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Tu amor por SebbyPhantomhive

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Notas del capitulo:

Hola!

Los jóvenes estaban tratando de consolar a su amigo hindú, que sollozaba en el regazo de Ciel, balbuceando el nombre de su sirviente y eso parecía le provocaba el llorar un poco más.


- Tampoco enamorarse es tan malo.- Decía casi en forma de reproche el rubio mirando a su amigo que lloraba ya que le parecía algo exagerada su actitud.


-Lo sé...-Musitaba Soma sintiéndose ahora un poco avergonzado por su actitud, tal vez si estaba exagerando, Ciel se dio cuenta y con la mirada parecía regañar a Alois por ese reproche.


-¿Pero cómo te diste cuenta?- Le cuestionaba curioso el rubio con una enorme sonrisa para calmar el momento de tensión, todos se quedaron en silencio y el joven lloroso solo recordaba lo que minutos antes habia pasado en la sala de su departamento.


-El... el... - Más sonrojado de lo que ya estaba, murmuraba nervioso y se tocaba los labios para darles a entender lo que sucedió ya que no acertaba a decirlo en palabras. Los dos que le escuchaban se sorprendieron un poco, tampoco debió ser tan malo para provocar esa reacción.


-¡Oh... te besó...!- Exclamó emocionado Alois como insinuando a que le contara como sucedió. -Que tierno...- Musitaba para animarle a que le contara ya que de nuevo todos se quedaron callados.


-¿Y le correspondiste?- Le preguntaba algo harto de esta conversación que sería interesante si se atreviera hablar el nuevo enamorado. Este solo agachó la cabeza sin dar respuesta pero sin llorar, recordaba como los dulces labios de su sirviente se juntaron a los suyos en un tierno beso, que al principio él quiso negarse pero correspondió con timidez, luego recordó que preso de la vergüenza, sorpresa o algo de eso. Lo empujó y salió corriendo hasta donde estaban sus amigos.


-Ya Alois... no lo atormentes con tus preguntas- Le regañaba Ciel a su amigo pues Soma estaba perdido en sus pensamientos.


-Fue lindo...- Murmuró el callado príncipe, siempre era tan efusivo en sus emociones, pero en esta ocasión esto lo dejó sin palabras y sin reacción alguna. Sonrojado sentía el latir acelerado de su corazón recordando ese beso inesperado, había estado enamorado de su sirviente y con ese beso fue que pudo darse cuenta de este sentimiento. Era tan distraído que no se dio cuenta que se había enamorado. Este detalle  le hizo sonreír sinceramente.


-Alguien se ha enamorado...- Insinuaba travieso el más expresivo del grupo de amigos codeándolo para hacerlo apenar más.


-Claro que no...- Le decía con un pequeño puchero, ya parecía que se lo estaba tomando con más calma. No era tan malo si lo pensaba solo que fue inesperado.


-Si lo niegas de esa forma es difícil creerte.- Eran las palabras algo burlonas de Ciel al ver su casi infantil actitud.


-¿Es correcto que te enamores de tu sirviente? Digo... por tu rango... tus creencias... Yo que sé...- Hablaba Alois con mucha curiosidad, el príncipe se quedó pensando en una respuesta por unos segundos.


-Eh... no creo que sea correcto... pero no estamos en mi país.- Al fin acertó a dar una respuesta algo positiva, no se desanimaría por ello. Los jóvenes comenzaron a conversar de sus propias experiencias, aunque ciertamente el más abierto era Alois al contar detalles, Ciel trataba de enfocarse en los sentimientos más que en el área sexual, ya que apenas él estaba lidiando con esto. Soma parecía tomar apuntes mentales de lo que decían. Cuando se sonrojó un poco de repente sorprendiendo a los otros.


-Agni... debe estar enojado conmigo... Lo empujé...- Murmuraba apenado y arrepentido pensando en que le diría al verlo.


-No debe estar enojado... Tal vez está apenado igual que tú ahora.- Le trataban de animar y siguieron un buen rato hablando y comiendo. Cuando Soma se armó de valor y decidía ir a su departamento para enfrentar a su sirviente con sus sentimientos. Aunque temía que tal vez lo desilusionaría si le decía,  que era un error ese beso, sus amigos le alentaban casi empujándolo para que salga ya que este comenzaba a acobardarse. Al abrir la puerta vieron a alguien sentado al pie de esta con la cara llorosa. El joven príncipe se sonrojaba al verlo y parecía llorar de la pena, cuando sintió que este se postraba a sus pies y le pedía perdón. Esto lo conmovió en gran manera que la timidez se le fue un poco, agachándose lo obligaba a levantarse.


Sus rostros se encontraron y podía verse que ambos tenían la misma expresión, entre sorprendidos y enamorados.


-No tengo nada que perdonarte...- Murmuraba Soma con una pequeña sonrisa y sus ojos parecían brillar de la emoción al tenerlo así de cerca, sus amigos que observaban la escena hacían como sino miraban pero estaban más que atentos a lo que sucedería. Se admiraron al ver como dulcemente estos se besaban con timidez pero se separaron de inmediato al sentirse observados.


