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Llévame Afuera por Zamazen

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Notas del capitulo:

No he tenido internet en mi casa, por lo que los capitulos se pueden tardar mas de lo inicialmente esperado... Por fin encuentro tiempo para subir el segundo capitulo, espero lo disfruten~

Nunca se había detenido a pensar en la gracia que tenía el tiro con arco hasta que observó a Hedley, respiraba hondo antes de levantarlo frente a su rostro, nunca apartando los ojos de enfrente, veía los músculos de su espalda contraerse y en un segundo, la flecha salía disparada.
Algunos tiros eran muy buenos, Ryu supuso que al no salir en toda su vida, se la pasaría practicando bastante, ¿qué otras cosas hará en su tiempo libre? Se preguntó mientras se encaminaba a recoger las flechas.
Ya se había dado cuenta que lo estaba observando, y no parecía importarle, ya ha de estar acostumbrado, pensó Ryu.
—¿Te gustaría intentarlo?— La voz del príncipe lo sacó de sus pensamientos, y se dio cuenta que le hablaban a él. Negó con la cabeza rápidamente.
—Está bien, de todas formas me duele la cabeza—Hedley se acercó ladeándose un poco para pasarle el arco—párate aquí, así—le indicó—mantén la vista hacia allá, sostenlo frente a tu rostro, así.
Ryu hizo como se le ordenó, aprender a tirar con arco no estaba en su contrato, en realidad, nada estaba en su contrato, hasta donde él sabía, el príncipe le podía pedir lo que sea y él debería cumplir, de otra forma sería su final. Se encontró nuevamente pensando en Olympia, ya debió de salir del colegio; y en Adira, su mejor amiga, a quien le había pedido cuidar de su madre mientras él estaba fuera. Quien había llorado junto con él cuando su madre tuvo el primer episodio de amnesia, recordó cómo le temblaban las manos, así como las que ahora sostenían su brazo…
Apartó la vista del blanco para mirar al príncipe, a plena luz del día su "carita de ángel" (como la llamaba la gente) se veía pálida, como si en vez de ser un ángel fuese un vampiro.
—No me tienes que ver a mi, debes ver al blanco.—Hedley apartó la mirada, soltando su brazo, —no tienes que estar nervioso.
—Es usted el que está temblando, majestad.
Las cejas del príncipe se juntaron, regresó la vista hacia Ryu, confuso.
—Es solo que me siento mal.—admitió, tambaleándose.
—majestad...—Ryu dejó el arco, corriendo hacia el príncipe.
Apenas alcanzó a rodearlo con sus brazos antes de que su cuerpo golpeara el suelo.
---

Las sábanas se sentían suaves bajo sus delicados dedos, el colchón como una nube que sostenía su cuerpo mientras recuperaba la conciencia, el aire de su habitación se sentía encerrado, era algo que el príncipe había aprendido luego de todos estos años, siempre prefirió el aire de afuera, fresco y nunca el mismo.
Le tomó unos segundos darse cuenta de la gente parada junto a su cama, alzó la vista para encontrarse con los rostros de sus hermanos mayores; Georg y Alex.
Georg era solo dos años mayor que Alex, mientras que este le llevaba tres años su hermano mas joven. Sus edades nunca parecieron importarles, a pesar de que todos eran de diferentes madres, siempre se llevaron bien, cuidaban de Hedley cuando su madre se iba, le enseñaron todo lo que sabían.
A pesar de ser mayor que Alex, Georg era más bajo en estatura, y mas fuerte, llevaba su ondulado cabello castaño corto, a diferencia de la lacia cabellera negra de Alex, la cual terminaba justo debajo de sus hombros.
Ambos le observaban expectantes, su sirviente esperaba recargado el la pared.
—Qué bueno que ha despertado, majestad
Se talló los brillantes ojos verdes, respondiéndole a su siervo con un quejido.
—No teníamos idea que te habías estado saltando la comida desde ayer—prosiguió Alex, tomándole la mano, Georg tomó asiento a los pies de la cama. —estábamos muy preocupados cuando te desmayaste, hermanito.
"Hermanito", resonó en su cabeza, la palabra le recordaba a familia, y familia le recordaba a Magnus.
De todos sus hermanos, con nadie se llevaba mejor que con él; gracias a solo estar separados por un año, crecieron muy unidos, hasta que su hermano cumplió los dieciséis, y se fue del castillo, sin llevárselo a él, sin decirle nada. Al menos no a Hedley. Cuando consultó con su padre, se enteró que él había sido el único que no sabía sobre los planes de irse de su hermano.
—De haber sabido, habríamos hecho algo para ayudarte—Alex continuó.
Hedley apenas se daba cuenta del agujero en su estómago, imaginaba el olor de la comida que le habían servido en la mañana, caliente, deliciosa...
—Yo tampoco estaba enterado de la situación,—el chico de corto pelo negro se acercó a su cama con una charola de comida—lo rosado de sus mejillas desaparecerá si no come, majestad.
Ahora lo observaba a él sin inmutarse, no dejaba de llamarlo majestad, era molesto.
Escuchó la risa de Georg,
—Tiene razón, mejor nos vamos—dijo, haciéndole un gesto a su hermano.
—Te dejamos comer, hermanito, estas en buenas manos— Ambos le sonrieron, despidiéndose.

