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Noche Eterna por sakura hiwatari malfoy

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Notas del capitulo:

Hola espero que todos estén bien, aquí estoy de nuevo con un nuevo cap.

 

Pero antes como siempre los agradecimientos:

 

1. Gracias a mis lectores “fantasma” que solo leen y siguen el fic

 

2. Pero sobre todo, un gracias muy especial, a quienes también me escriben como:

Anónimo, Mestefaniab, Maria Fernanda, Anairafuji, Romi, Aylin, Anónimo, Leti y Noe, Akari Uchiha y YaoiMania, sus palabras son muy importantes para mi y son al final un verdadero aliciente para continuar con la historia.

 

En fin dejémonos de palabras, a leer.

 

CAP. 9

UN NUEVO DÍA DOLOROSO.

 

Valakya, habitación nupcial

 

Después de que Hermione dejasea Harry, nervioso y abochornado pero preparado, éste decidió recostarse en espera de Draco. No obstante, a medida que pasaba el tiempo y su esposo no venía, el licántropopelinegro comenzó a inquietarse tanto como a preocuparse. ¿Tal vez algo le había ocurrido al rubio vampiro?

Ese simple pensamiento le hizo removerse y levantarse, ¿tal vez debiera ir a buscarle? Pero,¿y si no era correcto y le molestaba? Podría pasar, no conocía suficiente a su esposo después de todo para afirmar lo contrario y lo último que quería en ese momento era precisamente disgustarle. Además había un inconveniente, no conocía el castillo y le tomaría bastante dar con el aroma de Draco y localizarlo.

Mejor esperaba, fue el pensamiento al que llegó finalmente Harry antes de sentarse en uno de los sofás de la habitación y suspirar, balanceando su cola mientras veía hacia la chimenea.

Esperaría con paciencia a su esposo.

Sin embargo, las horas pasaron y aunque el pelinegro intento permanecer despierto sus ojos esmeralda comenzaron a cerrarse sin remedio luego de un rato, producto del cansancio y el estrés del día y poco a poco, sin que lo notara y sin que lo quisiera, se quedó dormido en el sofá donde había permanecido quieto y sentado.

Más horas dieron paso a otras y fue un sonido de voces fuera del balcón lo que logró despertarlo.

Asustado y preocupado de haberse quedado dormido, Harry de inmediato se levantó, aturdido, y elevó sus orejas atento a cualquier señal de su rubio esposo.No obstante, como se lo confirmaría su olfato, de Draco no había señal alguna en la habitación. La mullida cama estaba tal y como la había dejado antes de salir de ella y la chimenea ahora apagada no mostraba señal de haber sido encendida nuevamente.

Sin saber cómo sentirse al respecto, Harry fue hacia la cama y se sentó en ella.Draco no había acudido a su habitación.

¿Por qué?

¿Era tanto su desagrado, que ni siquiera quiso yacer con él? Luego de lo ocurrido en el baile pensaba que no, pero al parecer su rubio esposo disfrutaba de confundirlo o era eso algo en verdad le había ocurrido.

Sí, tal vez era eso.

Con esa suposición en mente el pelinegro fue hasta el vestidor que le correspondía y tomó cualquier bata que encontró y, sin preocuparse por su arreglo o cualquier otra cosa que no fuese el rubio, Harry salió de la habitación.

Ayer se había detenido porque ya era tarde y no conocía el castillo, además que intuyó que lo indicado era esperar, pero ahora no podía seguir aguantandomás. Estaba intranquilo y deseaba saber qué retuvo a Draco, pues aunque parte de él sentía alivio de que nada hubiese pasado y pudiera conocer más a su esposo antes de intimar, también una parte se sentía rechazada y algo herida, desilusionada por el desaire.

Sin embargo, antes de que Harry pudiese dar un paso másallá de su habitación, cierta joven castaña apareció y le miro desconcertada.

–¿Su Alteza?–Cuestionó Hermione extrañada de ver al joven desaliñado y levantado tan pronto luego de su “noche de bodas”, suponía que aun estaría con el príncipe Draco y que de hecho, conociendo los rumores de amante apasionado que se corrían del rubio vampiro, este no dejaría que su esposo saliese de la habitación en un largo rato.

