El castaño caminaba por las calles de la ciudad indicada, estaba nublado, de seguro llovería pero había previsto eso así que llevaba un paraguas en su mochila, solo un par de calles más y llegaría.
Nunca se había considerado una persona que creyera en cuentos de hadas o cosas por el estilo, pero por primera vez en su vida la duda lo carcomía. No había dormido en días pensando en ¿Cómo un chico como él podía tener tanta suerte de un día para otro? La respuesta era lo que lo traía ahí, donde resolverían todas sus dudas.
Era una ciudad fría, donde el invierno es abrazador y el verano es lluvioso, que el sol saliera decidiendo visitarlos era un milagro que sucedía un par de veces al año y que todos disfrutaban planeando diversas actividades aptas con respecto al clima. Mientras tanto la ciudad de la que él venia era de clima normal pero impredecible, solo nevaba en invierno y el resto del año era soleado pero en lo que menos te lo esperabas llovía.
Volviendo con su duda existencial que le había robado el sueño por varios días.
Siendo un joven de último año de preparatoria total mente ordinario, un nerd, que pasaba simplemente desapercibido por todo el mundo y que parecía que el mundo siempre estaba en su contra, desde hace unas semanas había experimentado una racha de buena suerte, por alguna razón por más extraña que fuera, todo lo que deseaba se cumplía.
Al principio pensó que solo era un momento o un pequeño desliz sin importancia y que al siguiente día no volvería a pasarle cosas buenas, pero no fue así, la suerte continuaba por semanas, y no eran simples actos que podrían ocurrir por casualidad.
Y eso lo llevaba a aquella librería, mostro una sonrisa lastimera ante una cosa tan estúpida como creer que un libro era la causa de sus extraños problemas, para ser más exactos un diario que se suponía que se había fabricado en esa librería.
Subió un par de escalones para llegar a la puerta y entrar al lugar, al hacerlo sonó la clásica campanita con un lindo tintineo que avisaba que un cliente había llegado.
- Bienvenido, buenas noches – dijo una mujer de unos veinticinco años tal vez, estatura regular, ojos cafés y de cabello rubio recogido en una coleta cola de caballo que dejaba un pequeño flequillo cubriendo su frente.
- Buenas noches
Hasta ahora no se había percatado de que ya había anochecido. Había salido de la escuela a la misma hora de siempre, ya había planeado desde hace dos días el pequeño viaje, así que había salido de casa preparado con el dinero suficiente. Tomo el autobús, era un viaje de tres horas, durmió durante todo el trayecto, cosa que no había hecho muy bien últimamente, se despertó con una anticipación de 10 minutos antes de llegar a su destino, al bajar del tren pregunto dónde quedaba el lugar y le dijeron que eran dos kilómetros en línea recta, no era mucho así que opto por caminar hasta el lugar.
La mujer miro al castaño curiosa, él tenía las mejillas rosas debido al frio, por el cristal del mostrador pudo ver que comenzaba a gotear. Ella estaba acostumbrada a presenciar la lluvia todos los días, de nuevo miro al chico quien a paso lento se acercó a ella y saco algo de su mochila.
Un libro de pasta dura color azul marino, al verlo mejor pudo apreciar que se trataba de un diario por la cerradura que tenía.
- Me dijeron que lo consiguieron aquí – musito el menor – yo quisiera saber qué es exactamente.
- Déjame revisar – dijo la mujer extrañada por la petición, pero sonrió por dentro, después de todo ella había recibido aquel extraño diario…
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Hace unas semanas Onodera Ritsu había cumplido 17 años, sus padres habían organizado una pequeña reunión para festejar, fue una reunión pequeña.
Él no tenía muchos amigos, más bien solo tenía dos. El primero era un completo idiota, distraído, ingenuo, infantil….etc. Yoshino Chiaki al que conoció el primer día de escuela, ese día el profesor había formado parejas para el primer proyecto de biología, él había llegado tarde y por ende había quedado solo, se sintió mal en ese instante, había tenido la baja esperanza de que su suerte mejoraría en su penúltimo año antes de ir a la universidad.
- Siento llegar tarde – un chico de ojos azules y cabello castaño oscuro se encontraba parado en la puerta con la respiración agitada.
- Pasa – concedió el profesor – pero que no se vuelva a repetir.
- De acuerdo, gracias – el noven ingreso y se sentó a su lado al ser el único asiento disponible.
Desde ese día se hizo amigo de él, le parecía una persona sumamente divertida con la que podía platicar de cosas triviales con facilidad, pudiendo crear un ambiente bastante cómodo para desenvolverse pero no del todo, Yoshino aún era inmaduro así que cuando necesitaba hablar con alguien de temas más serios Chiaki no era la persona indicada, el castaño siempre opiniones infantiles o estúpidas en el peor de los casos.
