POV Natsu Dragneel
Siempre he tenido una buena resistencia al alcohol, no tanto como Cana, pero si más que Gray, por más extraño que parezca, así es. Y en estos momentos agradezco eso. Porque de no ser así no estaría viendo la escena más tierna que nunca haya visto antes. Gray, sonrojado, medio desnudo y balbuceando, tirado sobre una de las mesas del gremio, sin ser consciente del espectáculo que estaba dando.
Todo comenzó siendo una de nuestras típicas peleas, pero a una alegre Cana se le ocurrió hacer un concurso de bebidas…y bueno, nosotros no nos íbamos a negar, así que aceptamos sin mucho problema. Era muy simple, ganaba el que aguantaba más. Aunque Cana siempre ganaba no perdíamos la esperanza de algún día poder vencerla.
Yo aguante sin problemas los primeros diez tragos, pero a partir de allí ya me maree un poco. Tan absorto estaba en el juego que no me di cuenta que Gray ya había abandonado y balbuceaba cualquier tontería. Luego de un tiempo ya no puede y Cana termino ganando, como siempre.
Tarde un rato en ser consciente de mi entorno y lo que termino por sacarme de mi sopor fue un peso extra sobre mi espalda, unas manos rodeando mi cintura y un aliento rozando mi oreja. Gray en su borrachera se me había subido encima. Intente separarlo de mi tan pronto me sujeto, al primer intento no lo logre, se sujetaba a mí como una garrapata.
Después de algunos intentos, varios, de hecho, logre sacármelo de encima. No me lo dejo fácil, no sé como lo logro en su estado. Logre sentarlo es una de las mesas pero aun así no se quedaba quieto y termino como ya lo había dicho, tirado sobre la mesa, sonrojado, medio desnudo y balbuceando idioteces. Al verlo así no pude evitar compadecerme de él e intentar llevarlo a su casa.
Para salir del gremio lo sujete de la cintura y dejando que el pase uno de sus brazos sobre mis hombros. Caminamos lentamente hacia su casa y allí recordé un detalle, no sabía donde quedaba su casa y el no estaba en condiciones de decírmelo. Sin pensarlo mucho me dirijo a mi casa sabiendo que Happy estaría con Wendy y Charle.
Llegamos a mi casa con algunos contratiempos, el no se quedaba quieto! Se removía y hablaba como todo un borracho y eso que no era la primera vez. Una vez dentro lo lleve hasta mi cama y los arroje el ella sin ningún miramiento. El solo soltó un gruñido y se acomodo mejor.
Fui a la cocina para comer algo y a tomar algo para mi dolor de cabeza. Debía pensar que hacer con mi lindo enamorado tirado en mi cama. Que él me guste no es una sorpresa, nos conocemos desde chicos…así que, que se le va a hacer? Pero que el sienta lo mismo es otra cosa.
Para intentar distraerme le prepare un café bien cargado para cuando se despierte y no había problema si se enfriaba, lo calentaría con mi magia y ya está. Pose la taza en la mesita al lado de la cama, cuando estaba por alejarme sentí un tacto frio sobre mi brazo, causándome un escalofrió que recorrió todo mi cuerpo. Era Gray, mirándome un poco desubicado con su rostro todo colorado.
-Quédate….-Me dijo arrastrando las palabras, casi susurrándolo.
-Gray…no sabes lo que dices, estas borracho.- Le respondí, aunque me costó un poco- Vuelve a recostarte.-
Se estaba comportando como todo un cabezota y parecía que no se rendiría tan fácil. No aflojo su agarre ni un centímetro.
-Natsu…te necesito.- Volvió a decir-Quédate a mi lado.-
Al terminar de decir esto y pillándome desprevenido me arrojo sobre la cama, sobre él. Si seguía así no creía poder contenerme más tiempo.
-Gray…-
Iba a comenzar pero, el acallo mis protestas con su boca, dejando que mis palabras murieran en ella. No tarde en asirme con el control del beso acercándolo a mí agarrando fuertemente su cintura. Cuando nos separamos lo recosté lentamente sobre las sabanas y cubriendo su rosto con besos le comente con la voz un poco ronca…
-Gray, luego no te quejes, porque esta noche…no saldrás de aquí.- El solo me respondió con un gemido, el cual no tome como una negativa y reanude mis caricias.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Al día siguiente desperté y pude sentir un peso extra descansar sobre mi pecho, mientras mis brazos rodeaban su cintura. Ambos estábamos cubiertos solamente con una sábana blanca que cubría lo necesario y ocultaba los vestigios de la noche anterior. Me moví lentamente, intentando no despertar a la persona que aun dormía. Me puse de costado apoyándome en mi brazo para así poder verlo mejor, se veía hermoso, tan tranquilo mientras duerme. Su bello rostro relajado y sin preocupaciones, su respiración acompasada y sus labios entre abiertos. Así que permanecí observándolo un tiempo más sin perder detalle.
Lentamente levante mi mano y comencé a acariciar su espalda, primeramente se estremeció un poco al sentir mi mano por su fría espalda pero, no llego a despertar, así que bajaba y subía mi mano lentamente para no despertarle.
Mis acciones fueron interrumpidas por un tenue murmullo proveniente de sus bellos labios. Fue tan suave que no habría poderlo oído si no fuera por mis sentidos. Me pregunte que sería lo que decía, así que espere atentamente a que volviera a repetirlo. Mi espera no duro mucho, ya que volví a escucharlo y esa vez si comprendí lo que dijo.
-Na…Natsu…-
No pude evitar esbozar una enorme sonrisa al oír mi nombre. Eso me derrumbo por completo mí, no pude resistirme por más tiempo y comencé a acercarme a sus labios. No pare de acercarme hasta que sentí su aliento chocar contra el mío.
Dude un poco en hacerlo pero, rápidamente deseche mis dudas y termine de acortar la distancia. Junte nuestros labios como un beso de buenos días, causando que mi acompañante se despierte. Al principio se sorprendió, aunque de inmediato comenzó a corresponder, tímidamente, pero lo hizo. Nos separamos al poco tiempo, yo con una sonrisa pintada en los labios y el con un sonrojo de lo mas adorable.
-Buenos días, Gray- lo salude radiantemente. El, un poco reticente y aun avergonzado solo se abrazo a mí, ocultando su rostro en mi pecho y murmurando un buenos días.
Si todos mis días fueran como este ya podía morir feliz, despertar con Gray a mi lado, abrazado a mí, susurrando mi nombre, no podía pedir nada más.
Ya ahora que lo recuerdo, creo que debo darle las gracias a Cana y a su pequeño concurso de bebidas. Quien iba a pensar que gracias a una pequeña borrachera sería tan feliz.