÍ?- gritó fúrico. Bien. Sabía las posibilidades de despertar… ¿su lado menos amable? Agradecí a mi suerte, los vecinos de al lado había puesto música a alto volumen- ¿Qué no me ves?-se señaló a sí mismo- ¡Vete de aquí, Ji Yong!
-¡Dije que vine a visitarte!- volví a decir sonriente. Luego mis facciones se tornaron adustas- No vas a pasar el verano encerrado en el cuarto solo, lamentándote tu suerte.
Podía ver aun su ceño fruncido con las manchas en forma de costra por toda su cara y sus brazos. Su semblante se exponía pálido y el cansancio se notaba en sus ojeras.
-Esto es contagioso, Jiyongie. ¡Sal de aquí antes de que te infectes!- su tono de voz se escuchó irritado. Vi la preocupación en su mirada- Sé que quieres hacer algo bueno.
-¡Hyung!- corté de tajo- No se trata de hacer algo bueno. Se trata de estar ahí para mi mejor amigo cuando me necesita.
Se quedó petrificado con la boca a medio abierta. No perdí el tiempo, seguí revelando mis motivos.
-Pasaremos por esto juntos, no te voy a dejar. Tú me dijiste: “Estaremos juntos hasta que los humanos lleguen a Marte” – le recordé- Pues bien, eso es lo que estoy haciendo. Vamos a sobrevivir juntos esta enfermedad. ¡Al menos lo haremos divertida!
-¿Divertida?- pronunció en un hilo de voz.
Sé que lo preguntó por decir. Lo conocía bien, él probablemente tenía la mente en blanco y sé que sus pensamientos se desviaban por otros rumbos.
-No te preocupes. Ya he estado el tiempo suficiente aquí para estar probablemente contagiado- sonreí mientras caminaba hacia la cama- Averigüé, sé si me acerco a ti terminaré por infectarme, definitivamente- me senté en su cama.
-¡Jiyongie!-gimoteó aterrado.
-Olvídalo, Seung. Según esto… tenemos 20 días para estar encerrados en tu habitación- le informé acercándome más- Y sé que eres impaciente, posiblemente empezarás a sentir picor hoy. Sé que eres impaciente, procura aguantar las ganas de rascarte, ¿vale?
-¿Por qué haces lo que se te da la gana? ¡Haz tergiversado mis palabras!- amonestó llevándose sus manos a la cara- ¿Sabes que tus padres te castigaran, no?
-Sí. Les dejé una nota- encogí mis hombros. No era gran cosa la verdad- No importa, por ti haría cualquier cosa. Eres mi mejor amigo Seunghyunnie.
-¡¿Quién eres tú y qué has hecho con el dulce Jiyong?!
Me señaló con su dedo haciendo un puchero disconforme. Se veía adorable.
-Él solo estableció sus prioridades, hyung. ¿Ya sabes cuestión de lealtad?- resalté- Espero que tengas ideas de cómo divertirnos para no aburrirnos mucho.
-¿Qué de….?
Seung Hyun me iba a regañar y me preparaba mentalmente para ello, cuando nos interrumpió el portazo que dio Hye Yoon noona al entrar.
¡Yup! Ya se habían enterado de la verdad. Seung Hyun y yo nos miramos al mismo tiempo. Ellos no podían sacarme, al menos que quisieran que contagiara a Dami y ella no lo iba a permitir, por más que le cabreara la idea.
-¡Tuuuuuuuuuuuu…..!- Hye Yoon me apuntó con el dedo. Sostenía el teléfono con la otra mano- ¡Nunca has tenido varicela!
Inconscientemente agarré la mano de Seung Hyun, las sentí callosas. Lo ignoré, solo quería sentir apoyo. Podía escuchar la voz de Dami gritando por teléfono.
-¡Olvídalo! ¡No puede regresar a casa! Está en un mismo espacio cuadrado con mi hermanito- enojada Hye Yoon llevó el auricular hacia su oreja, comunicándole la cruda realidad a Dami.
¡Perfecto! ¡Eso era justo lo que necesitaba! Relajé mis hombros de alivio, las manos de Seung Hyun me dieron un leve apretón y aunque no lo veía, sentí en la nuca su mirada impenetrable hacia mi persona. No tuve miedo.
-¿Feliz año?-susurré a Seung Hyun mientras Hye Yoon gritaba por el teléfono, mirándome de vez en cuando a mí.
-Feliz año, Jiyongie.
Su susurro lo percibí cálido, sonreí por un escaso segundo.
¡Qué manera de recibiría el año!
Ahora tenía que enfrentar lo que se me venía encima, merecía la pena mientras estuviera al lado de Seunghyunnie. Esta era una de las tantas aventuras que pasaríamos por ser los mejores amigos del mundo. ¡Palabra de honor!