–¡Hermione! ¡Qué bueno que estas aquí!–Exclamó aliviado y agradecido Harry, sin conocer los pensamientos de la joven ante su presencia en el pasillo y fuera de la habitación–.¿Tú sabes si algo le ocurrió a Draco?–Cuestionó, mirándola ansiosamente.

La castaña le miro aún más extrañada esta vez y entonces una idea acudió a ella. El príncipe Draco no había acudido a su esposo, aquel pensamiento que parecía certeza por lo que Harry decía, la hizo quedarse lívida un momento antes de reponerse y contestar lo mejor que pudo.

–No, yo… no me parece que algo haya sucedido con Su Alteza el príncipe Draco, pero puede que no esté enterada aun–aclaró al ver la mirada de desilusión y de tristeza comenzando a formarse en los ojos esmeralda–.Tal vez tuvo un inconveniente, ¿por qué no entra a su habitación?, yo preguntaré y le informaré –propuso la joven, guiando al más joven al interior de sus aposentos.

–Está bien–aceptó un cabizbajo Harry, quien ya intuía algo malo–.Pero Hermione–deteniendo a la castaña antes que abandonase la estancia–, sea lo que sea quiero saberlo, por favor, no me mientas–pidió con tal sinceridad que la chica no pudo menos que asentir antes de salir.

Un rato pasó en el cual el joven licántropo estuvo aún más intranquilo, mientras sus pensamientos navegaban entre ideas funestas y esperanza hasta que la castaña regresó.

–¿Y qué sucedió? ¿Averiguaste algo cierto?–Acercándose a la chica y tomando sus manos con ruego en su mirada.

La castaña miró al joven licántropo con cierta pena, por supuesto había averiguado algo. No fue ni siquiera necesario que preguntara nada, pues antes de que meditara cómo preguntaría algo tan delicado, se topó con otra doncella con quien se llevaba bien, Parvati. Ésta tenía una expresión pálida y algo descompuesta, lo que llamó su atención pero no tuvo que decir nada, pues la chica en cuanto la vio fue hacia ella y le contó el porqué de su estado.

Como era usual, Parvati iba a limpiar el área que le correspondía del palacio y esta incluía la que era la habitación del príncipe Draco. Por ello y pensando que no había nadie, pues seguro el príncipe estaría con su esposo, Parvati entró sin tocar.

Grave error, la chica se quedóestática y sin poder moverse de la impresión ante la imagen que le recibió. El rubio vampiro se encontraba descansando con alguien entre sus brazos, alguien que no era su consorte.

Parvati ante aquello no supo qué pensar, ni pudo hacerlo pues el temor de que el príncipe o su amante despertasen y la viesen ahí la acometía y de inmediato, cuando pudo moverse, salió casi corriendo. Y ahora se encontraba ahí con ella, con Hermione, contándole todo eso.

Y como era de esperarse esas noticias no eran lo que la castaña hubiese querido escuchar, pero intentando mantener la calma, le dijo a Parvati que se tranquilizara, que no pasaría nada mientras fuera discreta y no comentara eso con nadie. La chica asintió y agradeció a Mione que la escuchara y la aconsejara, también le prometió que le haría caso.

Luego de eso Hermione la vio partir y regresó sobre sus pasos hacia donde el joven licántropo la esperaba. Sentía enojo y desagrado por las acciones del rubio vampiro, y lo peor era que ahora que se encontraba ahí ante Harry no sabía cómo decir lo que debía decir.

–Bueno, Su Alteza–empezó–, sí averigüé algo, al parecer el príncipe Draco está en la que fue su habitación y no se encontraba muy bien ayer, por eso prefirió quedarse ahí y no molestarle–se atrevió a mentir y es que simplemente no podía soltarle al chico frente a ella lo que parecía ser una nefasta verdad–.Pero ya está mejor–agregó, al ver preocupación en el joven.

Las palabras de la chica aliviaron un poco la mala sensación que había sentido inundarle, pero una sensación más intensa se hizo presente al saber que el rubio no se encontraba bien. Sintió angustia y desazón, no sabía demasiado de vampiros, solo lo que había en los libros de su padre, lo cual resultaba muy básico pero pensó que ellos no se enfermaban con facilidad; al parecer no había estado en lo correcto.

Definitivamente necesitaba conocer más a su esposo y a los suyos. Pero sería después, ahora debía ir a verle, por lo que decidido, miró a Hermione con esa expresión determinada que según decía su papá, le recordaba a su padre.

