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TÚ ERES MI AMOR ETERNO por Mada

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Notas del fanfic:

NARUTO NO ME PERTENECE

Notas del capitulo:

Es mi primer fic asi que no me maten en el intento jeje

Cap. 1: MI ANGEL Y EL AMIGUITO DE MI HERMANO Pt1

 

Con 16 años de edad ya era una persona muy inteligente y responsable, valores que le habían inculcado desde pequeño sus difuntos padres. Si, era huérfano de padre y madre y desde el día en que ellos murieron, juró cuidar con su propia vida a su hermanito menor, Izuna. La única familia que tenía era él y quizá la única razón de vivir y no caer en la locura.

 

- Ya verás Izuna – decía un chibi Madara con cara de esperanza – que esta noche conseguiré comida que nos alcance hasta para mañana.

 

Esos pobres niños huérfanos tenían que valerse por sí mismos. Sus padres les habían dejado la casa en la que vivían; la verdad era muy cómoda y lujosa digna de todo un Uchiha: Tiene dos pisos. En el segundo hay una pequeña sala de estar con tres habitaciones con baño incluido, la principal con oficina. En el primer piso se encuentra una gran sala adornada con muebles muy bonitos y carísimos; un comedor con una mesa fina para cuatro personas; una cocina bien equipada con desayunador; área de lavandería; cochera para dos vehículos (en la que solo había uno que no usaban porque no tenían dinero para el combustible); una enorme biblioteca (la cual no era muy frecuentada por ellos); también había un baño para invitados y una envidiable piscina (alberca) que incitaba a cualquiera a darse un relajante chapuzón; un jardín adornada por un bello ceibo, flores y arbustos. Les dejaron herencia pero la recibirían al cumplir la mayoría de edad. Y el dinero que el seguro les había dado por la muerte de sus padres ya se había terminado.

 

-Si nii-san, por favor- decía un lloroso Izuna llevando una mano a su ruidoso estomago –que ya no aguanto el hambre.

Sin más que decir, Madara tomo su abrigo y un gorro verde enorme que le servía para cubrir casi todo su rostro y claro para amortiguar el frio que azotaba a la ciudad de Tokio debido a las fuertes tormentas invernales. Y con un portazo se despidió del chibi lloroso que quedaba solo en la sala de la casa agarrándose el estomago.

 

El pelinegro mayor rogaba a todos los dioses que no lo fuesen a atrapar en el acto.

 

Mientras caminaba, se detuvo a observar a la hermosa ciudad, que parecía una maqueta de navidad con todas las casas cubiertas por una gran capa de nieve. A lo lejos vislumbro una pista de patinaje y no pudo contener las lágrimas al recordar que su madre iba con ellos a patinar en ese mágico lugar en el vivió los momentos más felices de su vida.

Con brusquedad, acerco su antebrazo a su rostro y lo limpio con mucha rudeza, recordando cuando su padre le decía que los hombres no deben llorar… eso es cosa de mujeres.

 

Suspiro pesadamente apartando la vista de aquel lugar que lo hipnotizó con sus recuerdos. Continúo su caminata, pues se dirigía a un lugar lejano, ya que no quería cometer ese acto cerca de su casa porque le traería muchos problemas; además sus vecinos son demasiado chismosos en cualquier momento pueden abrir demasiado la boca, y ahí si conocerían al verdadero Madara Uchiha: los mandaría a un genjutsu por tres días completos; una sonrisa maquiavélica se formo en sus labios imaginándose a Nauri, su vecina, una de las reporteras de la ciudad, la más entrometida y chismosa, chillando por piedad mientras es calcinada por unas llamas negras.

 

-Jeje- sonrió mientras se acercaba a un mini Marquet. Se escondió detrás de unos autos y con mucha discreción, apenas acercaba sus ojos a los parabrisas para ver quien salía.

 

Sonrió alegremente cuando una pobre ancianita salía con una enorme bolsa de verduras y demás cosas para comer. -No te preocupes abuela que yo te ayudare con esa bolsita- pensó el azabache tomando una extraña pose como alistándose para salir disparado como un cohete.

 

Pero su sonrisa se convirtió en una mueca de frustración cuando un tipo regordete y enorme estiro sus manos y tomo la bolsa regalando una sonrisa a la vieja puta, a lo mejor eran familiares.

