El viento sopla helado en el legendario Camelot, van a casar a un príncipe aun a pesar del Dragón a quien ama. La boda se ha pactado para esta noche a las diez, con todos los honores y ceremonias que ello implica. El rey, padre del príncipe, en su afán de detener el idillo "antinatural" de su hijo con el peor enemigo del reino, ha ordenado disparar si ven a aquel noble Dragón.
La ultima doncella de acompañamiento se prueba el ajuar que ha de combinar a la perfección con la vestimenta de los futuros reyes. Para el príncipe Taemin es una conveniencia de su cruel sociedad y aceptó con un mar de dudas que no quiere enfrentar pues sabe que al final los sentimientos ganarían y terminaría lanzándose a los brazos de Minho, su amor. Hoy se juega el destino esperando que el típico cuento de hadas con los que solían arrullarle cuando era apenas un niño, se hagan realidad y venga su Dragón volando para tomarle en brazos y huir al lugar más lejano de la tierra donde podrían ser felices para siempre.
El príncipe lloraba en el fondo del salón mientras espera a toda la corte que asistiría a tan importante evento, está en un rincón intentando esconderse de las miradas inquisitivas, donde sus manos ya frías extrañan el calor de aquel cuerpo que le dio calor durante las interminables noches de luna menguante en las que su Dragón transfiguraba a un apuesto y cálido joven, las noches en que unían sus cuerpos con el más puro amor y entrega total. Extraña todas las cartas que enviaba pidiendo "ámame hasta el fin de los tiempos". Incluso ruega porque aquél ultimo recado enviado por medio de su celestina sirva, espera que ese "Por lo que más quieras ven y sálvame" toque el corazón de su enamorado y se arme de valor para rescatarlo.
Y doblan las campanas porque se muere el dragón, se muere por intentar salvar a su príncipe aun a sabiendas de que no tiene salvación. Taemin escogió cerrar un trato y no entregar su corazón, acepto que le pagaran de por vida los servicios de amor a cambio de no hacerle daño a su Dragón.
Mientras tanto el dragón con una herida mortal en el corazón se despide de Camelot, se aleja del lugar que le recuerda las tardes haciendo el amor con su príncipe, se marcha rogando porque el amor de su vida halle aunque sea aquella última nota que dejó en el baúl. Dicen quienes lo han visto que canta por monedas canciones tristes en un bar, que cada tarde acude esperando que su príncipe vuelva a iluminarle con su presencia.
Vuelven a redoblar las campanas porque el dragón está muerto en vida, se muere por verlo, aún a sabiendas que no llegará pues el dragón con todo y alas no pudo enseñar a su príncipe a volar.
El cuento estuvo a punto de cambiar el final, usted decide desde luego cuál de ellos le hubiera gustado escuchar.