Recuerdo cuando te conocí.
Tenias el cabello rosado y tus ojos eran de color violeta, eras tan lindo y tímido que cuando me quise acercar a ti, te escondiste atrás de tu mamá, apenas teníamos seis años, y no sabíamos que nos depararía el futuro.
Recuerdo cuando nos hicimos amigos.
Ibamos a la misma escuela y cuando era recreo notaba que estabas sólo sin nadie con quien jugar entonces decidí acercarme para jugar contigo y tú con una sonrisa aceptaste mi invitación, desde ese momento nos hicimos los mejores amigos.
Recuerdas cuando, nunca nos necesitamos.
Los mejores amigos cómo hermanos. Entendimos, que nunca estaríamos solos...
También recuerdo cuando empezamos la secundaria y yo te protegía de los que te querían hacer daño, cuando aceptaste ser gay al frente de todos, hice lo mejor que pude, ¿Sabes? La vida me supo recompensar muy bien por eso.
Recuerdo cuando me presentaste a tu primer novio.
Finn, sentí tantos celos porque pensaba que te estaba perdiendo, pasabas demasiado tiempo con él. Lo odie y lo sigo haciendo aunque ya no veo la razón de hacerlo.
...No puedo pretender, que podemos seguir siendo amigos...
No sé en qué momento me enamore de ti, tal vez en la forma en la que me mirabas, tus labios color rosa que tanto había soñado con probar o tal vez....fue en aquella fiesta en la que nos besamos por primera vez cuando teníamos quince o tal vez lo estuve siempre pero hasta ese entonces lo supe.
Estaba enamorado de ti.
...¿Qué hiciste? ¿Cómo me enamoré de ti?...
Recuerdo como lloraste cuando Finn te dejó porque tú no estabas seguro de pasar al siguiente nivel, siendo sincero contigo, él era un imbécil de primera por dejarte por eso. El no te merecía.
Nunca me sentí tan nervioso como ese día, ¿Te acuerdas? Cuando te pedí que seas mi novio después de haberte confesado mis sentimientos, de haberte confesado que te amaba y aun lo sigo haciendo.
Y cuando aceptaste ¡Dios, fue el mejor día de mi vida! Me hiciste y me haces feliz.
...Contigo quiero pasar el resto de mi vida...
El segundo mejor día de mi vida fue cuando nos casamos, ese día fue mágico. Todos decían que éramos muy jóvenes para casarnos, pero teníamos 22 años, nos amábamos y eso era lo único que nos importaba. Ese mismo día te entregaste a mí por primera vez, tu primera vez y la mía también y no me da vergüenza decirlo o en este caso escribirlo.
¿Recuerdas cuando adoptamos a Marceline? Ese fue el tercer mejor día de mi vida, esa pequeña que llenó nuestras vidas de felicidad, y como sufríamos cuando se enfermaba o cuando sonreíamos al verla actuar en la escuela, simplemente fue nuestro rallo de sol.
Para mí lo fue.
Odié, como odie verte llorar ese día, si fuera por mí hubiera tirado toda esa tristeza de tu corazón, pero sabía que debías sacar todo lo que tenias dentro. Lo más difícil fue decirle a nuestra hija la noticia. La verdad. Esa en definitiva fue el peor día de mi vida, enterarme que moriría y no tenía otro remedio que dejarlos, solo a ambos, a los seres que más amo en todo este mundo. Por desgracia esta era una enfermedad que no tenia cura.
...No quiero decir adiós...
Sólo quiero que sepan que fui feliz contigo, Gumball, fuiste, eres y seras el amor de mi vida. Te amo como nunca amé a nadie... todo lo que te podría escribir aquí te lo he dicho en todos estos años que hemos compartido juntos..
Marceline, hija, lamento mucho no poder estar en tu boda que tanto habíamos preparado, pero la vida es así. A veces es cruel y traicionera pero a veces es maravillosa y te hace vivir lo más hermoso que puede haber y ese en el amor y la amistad.
Realmente espero que Jack te haga muy feliz así como yo lo fui con tu padre...
Los amo con todo mi corazón...
Marshall
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– ¿Papá? Ya es hora de irnos–Le susurró por
detrás, Gumball se secó las lágrimas que habían caído, aun no superaba que el amor de su vida estuviera enterrado tres metros bajo tierra, con la ayuda de su yerno se levanto. Todos los meses de hacía tres años que venían al cementerio a visitarlo, y contarle todo lo que había pasado en sus vida desde que él se fue.
