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The city of the dead por Demonio_Nocturno

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Notas del capitulo:

Hola como estan?? espero y bien, ya estamos a la mitad del fic y creanme cuando digo que me pongo algo nostalgica pero terminando este habra otro, aun no se de que tratar ni de que anime sera pero una vez que este bien estructurado les avisare.

sin mas que decir los dejo leer.

Habían pasado alrededor de dos horas desde que el bus se fue dejando a un poco más de la mitad de los que conformaban el grupo. Los que habían quedado eran Ikki, Kanon, Saga, Shun, Hades, Milo, Camus, Hypnos, Sorrento, Aiacos, Shion, Aioros, Hilda, Isaak, Nime y Esmeralda.

Todos ellos estaban más que preocupados por sus compañeros ya que no sabían que les harían y quien se los había llevado sin que nadie se diera cuenta.

−Debemos buscarlos –dijo Sorrento alterado ya que su hermano formaba parte de los que habían secuestrados.

−Tienes que calmarte –hablo Isaak, tratando de mantener su actitud fuerte pero su hermano Hyoga también había sido uno de los secuestrados−, no cambiaras nada ni lograrás nada poniéndose así.

−No puedes pedirme que me calme –grito histérico−. Mi hermano y mi novio fueron secuestrados por quien sabe quién para asarles quien sabe qué. –Lo último lo dijo ya casi en un susurro, por temor a que sus pensamientos se volvieran realidad.

Los demás chicos no agregaron nada más, ya que varios estaban igual de asustados que Sorrento, pero también sabían que si perdían la cordura, no podrían recuperar a sus familiares y amigos.

−Lo primero que debemos hacer es buscar un refugio u otro autobús –dijo Hypnos sacando de su trance a los demás−. De lo contrario estaremos muertos antes de poder encontrarlos.

Los chicos asintieron y sin perder más el tiempo empezaron a recoger lo poco que tenían; al cabo de una media hora, ya se encontraban caminando siguiendo el mismo camino que había recorrido el bus antes de perderlos de vista. Pasaron las horas y ya todos se estaban cansando además de que la salido del sol no los ayudaba en mucho, la única ventaja de esto, era que podían ver si algún infectado se les acercaba.

−Debemos descansar un rato o no duraremos mucho tiempo antes de caer desmallados por el agotamiento y la falta de agua –hablo Shion y su voz se escuchaba rasposa.

−Caminemos hasta esos arbole –dijo Milo señalando un par de árboles no muy lejos de donde estaban−, así podemos cubrirnos del sol.

Todos aceptaron y cuando llegaron, se echaron en el pasto tratando de tomar aire y de hacer que sus músculos se destensaran pero no todos estaban batallando con eso ya que estaban acostumbrados a él ejercicio, con lo que si batallaban era con la sed, y es que no tenían suficientes botellas para que pudieran seguir caminando sin rumbo alguno por mucho tiempo.

−A este paso no aguantaremos mucho –dijo Kanon en un susurro que solo su hermano logro escuchar.

−Debemos resistir al menos hasta llegar a alguna gasolinera –respondió tratando de darle ánimos, pero el también estaba muy cansado y sediento.

Después de un rato volvieron a retomar la caminata, solo que esta vez fueron un poco más lento ya que, aunque quisieran seguir corriendo o apresurar el paso, se cansarían más rápido y eso no les favorecía en esos momentos.

− ¿Te encuentras bien? –pregunto Milo a Hypnos ya que se le veía sumamente decaído.

El aludido no respondió rápido, se tomó su tiempo para aclarar su garganta, aunque eso no era efecto de la sed sino del nudo que se le formo y que le impedía respirar con normalidad.

−Solo estoy cansado –respondió con voz quebrada, consecuencia de las ganas que sentía de derrumbarse ahí mismo a llorar hasta que ya no le quedaran fuerzas.

−No puedo imaginar lo preocupado que te sientes, pero al menos no te quedes callado –dijo haciendo que el mayor se detuviera en seco y pudo notar el leve temblor de sus manos−. Anda no te guardes todo, a tu hermano no le gustaría verte en este estado –continuo con el fin de hacer que el de mirada dorada se desahogara.

−Por él, es que no puedo flaquear –soltó de golpe−. No le llorare porque no está muerto y aunque puedan decir que muy probablemente lo esté –tomo aire−. Hasta no ver su cuerpo, no lo creeré y seguiré buscándolo –finalizo sacando una sonrisa del menor.

