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Noche Eterna por sakura hiwatari malfoy

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Notas del capitulo:

Hola a todos lamento la tardanza pero aunque tarde aquí esta el próximo cap y es largo asi que espero lo disfruten, por cierto de antemano aviso que habrá una tercera parte del mismo pues sin querer este cap se me fue alargando a la hora de escribirlo.

 

Pero bueno antes de dejarles leer, los agradecimientos como siempre:

 

1 Gracias a quien  se toma el tiempo de leer y seguir de mi historia.

 

2 Aunque como siempre, un gracias muy especial, a quien se tomo el tiempo de también comentar en el cap anterior que fueron los siguientes:

 

Anya, maria Fernanda, Aylin, Killer_Cookie, Anairafuji, Isis Shirakin, Romi, Mestefaniab, Yaoi Mania, Ellioth, Bon bon, Dani, LadyPhantomehive, Andy, Numeneesse y Anónimo. En verdad gracias a todos chicos, es un gusto leer cada uno de sus comentarios y contestarlos.

 

Ahora punto y aparte también agradezco a algunas personitas que también me escribieron pero a quienes aun no he podido contestar por falta de tiempo y ellas son las siguientes:

 

Vani, Esthefani, Rosita96, Drarry, Eikha y Ayleene. Debo decirles que igualmente fue muy agradable para mi haber leído sus comentarios y prometo hacerme un tiempo libre en estos días para contestarles como es debido.

 

 

En fin ahora si, sin mas que agregar a lo importante. A leer!!

CAP. 13

MASCARADA. Segunda parte.

 

La entrada de Harry y Draco cortó las conversaciones y murmullos del salón, donde se instauró un silencio sepulcral. Todos y cada uno de los asistentes pusieron sus ojos y su total atención a la pareja que venía bajando lentamente por la escalinata.

Por supuesto a nadie le sorprendió la regia y magnifica apariencia de Draco, a quien miraron con complaciente admiración para luego mirar a su acompañante, el nuevo consorte del príncipe, a quien la mayoría de los presentes no conocía. Tras las máscaras los vampiros escrutaron al licántropo de pies a cabeza.

–Tranquilo, todo saldrá bien –dijo en un susurro el rubio vampiro, consciente del escrutinio al que era sujeto su esposo e intentando infundirle seguridad al sentirle estremecer ligeramente a través del agarre que Harry mantenía en su brazo.

–Sí… gracias –fue el murmullo vacilante que el príncipe recibió de regreso.

No era para menos, Harry no era alguien cobarde pero detestaba llamar la atención sobre su persona y en ese momento, tenía a toda la corte vampírica indagando sobre él y por ello, su temor de hacer algo torpe o dar un mal paso con las malditas botas que llevaba, era mayúsculo. Aunque ciertamente las palabras y el leve apretón a su enguantada mano de parte de su esposo le hicieron sentir mejor; quizás seguía sintiéndose inseguro pero la ansiedad disminuyó junto con el temor.

Estaría bien, fue el pensamiento que el licántropo pelinegro se repitió mientras seguía avanzando junto con Draco.

Pronto y para alivio de Harry, las escaleras se terminaron y ambos  llegaron al final de la escalinata sin mayor problema. Ahí les esperaban Lucius y su comitiva.

Todos lucían soberbios y perfectos, como debía ser, y como era de esperarse hicieron una respetuosa reverencia a los príncipes. Excepto por supuesto por Lucius, quien se limitó a hacer una breve inclinación de cabeza hacia Draco antes de quedar frente a Harry y tomar su mano libre, llevándola hacia sus labios y depositando un educado beso en el dorso de esta antes de dirigirse a los presentes con una orgullosa sonrisa surcando sus labios.

–Mis hermanos, es un honor presentar ante ustedes a mi yerno –la complacencia y la suficiencia destilando en cada palabra dicha–. Harry Malfoy, príncipe consorte de Valakya –terminó el mayor, volviendo a depositar otro beso en la mano enguantada antes de soltarla.

Luego de aquellos gestos que significaban mucho entre los vampiros, rotundos aplausos se escucharon rompiendo por completo el antiguo silencio al tiempo que algunos vampiros importantes se acercaban para conocer más de cerca a su nuevo príncipe.

 

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–Increíble… ¿Ese es Harry? –Musitó Sirius intentando ver mejor al pelinegro, quien era solicitado por varios vampiros que le obstruían la vista.

Remus, aunque honestamente también se encontraba sorprendido por la apariencia de su ahijado, sonreía encantado. Sin duda James hubiese estado gratamente satisfecho de ver a Harry tan… hermosamente arreglado.

–Sí, lo es Sirius, pero no me extraña, tú lo viste en su enlace, ¿no es así? –Respondió el de ojos miel, negando al notar que su amigo se movía queriendo tener mejor visión, por lo que le tomó del brazo y le jaló sutilmente un poco más atrás de donde estaban–. Basta, vas a arruinar la sorpresa si Harry te ve –le reprendió.

Un gruñido se escuchó entonces provenir de Black. Detestaba cuando Remus lo reprendía pero sabía que tenía razón, por lo que se limitó a asentir y ser más discreto al mirar hacia su ahijado.

Ya quería ver su reacción cuando Lucius lo llevase hasta ellos. Además, quería asegurarse de que estaba todo lo bien que lucía y que el petulante rubio menor lo estuviese tratando bien. No solo porque Tom se lo había ordenado, sino también porque de no ser así, estaba dispuesto a llevarse a su ahijado de ahí sin importarle nada.

Ajeno a los pensamientos de Sirius, Remus también quería observar la reacción del más joven al verlos ahí, pero sobre todo quería observar su reacción cuando le diera la buena nueva. El embarazo de James, sin duda algo inesperado pero muy dichoso. Todos en Lloerg estaban radiantes ante la noticia de un nuevo vástago de su Alpha.