–Llévame a su habitación.

Hermione abrió sus marrones ojos por la orden determinada del chico, no podía hacer eso, si  le llevaba ahí seria fatídico para el joven licántropo.

–Pero Su Alteza, debe cambiarse y arreglarse primero–mencionó la joven, intentando hacer tiempo y que algo pasara que evitase que se descubriera el engaño del príncipe.

–No, lo siento Hermione, pero primero debo ir con Draco, mi arreglo no importa,créeme–expresó el pelinegro, dirigiéndose resuelto hacia la puerta de la habitación, ignorante de la preocupación de la chica.

La castaña suspiró y sin saber cómo evitar lo inevitable, siguió al licántropo pelinegro. Cómo detenerlo, era algo que ella no sabía y que tampoco podía hacer. Lo que habría podido hacer lo había hecho, pero ahora no tenía opción, debía obedecer. Su mentira no serviría de nada, pero esperaba que Harry entendiese por qué le había engañado.

 

*/*/*/*

 

Habitación de Draco

 

Sin duda alguna la “noche” había sido satisfactoria para ambos vampiros, tanto, que la pasión se había desatado por varias horas y los amantes habían quedado exhaustos y necesitando un merecido descanso.

Inmortales o no, vampiros o no, su vitalidad tenia cierto límite y Draco y Evan lo habían alcanzado con sus actividades en esa que debió ser la noche de bodas del rubio vampiro con su esposo.

Sin embargo, por la mente nublada de Draco quedó olvidado que alguien le aguardaba, alguien a quien debía respetar y honrar. Todo quedó en el olvido, lo único importante, lo único vital, fue envolverse en el frenesí de deseo que incendiara Evan en su interior.

Por ello, en ese momento y sin remordimiento, sin arrepentimiento alguno por lo menos por ahora,el príncipe vampiro se encontraba en esos momentos yaciendo junto a su amante en el confortable lecho.

Sin embargo, la puerta abriéndose despertó a uno de los durmientes que tenía el sueño ligero. Evan, que había estado atento desde hacía algún tiempo a cualquier ruido, abrió sus ojos lilas con discreción y observó hacia la puerta sin moverse.

Una chica humana, una doncella cualquiera, era quien osaba entrar sin tocar.

En otro momento el peli plata habría hecho un escándalo por semejante osadía, pero ahora no era indicado, no debía hacerlo por lo que lo dejó pasar y cuando la chica se fue,soltó una exhalación que denotaba molestia aunque de inmediato volvió a acomodarse, entre esos brazos, sobre ese fuerte pecho ajeno con una sonrisa ufana al recordar lo sucedido hacia unas horas.

Tal y como había supuesto, ese perro no fue suficiente para que Draco le rechazara.

Ahora solo debía ser paciente y complaciente con el rubio príncipe y dejar que todo saliese como debía salir. Acabaría con el tal Harry poco a poco y en silencio,  le haría sufrir a tal grado que este saldría huyendo de Valakya buscando el consuelo de los suyos.

Con eso en mente el vampiro peli plata volvió a cerrar los ojos enredándose más en el cuerpo de Draco a la espera de… de lo que debía pasar.

 

*/*/*/*/*

 

En el Despacho de Lucius

 

Ajeno a lo ocurrido, o más bien a lo no ocurrido entre su yerno y su hijo, el Rey vampiro, como era su costumbre, había iniciado temprano y en esos momentos mientras revisaba algunos pendientes de la ciudad no pudo evitar detenerse unos momentos para pensar en Draco y Harry.

Esperaba que su necio hijo no hubiese echado en saco roto sus palabras y que todo hubiese salido bien entre ambos jóvenes. En verdad lo esperaba, por el bien de Valakya, de ellos mismos e incluso por el bien de los licántropos en Lloegr.

Definitivamente del actuar de Draco dependían muchas cosas, la felicidad de muchos incluyéndolo a él mismo como jamás pensó, pues si las cosas no salían como debieran en ese matrimonio, sus propios planes para cierto encantador licántropo que tuvo a bien conocer mejor  durante el baile, jamás podrían ser.

Y lo sentiría, lo sentiría mucho ya que Remus le había hecho sentir como Narcissa jamás lo lograra, pero su deber estaba primero y si una nueva guerra se iniciaba tendría que liderar a sus hermanos y ocupar su lugar como Rey.