−Lo mismo opinamos nosotros –dijeron sus amigos y con ese nuevo ánimo, continuaron caminando con la única idea de encontrar a sus amigos y familiares, más estos no sabían que no se enfrentarían a un simple grupo de pandilleros, sino a alguien mucho más peligroso.

 

Los chicos que habían sido secuestrados, estaban siendo obligados a bajar del bus por varios hombres que tenían un uniforme negro el cual les cubría todo el cuerpo y para que no vieran sus rostros tenían una especie de cascos; también armas de fuego y navajas. Cuando estuvieron todos en la entrada de los laboratorios donde los habían llevado, los uniformados les ataron las manos en la espalda y los amordazaron para seguidamente obligarlos a entrar y estos no opusieron resistencia ya que sabían que si querían seguir con vida, debían obedecer o al menos la mayoría lo sabía.

−Deja de resistirte mocoso –dijo uno de los uniformados apuntando su arma a Lune, quien trataba de zafarse−. Si no obedeces no tendré misericordia y te volare la cabeza de un disparo.

Los demás quisieron hacer algo, pero todo paso tan rápido que no pudieron reaccionar a tiempo; dado que Lune no obedeció, el sujeto apunto directamente a su cabeza y de un solo disparo, atravesó su cabeza haciendo que el cuerpo sin vida del adolescente, callera al suelo y la sangre empezó a salir manchando el suelo. Los sollozos y gritos ahogados, por las mordazas, por parte de los demás adolescentes a excepción de unos cuantos que solo miraron a otro lado, no se dieron a esperar y eso molesto a sus captores quienes les apuntaron y el que parecía el líder, les hablo.

−Al próximo que emita un solo ruido, le ira igual o incluso peor.

Dicho esto, los chicos guardaron silencio y empezaron a caminar hasta que llegaron a lo que parecía una prisión, donde tenían a varias personas más, encerradas y eso les dijo que muy probablemente pensaban experimentar con ellos. Una vez que los confinaron a una celda, las cuales eran amplias, los desataron y se fueron sin decirles nada más.

− ¿Qué van a hacer con nosotros? –pregunto Aioria asustado y esto se notaba en su tono de voz.

Antes de que alguno de sus compañeros contestara, una mujer que se encontraba en la celda de enfrente, hablo y su voz se escuchaba muy rasposa, pero a pesar de que no podían verla por la oscuridad de la prisión subterránea donde estaba, podían deducir que ya llevaba días ahí.

−Ellos, lo único que quieren −empezó a toser y las arcadas le acompañaban, preocupando a los chicos−. Ellos quieren buscar nuevas formas para controlar a las personas –continuo tosiendo−, no les importa el haber creado un infierno, lo que quieren es poder.

− ¿Cómo que controlar? –pregunto Eo, temeroso de la respuesta.

−Me refiero a que quieren hacer que el gobierno –recapacito−, lo poco que queda de él, se doblegue para así ellos hacer su nuevo gobierno y por eso desataron este infierno –se rio como desquiciada muy probablemente ya lo estaba por todo lo que le habían hecho− ¿Apoco creíste que fue un error que los muertos se despertaran y empezaran a matar a los demás?

Eso dejo petrificados a los chicos pero la voz de uno de ellos los saco de su estado, haciendo una enorme observación que nadie ahí se había dado a la tarea de hacer.

− ¿Dónde está Radamantis? –pregunto Shaka tratando de visualizarlo con la escasa luz que se filtraba de una ventana con barrotes que se encontraba al lado contrario de donde estaba la puerta.

Todos empezaron a buscar al desaparecido y sabían que el debería estar con ellos ya que cuando secuestraron el bus con ellos adentro, el rubio se encontraba a su lado.

− ¿Ustedes están hablando de Radamantis…? ¿Radamantis de Wyvern? –pregunto la mujer con temor− ¿Un chico rubio de ojos ámbar?

Los adolescentes se quedaron callados por un momento pero la única chica del grupo hablo algo desconcertada.

−Si es él –respondió con voz firme− ¿Cómo es que lo conoce y donde esta? –interrogo sin cambiar su tono de voz.

La extraña empezó a reír estrepitosamente lastimando lo oídos de todos los que se encontraban prisioneros y al cabo de unos minutos se calmó y hablo con un tono burlón. Definitivamente ya estaba mal.

−Se ve que no saben con qué clase de demonio convivían.