Aunque algo más acometía al ojimiel que distaba mucho de la imagen tranquila y apacible que mostraba: nervios. Intensos y crecientes cuando pensaba en cierto Rey vampiro que hizo saltar su corazón cuando anunció que él sería su pareja en el baile. Aun no se recuperaba de aquello y pronto lo tendría cerca de nuevo, y si bien era cierto que habían “hablado” del baile y su invitación a éste, Lucius jamás le había dicho que sería su pareja y ahora no sabía qué hacer, pues no era falso que Sirius fuera su pareja para el baile. Él se había ofrecido y había aceptado sin imaginar las intenciones del rubio Rey y ahora… No sabía cómo debía actuar.

 

 

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–Es hermoso –se escuchaban los murmullos de una vampira que hablaba con su compañera. Ambas, desde un punto menos concurrido del salón, veían hacia donde el príncipe consorte y esperaban que se desocupara para acercarse.

–Cierto, a pesar de ser licántropo lo es y hace buena pareja con el príncipe Draco –respondía la otra vampira con una sonrisa.

–Hacen la pareja perfecta –confirmó la primera vampira antes de agregar–, y…

No obstante la conversación se vio interrumpida por un bufido de fastidio que ambas mujeres escucharon a un costado suyo, lo que les hizo voltear, extrañadas.

– ¿No estás de acuerdo? –Cuestionó una de ellas al desconocido joven a su lado, que parecía mirar hacia la comitiva real.

–No realmente, como yo, hay mejores partidos que Harry Malfoy… –fue la respuesta desdeñosa del altivo joven, que sin esperar respuesta caminó hacia otra parte escondiendo parte de su enmascarado rostro tras su abanico negro.

Las dos damas le siguieron con la mirada. No reconocían al joven pero su comentario no les agradó, sobre todo por el tono despectivo con el que dijese el nombre de quien era su príncipe consorte.

Ajeno al desagrado que dejara en las dos vampiras, Evan caminó elegante hasta el otro extremo del salón. Debía pasar lo más inadvertido que fuese posible, lo sabía, pero no pudo evitar hacer aquel comentario cuando escuchó a esas dos hablar tan complacidas del perrito pelinegro. Le daba nauseas el solo observar como todos parecían “cautivados” por ese animal.

¿Es que todos se habían vuelto idiotas? Tal vez sí, y su madre tenía razón. Todo aquel plan del cual él era parte importante, era necesario para  abrir los ojos de los suyos nuevamente a la realidad. Los licántropos no merecían ningún privilegio, ni siquiera el de existir. Eran animales, enemigos peligrosos que debían ser exterminados.

Y lo serían, gracias a él y a los suyos todo volvería a ser como antes. La guerra se desataría nuevamente y esta vez acabarían con esa pestilente raza de una vez por todas.

Con eso en mente el peli plata se recargó cerca de una de las paredes y miró de nuevo hacia la comitiva real, en donde el pelinegro parecía seguir siendo la sensación, lo que le sacó otro bufido pero su molestia solo duró lo que sus ojos lilas demoraron en captar a cierto vampiro pelinegro. Entonces un suspiro remplazó al bufido y los malos pensamientos se esfumaron de su cabeza.

Thomas… era él quien importaba ahora. Estaba ahí por él y no debía pensar en nada más por esa noche. El pelinegro lucía tan apuesto, tan perfecto como siempre, que no pudo evitar suspirar nuevamente.

Solo esperaba que el baile iniciase pronto para poder acercarse a Thomas sin ser visto.

 

 

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– ¿Qué sucede, hermano? –Cuestionó Blaise a Thomas, que de pronto se puso tenso a su lado.

El pelinegro, quien junto con sus padres y su hermano permanecían al lado de la familia real, de pronto sintió una mirada insistente reclamando su atención y por ello no pudo evitar abstraerse de la conversación que era mantenida y ponerse alerta. No era amenaza lo que sentía, era otra cosa pero no quería preocupar a nadie, así que negó viendo a Blaise a través de su máscara con calidez.

–No es nada –respondió, volviendo a poner su atención en las palabras que el Marqués de Coburg le dedicaba a Harry.

Sin duda el pelinegro estaba recibiendo la venia de uno de los vampiros más influyentes, luego de su padre y su padrino, y eso le alegraba por Harry. Él parecía brillar con luz propia esa noche y a pesar de que debía estar muy nervioso, no lo aparentaba.

Punto y aparte que lucía verdaderamente bello y aunque era claro que jamás haría nada sobre su “agrado” hacia Harry, no podía evitar sentir cierta envidia de Draco en momentos como ese.

 

 

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Momentos después.

Luego de que pasasen varios de los vampiros importantes a presentarse personalmente con Harry, Lucius despidió al resto y ordenó que la música comenzase y el baile diera inicio. Quería darle su sorpresa a su yerno y ese era el momento perfecto, con todos ocupados bailando y dándoles espacio, por lo que buscó a Remus y Black con la mirada. Cuando los encontró, sonrió y se dirigió al más joven llamando su atención.

–Sé que debes estar abrumado por todo esto, Harry, por ello tengo una sorpresa que te distraerá y te hará sentir muy feliz –anunció, tomando la mano ajena que todo el tiempo se mantuviera firme en el brazo de su hijo y le guio, no sin antes mirar de determinada forma a Draco antes de seguir avanzando con el pelinegro.

Harry, quien se había mantenido sereno y amable, a pesar de sus temores y su nerviosismo durante las múltiples presentaciones y felicitaciones que le siguieron a la introducción de Lucius, miró a su suegro dudoso. ¿Sorpresa? ¿Qué sorpresa?, se preguntaba, pero se dejó guiar por el mayor. Aunque su mirada esmeralda se desvió un poco hacia su esposo cuando este, en vez de acompañarle como pensó que haría, se quedó conversando con Lucian Zabinni.

Y no es que Draco no hubiese tenido la intención de acompañar a Harry y Lucius, pero la sola mirada de su padre le hizo entender que no era requerido y por eso, aunque no estaba del todo conforme, continuó su charla con su padrino como si nada. Pero a pesar de ello, en todo momento observó a Harry y su padre mientras se preguntaba qué sería esa sorpresa que su progenitor tenía para su esposo.

