CAP. 7
RECEPCIÓN, BAILE Y SECRETOS DEVELADOS. Segunda parte.
*”*”*
En otra parte de los jardines.
–Vaya,así que aquí estabas –se escuchó una burlona voz.
– ¿Black? ¿Qué quieres? –Cuestionó Severus Snape que, un poco harto de tanto barullo, había decidido resguardarse bajo un quiosco algo lejano a donde estaba la recepción, pero bien ubicado.Desde ahí podía disfrutar a distancia de todo pero en tranquilidad.
–Quiero muchas cosas Snape, y tú lo sabes –respondió Sirius Black con un brillo “especial” en su mirada azul. Sus pasos acercándose con cautela al esquivo vampiro pelinegro.
Una mueca apareció en el rostro de Severus antes de negar.
– ¿Sólo puedes pensar en eso, no es cierto?
– ¿Y en qué otra cosa puedo pensar? –Colocándose a la espalda de Severus y tomándole de la cintura–.Teniéndote cerca eres demasiado tentador, mucho más vestido de esta manera–depositando un beso en la nuca ajena.
El vampiro pelinegro se estremeció con el contacto del cuerpo y los labios ajenos, pero se rehusó a seguir el juego del licántropo y de un empujón le aparto.
–Basta, Sirius–alejándose unos pasos–.No es el momento, ni el lugar.
– ¿Por qué no? Es momento de que todos se enteren, ya esperamos lo suficiente–caminando hacia el vampiro, a quien observaba como si acechara a su presa–.Tu ahijado y el mío están enlazados y la Alianza es un hecho–tomándole del brazo para acercarlo nuevamente a su cuerpo.
Ambos, Sirius y Severus, se habían frecuentado desde aquella vez que se vieron por primera vez en Koraha. Primero fue por cuestiones meramente formales y después por cuestiones más personales. Primero entablaron una amistad, pero ésta no tardó en convertirse en algo más. Ambos habían acordado esperar para revelar a todos su relación. Esperar a que las cosas mejoraran entre ambas razas. Esperar al enlace de Draco y Harry.
–Puede ser, pero–zafándose de su insistente amante–, creo que debemos esperar otro poco–expresó Severus, desviando la mirada.
Esa reacción, pero sobre todo esa respuesta, no gustó mucho a Sirius quien entrecerró sus azules ojos y movió su cola con molestia.
– ¿Otro poco?... ¿por qué? –Y entonces una idea llegó a su mente de pronto–.¿Tienes a alguien más?–Cuestionó, sintiendo por primera vez en su vida la amargura de los celos.
– ¡Claro que no!–Respondió el pelinegro viendo con indignación al más alto–.Como siempre, estas actuando como un idiota y pensando cosas que no son.Si quiero esperar es porque… –dudando si decirle algo a su temperamental pareja.
– ¿Porque…?
–Porque algo podría salir mal con Draco y Harry–terminó diciendo con seriedad.
Sirius hizo una mueca ante aquello pero luego observó con atención a Severus.
– ¿Qué sabes? Dímelo, si mi ahijado puede salir lastimado–sus ojos tornándose ligeramente dorados–, tu ahijado lo pagará.
Por eso no quería contarle nada, fue el pensamiento de Severus antes de suspirar. Además, igual solo eran ideas suyas. Draco había prometido que había dejado al tal Evan antes de partir hacia Lloegr y no había por qué desconfiar de él.
–No será necesario, solo creo que si la convivencia entre alguien que se conoce es difícil, para ellos que son prácticamente desconocidos, el inicio no será sencillo–mintió a medias pues no quería alterar más a Sirius por puras suposiciones, aunque lo que decía también era un buen punto.
La mirada azul se entrecerró una vez más. Sirius se olía una mentira y que le cortaran un brazo sino era bueno detectándolas, pero lo dejó pasar, no quería discutir con Severus luego de haber pasado tanto desde su último encuentro. Además ya se encargaría de averiguar qué era lo que ocultaba su pareja.