−No sé a lo que te refieres así que déjate de rodeos y habla de una buena vez –grito molesto Thanatos.

La mujer iba a hablar pero el ruido de la puerta al abrirse, la interrumpió y no hizo señal de querer continuar y eso era porque sabía quién se estaba acercando y a quien iba a visitar.

−Veo que a pesar de todo, aún siguen con su buen ánimo.

La voz se les hizo conocida y conforme el individuo se fue acercando, pudieron comprobar sus deducciones.

Radamantis se encontraba vestido con ropas limpias y aparentemente nuevas y de marca, en su mano llevaba una linterna para alumbrar un poco y para rematar el escenario, detrás de él se encontraba Minos. Este también iba bien vestido y en su rostro se dibujaba una sonrisa sínica, aunque algo no andaba bien y eso lo noto Afrodita, quien fue el primero en salir de su trance.

−Eres un maldito traidor Radamantis –grito agarrando lo barrotes de la celda acercando su cara para dedicarle una mirada asesina.

−No te exaltes de esa forma o tendré que desfigurar tu lindo rostro –dijo metiendo una de sus manos entre los barrotes para tocar la piel del peli celeste pero este se hizo para atrás con una expresión de asco.

− ¿Cómo pudiste traicionarnos? –pregunto Orfeo con amargura−. Todos confiábamos en ti, hasta Hades y mira como le pagas.

− ¿Realmente creen que estuve de su lado? –respondió con otra pregunta−. Nunca estuve de su lado, solo estaba ganando tiempo para que el plan se terminara de llevar a cabo.

−Ustedes sí que son fáciles de manipular.

Por primera vez se escuchó la voz de Minos, pero su voz era agresiva y burlona, pero no como la recordaban y eso hizo que las sospechas aumentaran.

− ¿A qué te refieres? –pregunto Shura con voz seria.

−No daré detalles, solo diré que aunque hubieran llegado a la dichosa embarcación –sonrió−, hubieran acabado de la misma forma.

− ¿Estás diciendo que es una trampa? –exclamo Poseidón sin poderse creer lo que acababa de escuchar.

−Piensen lo que quieran –respondió y sin querer perder más tiempo, dio media vuelta pero cuando dio el primer paso, la voz de Afrodita lo detuvo.

−Tu y yo tenemos mucho de qué hablar y de una vez te advierto que no aceptare un no por respuesta.

La voz del oji celeste se escuchaba determinada y no había rastro alguno de temor, aunque esto era una fachada porque por dentro sentía que en cualquier momento se pondría a llorar del temor. Por su parte Minos solo volteo a ver a Radamantis y este suspiro para sacar unas llaves y dárselas.

−Cualquier problemas que ocasione, será tu responsabilidad –dijo dándole la espalda y empezó a caminar de regreso.

Minos abrió la puerta y como supuso que sus ex compañeros tratarían de escapar, saco una Jericho 941 FS plateada con negro, cortesía de sus nuevos aliados y les apunto haciendo que retrocedieran sintiéndose impotentes. Una vez que Afrodita salió, le ordeno que cerrara la puerta y cuando lo hizo le quito las llaves y lo tomo del brazo para seguidamente empezar a caminar sin importarle si lo estaba lastimando.

Caminaron un par de minutos hasta llegar a una habitación muy amplia y muy bien amueblada; en lo que Afrodita observaba minuciosamente la habitación, por si tuviera que defenderse o algo, Minos serró la puerta con llave y esta se la guardo entre las ropas, todo sin hacer el mínimo ruido para no llamar la atención del peli celeste.

− ¿Entonces de que querías hablar? –pregunto tomando asiento en un sofá amplio y le hizo señas a Afrodita para que se sentara a su lado pero este se negó y permaneció de pie, solo que camino hasta quedar cara a cara.

− ¿Qué paso después de que huyeras como cobarde? –respondió con otra pregunta evitando darle más vueltas al asunto.

−Eso no importa –respondió desviando la mirada− ¿Por qué no mejor pasamos a temas más importantes? –se levantó y camino hasta el más bajo, pero este no se inmuto.

−No me interesa hablar de otra cosa con un traidor como tú –contesto sin temor aun a pesar de saber que si lo provocaba, le podía ir muy mal.

−A mí sí me interesa –lo tomo por la cintura y lo pego a su cuerpo, pero ver que sus acciones no tenían efecto alguno le molestó y sin miramientos lo aventó a la amplia cama para seguidamente acorralarlo con su cuerpo.