 

 

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A pesar de que había logrado no dar un mal paso y terminar cayendo escaleras abajo junto con Draco, aún no se acostumbraba a caminar con las altas botas que llevaba, eso y la vestimenta aun le hacía sentir incomodo en cierta medida pero intentó caminar al ritmo que marcaba Lucius, a quien veía de reojo con cierta envidia. Igual que todos los vampiros ahí presentes, se movía con elegancia y gracia a pesar de la larga capa que portaba.

Él por su parte estaba seguro que a pesar de las clases de Pansy, Blaise y el papá de éste, no caminaba con la mitad de gracia que Lucius y un suspiro casi imperceptible abandonó sus labios ante esa noción, pero negando levemente apartó esos pensamientos de su cabeza y se dedicó a hacer su mejor esfuerzo, como venía haciendo desde que arribase al salón.

Además, en ese momento sus nervios y temores estaban menguados por otra cosa más intensa. Curiosidad, simple y franca azotándole al  mirar que se alejaban un poco del centro del salón e iban hacia una zona menos concurrida.

¿Qué era esa sorpresa que quería darle Lucius? No lo sabía, pero en verdad se moría por saber.

En cuanto se acercaban a dos personas “desconocidas” que miraban en su dirección. Los labios del más joven comenzaron a esbozar una sonrisa cuando un familiar aroma fue captado por su nariz. Sus orejas se movieron levemente y su larga cola se meció un poco más.

Era imposible que Harry no reconociese a quienes a solo unos metros les observaban.

Por ello y a pesar  de que seguramente no era lo correcto, el más joven se soltó de Lucius y, olvidándose de incomodidades, corrió confiado al encuentro de ambos hombres tan queridos para él.

– ¡¿Remus, Sirius!? –Exclamó emocionado el pelinegro, abrazando primero al ojimiel y luego a su padrino, que como siempre lo estrechó sin el menor cuidado–. ¡Los extrañé mucho, es genial que estén aquí!

–Harry, nos alegra mucho verte también –respondió sereno pero feliz el castaño, recibiendo con afecto el abrazo del más joven, pero arrugó un poco la nariz en disgusto al notar las formas tan bruscas de Sirius.

–Sí cachorro, también  te extrañamos –agregó más exaltado Sirius, que sin importarle la seguramente expresión reprobatoria que debía tener Remus, estrujó a Harry como siempre hacía, quitándose la máscara para admirar mejor a su ahijado–. Pero mírate, tan delicado y tan parecido a James… Mmm no sé si me gusta –admitió–, como que no eres tú… –le miró pensativo.

–Oh… bueno, es que… –balbuceaba un avergonzado Harry, bajando un poco sus orejas y sin saber cómo responder a las palabras de su padrino. Se sentía como si hubiese decepcionado al mayor al dejar que le vistieran de esa forma.

Remus, al notar lo que las palabras de su amigo hacían en Harry, soltó un bufido y al igual que hiciera Sirius, se quitó la máscara al tiempo que alejaba a al más joven del descuidado abrazo del mayor y le daba a éste una mala mirada antes de observar nuevamente al de ojos esmeralda y suavizar su expresión.

–No le hagas caso Harry… Te ves muy hermoso y es normal que cambies tu estilo respecto a tu nueva vida –decía sonriendo dulcemente mientras le acomodaba al más joven la vestimenta, que había un poco quedado arrugada gracias al abrazo de Black–. Y no por ello vas a dejar de ser tú, sé que lo importante de ti jamás cambiará, no importa lo que vistas o como luzcas –terminó, acariciando la mejilla ajena.

Como siempre, Remus sabía qué decir para hacerle sentir mejor y lo agradecía, agradecía mucho sus palabras tanto como había extrañado sus consejos, por lo que no pudo menos que sonreír al mayor y abrazarle nuevamente.

–Gracias, Remus –musitó antes de separarse y mirar a su padrino, quien le observaba apenado, ante lo cual negó–. No te preocupes Sirius, no lo dijiste con mala intención –mencionó, parándose frente a su padrino y dándole un beso en la mejilla para luego separarse y sonreírle meciendo leve su sedosa cola negra.

 –Sí Sirius, no lo dijiste con mala intención –intervino Remus viendo a su mejor amigo–. Pero a la próxima piensa antes de hablar, ¿quieres? –Agregó con obvia intención en su tono.

Sirius estaba por replicar pero le robaron la palabra antes que algún sonido saliese de sus labios.

Lucius, quien desde que Harry lo soltase se había mantenido al margen observando a cierta distancia, decidió que era el momento de anunciar su presencia y acortó la distancia sonriendo fugazmente ante lo que su ojimiel había dicho. O sí, porque Remus ya era suyo aunque éste no lo supiese todavía.

–Deberías escuchar los consejos de Remus, Black… –expresó, colocándose a un lado del ojimiel, a quien sonrió contento de poder ver su rostro–. Te evitarías muchos problemas y serías más sabio –agregó con ironía, viendo esta vez al ojiazul  antes desviar su mirada a su yerno continuar–. Como sea, espero te guste la sorpresa, Harry –mencionó, gentil.

–Oh sí, yo… en verdad estoy feliz, Lucius, gracias –respondió el pelinegro aun sonriente y, como hiciera con Sirius, besó la mejilla del rubio Rey sin pensarlo, simplemente guiándose por lo que hacía siempre con sus seres queridos y su familia. Y Lucius ya formaba parte de ese círculo.

El gesto del más joven fue bien recibido por Lucius y bien visto por Remus y el resto de los vampiros que estaban cerca y habían podido observar tan familiar trato entre el Rey y su yerno. El único que no estuvo conforme con aquello fue Sirius, que como buen padrino celoso, entrecerró los ojos.

En verdad no toleraba mucho a Lucius. No congeniaban y no le caía especialmente bien, mucho menos desde que fijara sus ojos en Remus, quien era como su hermano. Pero esto ya era el colmo. Primero el pedante vampiro rubio le retaba con sus irónicas palabras como si fuese un niño, lo cual solo permitía a Remus y Severus, y ahora osaba ganarse el cariño de su ahijado en solo unos pocos días… Imposible, como que se llamaba Sirius Black que el Rey vampiro no tendría las cosas tan fácil, por lo menos no con Remus. De hecho se lo probaría ahora mismo.