 

Bufó molesto y continuó observando y vio a una señora como de cuarenta años de edad, de mediana estatura, con el pelo totalmente blanco, de ojos rojos y pequeños, muy elegante, vestida con ropa costosa y fina. En una mano traía una bolsa de comida –más grande que la de la anciana- y en la otra un lujoso celular por el cual venía hablando distraídamente.

-Es ahora o nunca Madara- se animó el joven tomando la rara posición otra vez.

 

La señora pasó junto a él sin percatarse de su presencia, y Madara sin pensarlo dos veces; en un rápido movimiento, le quitó la bolsa de sus manos y corrió sin mirar atrás.

 

- ¡Deténganlo es un ladrón¡ - gritó molesta la señora a un joven de 18 años de edad que venía tras de ella.

 

Sin mediar palabras, el joven desapareció y para sorpresa del Uchiha, apareció frente a él y le lanzó una fortísima patada en el estómago, mandándolo a volar regresando a donde estaba la señora y tirando en el trayecto todo lo que tenía la bolsa adentro.

 

El azabache con mucho esfuerzo se sentó en el suelo, tosiendo sangre mientras la puta albina y el sujeto ojirojo lo miraban de manera asesina juzgándolo y preguntándose así mismos, ¿Cómo un joven bien vestido -al igual que ellos- se dedica a robar a los clientes del mini marquet, si aparentemente se ve que es de familia adinerada?

 

-¿Cómo....coff...coff...coff...lo hiciste?- preguntó el Uchiha aún tosiendo y dirigiéndose al albino.

 

-Eso rata inmunda- gruñó Tobirama viéndolo de manera despectiva -se llama tele transportación. Pero no estoy aquí perdiendo mi tiempo para contarte lo hábil que soy, sino para darte una lección maldito ladronzuelo.

 

Sí, así es, Uchiha Madara, un jovencito prepotente, antipático, ególatra, sádico, narciso y mimado se había convertido en un vil ladrón aunque a él eso le dolía y le martirizaba todo su enorme ego. No le gustaba que lo llamasen de esa manera, pero aunque le costará aceptarlo eso era en lo que se había convertido desde el momento en el que el dinero se acabó.

 

Pero no le importaba que lo mirasen mal o lo calificarán como rata, con tal de que su niño adorado Izuna comiera y se mantuviera bien, todo su orgullo se iba a la basura con solo mantener viva esa sonrisita que ablandaba su duro corazón.

-Yo no soy una rata- le gritó rabioso el pelinegro mientras se levantaba de un brinco para en seguida volarle la nariz de un fuerte puñetazo a Tobirama -y eso que te quede bien claro hijo de puta.

 

-Aquí el único hijo de puta eres tú. A mí me respetas- el albino lanzó un brutal puñetazo al rostro de Madara cayendo éste al suelo otra vez.

 

El ojirojo aprovechó para lanzársele encima y sostenerlo para que no huyera.

 

La madre gritó que se detuvieran, sacando el celular de su bolso y diciendo que iba a llamar a la policía.

 

Pero se detuvo al escuchar una voz ronca y dulce que la interrogaba.

 

-¿Qué pasa aquí?- un morenazo corpulento, musculoso, de cabellos largos y lisos, de ojos marrones, con una sonrisa tierna en su rostro; tranquilamente quitaba el celular de sus manos -¿Qué es todo este revoltijo?

 

-Hijo, este ladronzuelo- señaló a Madara- me quitó la bolsa de comida. Dame mi celular que llamaré a la policía.

 

-¡Claro qué no¡- exclamó Hashirama- Esto se puede solucionar aquí.

 

El moreno, pacíficamente caminó hacia Madara y Tobirama.

 

-Vamos Tobi-kun quítate de encima- pidió el Senju mayor ampliando su hermosa sonrisa, la gélida mirada de su hermano menor no se hizo esperar.

 

-Se escapará y será tu culpa, Hashirama- soltó entre dientes sintiéndose nervioso ante la sonrisa manipuladora de su estúpido hermano mayor.

 

Hashirama se acercó a su hermanito y acarició ese cabello que se confundía con la nieve desordenándolo y enfureciéndolo más. Al albinito, ante tal gesto no le quedó de otra que ceder al "caprichito" de su hermano. Como odiaba que el moreno hiciese eso, le hacía sentir enternecido y doblegado y él detestaba sentirse inferior a los demás.

