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The city of the dead por Demonio_Nocturno

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Notas del capitulo:

Hola pequeños hijos de Asmodeo como estan??? espero que bien, bueno aqui tienen el siguiente capitulo y les queria decir dos cosas, la primera es que agradesco de todo corazon sus review, durante un tiempo solo tube uno o dos lectores y pense en dejar de continuarlo pero esta vez vi que hay mas lectores y eso me a emosionado asi que me tendran por un rato mas. La segunda cosa es mas una nota y es que encontraran un hipervinculo en el fic habranlo es para que se den una idea de lo que estoy hablando y descueiden abrira en otra ventana.

bueno no los entretengo mas y pasen a leer a y lean las notas finales ahi les preguntare algo que tiene que ver con el siguiente capitulo.

Ya había pasado un día desde que estaban en ese lugar y lo sabían por el cambio de luz que se filtraba desde la ventana; el estar ahí encerrados, los molestaba mucho pero no podían hacer nada más que esperar a que se les ocurriera algo antes de que los empezaran a utilizar como conejillos de indias y empezaran a experimentar con ellos, pero la suerte no estaba de su lado.

−Se ven algo aburridos.

Se escuchó la voz de un hombre, no podían ver bien sus rasgos pero lo que si sabían, era que su hora había llegado.

−Tráiganlos –ordeno y dio media vuelta.

Varios hombres entraron a la celda para esposar a los adolescentes y llevárselos, aunque estos ponían resistencia, pero esta se esfumo cuando sintieron el frio de las armas que apuntaban a su cabeza. Una vez que dejaron de resistirse, empezaron a caminar y lo último que escucharon fue la voz de la mujer que horas antes les había explicado que les harían.

−Suerte con no morir –dijo burlona y soltando estruendosas carcajadas.

Los chicos caminaron temiendo lo peor pero nunca llegaron a imaginar que llegaría el día en que pidieran estar muertos, antes de permanecer un minuto más, en un lugar. Una vez que estuvieron fuera del subterráneo, fueron dirigidos a la última planta y seguidamente los llevaron a una oficina muy grande, la cual parecía ser, la oficina del director o del mismo dueño del edificio.

No pudieron prestar mucha atención a lo que había en esa oficina ya que su atención se fue directamente a Minos y a Radamantis, quienes estaba parados frente a ellos y sentado en el sillón que había detrás del escritorio de madera, se encontraba un hombre joven de cabellos blancos y ojos de un color verde oscuro; emanaba un aura amenazadora y la sonrisa que tenía dibujada en el rostro, no ayudaba a que los nervios de los chicos frente a él, se calmaran. Él era quien había creado todo ese infierno y su nombre era Cronos.

−Así que estos son sus amigo –dijo el hombre levantándose de su lugar y camino hasta quedar frente al grupo de adolescentes, quienes no le quitaban la mirada de encima−. Bueno, supongo que no es necesario prestarme ¿Verdad?

−Tu eres el maldito que provoco todo esto –rugió Hyoga tratando de zafarse del agarre del uniformado.

−Radamantis, ¿Quién de ellos es del que hablabas? –pregunto recorriendo con la mirada a los adolescentes y centro su mirada en uno de ellos−. Creo que ya no será necesario que me digas quien es –dijo con una sonrisa tétrica dibujada en su rostro.

Hizo una señal con la cabeza y uno de sus hombres agarro a Orfeo para llevarlo al lado de Cronos quien lo observo meticulosamente.

−Llévense a los demás –ordeno.

− ¿Qué le van a hacer a Orfeo? –pregunto Dohko con voz seria pero estaba sumamente preocupado por su amigo.

−Nada que les incumba –respondió Radamantis−, ahora sáquenlos de aquí.

Los uniformados salieron de la oficina llevándose consigo a los adolescentes y una vez afuera uno de ellos hablo.

−Ya saben que hacer –dijo el que encabezaba el grupo y sin la más mínima consideración ni amabilidad, los demás uniformados, dividieron a los chicos en dos grupos y cada uno fue llevado a distintos lugares.

El primer grupo estaba conformado por Shaka, Mu, Eo, Shura, Dohko e Hyoga; mientras que en segundo grupo se encontraban Afrodita, Aioria, Pandora, Thanatos, Poseidón y Julián.

Los dos grupos fueron llevados por distintos lados y aunque trataron de protestar para que les devolvieran a su amigo, no tuvieron suerte y solo recibieron golpes a cambio.

 

− ¿Por qué me retuvo? –pregunto Orfeo con temor pero trato de comportarse.

