-----
“¿Qué jodidos?” fue el primer pensamiento que cruzó por la mente de Jun Myeon cuando dio un salto hacia atrás del susto.
El espejo que había encontrado minutos atrás, escondido detrás de varias pilas de cajas y cubierto por una sábana que seguramente antes había sido blanca, había brillado con los colores del arcoíris. Si, brillado. Y había sido jodidamente aterrador y asombroso. ¿Cómo es que algo así podía pasar?
Jun Myeon intentó conservar la calma y pensar lógicamente. Quizás entre las tantas porquerías del sótano había algún objeto que fue atravesado por la luz que entraba por una de las pequeñas ventanas y eso se reflejó en el espejo, por eso vio tantos colores. Si, seguro era eso. Tenía que ser eso. Comenzó a mirar alrededor, intentando ver el dichoso objeto, pero no encontró absolutamente nada.
Una sensación de inquietud se instaló en la boca de su estómago. Sus instintos le decían que algo estaba por pasar, algo que cambiaría su vida radicalmente. Y Jun Myeon no estaba seguro de querer saber qué iba a causar eso.
Observó detenidamente, desde una distancia prudencial, el espejo que ahora lucía tan normal como al principio. A simple vista parecía un espejo como cualquier otro, solo que era bastante grande, más de alto que ancho, y se notaba que era antiguo, muy antiguo. ¿De qué año sería? ¿De los sesenta? ¿De los ochenta? ¿Aún más antiguo?
Se rió tontamente de sí mismo, seguramente el polvo que había aspirado mientras limpiaba le había surtido efecto y había actuado como alguna especie de alucinógeno. Si, debía ser eso. El polvo no debe ser bueno para la salud. Quizás era alérgico y no se había dado cuenta.
Sacudiendo su cabeza, Jun Myeon decidió subir por las escaleras y salir del sótano. Tomar un poco de aire sonaba perfectamente bien en ese momento. Con algo de suerte, su madre habría hecho galletitas con chispas de chocolate.
-----
Yixing se tiró y cayó pesadamente sobre la cama. Se sentía agotado y le dolían los músculos. Su abuela parecía que quiso matarlo ese día. No es que a él le molestara ayudarla con su granja pero ¡estaba de vacaciones! ¿No podía tener un poquito de tiempo para sí mismo? El tenía pensado salir a cabalgar en el caballo que sus abuelos le habían regalado en Navidad cuando era un niño. Yixing rió al recordar como con un poco de cartón, pinturas, pegamento e ingenio, había creado un cuerno falso para ponérselo Khan, su caballo, y así fingir que era un unicornio. Suspiró, esos habían sido buenos tiempos.
Zhang Yixing amaba la casa de su abuela, lejos de los molestos ruidos de la civilización, lejos de personas apuradas día a día, lejos de tantas cosas artificiales. Prefería mil veces vivir en el campo con su abuela que en la ciudad con sus padres, más ahora que su abuelo ya no estaba con ellos. Yixing no quería que su querida abuela estuviera sola encargándose de las actividades tan pesadas que había que realizar en una granja. Admiraba que su abuela no se quejara en lo absoluto.
De un salto, se levantó de la cama y se paró frente al espejo. Miró su reflejo detenidamente, de pies a cabeza, intentando ver la perfección que su abuela decía que veía en él. Pero no encontró nada. Yixing se consideraba una persona más del montón o, mejor dicho, era de esas personas invisibles a las que miras una sola vez y luego las olvidas.
Zhang Yixing nunca había tenido amigos y menos un novio. Toda su vida se había dedicado al estudio y a hacer sentir orgullosos a sus padres y a su familia en general. Sus padres no tenían mucho pero si lo suficiente, especialmente cariño para él y con eso le bastaba. Sabía que sus padres lo incentivaban a estudiar para que tuviera un futuro y él comprendía eso a la perfección.