 

Tobirama se levantó y se quitó la nieve que se pegó a su ropa; no sin antes decirle al morenazo que el siempre hacía lo que le daba su puta gana y que algún día no muy lejano encontrará a una hermosa mujer que lo someterá bajo sus encantos y que no tenía que morir hasta verlo doblegado por una frágil mujer.

El Senju mayor no le hizo caso. Detestaba que en cualquier momento sacase el "temita" de las mujeres y el casamiento con éstas.

 

Estiró su brazo derecho, y le ofreció su mano a Madara para ayudarle a levantarse. El azabache le dio una mirada espantosa siéndose ofendido y en respuesta al amable gesto del Senju, dio una manada apartando fríamente la cálida mano de éste y se levantó de golpe sacudiendo la nieve de su ropa.

 

Trató de huir de ese humillante lugar pero el moreno lo impidió, tomándolo de los hombros y abrazándolo.

 

Tobirama, al ver semejante escenita giró los ojos y escupió de forma despectiva y se fue a encerrar al auto emanando espuma de su boca. Madara lo vio ampliando sus ojos sorprendido al contrario de los otros dos, que ya estaban más familiarizados a ese tipo de berrinchitos, así que no le prestaron mayor atención.

 

-Eh...eh... Yo soy Hashirama Senju, dueño de este mini marquet y de muchos más.- el morenazo sonrió sonrojándose un poco y pegando el cuerpo del Uchiha al suyo haciendo más fuerte el abrazo. -Y el albinito rabioso ese- señaló a Tobirama- es mi hermano menor, Tobirama Senju y ella es mi madre- la señaló también-

 

-Y a mi que putas me importa eso -dijo un sonrosado azabache que pataleaba molesto queriendo zafarse del tibio y fuerte abrazo de Senju- ¡Suéltame! ¡Suéltame¡

 

Madara pataleaba como un niñito berrinchudo empujando a Hashirama como queriendo alejarlo de él.

 

El pelinegro estaba muy nervioso y enfadado, nunca antes un hombre se le había acercado tanto y mucho menos abrazado con tantas fuerzas, que sentía como si fuese a rozarse a su cuerpo de una forma "tan sensual". "¿Tan sensual?" "¿Qué carajos me pasa a mí?" Pensó dándose una bofetada imaginaria.

 

-No. Todavía no te soltaré, así que quédate quieto niño. Y si, si te importa lo que estoy diciendo y ¿sabes por qué? Porque yo soy el dueño de eso -dijo con un tono de voz algo pedante señalando el mini marquet- y yo puedo darte un empleo que por lo visto te hace mucha falta.

 

-Yo no quiero tus limosnas Senju.

 

-Y entonces ¿por qué casi le robas a mi madre?

 

-¡¿Casi?! -interrumpió la mujer muy exasperada y admirada al ver como su hijo trataba con mucha amabilidad y con "¿cariño?" a esa rata de alcantarilla que acababa de conocer.

 

-Mamá, por qué no me haces el favor y te vas al auto a tratar de calmar a Tobirama -señaló al auto donde estaba el peliblanco- Mira como esta llenándolo de espuma y siempre que hace eso me cuesta limpiarlo.

 

Los tres vieron con mucha atención, a un chibi Tobirama halándose del cabello esparcimiento espuma por todo aquello. La madre no pudo evitar llevarse las manos a la cara cubriéndose de vergüenza pura porque el espectáculo que estaba montando su hijo menor era tal que ya había acaparado la atención de muchos a su alrededor.

 

-Está bien, hijo, iré a verlo- la madre de los Senjus se mostraba molesta -Tobirama tiene razón, tú siempre haces lo que quieres.

 

Y sin decir más se fue.

 

Ella no podía comprender cómo su hijo ofrecía trabajo a un desconocido y encima ladrón en lugar de entregarlo a las autoridades; mucho menos entendía ¿por qué el Senju se comportaba más amable y cariño con ese chico. ¿Qué diría Butsuma si se enterara de lo sucedido? Seguro reaccionaria peor que el albino.

 

-Como te decía... Tú necesitas un empleo -hablaba Hashirama con tono seductor y con cara de perversión total sin dejar de abrazar al pelinegro que había caído como un manso corderito en las garras del lobo -y yo te lo voy a dar.