–Pero espero que eso no pase, tu propia felicidad y la de todos está en tus manos, dragón –murmuró a la nada Lucius, viendo por la ventana de su despacho hacia la nueva luna azul/plateada ascendiendo ya a lo alto del extraño cielo menos oscuro.

 

*/*/*/*

 

–Ah… ahí es, SuAlteza–señaló dudosa la castaña, a la puerta a unos metros de ellos.

En verdad esperaba haber retrasado lo suficiente a Harry y evitarle ver algo que seguro seria lastimoso y humillante. Y es que la castaña había hecho que el licántropo pelinegro tomase el camino más largo hacia la habitación del rubio príncipe en su afán de  hacer algo más, y eso era después de todo lo único que pudo hacer en vista de que la mentira no sirvió de nada.

Harry, a pesar de sentirse un poco nervioso y preocupado asintió y le regaló una sonrisa agradecida a quien era su doncella antes de acercarse a la puerta.

–Gracias Hermione–mencionó gentil, moviendo su cola casualmente antes de agregar–, y por cierto, puedes hablarme de tú y decirme Harry, deja lo de Su Alteza y esas formalidades,  no van conmigo–explicó, franco pero tan firme, que la chica no pudo menos que asentir.

Satisfecho con la respuesta, Harry caminó hacia la entrada de la habitación de su esposo,  pero antes que tomase el pomo de la puerta para abrir se detuvo un momento dudando. Un presentimiento se instaló en su pecho de pronto y este le instaba a alejarse, irse y mejor esperar a que Draco fuese a buscarle. Después de todo,¿no estaba el rubio mejor? Tal vez si entraba sería inoportuno y molesto.

No obstante negó levemente, ya estaba ahí, tenía que entrar. Así que, respirando hondo para calmarse, tomó el pomo y abrió. Lo primero que percibió aun sin entrar eran dos aromas que parecían mezclarse, uno era de Draco y el otro le parecía familiar, aunque sonara extraño, lo cual le confundió y  le hizo fruncir el ceño.

El presentimiento que antes sentía vibrando intensamente en su pecho, haciendo que volviese a detenerse ante la puerta entre abierta.

–Su Al... Harry–compuso la castaña–,¿estás bien, hay algo mal?–Preguntó con precaución la chica al ver la duda del licántropo a entrar. No podía ser que el más joven hubiese visto algo,¿o sí? Era imposible sino había entrado siquiera.

Paralizado era como extrañamente se sentía el pelinegro, como cuando había algún peligro que no podía ver, lo cual le resultaba inverosímil. En la habitación de su esposo no podía haber nada peligroso ni dañino para él. Era absurdo que se sintiera así, era tonto y todo por un absurdo presentimiento.

No, no podía dejarse llevar por eso. Él era valiente, era hijo de su padre y debía comportarse como tal.Así que cuando las  palabras de la castaña llegaron a sus orejas, miró de reojo a la chica y le sonrió negando.

–No,  nada mal, estoy bien–murmuró antes de, con decisión, disponerse a entrar, dejando de lado lo que los aromas al interior de la estancia, para empezar,habían provocado en su persona.

Debía de haber una explicación viable a aquello.Y la hubo, pero no era lo que Harry hubiese supuesto o querido.

Ahí ante él se encontraba una escena para la que no iba preparado y que hizo que su respiración se detuviera al igual que su corazón.

Sus ojos esmeralda contemplando impávidos la cama de su esposo y en ella dos cuerpos, que a pesar de estar cubiertos por las sábanas estaban evidentemente desnudos.

Incredulidad se abrió paso primero en su mente.

Debió equivocarse, Hermione debió equivocarse, esta no podía ser la habitación de Draco.

Sin embargo fue evidente que era la habitación de su esposo cuando, forzándose a negar  lo que era obvio, observó a su alrededor buscando algo que denotase que no era la habitación indicada y ante sus ojos apareció un cuadro del rubio vampiro donde se mostraba tan letalmente atractivo como lo había estado en su boda.

Sí era… estaba en el lugar indicado y aquellos que descansaban tan plácidamente en la cama al fondo eran Draco y alguien más.Esa venenosa certeza le sumió en un estado ausente y sin siquiera notarlo se encontró así mismo caminando hacia la cama.