−Tu y yo tenemos cosas que resolver –respondió Cronos sin quitarle la mirada de encima lo cual incomodaban al adolescente.

−Yo no tengo nada que ver con usted, así que déjeme ir.

−Quizá no directamente, pero tu madre, Samaras, si –dijo y con un movimiento de cabeza indico que los dejaran solos, eso incluía a Minos y a Radamantis aunque el primero no quería dejar a Orfeo solo con Cronos.

− ¿Cómo es que conoce el nombre de mi madre? –pregunto con un nudo en la garganta.

−Ella y yo fuimos muy cercanos –se acercó y agarro un mechón de cabello del peli celeste−. Claro eso fue antes de que me traicionara y se fuera con tu padre –enredo el mecho de cabello en su dedo y después de unos segundos lo soltó− ¿Te han dicho que eres su viva imagen?

Orfeo no sabía que decir o hacer, sentía que sus piernas cederían en cualquier momento debido al temblor que se había apoderado de su cuerpo pero trato de mantener la calma, no le demostraría debilidad o nunca podría hacer que su hermano lo viera como un igual.

− ¿Qué es exactamente lo que quiere de mí?

−No eres nada de lo que Radamantis me había dicho –dijo evadiendo la pregunta−, eres más valiente pero eso no te servirá de nada.

De un movimiento ágil tumbo al menor sobre su escritorio y se puso entre sus piernas mientras agarraba sus manos y las ponía a cada lado de su cabeza para evitar que le diera un golpe.

−Suélteme –dijo removiéndose y para ese momento ya no le importaba que lo viera como un niño asustado, porque eso era, un niño asustado de lo que ese hombre quisiera o pudiera hacerle.

Cronos no hiso caso y sin importarle las protestas del menor, lo beso pero al ver que no cooperaba le mordió el labio hasta el punto de hacerlo sangrar y así logrando hacer que abriera la boca. Cuando se aburrió de solo besarlo, quiso pasar a algo más pero unos golpes en la puerta lo interrumpieron y colérico respondió al llamado.

− ¿Qué quieren? –rugió sin moverse de su lugar.

−Hubo una complicación con uno de los sujetos de prueba. –Se escuchó la voz de Minos y Cronos no tubo de otra que moverse para dejar libre a Orfeo.

Una vez que arreglo su ropa y que Orfeo ya estuviera de pie, dejo que Minos entrara para que le diera un informe de lo que estaba pasando en las zonas de experimentación.

−Uno de los especímenes ha mutado, pero se está saliendo de control y a este paso terminara matando a los que están allá –explico resumidamente mientras le pasaba unos papeles.

El peli gris noto que Orfeo estaba temblando y tenía el labio sangrando, lo cual le confirmo sus sospechas y maldijo mentalmente aunque agradeció haber llegado a tiempo, pero no sabía cuánto tiempo más podría retrasar ese momento así que empezó a planear cómo hacer para que el peli celeste escapara.

−Son unos idiotas –gruño Cronos mientras aventaba los papeles en el escritorio−. Minos llévalo a una de las habitaciones y quédate con el hasta que regrese –ordeno y Minos solo asintió−. Mandare a que le lleven un cambo de ropa.

−Está bien, yo me are cargo –dijo con aburrimiento.

El peli blanco salió de la oficina dejando a los dos adolescentes solos y cuando se dejaron de escuchar sus pasos, Minos se acercó a Orfeo pero este instintivamente retrocedió.

−No te preocupes que no te are nada –dijo tratando de calmarlo pero no dio resultado−. Te ayudare a escapar para que ese imbécil no te haga nada –aseguro tomándolo de la mano y así lograr que lo viera a los ojos.

−Pero tú estabas de su lado –balbuceo−. Y no digas que no porque heriste a Dita.

−Al principio sí, pero él me trajo de regreso, ahora no hay tiempo que perder –lo jalo y fueron hasta la puerta−. Debemos apresuraron ya que el tiempo está en nuestra contra y esta es la única oportunidad que tenemos para que logres escapar.

−No puedo hacer eso –dijo soltándose del agarre de Minos−. No puedo dejar a los demás aquí, además te meterás en problemas, por engañarlo y por dejarme ir.

− ¿Sabes lo que ese maldito te quiere hacer? –asevero molesto.

−Si lo sé –se llevó una mano al labio−, pero no puedo huir como un cobarde sin ayudar mis amigos.