 

-Yo no necesito tu ayuda, así que suéltame, ya es tarde y tengo que ir a cuidar a mi hermano.

 

-Tú trabajarás para mi quieras o no niño- le ordenó el moreno.

 

-¡Ah si! ¿Y si no quiero?- soltó retador el Uchiha dibujando una sonrisa de triunfo en su rostro.

 

-Y si no quieres mira lo que tengo aquí -le mostró el celular a lo que Madara palidecio -llamaré a la policía y tu irás preso. Así que elige ¿quieres trabajar o pasar la noche en la cárcel?

 

El Uchiha tragó grueso al ver aquel aparatito tan lujoso e indefenso, que en las manos del Senju parecía el mismísimo demonio a punto de enviarlo al infierno.

 

Entonces en su cabeza surgieron las interrogantes ¿iba preso y dejaba solo a Izuna? Ó ¿trabajaba para ese hombre desconocido que prácticamente lo estaba acosando sexualmente? La verdad, el trabajo no le caía nada mal en las condiciones en las que se encontraba aunque fuese salario mínimo. La idea no era tan mala.

 

-E...esta bien trabajaré para ti- el pelinegro se sentía intimidado ese hombre no lo soltaba y por lo visto no iba a hacerlo- pero suéltame maldito.

 

-No seas vulgar con tu jefe- el moreno le acarició la mejilla y le dio una mirada lasciva como queriendo devorarlo con la mirada.

 

¡Oh¡ ¿Quien se cree ese maldito para humillar de esa manera a Uchiha Madara? Solo un verdadero idiota sería capaz de hacer ese gesto tan tierno y a la vez tan peligroso para hacer reventar de ira a ese volátil Uchiha.

 

Activo su Sharingan mirando asesinamente a ese ángel caído del cielo que había perdonado sus pecados y peor aún, le había dado trabajo casi a la fuerza en su negocio.

 

-T-tú...tú eres...un Uchiha- dijo el Senju tiritando de miedo y soltando a Madara.

 

-Sí, soy un Uchiha... Uchiha Madara para ser exactos- dijo el azabache con una nefasta sonrisa en sus labios quitándose el enorme gorro para que el moreno lo conociera.- Así que, jefe, le aconsejo que se ande con cuidado si no atengase a las consecuencias.

 

Pero su sonrisa se transformó en un gesto de sorpresa cuando el rostro le cambio al moreno: en su frente y alrededor de sus ojos aparecieron una especie de marcas rojas como tatuajes y su chacra aumento en demasía.

 

Ahora era el pelinegro el que se encontraba temblando de miedo y admirado de que ese puto de estúpida sonrisa fuese muy poderoso y quizá más que él.

 

-Lo que tú quieras- dijo prepotente y muy seguro de si mismo. Te espero mañana a las 7 con 30 minutos de la mañana en mi oficina. 

 

Y sin mediar más palabras, dio media vuelta y se fue tranquilamente no sin antes darle una sonrisa de despedida al azabache que sólo se limitó a quedarse parado sin hacer nada. Parecía estar hundido en sus pensamientos.

 

Pero de pronto algo lo sacó de su trance, Hashirama retrocedió, pero esta vez no para abrázarlo si no para depositar un billete de gran denominación en el bolsillo de su abrigo.

 

-Cómprale algo a tu hermano. Hasta mañana Uchiha.

 

Madara quedó perplejo ante esa acción que no podía procesar aún. Ese tipejo era muy raro. Primero le robaba la comida a su puta madre, después ponía en su lugar al estúpido de su hermano y para colmó a él también. Es un completo idiota con toda la norma de la palabra.

 

Pero muy en el fondo, el Uchiha, estaba convencido de que Dios si existe, y que quizá le había dado un ángel a cambio de sus padres para que lo cuidara y enterneciese con su dulce sonrisa. Pero el Uchiha no sabe lo que hay escondido tras esa cándida sonrisilla.

Notas finales:

El siguiente cap es la conti de este. Sale Izuna para las q les gusta este niño. 

Perdon si algunas partes estan mal escritas es que lo subi de mi cel jeje. Me regalarian un rev please :)

Criticas y/o sugerencias son bienvenidas. Sin mas me despido.


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