Un día se había saltado una clase al no tener el menor deseo de asistir, ¿Qué hacer? No había pensado en algo en específico para pasar el rato así que camino sin rumbo por los pasillos de la escuela, sin darse cuenta había salido al patio, camino un poco más llegando a un pequeño pasillo atrás del edificio principal de la preparatoria, deseo no haberlo hecho. Se quedó paralizado al presenciar aquella escena tan comprometedora, en ese momento deseo que la tierra lo tragara.
Había dos chicos, más bien un profesor y un alumno, el menor era pelinegro, bastante bajo, aunque en realidad solo era ligeramente más bajo que Ritsu quien era de estatura regular, y el sensei con el que se besaba era su profesor de inglés.
Kisa Shouta, no podía decir que lo conocía de todo, iban en la misma clase pero nunca había cruzado palabra alguna, tenía una mala reputación, se rumoraba por ahí que era un “fácil” y que cualquiera podía llevárselo a la cama, el nunca creyó en esos rumorares pero la penosa escena hizo que reconsiderara la idea como verdadera.
Una estruendosa cachetada se escuchó, Kisa había abofeteado al profesor quien tenía una mano en la mejilla recientemente golpeada.
- Eres una maldita perra – grito el hombre molesto mientras intentaba golpear al Kisa quien salió corriendo en dirección a Ritsu antes de que el hombre lo alcanzara, tomo a Ritsu de la muñeca haciéndolo correr.
- Y tú un maldito pedófilo – grito Kisa mientras se alejaba junto con Ritsu del lugar.
Estuvieron corriendo durante unos cinco minutos hasta que llegaron a una banca localizada en el patio de la preparatoria justo debajo de un árbol de cerezo bastante hermoso, se sentaron tratando de normalizar sus respiraciones.
- Ni una palabra de lo que acabas de ver – advirtió el pelinegro molesto y apenado por que alguien viera tan penosa escena, pero él estaba acostumbrado a que lo acosaran gracias a los rumores que se había creado sin fundamento alguno, solo resultaba que alguien se le había hecho divertido crear el rumor de que se acostaba con cualquiera.
El rumor no estaba muy lejos de la realidad, el si se acostaba con algunos tipos de vez en cuando pero eso sí, debían de tener un buen rostro y cuerpo, eso había sucedido hace un tiempo pero él había dejado eso de lado para centrarse en lo que más le importaba, sus estudios, pero los rumores se habían salido de control y ahora era considerado como el “prostituto” de la escuela. Miro a Ritsu quien estaba con la mirada baja, al parecer estaba igualmente de apenado que él.
- No te sientas mal, ya me acostumbre – dijo con una sonrisa tratando de que Ritsu supiera que todo estaba bien.
- Si no te molesta, me podrías explicar que es lo que vi.
- Eso fue la clásica escena de acoso sexual que vivo a diario.
- Lo siento.
- ¿Por qué?
- Es que yo pensé que tú estabas seduciendo al sensei – admitió el castaño sumamente apenado y arrepentido, él siempre era de la clase de personas que decían que no había que juzgar un libro por su portada y había juzgado a Kisa de mala manera.
- Jejeje no te preocupes, creo que cualquiera que hubiera visto eso pensaría lo mismo, por cierto iba camino a la cafetería te invito algo si quieres – dijo más animado, el castaño le caía bien eso no lo podía negar.
- Ok.
Y así había nacido su amistad con Kisa Shouta, quien a diferencia de Yoshino mostraba una madurez digna cual adulto. Sentía que él era la persona que necesitaba para hablar de temas serios e importantes en su vida pero esos no significaba que dejaría a Chiaki de lado, no, eso ni pensarlo, el castaño era su primer amigo y por eso guardaba un lugar bastante especial en su corazón. Conforme fueron pasando las semanas las cosas se tornaban cada vez más complicadas, su amistad con Kisa le había traído terribles consecuencias, como que algunos comenzaron a decir que él era tan fácil como el pelinegro.
Al principio hizo caso omiso a las malas lenguas pero cada vez se le hacía más difícil, y por si fuera poco también varios alumnos y profesores habían comenzado a acosarlo, varias veces estuvo a punto de ser “profanado” por alguno de ellos, ahora comprendía todo lo que sufría Kisa, era horrible vivir con el miedo de que alguien abusaría de ti en cuanto tuviera la misma oportunidad.
Luego vinieron las agresiones de otro tipo, esta vez eran más físicas que sexuales, era como si el mundo se pusiera en su contra y su objetivo fuera destruirlo, estaba molesto con todos, se sentía rodeado de completos idiotas y lo estaba.
Estaba llegando a un punto en el que no podía más.
Un día caminaba hacia su casa, le dolía el estómago y el pecho por lo rápido que su corazón latía, alguien le había dado un golpe con la rodilla en el estómago. Después de clases cuando se encontraba lo suficientemente alejado de la escuela tres tipos lo intersectaron, él era mucho más bajo y débil que ellos, mientras uno lo sostenía por la espalda inmovilizando sus brazos los otros dos lo golpeaban, fue demasiado doloroso, tan solo recordarlo le hacía sudar frio, recordar toda la impotencia, la humillación y el dolor.