−Mira, no me arriesgue a sabotear a uno de los sujetos de pruebas, para que me vengas a decir que planeas quedarte para que ese degenerado termine violándote –gruño y volvió a agarrarlo de la mano pero la puerta fue abierta haciendo que ambos retrocedieran un par de pasos.

−Así que aquí estabas –hablo Radamantis, siendo este quien había entrado.

−Sí, estoy cumpliendo algo que Cronos me mando a hacer –respondió disimulando su nerviosismo ya que no sabía si el rubio había escuchado su plática con Orfeo.

−Si estaba enterado de eso, por eso venía a buscarte.

− ¿Qué necesitas?

−Solo me mandaron a entregarte esto.

Le dio una bolsa la cual contenía la ropa que Orfeo debía ponerse para recibir a Cronos una vez que este se desocupara.

− ¿Eso es todo? –pregunto tomando la bolsa.

−Sí, estaré en la zona de cuarentena revisando que fue lo que causo la mutación en el sujeto.

No espero a que Minos respondiera, aunque sabía que de todos modos no le diría nada más; cuando salió de la oficina camino hasta desaparecer entre los pasillos.

− ¿Qué es eso? –pregunto Orfeo confundido.

−Supongo que el dichoso cambio de ropa que te mandaron –respondió dándoselo.

Orfeo saco la prenda y era un kimono de color negro con azul metálico y morado claro el cual se dividía en 4 piezas; la parte de arriba era una blusa kimono de puños anchos, mientras que la parte de abajo consistía en una falda larga que de la parte de enfrente estaba abierta y  una mini falda que bien podía llegarle hasta la mitad del muslo y por ultimo estaba la faja la cual traía un moño grande para amararlo en la parte de atrás.

−Ese tipo está enfermo –dijo Minos con ira.

Orfeo, por su parte, no podía creer que lo quisieran vestir como a una chica y menos de una forma tan provocativa. Pero aun con todo eso, no planeaba irse, él quería quedarse para que sus amigos no pagaran las consecuencias de su huida.

−El tiempo se nos acaba Orfeo.

−Ya te dije que no me iré –reafirmo mientras volvía a meter las prendas a la bolsa−. Así que llévame a donde me tienes que llevar.

− ¿Realmente dejaras que ese tipo te utilice como a un juguete?

−No tengo de otra –musito con pesar−, no me perdonaría que algo les pasara a ustedes todo por salvarme yo.

Minos estaba más que colérico ya que a pesar de no llevarse muy bien con Orfeo, le tenía aprecio y no quería que alguien como Cronos lo lastimara, a él ni a nadie de sus amigos además de que Aiacos lo mataría si algo le pasaba, pues bien sabía que su amigo sentía algo por el peli celeste.

−Lo siento pero no voy a contribuir a que arruines tu vida de esa forma, así que me disculparas pero no te dejare cometer semejante estupidez –dijo mientras lo tomaba en brazos y lo cargaba como si fuera un costal.

Salió de la oficina y empezó a correr entre los pasillos cuidando de no ser visto, pero la suerte no estaba de su lado y cuando se disponía a bajar a los túneles subterráneos, apareció Cronos.

− ¿Qué haces Minos? –pregunto con voz seria.

El peli largo maldijo en sus adentros por no haberse apresurado y debido a eso lo descubrieron en pleno acto.

−Nada –respondió secamente sin voltear a verlo, pues bien sabía que el contrario ya sabía que los efectos de lo que sea que le había inyectado, se habían pasado.

−No me desharé de ti ya que me eres de mucha utilidad –aclaro−, solo basta con volverte a inyectar lo de la vez pasada, para que vuelvas a ser como eras pero esta vez me asegurare de darte una dosis más fuerte.

Orfeo comprendió en ese momento, porque Minos había cambiado mucho y se horrorizo al pensar que podría pasarle algo grave si le seguían inyectando cosas extrañas.

−No lo haga –grito aun siendo cargado por Minos−, no le haga daño a él ni a nadie.

−No puedo hacer eso y más vale que tú también te prepares porque te tengo una sorpresa.

El peli gris no espero a que se les acercara y empezó a correr sin importarle que varios hombres los seguían pero sus intentos no dieron resultado ya que en menos de lo esperado, los acorralaron y fueron separado. A Minos se lo llevaron a uno de los laboratorios mientras que a Orfeo se lo llevaron a una habitación y pocos minutos después una chica de cabellos lilas y ojos verdes entro.

−Mi nombre es Saori y me han mandado a hacerme cargo de ti así que no perdamos más el tiempo y metete a bañar para que te cambies –dijo sin ser muy amable o cortes con su forma de hablar.