Una mirada malévola se instauró en los ojos azul cobalto antes que sus negras orejas se movieran captando un vals que le era muy conocido.

– ¿Escuchas Moony? –Expresó cariñoso, yendo a colocarse del otro lado de Remus y muy cerca de éste–. Tu vals favorito, es inevitable que no bailemos –diciendo esto como si fuese obvio, al tiempo que se colocaba la máscara y tomaba la delicada mano del ojimiel–. Si nos disculpan –mirando fija y seriamente a Lucius al decir esto, para luego suavizar su mirada y mirar a Harry–. Lo siento, Harry, te veremos luego, de todas formas estaremos unos días aquí –explicó fugazmente antes de casi arrastrar a un sorprendido ojimiel al centro del salón.

–Pero Sirius… éstas no son formas… y yo quería decirle a Harry la buena noticia antes que… –se escuchaba la suave voz de Remus, que protestaba volteando levemente hacia atrás para ver a cierto rubio sobre todo, aunque pronto la mirada miel y la voz que le acompañaba se perdieron entre la música y la multitud.

Parados, viendo a la pareja partir, se quedaron Harry y Lucius.

El primero ladeando un poco la cabeza y moviendo sus orejas extrañado, pues aunque le alegraba saber que ambos hombres se quedarían unos días, no entendía el repentino deseo de su padrino por bailar con Remus cuando casi nunca lo hacía, además tampoco entendía eso último que escuchó. ¿Una buena noticia?

Y el segundo, bueno, Lucius simplemente deseaba destrozar a Black lentamente, primero por osar bailar con Remus, que técnicamente tendría que ser su pareja y por lo tanto él sería el único en bailar con él y segundo, ¿Moony...? ¿Cómo se atrevía el pelinegro a ponerle un apodo cariñoso a su ojimiel y a decirlo con aquel… tonito que le provocara nauseas? Inconcebible, Black estaba metiéndose en terrenos peligrosos y estaba dispuesto a dejárselo claro en ese momento.

O así hubiera sido si a su lado Harry no le hubiese hablado lo que le clavo en su lugar y le hizo mirarle. Su mirada antes nublada por un ligero tono rojizo pasando a ser gris nuevamente.

–Disculpa Harry, ¿qué dijiste?

Ajeno a las tribulaciones y ganas asesinas de su suegro hacia su padrino, Harry dirigió su mirada esmeralda al mayor.

–Decía que si tú sabías a que se refería Remus con lo de buena noticia –cuestionó parpadeando, esperanzado de que Lucius supiese algo y pudiera decirle.

El más alto miró con comprensión al licántropo pelinegro. Él también había alcanzado a escuchar lo último que había dicho Remus y entendía el interés de Harry, pero aunque estaba al tanto no creía que fuera su deber informarle a su yerno de tan buena nueva, por lo que se limitó a decir:

–Creo que Remus querrá ser quien te lo diga, pero puedo adelantarte que se trata de tus padres y el motivo por el que no pudieron asistir hoy –mencionó crípticamente.

Sin duda las palabras de Lucius no fueron lo que esperaba pero al menos le decían que se trataba de sus padres, y si era una buena noticia debía ser algo muy importante para que no pudiesen venir.

–Ya veo… supongo que deberé esperar entonces –aceptó, soltando un suspiro antes de mirar sin poder evitarlo, hacia donde Draco. Las imágenes de lo sucedido hacía no mucho golpeando su mente y haciéndole sonrojar un poco, aunque no por ello apartó la mirada de donde su esposo seguía conversando con Lord Zabinni.

Lucius, conteniendo sus ganas de ir tras Black y alejarlo de Remus sin contemplaciones, continuó observando a su yerno y a su mente vinieron ciertas palabras que le dijese Thomas hacía algunas horas luego de que dejase a Draco en su habitación.

Si era honesto, no pensó que su hijo se sintiese celoso tan pronto y precisamente de su ahijado, pero eso le estaba dando una buena idea. Los ojos grises despegándose de Harry para ubicar a Thomas. Este estaba bailando con Blaise, pero en cuanto los ojos jade se toparon con los suyos, no dudó y le hizo una discreta seña. Como era de esperarse el pelinegro más joven le entendió y disculpándose con su hermano menor, fue hasta ellos.

–Majestad, Alteza –dijo Thomas educado, en cuanto llegó hasta su padrino y Harry. No era necesaria tanta formalidad entre ellos en privado, pero debían mantener cierta etiqueta frente a los demás vampiros miembros de la corte.

–Thomas… –correspondió Lucius con una media sonrisa, dejando ver un brillo malicioso en sus ojos a través de su antifaz–. Me preguntaba si podrías bailar con Harry,  Draco sigue hablando con tu padre de algunas cosas acerca de Lord Astor por lo que prefiero que termine esa conversación antes de atender a su esposo –aclaró, antes de mirar al de ojos esmeralda–. No te molesta, ¿cierto Harry?

Sin duda aquello no era algo que esperaba, sinceramente le hubiese gustado bailar con Draco antes que con nadie y mostrarle lo que Pansy y Blaise le habían enseñado. Sobre todo luego de lo ocurrido entre ellos, pero no quería molestar a su rubio esposo cuando seguramente era algo importante de lo que hablaba con el padre de Thomas. Además, no es como si le fuera desagradable la compañía del mayor.

–No, yo… no me molesta en absoluto –murmuró sonriendo a su suegro y a Thomas.

–Perfecto, entonces te lo encargo, Thomas –consintió Lucius con un doble sentido en sus palabras que esperaba el vampiro más joven captase.

Y como era de esperarse Thomas no le falló a su Rey y en cuanto Lucius dejó salir esas palabras captó lo que estaba pidiéndole. Más bien lo confirmó, pues desde que viese la seña de su padrino y notase su actitud cuando estuvo cerca, supo lo que éste tenía en mente. Y por supuesto él lo haría… no le costaría mucho trabajo después de todo.

–Por supuesto, Majestad –contestó entonces con una sutil sonrisa antes de mirar a Harry y extender su mano galantemente, recibiendo en respuesta la enguantada y pequeña mano ajena la cual sostuvo con delicadeza mientras guiaba a su dueño al centro del salón.