El príncipe le dirigió una mirada al sirviente, quien ahora acomodaba los libros en la mesa.
—¿Buenas manos?—preguntó, burlón. Su sirviente le respondió encogiéndose de hombros.
—¿Te dijeron algo?
—Me hicieron muchas preguntas.—admitió Ryu, sin apartar la vista del tocador.
Por alguna razón, Hedley se sentía extrañamente cómodo con la honestidad de su sirviente. Como si el hecho de no conocerlo le diera una transparente vulnerabilidad. No muchos de sus sirvientes le hablaban, a eso ya se había acostumbrado, cuando si lo hacían, le hablaban como si vinieran de otro planeta, como si no fueran personas, como si Hedley no fuera una persona.
—¿De dónde vienes?—le preguntó, haciendo a un lado su charola vacía para incorporarse en sus rodillas e inclinarse hacia la ventana sobre su cama.
—Libertown, es una aldea fuera del palacio.—Recogiendo los platos de la cama, le entró una inesperada melancolía observando al príncipe junto a la ventana, con el sol del poniente filtrándose por el cristal parecía una pintura, no era mentira que era hermoso, con sus grandes ojos verdes, sus pequeños labios rosados...
—¿cómo es afuera?—le preguntó, aunque nunca parecía estar escuchándolo de verdad.
—grande... Algo vacío, definitivamente más vacío que los territorios del palacio—Tomó asiento sobre la cama, esperando a que le regresara la mirada.
—Has de conocer mucho ese territorio—esta vez no era una pregunta, por lo que no contestó, la verdad es que no salía mucho, en su último viaje se había dado cuenta lo mucho que había cambiado su ciudad. Lo mas lejos que había llegado hasta ahora era el mercado dentro del palacio, las habitaciones del castillo estaban fuera de la cuestión.—¿Cómo es todo lo demás? Aquellos lugares sobre los que no reina mi padre...
—Nunca he ido tan lejos
—El océano, ¿lo conoces?
—No...—ya no parecía estar escuchando sus respuestas, pensó que simplemente se hablaba a si mismo, Ryu contestaba por no quedarse callado.
—llévame afuera.—le dijo el príncipe, volteando su rostro al fin.
Ryu parpadeó un par de veces,
—Ya casi anochece... No se puede ver nada en los jardines
—No quiero salir al jardín, llévame a ver el mar.—Hedley abrazó sus piernas, mirando expectante hacia Ryu, quien lo veía un poco asustado.
—Mas allá de los jardines del palacio, las paredes, incluso el bosque.
Se inclinó hacia enfrente de manera que su mirada se conectara con la del príncipe.
—Majestad... ¿Por qué no puede salir del palacio sólo?
—Es lo que mi madre dice,—Apartó los ojos— que no quiere que salga, por eso no me dejó seguir a mi hermano
—¿Acaso no es mayor de edad?
—Fuera del palacio, por supuesto, aquí podría pasar una década sin que te dieras cuenta, para cuando termina ya te conocen fuera del palacio como el "hijo lindo pero centrado en si mismo" del rey.
Los ojos de Ryu se agrandaron, como si aquellas palabras se las hubiera dicho directamente a él
—¿no pensabas que lo sabía? Tarde o temprano los rumores también llegan al palacio.
Intentó no sentirse culpable por todas las cosas que había pensado del príncipe, se maldijo por dentro por haberse dejado llevar por las palabras de los demás. Pero si era cierto que el príncipe tenía una cara de niño lindo...
—Pensaba que había una razón por la que empezaron los rumores.—hizo pucheros.
—La gente define vanidad como "no dejarse tocar por viejos pervertidos que pidieron el trabajo para meterse a la bañera con el príncipe" —Hedley se cruzó de brazos —por lo menos podrían hacerlo menos obvio...
—Lo siento...—Se sentía estupido por no poder decir nada mas, antes de que su abuela empezara a olvidar las cosas, siempre le decía que no creyera siempre en lo que el pueblo decía.
—Pasa seguido, no te preocupes.—Volvió a acomodarse en la cama, jalando sus sábanas para taparse.
—¿Qué tiene de especial el mar?— preguntó Ryu, intentando cambiar de tema.
—¿Qué sabes tú sobre el mar?
—Es grande, y es azul, y tiene vida, la sientes cuando las olas tocan tus pies...
—¿has leído El Viejo y el Mar?
Ryu negó con la cabeza
—esta en el tocador, ya terminaste por hoy, puedes llevártelo.—señaló a las pilas de libros ahora acomodadas, el sirviente hizo como se le pidió, tomando la charola y el libro antes de salir de la habitación,
—¿cual es tu nombre?—le preguntó el príncipe antes que lo dejara solo.
—Ryu, majestad—cerró la puerta detrás de él.