−Te pido que me sueltes –pidió con seriedad, pero no se veía molesto, más bien parecía triste.

−Veo que no te resistes y eso lo hace algo aburrido –replico como un niño a quien no le parecía algún juego o algo similar.

−Yo solo quiero hablar, pero si solo te la pasaras comportándote como un imbécil –hizo ademan de querer sentarse pero Minos no se lo permitió.

−Si me sigo comportando como un imbécil ¿Qué?

−No me dejaras de otra más que hacerte regresar a ser la persona que eras –gruño y sin darle tiempo a reaccionar, saco unas tijeras que había tomado mientras el otro le había dado la espalda; y se las enterró en el brazo sacándole un alarido de dolor.

−Maldito –rugió y le dio un puñetazo.

Aun aturdido por el golpe, se quitó de encima a Minos pero antes de poder hacer algo, un ruido ensordecedor se escuchó y cayó al suelo adolorido y al llevar su mano a su pierna, vio que estaba sangrando.

−No creas que te dejare escapar tan fácilmente –dijo aun con el arma apuntándole−. No fue buena idea hacerme enojar.

Minos le había disparado pero dado que no tenía mucha experiencia con eso, además de que el brazo derecho fue el que Afrodita había herido, la bala solo le roso la pierna pero aun así lo inmovilizo. La mirada celeste de Afrodita, delataba lo aterrado que estaba y sin poder evitarlo, las lágrimas empezaron a deslizarse por su, muy pálido, rostro.

−No teníamos que llegar a tanto –se levantó y camino hasta el otro y una vez que estuvieron frente a frente se miraron a los ojos.

El silencio que se formo fue interrumpido por unos golpes en la puerta y un par de voces.

−Todo está bien, así que lárguense –ordeno el peli gris sin desviar la mirada de su presa.

Cuando los hombres del otro lado de la puerta se fueron, el silencio volvió a reinar pero esta vez fue el peli celeste, quien hablo y su voz se escuchaba rota por el llanto.

−Pensé que no era gran problema el traerte de vuelta a la realidad –sollozo−. Pero no pensé que ya estarías tan podrido.

Las lágrimas siguieron y se empezó a sentir algo mareado por la pérdida de sangre y aunque solo lo haya rosado, esta no paraba de salir.

−Siempre he estado así de podrido –soltó y su rostro se veía sombrío−. Además tú me provocaste, así que no te vengas a hacer la víctima.

−Tienes razón –dijo sin expresión alguna mientras se levantaba con dificultad pero al final lo logro, solo que se tuvo que apoyar de la pared para mantenerse se pie−. Yo fui quien te pidió hablar, también fui quien te hirió primero –suspiro con tristeza−, y también fui el que se enamoró sin importarle lo mal que nos llevábamos, el carácter cambiante que tienes y sobre todo, sin importarle tu pasado –finalizo sin atreverse a verlo a los ojos.

Por un momento ninguno de los dos hablo pero cuando Afrodita iba a hacerlo, Minos lo interrumpió con un beso, el cual era gentil y a la vez rudo. El más bajo se paralizo pero después correspondió el beso pasando sus brazos por el cuello del peli gris pegándose más al cuerpo contrario sin importarle si este llegaba a matarlo ahí mismo; por su parte Minos lo abrazo por la cintura con el brazo izquierdo ya que le dolía el derecho por la herida.

Pasados unos segundos se separaron y se miraron a los ojos; Afrodita sabía que Minos había regresado a ser el mismo, pero no sabía por cuanto tiempo.

−Estas sangrando mucho –dijo el más alto viendo lo pálido que estaba el contrario.

−No es nada, además tu estas igual.

Sin decir nada, el más alto llevo al peli celeste a la cama y le dijo que esperara ahí. Fue al baño y cuando regreso, tenía un botiquín de primeros auxilios en las manos.

−Déjame ver –pidió y una vez que pudo analizar qué tan grave era la herida, empezó su labor de tratarla.

Paso un rato en el que no se dirigieron palabra alguna y ese silencio los incomodaba de sobre manera y el menos paciente fue el que estaba siendo atendido.

− ¿Ahora si me vas a decir que paso contigo después de que te fueras? –pregunto más calmado.

− ¿Ya no me dirás que hui como un cobarde?

−Eso fue un arranque de ira, pero responde y no me des más evasivas.

−Como órdenes “florecita” –dijo resaltando la última palabra.

