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Cambio de intereses por Ambidistrux

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Notas del fanfic:

Yo publicando algo que no sea Stony... ¡Es el fin del mundo! Bueno no, la verdad es que prometí que escribiría este fanfic como regalo de cumpleaños y aquí estoy, como buen amigo publicando el primer capítulo.

¡Feliz cumpleaños, Xavier de mi Lehnsherr! Espero que te guste el regalo porque este no admite devoluciones.

Ahí estaba yo, Michael Fassbender, nervioso como nunca antes esperando a que ese escocés apareciese por aquella puerta. Tenía cierta esperanza en que todo volviese a ser como era hace unos cuantos meses, los roces, buscarnos las manos, las miradas, aquellas caricias… Pero algo dentro me decía que las cosas habían cambiado, más desde que había decidido alejarme, ¿por qué? Creí que eso era lo mejor para los dos. James y sus bromas me estaban conduciendo a la demencia. Aunque peor era cuando veía que él se acercaba de más a otro y… Yo simplemente ardía por los celos.

Quizá las cosas habían cambiado de forma más drástica desde el día que descubrí que quien me hacía sentir vivo de verdad era él. Entonces decidí buscar un escudo, enamorarme de alguien, Alicia Vikander. Ella ni siquiera lo sabía, solo actuaba como si estuviese enamorado de ella y la usaba de tapadera para que la gente no sospechase de mi homosexualidad. En aquellos momentos adoraba ser actor y bastante bueno, ella ni siquiera sospechaba que yo no la quería de verdad. ¿Tenía miedo al “qué dirán”? No realmente, tenía miedo a que James rompiese su familia por mi culpa. Quería ante todo su felicidad, pero si era a mi lado estaba seguro de que las cosas serían muy distintas. Estaba loco. Sí, había perdido la cabeza.

Sentado en aquel sillón se me estaban haciendo eternos los minutos, ¿dónde demonios podía haberse metido? Se suponía que en un rato nos tocaba dar una entrevista, pero él parecía que no iba a aparecer. Quedaban veinte minutos, pero ahí seguía yo, totalmente solo esperando a que por alguna casualidad del destino se le diese por mover su culo escocés a donde llevaba esperándole un cuarto de hora. Estaba despatarrado en el sillón y mirando al techo cuando por fin hizo acto de presencia.

—¡James! —le saludé con una sonrisa sentándome correctamente—. Ya creía que iba a quedarme solo ante el peligro —comenté en cierto tono divertido.

Él se acercó alegre y se sentó a mi lado, aquella mirada suya conseguía hacerme perder el hilo de lo que estaba pensando o diciendo. Pude notar como me ponía ojillos de cachorrillo antes de comenzar a hablar con aquel tono dulce que ponía cada vez que hacía algo que no debía. Maldito James… Sabía cómo llevarme por donde él quería y del modo del que él quería.

—Discúlpame, Michael, mi taxi se retrasó…

Y cualquier posible pensamiento contra él se había esfumado como cualquier rastro de nieve al llegar la primavera. ¿Quién podía enfadarse con aquel hombre? Tenía una cara de esas que te hacen pensar que es adorable, tierno, dulce… Además de que su forma de ser conmigo ayudaba a que le viese de aquel modo, muy a mí pesar. Estúpido y adorable James McAvoy del que no podía apartar las manos aunque solo desease eso.

—No pasa nada, el tráfico aquí siempre es complicado —respondí sin apartar la mirada de él en ningún momento—. Te sigues viendo extraño con el pelo rapado, no sé, extraño pasarte la mano por la nuca y poder acariciarte el pelo.

James se rió por un momento, seguramente pensando que yo estaba de broma, cuando yo estaba hablándole en serio. Me encantaba pasarle la mano por el pelo, era suave y tan fino que podría pasarme toda la vida con los dedos entre aquella mata de pelo castaña, aunque sabía que no debía. El escocés estaba casado, y no solo eso, sino que también tenía un hijo pequeño, ¿cómo podía siquiera pensar en él de aquel modo cuando podía destruir su familia? ¿En qué momento me había vuelto egoísta? ¡Maldita sea! Aparté la mirada de él antes de que la tentación acabase siendo más grande y acabase por hacer algo que lamentaría.