 

 

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A lo lejos y aunque no había perdido el hilo de la plática que mantenía con su padrino, Draco había mantenido también su atención en Harry y su padre, por lo que había observado todo lo acontecido y aunque el puñal de los celos le había acometido de no muy buena forma cuando observó a su esposo abrazando a dos desconocidos, pronto enfocó mejor la mirada y notó que estos no podían ser más que licántropos, y si era así entonces debían ser parientes de Harry. ¿Sus padres tal vez? No lo sabía debido a la distancia, pero pudiera ser por eso que su padre no quiso que los acompañara.

No obstante, en ese momento deseaba haberle desobedecido pues sus acerados ojos se entrecerraron y dejó de prestar atención a su padrino cuando observó a Thomas acercarse a ellos y luego de unas palabras tomar la mano de Harry y llevarlo con obvias intenciones hacia donde todos bailaban.

Nuevos y quemantes celos subieron hasta su garganta y sus puños se cerraron fuertemente a sus costados al ver aquello. Sabía, por lo que había hablado con su mejor amigo, que no sucedía nada entre él y su esposo, pero era inevitable lo que sentía. Simplemente no podía controlarlo. Era algo irracional y primitivo tanto como inadecuado e inverosímil.

Se repetía que no debía sentir aquello, no tenía reales derechos sobre Harry y como había dicho Thomas, si Harry en teoría quería estar con alguien  más, él no tenía derecho a reclamar o decir algo al respecto. Pero eso era en teoría porque la sola idea le afectaba más de lo que hubiese supuesto tanto como le desagradaba.

No sabía todavía de dónde venía de pronto esa posesividad cuando él tenía a Evan.  Solo sabía que no quería a Harry con nadie más.

Y le estaba costando bastante no ir y apartarlo de Thomas, provocando con ello un escándalo que no convenía a nadie.

 

 

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Mientras  a un lado de Draco y ajeno a su tormento, pues él mismo estaba lidiando con lo suyo, Severus no despegaba sus ojos de cierta pareja desde que habían empezado a bailar. Sentía celos, lo admitía. Sentía celos de lo bien que se veía Lupin a lado de Sirius. Sentía celos de lo bien que ellos se llevaban y de lo mucho que se entendían.

Y lo principal, sentía celos de que Sirius estuviese con ese detestablemente amable ojimiel y no con él en ese momento. Después de todo, Sirius era su pareja, suyo aunque nadie lo supiese todavía, y no tenía derecho a estar tan… tan a gusto bailando con su “amigo” y siendo su pareja esta noche.

Es más, ¿por qué demonios Black no le había avisado que venía? ¿Es que en verdad pretendía estar al lado de Lupin toda la velada? No lo sabía, no tenía respuestas a aquello pero sí sabía que no lo toleraría mucho tiempo.

Los ojos negros entrecerrándose y las manos enguantadas apretando fuertemente el abanico entre sus manos cuando en un movimiento del baile, Lupin quedaba demasiado cerca de Sirius. Tan cerca que si Remus y Sirius no trajesen mascaras bien podrían haberse besado.

Y entonces un sonido de algo rompiéndose hizo que un estoico Lucian quitara la atención de su hijo bailando con Harry y volteara a ver a su amigo. El abanico en las manos de Severus estaba partido por la mitad y éste sin notarlo continuaba apretándolo mientras veía a las parejas que bailaban.

– “Que demonios” –pensó Lucian, alzando una de sus negras cejas tras su máscara sin entender el comportamiento del vampiro pelinegro.

Entendía el comportamiento de Draco, quien por cierto le causaba gracia, pero a Severus no lo entendía por lo que compartió miradas con Theodore, su esposo, que a un lado de Snape también lucía una mirada confundida.

 

 

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Ella sonreía tras su máscara, no podía menos que sonreír ante todo lo que estaba pasando y es que todo estaba saliendo perfecto. Harry se veía hermoso y distinguido y había causado la admiración de todos los vampiros de la corte tal y como estaba planeado, y a eso se debía su felicidad.

En verdad se sentía contenta por su nuevo amigo aunque no podía negar que parte de esa felicidad también era por lo que estaba viendo. Un poco alejada del bullicio, Pansy observa a los demás bailar mientras se mantenía pensativa.

Aun no podía creer lo que Thomas les había platicado hacía no mucho. ¿Draco celoso de él por Harry? No  podía haber nada mas inverosímil y a la vez genial, pues el que su rubio amigo sintiese celos de su esposo tan pronto solo significaban buenas noticias para ellos y para su plan.

Por eso y mientras veía a Thomas y Harry bailar tampoco perdía detalle de Draco. La máscara que este llevaba le ocultaba los rasgos del rubio príncipe pero por su expresión corporal podía decir que estaba molesto y tenso y eso le hacía gracia en cierta forma.

–Ni hablar, tú lo pediste Dragón –susurró a nadie en particular mientras continuaba su interesante observación.

O eso pretendía, hasta que un gruñido de disgusto y algo más le llegó desde su izquierda y le fue imposible no voltear. Tal exclamación había provenido de un joven vampiro algo alejado que no paraba de ver hacia Thomas y Harry y apretar el negro abanico entre sus manos. No creía conocer al joven, aunque al agudizar la vista y notar la cabellera plateada peinada de manera elaborada entrecerró sus negros ojos.

¿Podría ser Evan? Pero no estaba invitado y sabía por Lucius, que Draco le había dicho que no podía asistir así que… si era el peli plata ¿qué hacía ahí? Y lo más importante, ¿qué quería? No lo sabía y aunque no estaba segura que fuera Evan, mantendría vigilado a ese joven.

Por su parte y ajeno a que Pansy había reparado en su presencia. Evan respiraba agitado mientras sus ojos lilas se tornaban de a poco en un color carmesí. El motivo era lo obvio. Ver a Thomas bailar con Harry.

Y es que aunque había intentado acercarse al vampiro pelinegro en cuanto empezara el baile, sus intentos habían resultado infructuosos. Primero porque este había permanecido con Draco y luego porque había sacado a bailar a su patético hermano menor y ahora… estaba bailando con ese detestable animal y los dos se veían… muy cercanos, y él no podía soportarlo.

