—¡Usagi-san la comida esta lista— El escritor el cual se encontraba sentado en la sala, simplemente dio una afirmativa y se acercó a la mesa, su cara se convirtió en una de frustración al ver a uno de sus peores enemigos en el plato
— ¿Por qué pimientos? — Pregunto con un gruñido, la castaña suspiro molesta
— ¡Se que a Usagi-san no le gustan los pimientos verdes, pero los necesitas para crecer! — El de ojos violetas se burlo
— ¿Crecer? Misaki, soy más alto que tu— El comentario burlesco fue ignorado por la chica la cual siguió comiendo
Akihiko tenía razón, Misaki era de estatura muy baja, hasta Aikawa era mucho más alta que ella, y eso que siempre había considerado a su editora muy bajita. No era como si le molestara este hecho, al contrario, le encantaba el tener que agacharse un poco para besarla; también le causaba ternura y gracia a la vez que, cuando la de ojos verdes correspondía, se ponía de puntas para intentar igualar estaturas, cosa que no sucedía, un hecho el cual no le extrañaba ya que Misaki le llegaba un poco más abajo del hombro
— ¿Usagi-san estas bien? Ya recogí tu plato desde hace cinco minutos— El escritor asintió y se traslado al sillón, observando como Misaki lavaba los platos. Su novia siempre tenía su largo y castaño cabello suelto, un poco despeinado, el maquillaje que llegaba a utilizar era mínimo, ya que, ella alegaba que era incomodo; que se diga de la ropa, siempre utilizaba blusas holgadas y pantalones con igual condición
Recordaba perfectamente el día en el que ella lo acompaño a una fiesta de la editorial, a la falta de técnica en maquillaje y ropa de su novia, Aikawa tuvo el permiso de gastar el dinero del escritor para elegir un vestido y maquillaje; simplemente había quedado deslumbrado al ver a Misaki tan arreglada. Le daba gracia el hecho de que esta se quejaba del vestido y maquillaje, la estancia en la fiesta no duro mucho por los celos del escritor al ver que todos veían a la castaña con ojos deslumbrantes, nunca había sentido tantos celos en su vida
Con una sonrisa perversa se dirigió a donde estaba la chica y la abrazo, esta soltó un gruñido molesta
— ¡Usagi-san suéltame, estoy lavando los platos!
—No — La volteo para verla a los ojos y le planto un dulce beso, sonrió a sus adentros cuando sentía que Misaki correspondía tímidamente y se ponía de puntitas, sus lenguas empezaron a moverse con más ánimo, la joven soltó un gemido el cual se ahogo en la boca de Akihiko.
El escritor sintió una sensación rara en su boca, se separo rápidamente del beso y lo toco con su lengua, con su mano saco lentamente un largo y castaño cabello, no era la primera vez que pasaba. La de ojos verdes se sonrojo fuertemente
— ¡Perdóname! — Sus ojos presentaban nerviosismo y vergüenza, el de ojos violetas sonrió, oh, conocía esa sonrisa
—Te perdonare pero, mereces un castigo— Con una sonrisa pervertida la volvió a besar apasionadamente
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— ¿En verdad no quieres quedarte? — Pregunto por decima vez, Misaki suspiro con cansancio
— ¡Estas exagerando! — La razón por la insistencia del escritor era porque, esa misma mañana, se había despertado con demasiados cólicos, sacando el lado sobreprotector de su pareja ¡Era demasiado exagerado! Con unas pastillas se quitarían. Oh al menos eso pensó, el dolor continuo fuertemente, sin poder esconder su malestar, Akihiko la obligo a faltar a clases, ahora, quería que faltara a trabajar
—No lo hago, no importa lo que digas, faltaras y punto
La menor de los Takahashi rio molesta— ¡Los cólicos no son razón para faltar! Aparte, tu no decides sobre lo que voy a hacer— El escritor empezó a sacar un aura molesta, la chica era demasiado terca cuando se trataba de estar al cuidado de alguien más
— ¿Usagi-san? — Sin poder decir otra cosa, el mayor la cargo como costal de papas y la llevo a la habitación para que descansara. Misaki suspiro, siempre terminaba cumpliendo los caprichos del gran Usami Akihiko Sensei.