Pero Yixing se sentía solo. Tanto esforzarse por tener buenas notas había hecho que su vida social fuera inexistente. No es que estudiar no le gustara, al contrario, amaba conocer sobre todo lo que pudiera. Yixing se consideraba a sí mismo un amante de lo desconocido y de la aventura que representaba meterse en algo extraño. Le encantaba sentir la satisfacción de haber entendido algo y de conocer cosas que muchos no conocían. Pero deseaba con todo su corazón que a su lado estuviera alguien, que no fuera parte de su familia, para poder compartir sus logros, sus sueños y sus más secretos anhelos. Quería alguien que lo apoyara, lo incentivara y se emocionara como él por cosas nuevas y maravillosas. Alguien de atesorara los nuevos conocimientos y los compartiera con él como él compartiría los suyos. De vez en cuando, quería sentir lo que era tener un amigo o ser querido por alguien más.
Volvió a concentrar su atención en el espejo y este le devolvió la mirada apagada que tenía en ese momento. Esperaba que su destino no fuera estar solo toda su vida. El quería por una vez, solo por una vez, sentir el mismo cariño que sus padres se tenían el uno al otro. Yixing creía que, en alguna parte, su alma gemela estaba esperando por él. Solo esperaba que no se demorara en encontrarlo.
-----
Kim Jun Myeon había vuelto a bajar al sótano, trayendo consigo un plato de galletitas con chispas de chocolate y un vaso de leche con sabor a vainilla. Limpiar el mugroso lugar sí que le había dado hambre.
Dejando las cosas sobre una caja, dirigió su mirada al espejo que seguía viéndose normal. Pero había algo en el ambiente, algo que no sabía qué era, que lo hacía sentirse alerta. Definitivamente esa sensación no estaba cuando había abandonado el sótano para tomar aire y buscar algo para comer. ¿Por qué sentía como si algo fuera a salir del espejo a atacarlo? Jun Myeon se rió nerviosamente y pasó la mano pos sus cabellos rubios. Tenía que dejar de perder el tiempo con zonceras y seguir limpiando o no saldría de ahí nunca más.
Algo, no supo qué, lo incitó a acercarse al espejo y pararse frente a él. Veía su reflejo y el de las cosas que estaban a su alrededor. Todo normal, nada de brillo, nada anormal y Jun Myeon suspiró aliviado. No se había dado cuenta que estaba aguantando la respiración hasta que todo el aire salió precipitadamente de sus pulmones.
Pero el alivio y tranquilidad le duró poco. La imagen del espejo empezó a distorsionarse, a verse borrosa, como si fuera una televisión descompuesta y Jun Myeon jadeó sorprendido. Intentó alejarse pero algo, una fuerza extraña, impedía que se moviera de su lugar. Era como si sus zapatos se hubiesen quedado pegados al piso.
De repente, la imagen volvió a aclararse y pudo ver de nuevo lo que el espejo mostraba. Pero lo que vio no lo calmó en lo absoluto.
El espejo mostraba una habitación que, definitivamente, no era el reflejo del sótano y, lo peor, su imagen no aparecía. Mierda ¿qué era todo eso? ¿Por qué su reflejo no se veía? Jun Myeon estaba seguro que no era ningún vampiro.
Con algo de temor y tomando un poco de valor, acercó su mano para tocar la superficie del espejo. Cuando apoyo suavemente la punta de sus dedos, los retiró inmediatamente al ver como el vidrio, que se supone debía ser sólido, ondulaba en donde sus dedos se habían apoyado como si fuera agua, un líquido, solo que no mojaba.
De un momento a otro, sin previo aviso, algo apareció desde un costado, vistiendo solo una toalla alrededor de su cintura. Jun Myeon abrió su boca impactado con lo que veía y ningún sonido salió de ella: ese chico en el espejo no era su reflejo en lo absoluto. Vio con atención como el chico sacudió sus cabellos mojados con su mano izquierda y, luego, miró al espejo.
Jun Myeon lo miró y el chico le devolvió la mirada con la sorpresa que el mismo Jun Myeon tenía reflejada en el rostro.
Jun Myeon gritó espantado.
El extraño pegó el grito en el cielo.
Y Jun Myeon salió corriendo, subiendo por las escaleras y cerrando la puerta del sótano con todas sus fuerzas.
Había sido un susto, un susto a primera vista.
-----