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Tu amor por SebbyPhantomhive

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Era ya la madrugada y el frío recorría sus cuerpos pero eso no impedía la calidez de ese abrazo que se regalaban. Ciel entraba en razón al sentir tan cercano a su novio, pues aunque estuviera enojado con el no habían terminado. Lo empujó con algo de fuerza separándose de él mientras desviaba la mirada. Sebastian no se sorprendía de su actitud, era más que razonable.


-Vine a aclarar las cosas... Solo porque Alois insistió mucho- Eran las frías palabras del jovencito que no se atrevía a mirarlo a los ojos. El rubio que escuchó aquello solo sonrió, no le molestaba ser usado como pretexto de su orgulloso amigo.


-Si claro...- Murmuró el mayor que no creía del todo esa excusa, pero no era momento de burlársele por ello cuando quería obtener su perdón. No dudaba en que lo obtendría ya era una buena señal que su pequeño estuviera ahí dispuesto a escucharlo. Le invitó a pasar dentro del auto para que no tuviera más frio, el joven aceptó aquello con mucha seriedad, sentándose se prestaba a escucharle.


-Claro y yo que me congele aquí...- Con una pequeña sonrisa desanimada murmuraba el rubio al ver como la pareja se ocultaba del frío, tampoco quería ser molestia en un momento así, buscó un árbol cercano y se sentó junto a él para resguardarse un poco del clima helado.


-Ciel... mi amor...- Se prestaba Sebastian a explicarle aquel error, ese error del cual se arrepentía sinceramente pero esto fue interrumpido por el joven que todavía no le miraba a los ojos.


-Primero que todo... te pido que hables con la verdad... no te perdonaría si me mientes ahora.- Eran las firmes del joven que ahora si lo miraba fijamente, para que supiera cuan serias eran sus palabras. Ya si iba a contarle aquello no quería que le mintiera. Su amado asintió con la cabeza y se embelesaba en parte al ver esa mirada con tanta firmeza, pero lo disimuló pues no quería molestarlo con sus gestos. Sebastian comenzó a contarle su estado al llegar a ese país semanas atrás, recordar aquello hizo que al joven se le formará un nudo en la garganta, aún era algo reciente y por lo cual se arrepentía, esta tristeza se destelló en su mirada que aunque trató de disimular fue notado.


-No te sientas mal por eso... No quise decirlo para que te sintieras así, solo creo que ese fue un detonante para lo que hice y era necesario decirlo.- Estas palabras la tristeza al recordar también se evidenció en el mayor quien tomando la mano de su pequeño le animaba con una pequeña sonrisa, este no correspondió su sonrisa pero sí dejó que tomara su mano.


-Sigue...- Le ordenaba el pequeño con un leve suspiro. Al escuchar esa orden este sonrío y tomando aire se prestaba a seguir. Comenzó a contarle cuando conoció a su tía, el interés que esta le mostraba de forma muy directa, pero él estaba tan mal que tal vez de alguna forma desesperada para calmar sus ansias de querer regresar a verlo, dejó que la mujer en mención se ilusionara con el de algún modo. Se lamentaba por ello, pero ciertamente en un momento así no sabía ni qué hacer ni que pensar, actuar con cordura era imposible.


-Tenía el fuerte deseo de volver, de regresar a ti... Pero una parte de mí no quería, mi orgullo sobresalió... Busqué la excusa más estúpida para reprimir este amor por ti, porque había jurado no regresar contigo, quería olvidarte. Pero eso era imposible, me ahogue los últimos días en alcohol, y así fue...- Hablaba desahogándose el mayor con la voz quebrada recordando esa sensación que sentía en esos días difíciles, tanto que su mirada se tornó llorosa. Ciel al verlo así creyó en lo que decía, él no podría mentirle estando en ese estado, fue inevitable que una lágrima traviesa no rodara por su mejilla. Ambos se quedaron en silencio, sin duda recordar esos días aún les dolía un poco.


-Tu tía... no es una mala persona, solo fue alguien que no tuvo que cruzarse en mi vida en un momento así... Ella sabía que yo estaba mal, trató de ayudarme y yo me siento mal porque de alguna manera me aproveché de ella...- Eran las palabras de Sebastian con arrepentimiento, Ciel no podía evitar sentirse algo celoso, al escucharle hablar así de su tía, en el fondo se sentía patético por este sentir.


