El castaño mayor movía hábilmente su lengua al rededor de toda aquella hinchada extesión caliente que le derretía la boca, haciendolo babear. Estaba con muchas copas de más, pero aún parecía tan centrado en sí y en el trabajo que ahora tenía, no en sus manos, si no adentró de él, rozando sus labios y tocando su garganta. Se dejaba llevar por la mano que tomaba sus cabellos fuertemente.
Nunca había imaginado que hacerle sexo oral a alguien sería tan placentero. Su pene también palpitaba furioso por atención dentro de su jodido bóxer que, por órdenes de su sensual rubio, no se podía sacar hasta que éste experimentará el fantastico órgamos producido por la cálida boca de Kai. Gemía, se rozaba impaciente con la tela estorbosa su propia erección; tenía las manos atadas tras la espalda y no podía hacer nada más que mover sus caderas para causar fricción y su boca con el ritmo lujirioso que Lloyd lo hacía llevar.
—Tu boca es simplemente genial, Kai...— susurró guturalmente el rubio antes de desechar todo su semen dentro de la garganta del mayor. Éste, una vez que de tragó todo el líquido, besó y sopló el glande del pene aún erecto, causando un escalofrío en el menor. Un escalofrío jodidamente excitante.
—¿Mi boca, eh...? ¿Y que tal mi culo? ¿Acaso no quieres pobrar con él?— preguntó con sorna— Vamos, Lloyd... Destrozame el puto ano de una vez por todas.
El rubio sonrió tan ampliamente que en un rápido movimiento tenía acorralado a Kai entre su cuerpo sudoroso y la pared fría, que lo hizo jadear ante el agradable contacto.
—¿Así que quieres que te rompa el culo?— con su manos tomó las piernas del mayor, separándolas hacia los lados, con tanta fuerza que dolía y dejaría marcas rojas. Pero no le importaba. No le importaba porque era su Lloyd quien lo marcaría de por vida, y de tan sólo pensar eso de excitaba más— Será un placer hacerlo, Kai. No sabes cuanto lo deseo...
—¿Y lo harás sin quitarme el jodido bóxer? Qué pervertido.
—¿Quitartelo? ¿Y si mejor lo desgarro?— dijo, haciendo de un jalón pedazos aquélla tela tan delgada, por fin dejando el pene más que erecto del mayor al aire. Estaba apunto de explotar, y cuando sintió un pequeño soplo de aire, casi se corría.
—Vaya, qué salvaje eres— susurró Kai, lamiendo los labios sonrientes del rubio—. Pero basta de habladurías. Fóllame de una maldita vez. Llevo esperando esto más de un jodido año y tú lo retrasas más. Idiota.
—¿De qué coño te quejas, zorra? Yo llevo esperando meterte mi verga por tu ano desde que te vi. Sino hubiera sido tan obvio en aquél entonces ahora mismo no serías virgen y arrastarías cinco violaciones en tu interior.
—Ohh, qué sincero. Eso me excita. Sí, soy una puta sadomasoquista, pero tú eres un sádico. Metemela ya antes de que te castre.
Dicho esto, Lloyd arremetió el interior de Kai de una sola estocada, haciendo que éste gritará de un dolor infernal. No había vaselina, ni la puta saliva utilizaron. ¿Para qué? No serviría de nada. Además, ¿acaso no había dicho "destrozame el culo"? Era obvio que cumplió los deseos del mayor que gritaba frente suyo.
—¡Ahh! Joder... ¡DUELE, JODER!— gritaba cada vez más, mientras que el rubio gruñía y daba fuerte estocadas en el interior del trasero del que ahora era suyo. Solamente suyo y de nadie más. Desde el cabello hasta laa entrañas, todo lo que fuera de Kai era de él y viceversa.
Pronto, comenzó a sentir como un líquido recorría todo su pene. Kai estaba sangranda. Era normal, después de todo la preparación se había ido a la mierda. No le importó, pero en su más profundo ser si se preocupaba por las lágrimas que recorría el desfigurado rostro a causa del dolor de su castaño.
—¡Ahhh, coño! ¡Duele, PUTA MADRE!
—Pues yo me siento en el jodido paraíso. Eres tan estrecho que me haces querer permanecer ahí dentro por siempre.
—¡Cá-cállate y dame más! Has-hasta que deje de doler.
—Tus deseos son órdenes.
Aumento el ritmo que llevaba mucho más rápido con cada estocada que daba. Cada movimiento era certero y excitante. Pronto los gritos de dolor bajaron de tono. Y por pronto se refería a cuando, en su ardua busqueda, encontró la próstata de Kai, quien gimió tan fuerte. Comenzó a dar golpeteos ahí, sin parar, pues sus fuerzas no desaparecía.
—¡Fóllame más! Diablos... ¡Ahh!
Devoró los labios que lo insitaban, mientras que con ambas manos, ahora desocupadas puesto de Kai había enrredado sus suaves y delgadas piernas a la cintura del menor, pellizcaba, retorcía, jalaba, empujaba, rasguñaba los rojizo y erectos pezones.
—Me pregunto si de verdad serás una puta y podrás dar leche— susurró al oído, retorciendo aquellos pezones.
—La doy, pero dudo que salga de mis pezones— jadeo casi inaudible— ¡Muevete más rápido, coño!
Ambos se sentía próximos a llegar, así que simplemente las arremetidas en el ano del mayor se volvieron tan freneticas y tan rápidas que la cama del asqueroso hotel barato rechinaba como si fuera a desmoronarse de un momento a otro, aunque, ¿qué probabilidades había de eso? Seguramente más parejas caleturientas había estado ahí y nada pasó.
—¡Oh, MIERDAAA!— gimió Kai antes de venirse entra ambos abdomenes bien marcados. Su semen había llegado hasta su barbilla, y una gota se encontraba ahí, haciendolo ver más sexy de lo que ya era. Lloyd siguió dando estocadas hasta que los espasmos de las parades anales del mayor lo aprisionaron de una manera tan exquisita que termino corriéndose dentro de.
Cayó de espaldas y Kai se encimó en él, aún con el pene semi-erecto de Lloyd en su interior.
—Se siente tan bien tener tu verga en mi culo, ¿sabes? Es tan caliente que seguro podrías derretirme. Pero ya me hiciste sangrar y en verdad me partiste el trasero, así que me conformo— rio el castaño. El rubio también rio, pasando su mano por el cabello de Kai, acariciando con dulcura su cabeza. Se sonrojó.
—¡Por Dios! Te hice gemir como perra en celo y hasta ahora te sonrojas como tomate.
—¡Cierra la boca, estúpido! Una cosa es que me trates como zorra y otra como su pareja... Pero me gusta ambos tratos. Intercalados, tal vez. ¿Qué te parece otra ronda pero ahora conmigo moviendome encima tuyo?
—Me parece un excelente trato. ¿Qué quieres a cambio, amor?— preguntó con un tono meloso.
—Que me beses, eso es todo.
—Acepto complacido.