Jamás había sentido celos, ni por Draco ni por nadie. No conocía ese sentimiento, aunque sabía que él despertaba los celos de muchos por estar con el rubio príncipe, pero nunca lo había experimentado en carne propia y podía decir que era desagradable. Sentía un abrasante fuego en su pecho y unas ganas inmensas de apartar al sucio licántropo de su Thomas.

No lo quería cerca de Thomas, no soportaba verlos juntos, ni siquiera en algo tan inocente como un baile y las uñas en sus dedos picaban por alargarse y enterrarse en el licántropo pelinegro, desgarrarlo, destrozarlo, por atreverse a acercarse tanto a alguien que debía pertenecerle solo a él.

Incluso en su nublada mente Evan llegó a pensar que podría aceptar ceder a Draco, pero a Thomas, a él jamás. Aunque aún no lo tenía, no podía, luego de haber disfrutado momentos agradables con el pelinegro, renunciar a este.

 

 

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Ajenos a lo que estaban suscitando, Thomas y Harry continuaron bailando armoniosamente e incluso llamaron la atención de algunos vampiros que bailaban a su lado debido a la buena pareja que hacían. Parecían complementarse muy bien en la danza, y la gallardía y elegancia de Thomas ocultaba los fallos que Harry podía tener en sus pasos.

–Lo siento –susurró apenado Harry bajando sus orejas, pues había estado a punto de pisar al mayor al perder el paso.

–No te preocupes, está bien… Estás haciéndolo muy bien –fue la respuesta de Thomas que miraba gentilmente al más joven mientras le guiaba por el salón con maestría. Detrás de su máscara una perpetua sonrisa le acometía desde que iniciara el baile.

No solo porque había visto el cambio en la corporalidad de Draco ante sus acciones, sino también por el placentero momento que estaba disfrutando con Harry. Tal vez y conociendo a Draco como lo hacía, no volvería a tener la oportunidad de bailar así con el más joven y por eso, pensaba deleitarse con ello.

 

 

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La música continuó y mientras las parejas continuaban bailando en el majestuoso salón, entre ellas Sirius y Remus, al igual que Thomas y Harry. Un impertinente se acercó a un volátil Draco diciendo un comentario que más le valía no haber hecho.

–Bueno Alteza, creo que su esposo hace buena pareja con su amigo, el joven Zabinni, ¿no cree? –Fue la inoportuna frase que soltó Amos Diggory, intentando llamar la atención del rubio príncipe.

Por su puesto lo logró, pero no de la manera que hubiese querido.

Los acerados ojos que ahora tenían un velo carmesí y se mantenían fijos en Harry y Thomas se posaron en un rápido movimiento en quien había externado aquellas pestilentes palabras. La mirada de Draco era tan fría y dura que ante su presencia pudo ver estremecer al Conde Diggory.

– ¿Quién le autorizó para hablarme? –Dijo cortante–. ¡Largo! He dicho que largo, ¿o no me escuchó? ¡Y ya me encargaré de que usted y su familia no vuelvan a ser bienvenidos en la corte! –espetó con furia el rubio príncipe, sin importarle la mirada suplicante del hombre frente a él.

–Pe… pero Alteza, yo…

–Mejor retírese, Lord Diggory –intervino Lucian, sintiendo lastima por el vampiro que temblaba e intentaba suplicar a Draco.

–Haga caso a Lord Zabinni o terminará sin cabeza –advirtió Draco apretando la mandíbula y aprovechando que la música había cesado, avanzó decidido hacia cierta pareja dejando atrás a un pasmado Amos Diggory.

 

 

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Lucius mientras tanto sonreía con deleite  desde su posición al notar el repentino movimiento de su vástago. Todo había salido como esperaba y eso le encantaba. Ahora él mismo imitaría a Draco y reclamaría  a su pareja. Nadie le quitaba lo suyo a un Malfoy, y Black estaba por descubrirlo.

Por su lado y con el mismo pensamiento que Lucius y Draco sin saberlo, Severus, sospechando que no soportaría más aquello, decidió plantarse delante de Black y llevárselo con cualquier pretexto. Por lo que ignorando las preguntas de Theodore avanzo hacia Lupin y Sirius.

Sabía que estaba siendo irracional e impulsivo, algo que no iba con él por cierto,  pero sencillamente no quería y no podía seguir viendo a Sirius bailando tan cercano con Remus y él como sin nada. No era de hielo aunque la mayoría lo pensara.

 

 

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Con paso determinado y rotundo, Draco se acercó a Thomas y Harry que luego que terminase la melodía que bailaban, habían caminado hacia un lado del salón.

–Estuviste muy bien, Harry –halagaba el pelinegro al más joven, aun sosteniendo su mano cuando Draco llegó hasta ellos, lo que hizo que una media sonrisa invisible a los ojos de los demás se posara en los labios del mayor mientras miraba los ojos acerados levemente carmesís– ¿Sucede algo, Draco? –Preguntó, más por decir algo y parecer casual.

Harry, ignorante de lo que su baile con Thomas había provocado en su esposo, estaba por contestar al vampiro pelinegro cuando Draco llegó frente a ellos. No podía ver su expresión, como era obvio, pero le notaba tenso y el color de sus ojos era una leve combinación de plata y escarlata, lo que le preocupó. ¿Qué le habría sucedido?, se preguntó entonces, mirándolo con inquietud. No obstante cuando Thomas hizo la pregunta que él no se atrevía a hacer, observó con mayor fijeza a su esposo esperando su respuesta.

– ¿Que si sucede algo? –Repitió el rubio príncipe con un tono seco. Sus ojos fijos en las dos manos que se mantenían unidas, lo cual no le agradó en absoluto, por lo que avanzó otro paso y con suavidad pero con cierta posesividad tomó a Harry del brazo y lo atrajo hacia sí, provocando que soltase a Thomas–. No, nada –agregó luego de aquella acción–. Sólo venía por mi esposo –terminó con suficiencia y sin dar tiempo a que Thomas o Harry dijesen algo, Draco caminó llevándose consigo al licántropo pelinegro.

