Y ahí estaba yo, solo esperando…
Aquella mañana, todo era risas y felicidad. Al amanecer un rayo de sol entro por una rendija en la ventana dándome de lleno en la cara, al abrir los ojos pude presenciar lo mejor en mi vida; no existía una escena más hermosa que el verlo dormir ahí, justo a mi lado… Su expresión relajada, su respiración acompasada, su cabello rojo cayendo suavemente en la almohada. Todo él era perfecto.
Aun no podía comprender la razón por la que él, Kagami Taiga, había decidido desposarse conmigo, el chico sin presencia Kuroko Tetsuya. Un Tigre y un Fantasma. Fuego y Hielo. Luz y Sombra.
Después de comprobar que el sueño no regresaría más a mí decidí levantarme, pero algo en su rostro me hizo no poder despegar la mirada de su rostro. Trate de luchar contra esa fuerza misteriosa que me arrastraba a observarlo, y aunque la primer media hora no funciono por fin pude despegarme de su lado y dirigirme a la cocina.
No es que yo no pudiese cocinar, pero al trabajar ambos, habíamos llegado a un mutuo acuerdo, así que mientras yo lavaba y planchaba Kagami-kun se encargaba de la comida, pero aquella mañana no, lo sorprendería con un gran desayuno.
Tome un sartén y una palita, y abriendo el refrigerador puse manos a la obra. No paso mucho para que el bajara aun en calzoncillos y me sonriera al recargarse en el marco de la puerta. Yo había terminado así que apague la estufa para acercarme a él lentamente, un paso a la vez. Al dar mi cuarto paso me sentí elevado en el aire junto con un fuerte brazo a mi alrededor de mi cintura, instantes después sus labios sobre los míos.
- Buenos días – saludo colocándome de nuevo en el suelo.
Su sonrisa paralizo mi corazón.
- Buenos días Kagami-kun – respondí colocando un plato sobre la mesa
- Llevamos más de un año de casados ¿Hasta cuándo seguirás llamándome “Kagami-kun”? – mi marido arrastro una silla
- Es costumbre – Me senté delante de el- Además Tu apellido sigue siendo Kagami ¿No?
Un suspiro abandono sus labios y una mueca de rendición adorno su rostro.
- Almenas podrías quitarle el “kun” – solo asentí como respuesta.
El devoro su desayuno y otras cuatro raciones más antes de mirar el reloj.
- ¿Iras hoy a trabajar? – me pregunto con su vista pegada a las manecillas
- Solo un par de horas, hoy la guardería solo trabaja medio turno – coloque los platos sobre el fregadero - ¿Y tú?
- Tengo el turno de la mañana, debo irme.
Kagami-kun corrió escaleras arriba y sin saber la razón yo sentí un vacío crecer en mi pecho.
Yo trabajaba en una guardería cerca de nuestro hogar por las mañanas y tardes; más sin en cambio Taiga trabajaba en una estación de bomberos. Nunca entendí su obsesión por la adrenalina.
Al salir de la Universidad recibió un contrato para trabajar en una de las ligas de baloncesto profesional, y aun con su título como Licenciado en la Educación de la Lengua Inglesa, decidió ser bombero. A mí jamás me gusto, pero lo apoye incondicionalmente.
Salí de mi ensoñación al escuchar sus pisadas resonando en los peldaños a toda velocidad, con prisa llego hasta donde me encontraba y coloco un beso en la coronilla de mi cabeza
- Nos vemos por la tarde… - grito cerrando la puerta tras de sí.
El vacío solo creció.
Decidiendo ignorar ese extraño malestar me dirigí a la habitación y comencé a alistarme para ir a trabajar, 20 minutos después me encontraba de camino a la guardería.
Las primeras horas todo fue normal, y aunque me costó mucho concentrarme en algo más que no fuese ese extraño sentir que solo aumentaba al avanzar el reloj.
- Kuroko-sensei – Mina, una de mis alumnas me llamo - ¿Es esa taza importante para usted? – me señalo la niña sobre mi escritorio
Para cuando eso sucedió el timbre había anunciado la hora del descanso y no se encontraba nadie más que Mina en el aula. Sobre mi escritorio una Taza se encontraba llena de lápices y yo me había quedado mirándola con aire ausente.
- Es la taza de mi marido – sonreí con dulzura
La pequeña me sonrió y miro la taza con anhelo. En ella un “Te Amo” grabado a varios tipos de letra y tamaños llamaban su atención. Aquella taza era la favorita de Taiga al menos hasta que su aza se rompió y le fue imposible usarla.
Aún recuerdo como coloque su contenido en el escritorio y puse el objeto sobre sus pequeñas manos. Ella sonrió de manera radiante… hasta que se resbalo de sus dedos eh impacto contra el suelo.
- Kuroko-sensei… yo… yo lo lamento – había dicho mientras se agachaba tratando de recoger los pedazos – Puedo pegarla – sin aviso los ojos cafés se habían llenado de lágrimas y amenazaban con dejarlos escapar.
- No hay problema – mi mano se acercó lentamente a su cabeza y un gesto tranquilizador se había dibujado en mi rostro
Todo sucedió en un segundo, la alarma de incendios se había disparado y yo quede atrapado con Mina entre el fuego. Mi mente solo había podido proyectarme la imagen de mi esposo.
Y como si de una invocación se tratara el entró por la puerta gritando a todo pulmón.
- KUROKOOOOOO!!!!
Por primera vez en mi vida había sentido una infinita paz y preocupación al mismo tiempo.
- Kagami- kun – corrí con Mina a cuestas hasta su lado.
Cuando logramos salir de la escuela pude respirar nuevamente, o al menos eso fue solo los primeros segundos.
Lo vi depositarme un suave beso en los labios y darse la media vuelta, de nuevo hacia la guardería. Me aferre fuertemente a su pecho.
- ¿A dónde vas? – la preocupación se había reflejado en mi voz
- A dentro… Aun no hemos apagado el fuego
- Espera… – Mi agarre se intensifico – No entres… Kagami-kun, por favor – mi voz comenzó a quebrarse –No quiero perderte…
Su rostro no reflejo nada, su mirada pesar y colocando una mano sobre mi cabeza se colocó nuevamente su casco y comenzó su andar.
- Es mi deber – dijo – Estaré bien Tetsuya.
Nunca entendí su obsesión por la adrenalina, Ni tampoco que es lo que lo había llevado a casarse conmigo. En este instante ni siquiera sé cuál es mi nombre, todo lo que sé es que estoy esperando… Solo esperando ver su silueta aparecer por la puerta, una vez más.