Orfeo decidió no decir nada y obedeció; una vez que se terminó se bañar permaneció un rato más en el baño viendo la blanca loza pero los golpes y la voz del otro lado de la puerta, lo trajeron de vuelta a la realidad.

−Apúrate en salir o entrare a la fuerza y no te gustara –amenazo con voz molesta.

El adolescente salió del baño con una bata puesta y aunque tenía miedo, ya no podía retractarse además de que se sentía culpable por haber hecho que la vida de Minos corriera peligro y si este llegaba a morir no sabría qué hacer.

−Empecemos a cambiarte porque me aburre estar asiéndola de niñera –soltó irritada mientras sacaba las prendas de la bolsa.

Un par de minutos después, Orfeo ya se encontraba cambiado y su cabello había sido cepillado. Cuando Saori termino su trabajo, salió de la habitación aunque permaneció del otro lado de la puerta por si se le ocurría escapar.

−Solo espero que Minos y los demás se encuentren bien al igual que el resto del grupo que quedo atrás –dijo para sí mismo en un suspiro mientras se sentaba en la cama.

−Tus amigos estarán bien siempre y cuando tú no hagas nada que pueda enfadarme.

Resonó la voz de Cronos por toda la habitación y al no haberlo notado, Orfeo dio un pequeño brinco y por acto reflejo se levantó y dio vario pasos atrás hasta que choco con la pared.

−Esas ropas te quedan bien –agrego mientras lo devoraba con la mirada−. Así te pareces aún más a Samaras, ella siempre vestía cosas de ese tipo cada que nos encontrábamos.

−No sé qué tuvo que ver usted con mi madre y mucho menos se ni comprendo porque se ha fijado en mi –balbuceo con miedo ya que no quería hacerlo enojar y así que se desquitara con sus amigos.

−Ven –le tendió la mano pero al ver que no se acercaba se molestó−. He dicho que vengas ¿O acaso quieres hacerme enojar? –gruño y Orfeo no tubo de otra que acercarse−. Así está mejor, no tenemos que llegar a los extremos de tener que lastimarte a ti o a tus amigo ¿Verdad?

El menor solo asintió pues sentía que la voz se le había escapado.

−No quiero perder el tiempo explicando mi historia con Samaras así que solo diré que tu pagaras por su traición –continuo ya más calmado−, y no importa que este muerta, pero sinceramente ese no era mi plan, yo solo quería darle un adelanto de lo que le esperaba –dijo como si nada−. Pero ya no puedo revertir lo que hice.

Orfeo comprendió todo y abrió los ojos como platos mientras llevaba sus manos a su boca tratando de callar un sollozo. Su madre no había muerto por un simple accidente, ella había sido asesinada por el hombre que tenía frente a él.

− ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué ahora quiere hacerme daño a mí? –interrogo con la voz rota.

−Ya te dije que tú pagaras su traición.

− ¿De qué traición habla? No entiendo nada.

−Ya basta de pláticas, mejor pasemos a algo más interesante.

De un movimiento ágil tumbo a Orfeo en la amplia cama y lo aprisiono con su cuerpo impidiéndole escapar y comenzó a besarlo con la misma brusquedad que en la oficina aunque esta vez el menor cedió, todo con tal de no hacerlo enojar además de que por el temor no podía siquiera pensar con claridad.

− ¿Tienes miedo? –pregunto mientras bajaba hasta llegar a su cuello y una vez ahí empezó a besar y morder sin importarle el dolor que podía causarle al otro−. Te hice una pregunta –dijo incorporándose para quedar cara a cara.

−Si…−Fue su única respuesta la cual fue pronunciada con un hilo de voz.

−Me gusta que me teman –expuso y empezó a quitarse las prendas de la parte de arriba hasta dejar su torso desnudo−. Es más interesante cuando tratan de resistirse, pero claro tú no puedes o de lo contrario tus amigos pagaran las consecuencias.

Volvió a acomodarse entre las piernas de Orfeo y esta vez no solo se limitó a besar sino que empezó a tocar la piel expuesta del contrario quien solo se limitaba a cerrar los ojos y tratar de enfocar su mente en otra cosa que no fuera la horrible sensación que sentía al ser tocado de esa manera tan vulgar pero, Cronos no planeaba dejar que su juguete se enfocara en otra cosa que no fuera en él y en lo que le estaba haciendo y en eso recordó que tenía algo que darle y sin pronunciar palabra alguna, se levantó y fue hasta un escritorio donde rebusco entre los cajones y una vez que encontró lo que estaba buscando regreso pero no se le fue encima sino que lo obligo a sentarse.