–Es cierto, pero Harry es un buen chico, de buen corazón y si tu ahijado pone de su parte les irá bien–murmuró intentando un nuevo acercamiento con el vampiro pelinegro. O por lo menos eso quería hasta que sus ojos se desviaron a donde se desarrollaba el baile y una media sonrisa divertida apareció en su rostro.
Severus, que al notar el nuevo acercamiento de Sirius esta vez pensaba dejarle estar un momento, le miró extrañado por la sonrisa que surcaba su rostro.
– ¿Qué sucede?–Queriendo voltear para observar qué era lo que le hacía gracia a Sirius.
–Nada – sin despegar sus ojos de dos figuras que parecían bailar muy a gusto–, pero dime, ¿tu Rey tiene pareja?–Cuestionó.
Antes de que lograra voltear, le llegaron las palabras del pelinegro licántropo. Estas le causaron tal impacto que detuvo cualquier movimiento y una de sus negras cejas se alzó.
–No, ¿por qué?–Cuestionó.
La sonrisa de Sirius aumentó y una carcajada brotó de sus labios al tiempo que dejaba de ver hacia la pista de baile y observaba a su pareja.
–Si todo sale como se ve, te enterarás pronto–respondió ambiguamente antes de terminar la distancia con Severus–.No solo tú tienes secretos–susurró sobre sus labios antes de, por fin, hacer lo que quiso hacer desde que viese a su vampiro.
*”*”*
Mientras, en donde la recepción seguía teniendo lugar, el baile continuaba y las parejas bailaban armónicamente acompañando a los nuevos esposos. Por supuesto no todos bailaban, unos gustaban más de conversar. Como Lucian Zabinni y su esposo Theodore, que hablaban con unos licántropos. Sin embargo este último aprovechó un momento para ir hasta su sobrina, pues algo le tenía preocupado.
–Pansy ¿y Blaise?–Cuestionó Theodore a la vampira más joven.
La vampira pelinegra, que venía de bailar con un galante licántropo, miró a su tío con extrañeza.
– ¿Blaise? La última vez que lo vi dijo que quería regresar a su habitación por algo –respondió con sinceridad antes de aceptar bailar con esta vez un vampiro bastante atractivo dejando a un preocupado Theodore Zabinni preguntándose donde estaría su hijo menor.
Solo esperaba que estuviese bien y que no se metiera en problemas.Pero por supuesto el mencionado vampiro estaba en problemas.
Blaise Zabinni era alguien distraído por lo regular y aunque pudo llegar a su habitación sin problemas, cuando quiso regresar a donde se desarrollaba la recepción no le fue tan bien. Y ahora, en un pasillo solitario y sin nadie a quien preguntar, podía admitir que estaba perdido en el palacio licántropo.
– “Demonios,¿y ahora qué?”–Pensó, soltando un suave suspiro mirando de un lado a otro.Definitivamente fue mala idea ir solo, debió pedir a Thomas que le acompañara pero no quiso molestar a su hermano mayor.
–Bien, espero que sea por aquí–susurró decidiendo dar vuelta en un pasillo lateral.
Sin embargo mala fue su suerte que al dar vuelta chocó con algo, o alguien más bien. Un duro y firme pecho le recibió y él por inercia cerró los ojos ante el golpe.
Ron por su parte, desde que viera a Harry casarse sintió aumentar el malestar que le aquejara desde hacía unos días, y con ello supo que ya no podía negarlo, no podía negárselo más. No sabía desde cuándo pero se había enamorado de su mejor amigo. Y ese amor palpitaba en su pecho fuerte e intenso a pesar de saberlo un imposible.
Totalmente imposible, mucho más ahora que Harry era de otro. De ese antipático vampiro rubio.Por ello, cuando el enlace terminó, no pudo seguir observándolos, ver a Harry del brazo de su nuevo esposo… Y huyó.Se escabulló de la recepción. Quería permitirle a su herido corazón un respiro antes de ir a despedirse de su mejor amigo, que partiría para Valakya en cuanto el baile culminara.