−Eres un idiota, el más grande que he conocido en mi vida –expuso pero no se le escuchaba molesto, al contrario, su voz demostraba que había recuperado su felicidad.

−Pero amas a este idiota –contesto y como ya había terminado, le robo un beso.

−En lo que me cuentas, te atenderé la herida que te hice.

No dio tiempo a replicas y empezó a atender lo que había hecho momentos antes y a Minos no le quedó otra opción más que dejarse.

−Habla –ordeno el peli celeste enfocando su mirada a su trabajo.

−No hay mucho que decir florecita –suspiro con resignación−. Después de irme estuve caminando sin rumbo alguno y me vi envuelto en una emboscada, donde nos tuvieron cautivos por unas horas y después nos trajeron aquí –tomo aire−. Al llegar nos metieron en esas celdas subterráneas pero no me dejaron mucho tiempo encerrado ya que por órdenes de Radamantis me llevaron a una habitación donde me checaron y me inyectaron algo, de ahí no recuerdo mucho realmente –confeso haciendo una mueca de dolor.

− ¿Cómo es que Radamantis se mantuvo en contacto con ustedes? Si los celulares dejaron de servir prácticamente desde que empezó todo esto.

−Por medio de radios y no es el único traidor –informo llamando la atención de afrodita−. Hay alguien más y ese alguien es…

Se vio interrumpido ya que unos golpes hicieron retumbar la puerta y la voz del rubio se escuchó.

−Ya te estas tardando Minos –hablo con su típico tono serio−. Si vas a llevártelo a la cama, hazlo en otro momento. Necesitamos de tu ayuda.

El peli gris gruño por lo bajo y aunque no quería volver a involucrarse en todo eso, tenía que seguir o de lo contrario sospecharían y eso no lo favorecía, además de que no podría ayudar a sus amigos a salir de ese lugar.

−Dame un momento –grito para que el otro lo escuchara y una vez que escucho su respuesta y sus pasos alejándose, se levantó de la cama y observó a su acompañante−. Debes prometer que no hablaras con nadie de que ya estoy más cuerdo.

− ¿Por qué? –pregunto con duda.

−Si saben que ya no me controlan, no podremos escapar –aclaro mientras lo ayudaba a levantarse−. Por el momento finjamos y una vez que tenga la forma de escapar, los iré a buscar. También buscare a los demás.

−Minos… no te mueras… −balbuceo−. No te atrevas a volverme a dejar atrás.

−No te preocupes –sonrió−, desde el momento en el que me dijiste lo que sentías por mí, te has condenado a estar a mi lado por el resto de tu vida e incluso después de esta.

Antes de salir de la habitación se besaron como si su vida dependiera de ello; al separarse, salieron y caminaron en completo silencio hasta llegar a la celda donde se encontraban los demás y tenían un semblante serio y de preocupación.

− ¿Qué te paso? –pregunto Dohko al ver que su amigo tenía la pierna vendada.

−No es nada –respondió−. Es solo un rasguño a comparación de lo que yo le hice.

Los adolescentes notaron que Minos también estaba herido y se preocuparon de que algo grave hubiera pasado o incluso la opción de que Minos tratara de abusar de Afrodita, les vino a la mente y el primero en hablar fue Poseidón.

−Si le hiciste lo que cruza por mi mente –dijo en tono serio e intimidante−. Date por muerto Minos –amenazo con el odio reflejado en sus ojos.

−Lamentablemente, la florecita no me la puso fácil –respondió y se ganó el desprecio de sus amigos, pero tenía que hacer parecer que aún era aquel Minos que ataco a Afrodita sin importarle nada.

Los insulto empezaron pero cuando saco el arma, todos guardaron silencio y una vez que Afrodita entro a la celda dio media vuelta pero antes de irse hablo sin molestarse en verlos.

−No creas que te has librado, vendré mañana por ti y si tengo que venir a diario, lo haré todo con tal de tener un poco de compañía –lo último lo último dándole un doble sentido, pero para quien iba el mensaje, sabía que no tenía ninguna otra intención, más que el de tener su compañía y planear como escapar.

Notas finales:

Espero les haya gustado tanto como a mi me gusto escribirlo, (no se que me traigo con la pareja de minos y afrodita).

Nos vemos el proximo domingo por hay del mediodia o un poco antes.
Dejen sus reviews para saber que les paresio, asepto sujerencia y observaciones siempre y cuando sean amables.

Los quiero y bye


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