Escapa, escapa, escapa.
Era lo único en lo que podía pensar. Tenía a su desquiciada tía y a sus padres esperando por su respuesta.
¿Ese muchacho con la cara deformada a causa de una hinchazón producto de una alergia o picadura, o simplemente de un hechizo punzante, era o no Harry Potter?
Él sabía que sí lo era. Podría reconocerlo en cualquier parte, tenga o no la cara deformada. Llevaba enamorado de él desde que tenía memoria, sería un imbécil si no lograba reconocerlo.
Escapa, escapa, escapa.
¿Cómo demonios el idiota de Potter se las había arreglado para llegar allí, a su mansión? Más importante aún, ¿Cómo demonios se las arreglaría para irse sin morir en el proceso?
Todo dependía de él, lo sabía. O al menos la mayor parte de la situación.
Si decía que ese era Potter, llamaban al Señor Oscuro y éste le mataba. Y si decía que no era Potter, lo mataban de todas formas.
-Yo.. no lo sé -habló con voz temblorosa y dudosa-. No estoy seguro.
Dijo, intentando ganar algo de tiempo. Tiempo para pensar en algo más, en qué demonios hacer. La mirada de Potter y las miradas de todos los demás sobre él lo estaban matando.
-Vamos Draco.. -ahora era su padre quien le hablaba- Si le entregamos a Potter al Señor Tenebroso, nos perdonará todo.
Pero no, eso no era excusa suficiente. Nada era excusa suficiente para entregar a Potter. Lo amaba, no lo entregaría a los brazos de la Muerte sólo porque su padre fuera un cobarde con muchos errores en su espalda.
Aunque admitía que él también era un cobarde. Era un cobarde por jamás haber dicho lo que pensaba, por jamás haberse confesado en todos esos años. Porque, ¿Qué era lo peor que le podría haber pasado? Que Potter lo rechazara, pero nada más.
Él sabía que Potter no era la clase de persona que lo andaría divulgando por todas partes y burlándose, ni mucho menos que tomaría ventaja de ello. Pero le había dado miedo, temor, y siempre lo había mantenido en secreto.
Ahora, todo lo que podía hacer era intentar ganar algo de tiempo, intentar pensar en algo más.
"Si tan sólo mi tía dejara de presionarme y se enfocara en algo más" pensó. Y segundos después, como si los Dioses lo hubieran escuchado, la voz de su tía le llenó los oídos.
-Tendremos una charla -le decía a Hermione mientras se acercaba peligrosamente a ella-, de chica a chica.
Y Draco desapareció rumbo a la habitación de al lado. Lo único que le faltaba. Ver cómo Bellatrix torturaba a Hermione, suficiente era con que se escucharan sus gritos por toda la casa, sumados a los lejanos llamados desesperados de Ron.
Cuando los gritos cesaron, regresó. La única que había notado su ausencia era su madre, a quien, sinceramente, le parecía genial si él había encontrado algo mejor que hacer que observar cómo torturaban a su compañera de curso.
Ver cómo torturaban a un duende no era nada más placentero, pero por lo menos no era nadie que conociera hacía tantos años.
Por un momento había llegado a pensar que prefería a Granger y su incontrolable bocaza respondiendo preguntas en clases, antes que sus gritos.
De pronto, Potter y Weasley irrumpieron en la habitación, y juraría que por un segundo sintió alivio sobre ello.
Escapa, escapa, escapa.
Aún así, no se libró de tener que oponer resistencia, aunque sea una pobremente fingida.
Todo sucedió demasiado rápido, y antes de que se diera cuenta, Potter ya se había ido.
Una sonrisa y un suspiro se le escaparon. Potter estaba a salvo, al menos por el momento.
Las consecuencias a las que debería enfrentarse a él, le preocupaban bastante poco.