-Perdóname Ciel... ese fue un error del cual tendré que pagar las consecuencias...- Eran las palabras del mayor, mirándolo a los ojos, ya había hablado con el corazón ya dependía del joven darle su perdón o no.


-Sebas... Sebastian... ¿solo fue una noche?- Cuestionaba el joven algo apenado, y dependiendo su respuesta ya predecía lo que pasaría en su relación. Si este le respondía una sola vez, era perdonable y era evidencia de que ciertamente era un desliz de una noche de borrachera. Pero si su respuesta era una diferente, veía ya muy difícil el perdonarle, equivocarse una vez era pasable pero ya algunas ya no era un error obviamente, por lo menos eso pensaba en su aun inmadura mente de enamorado.


-Solo fue una vez... y puedes confirmarlo con ella...- Ansioso respondía el mayor tomando sus manos, al notar como estaba su amado empezando a dudar.


-Ya crees... que voy a preguntarle... Tía ¿Cuántas veces te acostaste con mi novio?... Eres idiota...- Con aire sarcástico y molesto le refutaba el jovencito ante esa tonta aclaración, el mayor esbozó una pequeña sonrisa y no soltaba sus manos.


-Cierto... bueno esa es la verdad... ¿Tienes otra duda?- Algo apenado decía Sebastian y le miraba cariñoso.


- Sebastian... ¿Por qué no me lo dijiste?- Era la inquietud del joven pues más que le hubiera sido infiel con su tia le molestaba más el que no hubiese sido sincero, cuando sabía que la encontrarían en este viaje.


-Pensaba hacerlo... pero apenas estuvimos comenzando de nuevo... Juro que te lo iba a decir después.- Hablaba con un bufido molesto el mayor, pues ciertamente si fue un gran error el no decírselo, planeaba confesarlo semanas después cuando ya su relación fuera más firme. El joven le miró como desconfiado no creyendo aquello del todo, tal vez nunca planeaba decírselo.


-Lo juro por mi gato...- Expresaba nervioso Sebastian al notar la duda en su mirada. El joven al escuchar eso solo sonrío por esa tontería, pero tonterías como esa era la que le gustaba de su amado.


-¿Me perdonas?- Aprovechaba a cuestionarle cuando lo miraba sonreír, Ciel se ruborizó todo al tener el bello rostro de su amado muy cerca al suyo.


-¿No me volverás a engañar?- Le cuestionaba el sonrojado y tímido joven con la mirada que se tornaba algo llorosa, sabia en el fondo de su corazón que esto sucedería, lo terminaría perdonando lo amaba demasiado, solo esperaba no ser engañado de nuevo.


-Si no tienes más tías... no...- burlón le respondía este, y aquello solo hizo que el joven frunciera el ceño por esa tonta broma, pero lo que pasó después en lugar de una discusión ambos unieron sus labios en un dulce beso, ese beso que sellaba su reconciliación.


-Teniéndote a ti... no necesito a nadie más...- Eran las dulces palabras de Sebastian sobre los humedecidos labios de su pequeño que le miraba fijamente algo agitado.


-Eso espero... porque la próxima que me ocultes algo no te perdono.- Le advertía serio el joven como una fuerte sentencia. Sebastian lo comprendió y acercándose a sus labios nuevamente los besaba. Alois que veía a unos pasos como se besaban, se alegraba a pesar de estarse congelando.


-Que mi pulmonía valga la pena...- Decía con una sonrisa burlona al sentir el frio en su cuerpo, segundos después se les acercó y pidió que después siguieran con su reconciliación pero debían regresar. La pareja lo entendió y con un beso se despedían hasta más luego, sin olvidarse decir lo mucho que se amaban antes de separarse. Los jóvenes con la misma cautela que salieron regresaron a la residencia, al menos nadie había notado su escapada.


A la mañana siguiente Ciel se acercó a su madre y le conversó lo sucedido en la noche, quería de alguna forma su aprobación, ella al notar la carita emocionada de su hijo no tuvo más remedio que alegrarse por esa noticia, aunque presentía que su esposo y su hermana no sentirían esa misma alegría. Le sugirió que no se los dijera todavía, que esperara un par de días, que ella lo apoyaba y lo ayudaría a que se escapara a verlo cuando pudiera. Y así fue en esos dos días tuvieron momentos para verse a escondidas por ahora, Vincent parecía darse los aires de ganador, y su tía no se apareció por esos días. La noche caía del miércoles, la pareja se encontraría afuera de la residencia.


