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Modelo solitario por Fullbuster

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Aomine Daiki


 


Esa mañana desperté como todas las demás, de mal humor con el despertador. Odiaba ese molesto ruido que me hacía volver a la realidad de forma tan brusca. Lo único bueno de tener que despertarme era ver encima de la estantería el balón de baloncesto. Era lo único que me motivaba, el baloncesto era mi vida y me encantaba ser el mejor aunque empezaba a aburrirme un poco… ya apenas me quedaban rivales a los que vencer excepto Akashi, capitán de nuestro antiguo equipo, claro que luego él se fue a un prestigioso instituto y yo decidí ir a otro muy diferente.


Los únicos partidos que perdía eran contra él pero algún día le ganaría, de eso estaba seguro. Sólo entrenaba para ser el mejor y muchas veces hasta pasaba ya de ir a los entrenamientos. Momoi solía reñirme y venía a buscarme a la azotea del instituto donde solía ir a descansar y echarme unas buenas siestas.


Mi madre nunca estaba por casa y mi padre aún menos. Las pocas veces que estaban juntos siempre discutían y mi padre acababa marchándose a “Trabajar”, todo mentira, se iba con su secretaria y es que más de una vez le había pillado por la calle con ella entrando a un lujoso hotel. Siempre reservaba allí la habitación y sabía que tarde o temprano… mis padres se separarían, el divorcio estaba al caer y a mí me harían la vida un infierno entre custodias compartidas, seis meses con uno y otros seis meses con otro con todo lo que eso suponía… mudanzas cada seis meses y nuevas normas dependiendo la casa en la que me encontrase. Por supuesto no les había contado nada a mis compañeros.


Salí a desayunar y como suponía… la casa estaba vacía. Aquello me quitó hasta las ganas de comer algo, ya lo haría por el camino al instituto. Me vestí con el uniforme y salí de la casa bostezando. Me detuve en el primer semáforo y entonces vi a aquel chico de inusual cabello rubio que miraba un plano. Llevaba el mismo uniforme que llevábamos en mi instituto pero yo nunca le había visto, de hecho no había chicos rubios en mi instituto, quizá fuera nuevo y no debía vivir lejos de aquí. A mí no me importó en gran medida y cuando el semáforo de peatones se puso en verde continué sin volver la vista atrás hacia el chico.


Llegué al instituto tras coger el metro y una vez allí, me dio pereza entrar en clase, tenía mucho sueño y me subí a la azotea para descansar. Odiaba las clases y eso que yo era el delegado, se suponía que debía ser el más responsable sin embargo… era todo lo contrario, nunca estaba donde tenía que estar. Momoi me despertó como todos los días cerca de las diez y media echándome la misma bronca de siempre por no haber asistido a clases, pero es que no había ninguna motivación para que asistiera. Me levanté y caminé pasando de las explicaciones de Momoi para irme a jugar a baloncesto, seguro que estarían todos en el parque jugando al baloncesto en la hora del recreo.


Pasé primero por una tienda a comprar algo para comer, tenía hambre y cuando crucé por el paso de peatones hacia el parque me choqué contra el mismo chico rubio al que había visto esta mañana tan despistado. Le comenté en japonés que tuviera algo de cuidado ya que iba caminando sin prestar atención a las cosas pero él no pareció entenderme por la cara que puso, así que probé con otro idioma, el inglés. Mi inglés no era para nada bueno, de hecho Kagami lo tenía bastante mejor que el mío por haber vivido un tiempo en Estados Unidos, el mío era muy básico. Eso sí pareció entenderlo pero aún así, ambos pasamos el uno del otro y yo seguí hacia el parque, sólo quería jugar un rato y despejarme.


Jugué un rato con ellos o más bien traté de vencer a Akashi pero no hubo manera, él era demasiado bueno aún para mí. Supongo que tendría que volver a entrenar en lugar de saltarme todos y cada uno de los entrenamientos que Momoi nos hacía. Al acabar el tiempo libre volvimos al instituto pero yo pasé de ir a clase y decidí irme a la oficina del presidente estudiantil. Vaya faena me hicieron cuando me nombraron a mí, encima pensaban que cambiaría mi forma de ser y me convertiría en alguien responsable… iban apañados los que pensaban de esa forma, odiaba las responsabilidades.


Al despertarme de mi gran siesta en el sofá de la oficina me di cuenta que ya era muy tarde, rondaban las siete de la tarde y menos mal que una señora de la limpieza pasaba por allí y me despertó, si no creo que habría podido pasarme toda la noche aquí metido. Decidí ir a comprar algo a la tienda bajo mi casa antes de subir, seguramente mis padres no estarían. Al subir, abrí la puerta y sentí cómo alguien cogía mis mejillas pellizcándolas, mi abuela. No entendía qué hacía aquí.


- ¿Abuela? – pregunté - ¿A qué debo el placer de tu visita?


- ¿No puede una abuela venir a ver a su nieto? – preguntó – además, sabía yo que tus padres irían a la suya como siempre. Alguien debía preocuparse de ti. ¿Comes bien?


- Sí – le dije enseñándole la bolsa y tardó bien poco en cogerla y catalogar todo como comida basura, al final acabó cocinando ella.


Cenamos en silencio y es que mi abuela sólo aparecía por aquí cuando las cosas estaban muy mal entre mis padres. Sus familias les habían obligado a contraer matrimonio por las influencias sociales y así había salido un matrimonio arreglado, al final las consecuencias las pagaba yo.


- ¿Van a divorciarse? – le pregunté atreviéndome por fin a hablar.


- De eso nada. Ya saben lo importante que es la influencia social. Deben seguir juntos.


- Cada uno tiene su propio amante abuela – le dije quejándome.


- Y que permanezca así mientras no se separen.