−Dame tu brazo –ordeno y Orfeo no tubo de otra que obedecer.

El mayor saco una jeringa que contenía un líquido de una tonalidad azul cristalino y busco una vena para seguidamente insertarla ganándose como premio un quejido de dolor por parte del otro y una vez que inyecto todo el líquido, la saco.

−Te sentirás algo débil pero esto nos ayudara a pasarla mejor –hablo mientras regresaba la jeringa al cajón.

El cuerpo de Orfeo empezó a subir de temperatura, la vista se le empezó a tornar borrosa y la garganta la tenía seca además de que se sentía muy débil que termino cayendo de espaldas a la cama. No sabía que era lo que le habían inyectado pero se asustó más de lo que ya estaba al tener de frente el rostro de su captor, con una sonrisa ladina.

− ¿Qué…?

−No te esfuerces en hablar, esto que te inyecte es un afrodisíaco muy potente y fue creado en estos laboratorios además de que a veces suele tener efectos secundarios no muy graves claro –dijo con una sonrisa zorruna.

En ese punto, el peli celeste sentía más miedo de Cronos que de los dichosos efectos secundarios y no pudo hacer otra cosa más que nombrar a la persona que lo había salvado en veces anteriores.

−Aiacos… −dijo en un susurro casi inaudible.

−No deberías andar llamando a otro hombre cuando estas apunto de tener sexo con alguien más –replico mientras tomaba su mentón y lo besaba.

Las lágrimas recorrieron las mejillas del menor y mentalmente siguió llamando a Aiacos.

 

− ¿Pasa algo? –pregunto Hilda al ver como uno de los chicos se detenía de golpe.

−No es nada –respondió tratando de deshacerse de la opresión que sentía en el pecho, como si presintiera algo.

− ¿Estás seguro Aiacos? Es que no tienes muy buen aspecto –insistió.

Era verdad, Aiacos se había puesto pálido de la nada y se le veía nervioso, como si hubiera visto un fantasma o algo.

−Solo tengo un mal presentimiento eso es todo –respondió sin ánimos de seguir siendo interrogado ya que ni el mismo sabía que significaba esa sensación de angustia que estaba sintiendo.

−No debemos ser negativos –interrumpió Kanon−, ellos estarán bien –dijo con tono amable tratando de hacer que el otro se calmara.

−Sí, ellos son astutos y sabrán encontrar la forma de comunicarse con nosotros –agrego Nime.

−Ahora lo más importante es que nosotros podamos sobrevivir hasta ese momento –añadió Camus.

−Me encanta lo positivo que puedes llegar a ser.

−Pero así te gusta Milo, así que no te quejes –continuo Shion.

Así siguieron por un rato mientras caminaban y vieron que a lo lejos se veía lo que parecía una gasolinera así que apresuraron el paso para llegar lo antes posible pero lo que no pensaron encontrarse fue a un grupo de infectados frente a ellos y lo peor era que no tenían con que defenderse, pero el retirarse no era una opción. Sin pensárselo más tiempo del necesario empezaron a caminar cuidando de no hacer ruido y así se adentraron entre los infectados ya que estos solo se guiaban por el ruido y no por la vista o el olfato, aun así era peligroso pero ya no podían retroceder, tenían que continuar si querían seguir buscando a sus amigos ya que al no tener provisiones, sus fuerzas se iban haciendo nulas.

−Ikki, Ikki –llamo Shun en un susurro ya que por esquivar a un infectado se separó del grupo quedando solo entre esas cosas y eso lo aterraba.

De un momento a otro, los adolescentes escucharon un ruido y aunque no fue muy fuerte, atrajo a los infectados y en ese momento fue que Ikki callo en la cuenta de que su hermano no estaba con ellos.

− ¿Shun? –llamo mientras lo buscaba con la mirada−. Shun –volvió a llamar pero esta vez en voz más alta y los demás tuvieron que sujetarlo para que no cometiera una tontería−. Suéltenme, Shun –grito sin importarle que llamara la atención de los cadáveres el solo quería ir a buscar a su pequeño ángel− ¡Shun…!

Notas finales:

Lo que les queria preguntar era si querian que redactara la muy probable violacion de orfeo, o solo lo insinuo es que no estoy segura si quedran leer una escena de "accion" tan vaga como las que suelo escribir (soy mala con el lemon). En sus review me avisan para saber que hacer.

Bueno me despido y nos vemos el siguiente domingo espero leer sus review para saber que les paresio ya saben que eso me hace sumamente feliz.


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