¿Qué había hecho él? Nada, absolutamente nada, no lograba comprender como la bola de hipócritas, idiotas y egoístas que tenía como compañeros era capaz de tener tanta suerte, como para que los profesores no los descubrieran no sospecharan de lo que le ocurría, como para que todas las personas que lo vieran en esas situaciones fueran igual que ellos y pasaran de largo fingiendo no haber visto nada.
Pero aun así tenía una sonrisa plasmada en el rostro, las mejillas sonrojadas y su corazón latiendo como loco.
Cuando creyó que esos idiotas habían logrado su objetivo, alguien por primera vez no lo ignoro y paso de largo como las demás personas, es persona se había detenido a auxiliarlo y enfrentando a sus verdugos, de solo recordarlo sentía como sus cuerpo reaccionaba de diversas y extrañas maneras que nunca antes había experimentado, como sus mejillas se calentaban cada vez y como el golpeteo en su pecho se había cada vez más fuerte y constante.
Le pareció la persona más hermosa e increíble que podía existir. El a pesar de que no creí en cuentos de hadas ni en el amor, esa tarde su perspectiva había cambiado. Estaba seguro de que lo que sintió por esa persona era amor, un sentimiento que era totalmente diferente a cualquiera que había sentido antes, mucho más fuerte que el odio que lo atacaba durante los últimos días, ni siquiera sabía el nombre de aquella persona, pero lo que si sabía con certeza es que él era el amor de su vida.
A pesar de tener el cuerpo completamente adolorido llego a casa con una sonrisa, una completamente diferente.
No había nadie en casa, sus padres trabajaban la mayor parte del tiempo, se iban semanas enteras de viaje y regresaban quedándose apenas unos cuantos días. Subió a su cuarto lo más rápido que pudo ignorando el silencio que habitaba la casa, estaba acostumbrado, sabía que sus padres lo querían y que todo lo que hacen era pensando en él, en su bien y que tuviera la mejor educación posible sin pasar necesidades.
Entro a su habitación y por primera vez en mucho tiempo se aventó en la cama. Siempre que llegada iba directo al baño por el botiquín para sanar sus heridas pero esta vez parecía que el dolor quedaba demasiado opaco comparado con la felicidad que inundaba todo su cuerpo.
Su sonrisa no se había borrado, pero de pronto pensó cosas como “¿nunca lo volveré a ver? Por supuesto que no, yo no tengo tanta suerte como para volver a verlo, además el ni siquiera me recordara, solo soy alguien insignificante que no llamaría la atención de alguien como el”
Su cabeza se llenaba de negativas a cada instante, él siempre pensaba de manera pesimista, probablemente por el hecho de que exceptuando el suceso de esa tarde, no le habían pasado muchas cosas buenas desde que entro a la preparatoria, pero él se lo había buscado ¿no?, él había preferido mantener su amistad con Kisa a pesar de que el pelinegro tenía una terrible reputación, a pesar de eso él no se arrepentía, Kisa era un amigo que apreciaba demasiado y no lo repudiaría nunca.
Con toda la fuerza de voluntad que tenía fue a su baño para tomar el botiquín y sanar sus heridas que a comparación de otras veces eran considerablemente leves. Cada vez que el alcohol tocaba cada una de sus heridas hacia una pequeña mueca de dolor, tomo una pomada para golpes y se la aplico en vientre donde el moretón comenzaba a formarse, “de seguro mañana estará morado” pensó con el pesimismo que lo caracterizaba. Termino de curar sus heridas, se cambió el uniforme y bajo a prepararse algo de comer, su estómago rugía acompañado de una punzada de dolor.
Comió algo ligero, y un poco de helado recordando que su abuela solía decirle que las penas se suavizaban un poco al comerlo, puso una película para ayudar a su mente a distraerse, le fue inútil, a cada intervalo conmemoraba el rostro de su salvador, se ruborizo de inmediato intentando nuevamente concentrarse en la película.
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- Bien – dijo la mujer de cabellos rubios mirando fijamente el diario que Ritsu le había entregado – ¿tienes tiempo?, hay una cafetería cerca de aquí, te diré todo lo que quieras saber.
Ya había hecho el largo viaje hasta ahí así que quedarse un poco mas no le importaba y más si terminaría con su tortura de una vez por todas
- De acuerdo, tengo tiempo.
La mujer sonrió ante la respuesta, no sabía porque el castaño estaba ahí, nadie en su sano juicio devolvería aquel diario.
“vamos Ritsu cálmate, solo será una conversación rápida y luego regresaras a casa, además no creo que haya nada malo o eso espero”
Continuara…