- ¿Va en serio? – le pregunté incrédulo - ¿Te da igual que tengan amantes y hagan sus vidas separadas con tal de que mantengan al mundo que siguen juntos? No puedo creérmelo.


- Cuando crezcas lo entenderás – me dijo como únicas palabras – ahora acaba de cenar y vete a la cama. Mañana tienes clase.


Acabé de cenar y me marché a la cama. Me habría gustado decir que a descansar, pero no era cierto, todo este asunto familiar me tenía de los nervios. No entendía la situación, yo siempre había creído que estar con alguien era importante, que tenías que amar a la otra persona, pero aquí estaba mi familia y sus intereses particulares.


No pude dormir mucho y encima mi abuela me despertó temprano, más de lo habitual porque al mirar el reloj quise matarla allí mismo. Me había despertado más de media hora antes de lo que solía despertarme, no sé si es que se creía que no llegaba a tiempo al instituto o qué ocurría. La cuestión es que tras despertarme me lanzó una revista a la cama y se marchó de casa diciendo que se iba a comprar comida saludable.


Miré la revista y me quejé aunque ella ya se había marchado y no podía escucharme. Esta mujer no paraba nunca de hacer cosas, hasta había ido ya a comprar el periódico y las revistas. Yo leía siempre la revista deportiva y ella me había traído una revista de ropa interior, ¡lo que me faltaba por ver! ¿Estas cosas existían? Yo no necesitaba comprarme ropa interior y las veces que lo había necesitado iba a la tienda y listo. Total… nadie iba a verme en ropa interior en principio y tampoco era algo que necesitase tener una marca en concreto ¿Qué más daba? Siempre estaba oculto bajo el pantalón.


Sólo por curiosidad ojeé la revista para reírme un poco de las marcas de calzoncillos que podían haber y qué tenían de especial, claro… que acabé fijándome en los modelos más que en la ropa y es que menudos chicos salían. ¿Cómo podían existir chicos tan perfectos? Pasando las páginas al final me crucé con ese chico rubio medio desnudo luciendo unos calzoncillos azules que combinaban a la perfección con sus espectaculares ojos, pero no era en eso en lo que más se fijaron mis ojos, sino en cómo marcaba cierta parte, menudo miembro tenía entre las piernas ese rubito. Sonreí al verlo y asegurándome que la puerta de mi habitación seguía bien cerrada y mi abuela no estaba ya en la casa, metí mi mano entre mis pantalones sacando mi miembro para empezar a masajearlo.


Cuando vi a aquel chico ayer prácticamente no me fijé mucho en él pero ahora que lo veía en la revista en ropa interior, la verdad es que tenía un cuerpo increíble, no podía imaginarme que ese chico era modelo y mucho menos que saliera medio desnudo por las revistas. Pasé la página para verle en otra postura aún más sugerente y moví con mayor intensidad mi mano disfrutando de las vistas, imaginándome que entraba en ese suculento trasero una y otra vez. El placer era inmenso y acabé cerrando los ojos gimiendo y jadeando pensando en ese chico rubio que prácticamente dejaba poco a la imaginación. Me mordí el labio tratando de aguantar el último gemido cuando mi cuerpo empezó a tener espasmos de placer y acabé corriéndome en la mano expulsando todo lo que llevaba dentro.


Menos mal que me había despertado antes porque si no… habría llegado tarde al instituto. Me duché enseguida y guardé la revista a buen recaudo, ese chico se convertiría en una de mis fantasías eróticas y cuando salí de casa, miré por todas las calles por si le veía, no debía vivir lejos y por primera vez, quería encontrármelo en algún lado.


Al llegar al instituto me fui a la azotea como de costumbre hasta que Momoi me despertó ¡Para no perder la costumbre! Dijo que tenía que enseñarle el instituto a un nuevo estudiante y que me habían estado buscando los profesores por todos los rincones. Al escuchar aquello pensé en el chico rubio que había visto ayer con el uniforme de mi instituto y sonreí saliendo corriendo.


- ¿Y ahora por qué corres? Tú nunca quieres hacer visitas a los nuevos – escuché que me gritaba Momoi pero yo bajé las escaleras de dos en dos y seguí corriendo hacia la sala de profesores.


Allí me dijeron que el chico nuevo debía estar en la cafetería o dirigiéndose a clase, que fuera enseguida y le ayudase a integrarse, así que le busqué. No fue complicado hallar con él y es que todo el pasillo llevaba consigo el rumor de ese extraño chico rubio que caminaba por aquí. Al final di con él mirando un plano y creo que no se aclaraba con las instrucciones por estar en japonés.


- Ey chico… ¿Eres el nuevo, verdad? – le pregunté en inglés.


- Sí – me respondió él algo serio.


- Vamos, te enseñaré el instituto – le dije.


- No hace falta, ya lo he visitado yo. ¿Tú eres el presidente estudiantil, verdad? Me cansé de esperarte hace dos horas. Puedes volver a tus quehaceres, me apañaré solo si tanta molestia te resultaba.


Sería engreído el crío. Tendría un cuerpo de escándalo pero menudo carácter tenía también. Eso me excitaba aún más y sonreí acercándome hasta él y dándole una palmada bien sonora en su terso trasero frente a todos los que caminaban por el pasillo. Él se sonrojó enseguida y todos miraron hacia nosotros.


- Menudo trasero – le dije de forma picarona – tú y yo nos lo pasaremos bien.


- ¿Qué narices haces? – me gritó enfadado pero yo ya me iba por el pasillo y le dejé allí frente a otros chicos que empezaban a reírse de él por lo sucedido, ni siquiera había sido capaz de enfrentarse a mí o tratar de golpearme, se había quedado congelado en el sitio avergonzado. Esto sería divertido.


 


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