– ¿Alguna vez le conté como Marshall me pidió que me casara con él?–Pregunto a su hija y a su yerno desde la parte trasera del auto
– No papá, nunca nos contaste–Mintió, había escuchado esa historia desde que tenía uso de razón, pero nunca se quejo, le gustaba y su padre estaba muy viejo como para recordar si alguna vez lo contó o no.
– Bueno, fue gracioso en verdad–Comenzó el
anciano– teníamos 22 los dos y Marshall me había llevado a un restaurante para tener una velada romántica según él–Decía soltando una risita al recordarlo– terminamos con la ropa toda manchada ya que sin querer Marshall tropezó con el mozo y este nos echó la comida encima...
Se escucho la risa de los dos más jóvenes, estaban disfrutando el día, habían salido al parque con toda la familia, Gumball había visto a sus nietos y bisnietos ya que tal vez esta sería la última vez que estarían todos juntos. Sin su
padre y abuelo.
– Después de eso tuvimos que volver a casa... tu padre estaba tan avergonzado de lo que había pasado que se insultaba él mismo...hubieran visto su cara como estaba–Decía con una sonrisa que lo caracterizaba– recuerdo que me llevó hasta el sillón del departamento en el que vivíamos y ahí me lo pidió aún con toda la ropa sucia encima
– Eso fue muy hermoso–Dijo Jack sonriendo, ya apagando el motor para entrar a la casa donde alguna vez vivieron Gumball y Marshall juntos.
Ese era el último deseo de Gumball morir justo como murió su esposo, sin dolor y durmiendo. Él no era tonto, sabía lo que su familia estaba haciendo y él lo agradecía con todo su corazón.
Una vez acostado en su cama miró una vieja foto de él y Marshall abrazados cuando aún eran novios.
Sonrió tomando dicha foto y miró a su hija que estaba a punto de largarse a llorar y también le sonrió, él era y fue feliz no tenía nada que reclamarle a Dios.
Su hija le tomó la mano y la acaricio–Te voy a extrañar–Dijo es un sollozo.
– Tu padre y yo estaremos cuidando de todos ustedes–Dijo mirando a su alrededor.
Sus nietos, bisnietos con sus familias estaban en la habitación, todos estaban llorando silenciosamente, pero la vista de Gumball se centro atrás de su hija.
Marshall se encontraba atrás de ella con una sonrisa radiante mostrando sus dientes luciendo como cuando tenían 22 años. Gumball le sonrió enamorado porque eso era, aún estaba enamorado de su mejor amigo.
– Es hora de irnos, Buba–Le dijo sin dejar de
sonreír.
– Marshall...–Murmuró con su último aliento de vida a la vez que cerraba los ojos cayendo a un sueño del cual nunca despertaría
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Gumball Bubblegum de Lee el padre de la famosa actriz Marceline Lee falleció la noche de ayer luego de haber pasado el día con su familia... nos hemos enterado que será enterrado al lado de su esposo que falleció hace tres años por la misma enfermedad...mi más sentido pésame a toda su familia.
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– ¿Crees que estará bien?–Preguntó un rejuvenecido Gumball, mirando como su hija lloraba en el pecho de su esposo.
– La creíamos fuerte, amor–Respondió su esposo abrazándolo por la cintura–claro que estará bien, es un Lee después de todo–Le dijo sonriendo.
El peli-rosa se volteó a ver a Marshall y sin decir más, juntó sus labios en un tierno y dulce beso como los que se daban cuando estaban vivos.
– También es Bubblegum, querido–Dijo luego de separarse– no sabes cómo te extrañé todo este tiempo... ¿Sabes? Aun tengo la carta–Dijo mirando fijamente los ojos color rojo de su esposo.
Marshall aun se lo preguntaba... aún después de muerto se preguntaba que tenia el chico de cabellera rosa y ojos violetas que lo hacían volver loco de amor...
– Lo sé, te he visto todo este tiempo, Buba–Dijo para luego volverlo a besar.
Marshall lo miró con amor cuando se separaron y riendo dijo: – Lo que aun no entiendo es ¿Cómo es que me enamoré de ti?