---

Hedley desayunó correctamente al día siguiente, Alex estaba ahí para asegurarse de que lo hiciera, mientras que Georg había salido desde la noche anterior para llegar al palacio al otro lado del reino al amanecer. El joven príncipe lo había visto salir desde su ventana, por lo que no lo mencionó en la mesa.
Ryu esperó a que el príncipe terminara de comer para dirigirse a la cocina, donde se encontró a Noely una vez mas, junto con (él asumía) otra sirvienta.
Su nombre era Dariela, se notaba mucho más joven que Noely en sus menos marcadas lineas de expresión al igual que en sus apenas visibles canas, y, a pesar de ser mayor que Ryu, era mucho mas bajita, incluso necesitaba de una silla para limpiar los estantes de hasta arriba.
—¿por qué la madre del príncipe no lo deja salir?—rompió el silencio, mientras limpiaba las cenizas del horno de leña. No tenía mucho que hacer ese día, un cargamento de ropa había llegado en la mañana, de parte del príncipe Theo, por lo que el joven príncipe se encontraba en su habitación probándose sus nuevas vestimentas.
Le gustaban los vestidos, y cualquier otro traje largo, sobre todo los que volaban cuando daba vueltas en círculos, y aquellos que abrazaban su delgado cuerpo, si algo había que le gustaba de sí mismo, era su figura.
—¿Sabes quién es su madre?—preguntó Noely, sentándose frente a la mesa para limpiar semillas de girasol.
—El rey tiene muchas esposas pero ella... Bueno ella es especial—le explicó Dariela—no muchas otras tienen el poder que ella tiene, el rey hace lo que le dice, y lo que dice es que el príncipe debe estar dentro del palacio.
—Él quiere salir a ver el mar.
—¡Oh!—exclamó Dariela—será mejor que no le digas a ella, detesta cuando se meten ese tipo de ideas en la cabeza a su hijo
—Escucha—Noely interrumpió—tarde o temprano el príncipe va a intentar salir, y eso no es malo.
—¡No diga eso, señora! —dijo, llevándose ambas manos a la cabeza, preocupada.
—¿qué quieres decir?—la detuvo Ryu.
—Su madre no sabe lo que le está haciendo al retenerlo, si él sale ahora que ha cumplido los veinte años, no va a regresar—Noely le dedicó una amplia sonrisa a Ryu antes de regresar a su trabajo.
Lo meditó un momento, seguro tenía que haber un error, las madres siempre hacen lo que es mejor para sus hijos, ¿no?
—No lo creo posible, ella ha de tener sus razones para no querer sacarlo, ¿cierto?—buscó la mirada de Dsriela para tener apoyo.
—Claro, mi madre creía que sacándome de la casa desde temprano me haría más independiente, hace diecisiete años que trabajo en este castillo y hace veinticinco que no la veo ¿verdad, Noely?
Esta se encogió de hombros
—La mía murió hace veinte años, no me enteré hasta una semana después cuando otra de las de mi pueblo entró a trabajar al palacio y me dijo.
Los ojos de Ryu se agrandaron en sorpresa, su estómago dolía con el simple pensamiento de que su madre pudiese morir sin que él se enterara, de Olympia llegando a la casa para verla fría en la cama, o el piso de la cocina, la cocina tan pequeña que ni siquiera habría espacio para que cayera...
Al darse cuenta, Noely extendió una mano para posarla sobre la de él, reconfortándolo.
—La vida en el palacio te puede consumir, tal y como lo esta haciendo con el príncipe.
La puerta se abrió con un golpe, espantando a los tres de la cocina, por ella entraron las dos cocineras del palacio junto con Valentin.
—Noely, la busca el señor Alexander, y tú—apuntó a Ryu—vuelve con el príncipe.
—Pero...
—No puede salir de su habitación, su hermano Magnus está aquí.

Notas finales:

Gracias por leer, sus comentarios siempre son bienvenidos y me hacen muy feliz ^^


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