Sería una dolorosa despedida pero era lo mejor, con Harry lejos, tal vez podría olvidarle, matar ese amor que no debía ser.Tenía que hacerlo, ahogar ese sentimiento, pues Harry jamás sería para él.Pero a pesar de eso, a pesar de todo, en verdad le deseaba que el tal Draco lo hiciese feliz, todo lo feliz que merecía.
–O se las verá conmigo –susurró a la nada con una sonrisa pesarosa antes de continuar su camino y doblar en una esquina.
Pero alguien le detuvo en su caminata, un ligero cuerpo chocó contra él de pronto. Sus ojos azules miraron hacia abajo y sus orejas rojizas se movieron con curiosidad, al igual que su larga cola al observar a un vampiro pequeño pelinegro que tenía los ojos cerrados y estaba recargado contra su pecho.
–Disculpa, pero no deberías estar aquí–murmuró luego de ver que el más bajo no se movía ni decía nada.
Blaise sin duda se encontraba más que apenado por el choque y no quería ni siquiera ver a quien se había topado, por lo que se quedó quieto contra el fuerte pecho esperando que quien fuera el extraño hablase primero, por lo menos para saber si estaba molesto y prepararse para disculparse. Aunque cuando la voz varonil pero cálida del extraño le llegó, sus ojos se abrieron y su mirada se alzó para encontrarse con unos ojos azules que le miraban curiosos.
Un licántropo de cabellos rojos y bastante atractivo era con quien se había topado.Sus mejillas se enrojecieron y de inmediato se apartó unos pasos.
–Yo, lo lamento–murmuró mirando a otro lado.Se sentía extraño, su corazón latía muy rápido y temía que el extraño lo escuchara.
–Está bien, fue un accidente–quitó importancia Ron, creyendo que había asustado al vampiro por su repentino alejamiento.
–Puede ser pero, aun así–viendo al licántropo tímidamente–, lo siento–agrego intentando controlar a su desbocado corazón.
–Bien, pero dime que haces aquí, esto está muy lejos de la recepción–cambió de tema el pelirrojo, moviendo su cola con tranquilidad.
Los ojos de Blaise, que habían pasado del rostro atrayente pelirrojo hasta ver con curiosidad la cola rojiza que se movía tras el licántropo, se alzaron de inmediato enfocando al más alto.
–Oh, eso–sus mejillas volviéndose más rojas–.Me perdí–admitió con pena–, es que fui por esto–señalando un paquete pequeño en sus manos–, y perdí el camino de regreso.
Una sonrisa apareció en el rostro de Weasley ante esas palabras, el vampiro más joven le parecía lindo y le recordaba un poco a su mejor amigo.
–Ya veo, tranquilo, suele pasar.Este palacio es enorme–quiso animarle.
Blaise le miró correspondiendo la sonrisa con otra, definitivamente el pelirrojo le agradaba y aunque aún se sentía extraño en su presencia y su corazón continuaba acelerado, quería saber su nombre, pero antes que pudiese decir algo, el licántropo se le adelantó.
–Vamos, te acompaño de regreso–agregó Ron, no que quisiera regresar aun, pero no podía dejar al vampiro pelinegro perdido.
–Gracias–su sonrisa aumentando–.A propósito, yo soy Blaise Zabinni, ¿y tú?–Se atrevió a preguntar por fin mientras caminaba.
Ron le observó unos minutos antes de contestar amablemente.
–Ron Weasley.
–Mucho gusto, Ron–tomando de improviso la mano ajena.
El movimiento sorprendió al más alto pero asintió, el vampiro le estaba agradando en verdad.
*”*”*
En la recepción, el baile se encontraba en su punto culmine y todos parecían más relajados. Incluso los recién casados parecían un poco más a gusto entre ellos, a tal grado que Draco había persuadido a Harry de seguir bailando a pesar de la primera negativa de éste.
Sí, todo parecía tomar un buen rumbo. Todo auguraba un prometedor futuro.
¿Pero era así realmente?
*”*”*
En un lugar lejano.