Sabía que Thomas debía saber el porqué de esa actitud y tal vez luego lo molestaría pero no le importaba, no pudo evitar hacer todo aquello. Aunque se preguntaba sino estaría siendo descortés con Harry. Este le estaba siguiendo sin dudar, pero sentía su  mirada esmeralda fija en su persona por lo que se detuvo un momento y le miró.

Esos expresivos ojos esmeraldas hablaban de confusión y duda, parecían pedir una explicación, lo que era comprensible pues su actuar debía estar pareciendo extraño.

–Lo lamento –musitó solo para los dos, conectando su mirada ahora de nuevo acerada con la esmeralda–. Tal vez tú querías seguir bailando con Thomas, pero no sería adecuado, deben vernos juntos –comentó,  intentando sonar convencido de lo que decía. Aquello no era mentira, pero bien sabía él que no era ese el motivo real de que actuase de esa manera.

Pero de todas formas esa era la única explicación que podía darle a Harry.

El que Draco respondiera pero sobre todo actuara de aquella forma ante la pregunta de Thomas, le sorprendió tanto como le desconcertó. Sin duda su rubio esposo le parecía incomprensible, pero aun así le siguió pero no podía dejar de verle, quería descifrar qué era lo que sucedía con Draco. Por eso cuando el rubio detuvo sus paso y le miró, no rehuyó su mirada.

Esos ojos plateados seguían siendo intensos, pero ya no estaban nublados con tenue carmesí y aunque sentía el familiar vuelo de mariposas en el estómago y el latir rápido de su corazón, se esforzó por permanecer sereno y escuchar lo que su esposo estaba diciéndole.

Tal y como lo había pensado antes, Draco era inexplicable para él, pero agradecía que le explicara el porqué de su repentino actuar, por lo cual contestó aun con la mirada fija en la ajena.

–Entiendo, no te preocupes –expresó sonriéndole y moviendo tentativamente sus orejas–. Está bien –agregó luego de no encontrar más que decir mientras se miraba en los ojos de su esposo y de pronto, como le sucediera en el irreal momento que vivieron hace no mucho, comenzó a sentir que su interior se agitaba pero a pesar de ello no dejó de mirar los iris plata.

Era como si todo a su alrededor hubiese dejado de existir.

Y para Draco no era diferente, había algo en esos ojos, en esa mirada que le cautivaba, así había sido desde el principio aunque intentó negárselo. Y ahora, en ese momento luego de los celos que experimento una idea comenzó a formarse en su mente. Deseaba que esos ojos esmeralda, que resaltaban tras el antifaz que llevaba su portador, le vieran siempre a él, solo a él.

Absurda, inexplicable y fuera de lugar, sí, tal vez lo era… tal vez no debía pensar de esa forma, tal vez no debía permitir que tal idea se instalase en su mente y sin embargo esta vez el rubio príncipe no evadió la situación y se permitió pensar, sentir de aquella manera. Sin cuestionarse, sin objetar… solo permitió que aquello que parecía correcto tomara su lugar acallando las dudas y la confusión. Acallando la parte de su mente que le recordaba a cierto peli plata.

Acallando todo lo que no fueran esos ojos esmeralda que le miraban.

– ¿Quieres bailar? –Preguntó gentilmente cuando la música llegó a sus oídos nuevamente. Todo rastro de celos y enojo olvidados gracias a Harry, que sin saberlo asintió para su satisfacción.

No sabía cuánto habían estado en tan cómodo silencio, solo observándose y reconociéndose como hicieran fuera de sus aposentos, pero cuando la voz de Draco llegó a sus orejas al fin pudo parpadear y con una nueva sonrisa asomando en sus labios, asintió.

–Sí –susurró, dejándose guiar por su esposo de nuevo hacia el centro del salón.

Después de todo, ese había sido su deseo desde el principio, bailar con Draco y mostrarle lo mucho que gracias a Pansy y Blaise había mejorado. Y no sabía por qué, pero intuía que con Draco, no le pasaría lo que con Thomas, con el rubio vampiro no perdería el paso.

A su alrededor, los vampiros que habían presenciado el  momento vivido entre ambos esposos sonrieron al verlos dirigirse a la pista. Por supuesto nadie había escuchado nada de lo hablado entre ellos, pero lo que habían visto había sido suficiente para que cualquier duda que hubiese habido en el aíre respecto al matrimonio quedase en el olvido.

Lo que había entre Draco y Harry era obvio para la mayoría y se alegraban por la familia real, por su príncipe pero sobre todo por Valakya.

 

 

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–En verdad hacen muy buena pareja y por ese intercambio de miradas, parece que les va mejor de lo que tú y Tom pensaron –comentaba Remus sonriendo, mientras seguía a Harry y Draco con la mirada.

Sirius y Remus, en cuanto habían dejado de bailar, se habían apartado de donde se desarrollaba el baile y se habían colocado cerca de un gran ventanal de pesadas cortinas desde donde habían podido observar libremente el momento entre Harry y su esposo.

–No todo lo que se ve siempre es cierto, Moony… los vampiros son muy buenos fingiendo –fue la respuesta de Sirius, quitándose la máscara. A él todavía no le convencía del todo Draco.

– ¿Por qué siempre tienes que ser tan pesimista, Padfoot? –Imitando a Sirius se quitó la máscara, en verdad era algo incómodo llevarla todo el tiempo–. Tú los viste, la manera en que se miraban y míralos ahora –señalando discretamente a la pareja que se deslizaba por el salón–. Parecen aún más a gusto que cuando bailaron en el enlace y lo hacen mucho mejor.

–Harry también bailó bien con ese otro vampiro y eso no significa nada, ¿o sí? –Insistió el pelinegro, moviendo su cola un poco en desacuerdo a los comentarios de Remus respecto a la pareja.

–No, claro que no… pero no es lo mismo… ¿Acaso estás ciego…? –Reiteraba también el de ojos miel agitando su cola impaciente al no creer que Sirius fuese tan cerrado a ver lo que para él era obvio.