Cuando estuvo cerca y pudo verles mejor, su corazón volvió a latir apretándose adolorido  y un desconsuelo desconocido hasta ahora le atravesó, junto con una profunda desilusión.

Draco parecía tan a gusto, tan plácido con ese joven vampiro entre sus brazos y el otro vampiro le abrazaba con tanto cariño, con tanta necesidad que fue evidente para él que entre ellos existía algo que él hubiese querido forjar con el rubio príncipe.

Pero no, al parecer no iba a ser posible. El corazón de Draco ya pertenecía a alguien más.

Ahora entendía la actitud de su esposo antes del enlace y durante éste. Solo se había unido a él por la Alianza entre sus razas, para no provocar un conflicto, una nueva guerra.

Siempre lo había sabido, que su matrimonio seria por obligación, por un pacto hecho hace años, pero confirmarlo y de esta forma era doloroso y también mataba sus inocentes ilusiones de que fuera algo más que obligación lo que le uniera a Draco.

Lagrimas silenciosas comenzaron a salir de la mirada esmeralda mientras Harry  comenzaba a entender su situación. Y entonces él supo que debía irse, calmarse y luego enfrentar a Draco; ahora mismo no podía, no debía.

No cuando su interior dolía tanto y se dividía entre hacer o no algo ante esa deslealtad. Él había sido leal y lo sería para siempre, porque así lo sentía, por que así debía ser y Draco en cambio, él lo había engañado.

El enojo comenzaba a unirse al desconsuelo, a la decepción y  juntos parecía querer nublar la razón de Harry tornando de a poco su  húmeda mirada esmeralda en una ligeramente dorada. Sin embargo el licántropo pelinegro en medio de esa bruma pudo darse cuenta a tiempo de lo que le sucedía, y alarmado de lo que podría pasar si se dejaba llevar, se hizo hacia atrás y se alejó de la cama.

Debía irse.

Con esa certeza, dirigió una vez más una mirada a la pareja sobre la cama, que ausente de lo que sucedía, seguían descansando apaciblemente.

–Debiste decirme–susurró a la nada sin poder evitarlo al tiempo que apartaba de sus mejillas las lágrimas que no habían dejado de fluir y salía de la habitación.

Tal vez hubiese sido mejor para Harry escuchar ese presentimiento que sintió y no entrar, pero lo hecho, hecho estaba y por lo menos ahora sabia la verdad por mas ominosa que esta fuera.

 

*/*/*/*

 

Dentro de la habitación el vampiro peliplata se removió al notar que de nuevo estaban solos y abrió sus ojos lilas, mostrando una mirada presuntuosa y complacida.

–Pobre perrito–susurró burlón, conteniendo la carcajada que hubiese querido soltar.

Y es que por supuesto que como pasara con la humana, Evan escuchó cuando la puerta se abrió por segunda vez y lo supo. No sabía cómo, pero lo hizo, sabía que esta vez era quien estaba esperando que acudiera por lo que se quedó muy quieto y se enredó aún más en el cuerpo del rubio cerrando los ojos en espera de que iniciara el espectáculo.

Manteniéndose muy atento, el peliplata escuchó pasos adentrarse en la habitación y una “desagradable peste” le llegó. Ese repugnante aroma era inconfundible, un licántropo. Apunto estuvo de hacer una mueca de desagrado pero se contuvo a tiempo.

Unos instantes pasaron en los que no se escuchó nada, instantes en los que Evan estuvo tentado a entre abrir los ojos. Sin embargo antes que lo hiciera el detestable aroma se hizo más fuerte y pasos se volvieron a escuchar, deteniéndose cerca de la cama.

Ante aquello el peliplata procuro concentrarse y no mover un solo musculo, aparentó estar profundamente sumido en un grato descanso y dejó que sus sentidos fueran quienes estuviesen vigilantes y le hablasen de lo que sucedía. 

Y su olfato no tardó en captar el aroma salado que esperaba. Lágrimas, eran lágrimas lo que captaba. Luego captó pasos de nuevo y el aroma del tal Harry alejándose.

Patético.

Pensó que al menos les diría algo, reclamaría, pero no lo hizo. Peor para él pues le dejaba la iniciativa nuevamente.

Y cuando absurdas palabras susurrantes llegaron a sus oídos, seguidas del ruido de la puerta cerrándose,  le supo aún más patético.