-¿Por qué esa cara? – Le cuestionaba extrañado Ciel a su novio al verlo algo preocupado y no con la misma emoción que siempre era recibido.


-Es que... tengo que irme... Un imprevisto surgió de repente, necesito regresar a Inglaterra.- Le confesaba triste el mayor a su pequeño, a quien su gesto decayó al escuchar aquello, el momento que temía había llegado, Sebastian aun así comprensivo tomó sus manos.


-¿Te quedas o te vienes conmigo?- Era la pregunta de Sebastian con cariño, pero ya sabía cuál sería la respuesta y por eso se sentía triste. El jovencito le miró con tristeza.


-Te extrañaré Ciel... pero no es como que termináramos, solo serán unos días separados.- Le decía animado al ya ver la respuesta en esa mirada triste.


-Yo quiero irme contigo pero... mis padres me necesitan un poco más.- Le decía con ansiedad el joven conteniendo sus ganas de llorar, su amado lo abrazó con fuerza para consolarlo, para consolarse también porque le dolía separarse de él.


-Lo comprendo... y era la respuesta más sabia que esperaba de ti...- Eran las dulces palabras del mayor, a manera de darle fuerza y apoyo, admiraba su madurez al tomar una decisión así. Sabía que sus padres aun no podían perderlo a tan pocos de días de haberlo encontrado y tampoco podía retener a Sebastian un empresario de gran renombre a su lado, era lo mejor para todos aunque doliera un poco.


-Volveremos a vernos pronto... sabes que no puedo estar sin ti mucho tiempo.- Le animaba Ciel con una sonrisa mientras sus narices rozaban con ternura.


-Y yo no puedo vivir sin ti...- Diciendo esto el mayor se besaron para calmar sus ansias. A la mañana siguiente con tristeza Sebastian se despedía de su pequeño en el aeropuerto, esta despedida era interrumpida por Vincent que ya sospechaba que su hijo había vuelto con él, al verlos besándose en el aeropuerto confirmaba sus sospechas, esto le molestó y sin ser visto se marchaba nuevamente, ya tenía la oportunidad de separarlos estando lejos los dos, buscaría el modo.


Sebastian tomaba su camino para ir en su avión privado, con la mirada llorosa dejaba atrás a su pequeño que se contenía de llorar.


-Ya Ciel... el volverá pronto...- Le dijo Alois tratando de consolarlo al verlo tan triste por despedirse de su amado. Caminaron hasta una sala donde podrían ver su avión despegar, allí esperaron hasta que lo vieron partir. Ciel se la pasó algo deprimido todo el dia, trataba de animarse con la compañía de su madre y hermano. A la noche su tristeza era más evidente pues a esas horas es cuando se veía con su Sebastian.


-Ciel... te tengo algo que te animara...- Le decía muy animado su amigo cuando estaban a solas en su habitación, el pelinegro que no estaba de mucho humor para sus tonterías le miraba dudoso. Le miró que algo sacaba de su bolso.


-Mira... te compré esto para que no extrañes tanto a Sebastian...- Le decía este con una pícara sonrisa que Ciel no entendía cuando le daba una cajita. Al abrirla se sonrojó muchísimo al ver el regalito que le hacia su amigo.


-Que mojigato me saliste...- Decía resentido Alois cuando un consolador de gran tamaño le era golpeado en la cabeza, cuando su amigo muy avergonzado se lo había lanzado en medio de insultos. Al final los dos rieron por ese motivo, de alguna forma esa "broma" le alegró la noche.


Mientras tanto el joven empresario llegaba a su ciudad y luego de llamar a su pequeño y darle las buenas noches con una extraña melancolía empezaba con su trabajo


-Mientras más rápido avance estaremos juntos pronto.- Eran las palabras que decía Sebastian dándose ánimo y aun cansado por el viaje empezó con su trabajo, esta separación leve no lo doblegaría, más bien sería una nueva fuerza para seguir y luchar por su dulce amor, ese niño de hermosa mirada que lo enamoraba cada día más.


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