-Será mejor irnos...- Dijo Agni con fingida seriedad mirando a su amo, que agachaba la cabeza muy avergonzado era la primera vez que estaba en una situación así.


-Gracias... -murmuró mientras se alejaba presuroso para que no siguieran viendo su bochorno, los dos hindúes se alejaron y entraron a su departamento.


-Bueno... creo que esto de la homosexualidad es contagiosa...- En forma burlona decía Alois cuando volvieron a la sala, el de mirada azulina lo miraba mal por esa estúpida broma, aunque ciertamente había mucho amor homosexual en su entorno pensaba con una perversa sonrisa cuando su amigo no lo veía.


Ciel volvió a su trabajo después de una charla con su jefe que entendió la situación, a pesar de que ese jovencito le gustara, sabía que debía detener sus pretensiones para no interferir en su relación. Todo seguía su curso normal, en esos días los jóvenes hablaban con sus amores por medio de la tecnología que les facilitaba la comunicación, era la única forma de no extrañarlos tanto.  Anhelaban que llegara el fin de semana para poder verlos. A la vez que eran testigos de la recién naciente relación de los hindúes, que andaban muy cariñosos. No podían quejarse de su vida, aunque Ciel era a veces algo negativo, se sentía receloso de tanto bienestar. Era como si sintiera que no lo mereciera y lo hacía dudar de que si todo era real o una simple ilusión. Pero esos temores desaparecían un poco cuando Sebastian le hablaba y lo consentía con dulces palabras a la distancia, hablar de sus planes a futuro le emocionaba.


-Cuando vivamos juntos acá en Londres, tendrás que cuidar a mi gato.- Le hablaba por teléfono Sebastian ya cuando descansaba en su cama y Ciel hacia lo mismo a la distancia.


-No me agradan los gatos.- Le decía con seriedad.


-¿Cómo qué no? ¿No me dirás que eres alérgico o algo así? – Algo alarmado expresaba el joven mayor al escuchar su respuesta, amaba los gatos y su sueño era que ellos como pareja cuidaran a su gato como hijo.


-Cuando era pequeño creo que lo era, pero ya viviendo en ese entorno en que estaba supongo que se me quitó.- Confesaba desanimado el jovencito recordando la vida de carencias que tuvo que pasar.


-Ciel... ¿Extrañas dormir conmigo?- Cambiaba de tema para no hacerlo decaer en su ánimo, esta pregunta lo hizo poner nervioso.


-Un poco... supongo.- murmuró con fingida indiferencia pero estaba muy sonrojado por esa indiscreta pregunta.


-Solo un poco...- Masculló ahora desanimado Sebastian, pero ya sabía cómo era de tímido su novio y no se lo tomó muy en serio, ya se lo imaginaba sonrojado en ese momento.


-Yo te extraño mucho, abrazo la almohada pequeña cada noche y alucino que eres tú.- Declaraba con aire burlón el mayor, como desquitándose de lo anterior que le dijo.


-Idiota.- Murmuró Ciel con una pequeña sonrisa al escucharle decir eso, aunque eso de "almohada pequeña" retumbaba su mente. ¿Qué le estaba insinuando?


-Pero no me masturbo con ella, si eso crees...- Dijo Sebastian divertido conteniendo la risa, sabía que con esa confesión apenaría más a su amado, y si que lo consiguió.


-¡Yo no he pensado en tal cosa!- Le gritaba avergonzado por el teléfono, matándolo de risa por esa reacción. Era una de sus tantas conversaciones, nunca se aburrían al hablar aunque a veces salieran temas sin ningún sentido, se divertían a pesar de la distancia.


Era viernes y ya se podía respirar un agradable fin de semana, los jóvenes estaban más que entusiasmados, aunque Ciel no lo mostrara mucho lo estaba, ya había planeado lo que harían y eso lo tenia de muy buen humor. Así mismo estaban a unos kilómetros los dos hombres que serían tan fervientemente recibidos por sus jóvenes amantes.  Ultimaban reuniones y papeleos para tener libre su fin de semana.


-Señor Michaelis... Tiene una visita- Era el anuncio de su secretaria al entrar a su oficina, este se extrañó un poco pues no esperaba a nadie.


-Sebastian...- Le llamaba muy alegre su socio que había dejado en Estados Unidos, vaya que era una sorpresa verlo ahí. Este fue a su encuentro a saludarlo.


-Vincent... Es un gusto verte tan pronto.- Le decía al brindarle una taza de té para sentarse a conversar. Este desvió la mirada un poco nostálgico y se prestaba a contarle el motivo de su viaje a la ciudad inglesa.


 Sebastian no sospechaba cuan involucrado en este asunto, y tal vez de como repercutiría en su relación con Ciel atentamente se prestaba a escucharlo.


-

Notas finales:

muchas gracias por seguir esta historia... trataré de actualizar tanto aqui como en wattpad... 

besos :*


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