–En verdad, no eres rival para mí–mencionó a la nada, levantándose lenta y sensualmente del lecho–, y esto solo está empezando–agregó, viendo de reojo al perfecto espécimen rubio a su espalda.

–“Draco y su posición privilegiada son míos”–pensó arrogante–, “y tú, perrito, te irás con la cola entre las piernas”

 

*/*/*/*

 

En el pasillo

 

Cuando Harry salió en silencio, con la mirada y las orejas gachas, Hermione supo que el más joven había visto lo mismo que viera Parvati y sintió pesar, un enorme pesar aunque no se atrevió a decir nada y se limitó a seguirle en su silencioso camino.No sabía qué estaría pensando, pero ella estaría ahí para él si quisiese hablar y desahogarse.

Por su parte, Harry pensaba en todo y en nada a la vez, se movía por inercia y sin realmente notar a donde iba o la presencia de Hermione a su lado.

A su mente venían algunos detalles que pasó por alto cuando conoció a Draco como su aroma, este parecía tener otro olor impregnado que no era natural ni parecía provenir del rubio y lo confirmó cuando estuvo cerca de él, cuando bailó con él, cuando lo besó… por supuesto el jamás hubiera podido imaginar algo así, había supuesto que se debía al viaje o a cualquier otra circunstancia pero ahora sabía que no era así.

El aroma del príncipe vampiro estaba impregnado con el aroma de ese otro vampiro y eso solo significaba que llevaban un tiempo juntos.

Por eso, Draco de seguro no había sentido lo mismo que él cuándo se besaran.

Triste y desafortunada, así era su situación y no sabíaqué hacer. Lo correcto sería decirle a su padre y regresar a Lloegr, pero si hacia eso… si lo hacía estaba seguro de que su padre no dejaría las cosas así e iniciaría una nueva guerra con los vampiros y él no quería eso. No quería ser el causante de que lo que había leído acerca de la antigua guerra entre razas se repitiera.

 

Aunque tal vez era lo mejor, es decir, tal vez el mismo Lucius, todos los vampiros que parecieron tan gentiles con él, sabían de esa relación y los engañaron para mantener una paz que era conveniente.

Si era así, los vampiros no eran de fiar.Si era así, el debería regresar a la habitación de Draco y exigir una gratificación a la felonía recibida.

El antiguo resentimiento, la desconfianza queriendo hacerse paso en la mente, en los sentimientos del noble licántropo que jamás había conocido el odio a los vampiros.

–¡Harry!–Se escuchó de pronto una voz conocida, interviniendo antes que la oscuridad arrastrara a un inestable pelinegro a hacer algo de lo que se arrepentiría.

Como si saliese de un trance, el joven licántropo al escuchar su nombre parpadeó y detuvo sus pasos mirando hacia el frente. Sus ojos volviéndose de nuevo totalmente esmeraldas cuando enfocan a Pansy, quien fue quien le llamara.

–¿Pansy?–Murmuró, alzando sus orejas con atención.

Notas finales:

Se que debo estarme ganando mas crucios de su parte pero les pido los dirijan a Evan que al final es el culpable de todo esto.

Sucedió lo que varios seguro no se esperaban Harry encontró a Draco con su amante. Aunque Harry fue muy prudente con su reacción y varios seguro hubieran querido que matara a Draco y Evan, yo lo hubiera hecho, pero a pesar de que nuestro licano heredo parte del temperamento de Tom también es mas prudente y tiene un punto débil, su buen corazón. Pero  ya sacara el carácter créanme.

Ahora bien tengo una pregunta para ustedes.

Para fines practicos les adelantare que a Valakya solo regresaran Lucian, Pansy y Thomas dejando a Blaise, Theodore y Severus en Lloerg unos dias. Ahora bien aquí va la pregunta.

¿Desean un cap especial que sea solo de estos tres personajes y su estancia en tierra licana? O lo damos por hecho y continuo con la historia.

Lo pregunto por que al principio tenia pensado que las parejas secundarias no aparecieran mucho pero tal vez algunos quieran que lo hagan asi que lo dejo a su consideración.

Recuerden que la mayoría decidirá, asi que es importante que se hagan presentes y me dejen saber su opinión.

Pasando al tema de la próxima actualización, la tendrán el miércoles o jueves.

En fin luego de tan larga nota final, me despido, cuídense mucho que tengan un excelente inicio de semana. Un beso.

 

 


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