Los ojos cobalto de Black se entrecerraron y miraron fijamente a su amigo de la infancia. Remus siempre había sido un romántico, y aunque era muy inteligente, en ese tipo de cuestiones tendía a pensar más con el corazón y que con la cabeza.

–No lo estoy y lo que yo veo es solo a una pareja que baila bien junta –expresó tajante y estaba por agregar algo más cuando por el rabillo del ojo vio a Lucius ir hasta ellos y sonrió, cambiando su expresión por una predadora al tiempo que tomaba a un desprevenido Remus por la cintura y lo acercaba hacia sí–. Es decir, tú y yo también bailamos bien juntos y no hay nada entre nosotros –terminó diciendo, acercando su rostro un poco más al ajeno hasta casi rozar los rosados labios del ojimiel.

Esto era divertido, seguro Lucius se pondría furioso y perdería su estoicismo y él se reiría a su costa, fue el pensamiento del licántropo pelinegro, quien esperaba el respectivo estallido de Malfoy en cualquier momento. Por su puesto Sirius no reparó en cierto otro vampiro que también venía hacia ellos.

Remus por su parte, se encontraba sonrojado y parpadeaba impactado por el comportamiento y la cercanía de Sirius, es decir, estaba acostumbrado a sus cosas pero esto era demasiado. ¿Qué demonios estaba pensando al comportarse de esa manera frente a extraños y vampiros? Lo que debían estar pensando todos...

–Basta, Sirius. ¿Qué crees que haces? –Susurró abochornado el ojimiel, queriendo apartar al más alto pero éste no se movía ni un poco y tampoco le soltaba.

–Nada Moony… solo… –acercándose más a los labios ajenos.

– ¡Black, no te atrevas!

– ¡Sirius, ni se te ocurra!

Dos voces cortaron el movimiento de Sirius y evitaron que este “besase” a un conmocionado Remus. Alrededor, los vampiros que se encontraban observando a Harry y Draco se giraron a mirar a su Rey  y al siempre serio Severus Snape, que eran quienes habían subido la voz de aquella manera intimidante.

Ambos vampiros lucían afectados y con igual mirada rojiza, la cual gritaba amenaza por todos lados. De hecho, todo en Lucius y Severus gritaba peligro a tal grado que los que estaban cerca de ellos, sobre todo de Lucius, se apartaron con temor.

 

 

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Del otro lado del salón, mientras tanto y sin notar lo que sucedía con su Rey y Lord Snape, Pansy observaba a Harry y Draco bailar  y se sentía aún más satisfecha. El licántropo pelinegro se deslizaba a la perfección a lado de Draco, que por cierto había actuado como era predecible luego de ver a Thomas con Harry.

Sí, todo estaba saliendo perfecto definitivamente. Solo había algo que podría arruinarlo todo y era el joven al que mantenía vigilado. Ahora sabía que sí era Evan y tenía que informárselo a Thomas, por lo que sin quitarle la vista al peli plata se deslizó hasta donde su primo rechazaba a una vampira que deseaba bailar con él.

–Como siempre manteniendo tu imagen inalcanzable, ¿no es así, Thomas? –Mencionó con ironía al mayor, quien al escucharle se giró a verla.

–Muy graciosa, Pansy… pero dime, ¿por qué no te he visto bailar? –Mirando hacia donde Draco y Harry terminaban de bailar con el resto de las parejas al tiempo que la música se detenía.

–Bueno, digamos que he estado ocupada vigilando –respondió crípticamente, volviendo a ganarse que la mirada jade se desviara hacia ella.

– ¿Vigilando? –Cuestionó sin entender Thomas, pero interesado en las palabras de su prima.

–Voltea discretamente a tu derecha –indicó–. ¿Ves al joven vestido de rojo y negro que no deja de mirarte?

Haciendo lo que la vampira pelinegra le indicó, Thomas asintió levemente, enfocando al vampiro que Pansy quería que viera.

–Sí, ¿qué hay con él?

–Es Evan –fue la rotunda respuesta de la joven.

Tras la máscara, la mandíbula del más alto se apretó y puso mayor atención en el joven que pareció notarlo, pero no apartó la mirada de su persona… al contrario.

– ¿Estás segura?

–Sí.

–Bien, yo me encargo –respondió Thomas, categórico.

Una media sonrisa nada amable formándose en sus labios, sonrisa que fue ocultada por la máscara que portaba y que por lo tanto Evan jamás podría divisar, ni leer.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Les gusto?, se que fue mas largo de lo usual por lo que espero no les haya resultado tedioso pero en verdad cada detalle de este cap. tenia que quedar tal cual quedo plasmado.

 

Y como habran leído hubo varios celosos, si les soy sincera a mi me divirtió mucho escribir esas partes. Tambien hubo otro pequeño momento Drarry luego de los celos del dragón y esa parte fue otra que disfrute escribir pero ya me diran que les pareció a ustedes el cap en general.

 

Pasando aun asunto que ha causado mas revuelo de lo que pensé y ese es por supuesto el asunto de Thomas y Evan, puedo decirles, como ya les comente a algunos, que ya tome una decisión al respecto, no quisiera adelantar mucho pues prefiero que lo lean en su momento por lo que les pido que no se dejen llevar por lo que lean en el próximo cap y no adelanten conclusiones que no todo es lo que parece.

 

Ahora antes de despedirme, las imágenes que faltan y que prometi en el anterior cap:

 

Draco vestimenta:

https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10204271529858890&l=2a82b2e590

 

Evan vestimenta:

https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10204271530058895&l=f0dfc5d17d

 

Harry vestimenta:

https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10204271530098896&l=426c9e22fb

 

Thomas vestimenta:

https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10204271531178923&l=333ed8254e

 

Listo, espero les gusten.

 

Y antes de decir adios, lo importante, la proxima actualización, quisiera decirles que será a media semana pero aun no termino el cap. asi que lamentablemente deberán esperar de nuevo aunque lo que si puedo asegurar, es que como ahora aunque sea tarde, tendrán cap la próxima semana.

 

En fin ahora si me despido, que tengan un excelente fin de semana, pásensela muy bien y pórtense muy mal pero cuídense mucho. Un beso.

 

 

 

 

 


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