Él hubiera entregado todo, todo lo que él tenía por aquel hombre cabellera café que se encontraba tirado en el suelo justo frente él. Su dinero, sus pertenencias, su vida, su alma, su lealtad eterna.
No hay cosa en este mundo que el pelirrojo no hubiera hecho por él.
Trago saliva, sintiendo el sabor metálico entre sus dientes, le habían dado un puñetazo en el rostro hacía un par de horas y sangre seguía brotando de sus encías y su labio roto; pero ya no sentía nada, ni siquiera sentía dolor de aquella herida de bala que tenía en la pierna derecha, ni de la puñalada que tenía en el hombro izquierdo, se arrastraba lentamente con una pierna detrás de la otra. Con la dificultad de mantenerse en pie con una sola pierna funcional.
Entontes recordó aquellos entrañables momentos cuando todo era paz y tranquilidad, cuando eran solo un grupo amigos jugando a ser súper héroes en la calle binan en Kyoto. Solían ser tiempos muy cálidos, llenos de risotas y travesuras. Con una aventura nueva cada día.
Sólo eran algunos amigos pasando el rato juntos, pero el tiempo no podía regresar y ellos no podían ser lo que fueron.
Y por un momento se pregunto, que había pasado entre ellos dos. Como pudieron haberse torcido tanto con el pasar de los años. Recuerdos de aquellas sonrisas alegres que durante años fueron su inspiración a no rendirse, convirtiéndose en una única mueca llena de odio y sed de venganza.
Como uno dos de sus mejores amigos se habían convertido en unos malditos psicópatas, en un mafioso sin sentimientos y en un sirviente fiel, dispuestos a todo con tal de conseguir sus metas, sin importarles que o quien se atravesarán, los tres siempre, siempre saldrían del infierno mismo y conseguirían elevarse nuevamente. Él mismo ... no era nada mejor que el castaño de ojos azules. Ya que después de todo ...
Él era su mejor asesino a sueldo, su persona de mayor confianza, el único hombre en la tierra que estaba seguro mandaría pintar la capilla Sixtina de sangre sí se lo hubiera pedido, hubiera creado un cimiento de cadáveres sí él lo hubiera necesitado, todo, absolutamente todo pudo haber hecho por él.
Regresó a la realidad... Su mano apuntaba con su pistola kmk512 la espalda de su próxima victima mientras esté trataba de huir de él.
No había escapatoria. Ambos estaban consientes de ello, desde que se declararon la guerra el uno al otro.
-Yo nunca quise que esto terminará así-Confesó él mientras el otro hombre seguía arrastrándose. -Fuiste tú quien me obligo En- Sus dedos ya estaban posados en el gatillo, a espera de que su cerebro diera la ultima orden. A tan solo un par de segundos estaba de por fin hacerlo cuando escucho por fin respuesta de quien fuera su amante durante tantos años.
-No... Fuiste tú quien nos convirtió en esto-
Con la ultima fuerza que le quedaba se giro y disparo con el arma que escondía sigilosamente y ....
¡BANG!
El cuerpo del pelirrojo cayó de rodillas, sangre brotaba de la herida de su abdomen al tiempo que sentía que todo daba vueltas a su alrededor, estaba perdiendo mucha sangre por aquella herida y podía sentir su tiempo contado, pronto moriría.
Pero al menos ...
En agonizaba con la mano extendida al aire como anhelando alcanzar algo, la bala en el cuello no le daría más que algunos segundos de vida.
-Yo nunca quise matar a Atsushi ...-confesó el pelirrojo a sabiendas de que ya era muy tarde para ello. -Hubiera hecho todo por ti y por él- lagrimas caían de sus ojos mientras trataba de ahogar su desgracia. -Pero hay una sola cosa que no te puedo dar ...- Pero ya nadie lo estaba escuchando, el castaño había perdido ya la vida. Un último gritó de desconsuelo salió de sus labios.
Y al fin su cuerpo se desplomó, vació de emociones, vació de sentimientos, vació de vida, vació hasta de su propia existencia. Hubiera hecho cualquier cosa por En Yufuin
-¡RYUU!- su nombre resonó por todo el lugar, una sonrisa amarga cruzo sus labios. Se preguntaba por que no había tenido mejor suerte y el castaño no le había disparado directo a la cabeza, lo último que deseaba era que aquella persona que lo buscaba con desesperación, viera los últimos segundos de vida de una basura como él.
-¡Ryuu!- Alguien lo volteo boca arriba mientras lo abrazaba con fuerza. -Gracias, gracias por seguir vivo- decía el hombre castaño mientras llamaba a emergencias. -Vas a estar bien, lo prometo- Decía el capitán de policía presionando con fuerza la herida en un intento desesperado por evitar que más sangre se fugará.
Pero incluso él entendía que era muy tarde.
-Lo siento Io, nunca quise meterte ... en esto- Lagrimas comenzaban a formarse en sus ojos, no quería llorar, porque si lo hacía significaba que aceptaba lo que estaba pasando. No quería, no quería aceptar que lo estaba perdiendo.
-Ryuu por favor, no hables-
-Yo mate a muchos, fui responsable ...-pausaba por el dolor que le ocasionaba hablar- fui responsable de la matanza en el centro comercial hace 5 años, yo mate a 5 hombres aquel día mientras perseguía a un traidor, yo he ... realizado tantos crímenes que sería difícil recordarlos todos- Admitió. -Y por último, yo maté a Atsushi- Io no se inmuto, al ya conocer aquella ultima noticia.
Atsushi murió por que quería matar a Io para proteger a En. Io había decidido matarlo para protegerle.
-Hubiera dado todo lo que En Yufuin me hubiera pedido... pero...- Quiso decir "Pero tú", pero no pudo terminar su frase, su corazón había dejado de palpitar y el nombre de Zhao Ryuu acababa de pasar a la historia. El castaño lo agitó con fuerza intentando despertarlo, una cachetada, jaloneos, compresiones en el pecho... pero ya era tarde.
Ryuu Zhao había muerto y con él su corazón.