–Hoy es el enlace–se escuchó una voz grave cargada de desprecio y asco.
–Lo es–confirmó una segunda voz más aguda, pero que destilaba los mismos sentimientos.
En medio de un espeso y lúgubre bosque en la región de Skov, que se encontraba entre Valakya y Lloegr, dos enemigos que tuvieron que unirse se encontraban, en secreto, en una cueva oculta.
–Espero que todo salga bien, Lestrange… porque de lo contrario–unos ojos dorados y furiosos se dejaron ver en la negrura de la cueva donde estaban–, con gusto arrancaré tu detestable cabeza –gruñendo amenazante–.Después de todo no creo que a Tom o a tu cuñado les moleste tu muerte–agregó Fenrir Greyback viendo a la mujer frente a él con aversión y profundo desagrado.
Sus instintos clamando por esa sangre, por esa vida, y sin embargo para obtener lo que ambos deseaban, debía soportar como venía haciendo desde hace años, desde que esa “sociedad” se había formado.
Bellatrix Lestrange, miraba a su “aliado” con odio y repugnancia brillando en sus rojos ojos antes de que una sonrisa macabra apareciera en sus labios.
–Ya llegará el momento de enfrentarnos, Greyback, lo ansío tanto como tú, y entonces seré yo quien tenga el placer de liquidarte–contestó fríamente la mujer vampira enseñando sus colmillos ligeramente.
Otro gruñido amenazante rebotó en las paredes de la cueva ante esas palabras, seguido de otro sonido. Como de alguien siendo golpeado contra una de las paredes. Fenrir, que no era alguien muy paciente, se había movido con agilidad y rapidez hacia la vampira y la había tomado del cuello, azotándola contra una de las paredes de la cueva.
–No juegues conmigo Lestrange–apretando el cuello entre sus manos y hundiendo sus garras en él–, o podría olvidar nuestros planes –advirtió el licántropo antes de soltar poco a poco a su presa y alejarse de ella.
–Sucio animal–susurró Bella con desprecio, masajeando su cuello–.Si vuelves a tocarme seré yo quien olvide nuestros planes –expresó con los ojos aúnmás rojos de furia y con las uñas de sus dedos alargándose.
– ¡Basta!–Intervino un tercero antes de que ambos “líderes” terminaran por matarse–.Ahora es más importante hablar de lo que nos reúne.Después, cuando todo esté hecho, podremos matarnos entre nosotros–sentenció un serió y frio Rebastan Lestrange, esposo de Bella, quien siempre asistía con ella a sus encuentros con Greyback.
Ambos, Fenrir y Bellatrix, miraron con desagrado a Rebastan por intervenir, pero sabían que tenía razón por lo que, haciendo un esfuerzo monumental, se calmaron. Cuando lo lograron a medias, fue la vampira pelinegra quien habló.
–Como te decía –dirigiéndose a Fenrir–, todo saldrá bien, mi infiltrado, a diferencia del de Lucius, no fallará, esa boda–haciendo una mueca de asco–, no se consumará y todo saldrá como queremos.
–Eso espero–gruñó Greyback antes de que una malvada sonrisa surcara su rostro–. Tom adora a su hijo y cuando tu sobrino lo traicione, habrá una nueva guerra.
–Como siempre debió ser, la paz entre nosotros es una aberración–agregó Rebastan.
–Tanto como esa unión–expresó la vampira, a quien el simple hecho de que un perro cargase a los hijos de Draco le causaba nauseas.
Fenrir no podía estar más de acuerdo, a él tampoco le hacía gracia que un licántropo, aunque fuese el hijo de su odiado Alpha, fuera la puta de un vampiro.
–Como sea, esa monstruosa relación no durará y pronto la guerra bañará de sangre la tierra de nuevo–dijo Rebastan, ganándose un asentimiento de Fenrir y Bellatrix.
Y mientras esta conversación llegaba a su fin,la conspiración para el inicio de una nueva guerra comenzaba, amenazando el futuro que antes parecía tan prometedor.