—¿No te gusta? —me preguntó en ese maldito tono adorable suyo.

—No me desagrada —Dirigí la vista hacia el techo— solo es que extraño tu mata de pelo, te veías gracioso con esa melena —Y se me escapó una pequeña risa al recordarle durante el rodaje de X-Men: DoFP.

—A veces eres un bastardo —bromeó antes de darme un puñetazo suave en el brazo.

El techo parecía un lugar muy interesante en aquel momento, a decir verdad… Bueno, o eso intentaba pensar yo para distraerme. Entonces apareció una chica en la sala para informarnos de que faltaban cinco minutos para empezar la entrevista, eso sí, antes de irse me recorrió con la mirada mordisqueándose el labio. Si pudiese causar ese efecto en James no tenía alguna duda de que sería el hombre más feliz del universo.

~~~

Tras aquella entrevista me dirigí de vuelta al hotel donde me estaba esperando Alicia, quien había insistido en venir conmigo para que estuviésemos juntos más tiempo, reclamaba que últimamente yo le parecía demasiado distante… Si ella supiera la verdad estoy seguro de que me daría una bofetada y se iría de vuelta a su casa, por lo que decidí hacer lo que ella me pedía y dejarme de tonterías por un tiempo, me vendría bien, ¿no?

Aquella noche nos preparamos para salir a cenar a uno de esos restaurantes que a ella tanto le gustaban, aunque a mí más bien me desagradaban, normalmente siempre acababa pillándonos algún paparazzi, lo que se traducía en fotos al día siguiente en las revistas. Estaba cansado de esa parte de la fama, aunque había un lado que me gustaba, los fans, no es que tuviese demasiados, pero la verdad es que era fantástico ir a un evento y escuchar a chicas gritar mi nombre tras una valla y pedirme que me acercase.

Nada más salir del hotel empezaron los flashes, fantástico, al día siguiente todo el mundo sabría que habían cenado Michael Fassbender y Alicia Vikander. Por suerte no tardamos demasiado en llegar al sitio en cuestión, eso era lo único bueno de la noche. El metre nos acompañó a la mesa y allí, en una mesa a unos tres metros cenaban James, Anne-Marie y Brendan … Sentí que se me daba la vuelta al estómago, ¿por qué tenía que estar justo en aquel restaurante? Tomé asiento, Alicia ni lo había notado, ella estaba de espaldas a aquella mesa.

Por mucho que lo intenté no fui capaz de apartar la mirada de él durante toda la cena, respondiendo a mi novia con monosílabos o frases vacías. Parecía que el mundo estaba en mi contra y no había un modo de conseguir que se quedase en paz conmigo. Sabía que mi actitud la estaba enfadando, en varias ocasiones me preguntó “Michael, ¿me estás escuchando?”, pero yo en realidad estaba viendo como se reía el hombre de mi sueños mientras hablaba con su hijo. Bajé la mirada a mi plato y moví un poco la comida que me quedaba.

Alicia parecía estar a punto de estallar, pero yo ni me di cuenta, bueno, no me di cuenta hasta que me echó la copa del vino por encima haciendo que todo el restaurante nos mirase. ¿Qué acababa de pasar? Mierda… James me estaba mirando, eché la servilleta a un lado y me levanté yendo tras la chica a la que teóricamente amaba.

No fue sencillo convencerla de que todo estaba bien, que solo estaba distraído, que la quería, que era la mujer de mis ojos, que no miraba a nadie más… ¿Ella se merecía todo lo que yo le estaba haciendo pasar? Estaba seguro de que no, pero, ¿qué podía hacer? No quería hacerla sufrir diciéndole que estaba enamorado de aquel castaño del demonio.

Durante el resto de la noche traté de ser como se suponía que debía ser un novio modelo, la llevé a bailar, le dejé mi chaqueta cuando volvíamos al hotel porque hacía frío, cumplí en la cama y por la noche la abracé por la espalda, pero aquel día no fui capaz de dormir, ¿por qué? No podía dejar de pensar en James por mucho que lo intentase. No podía seguir soportando aquella opresión en el pecho cada vez que nuestras miradas se cruzaban.

A la mañana siguiente me preparé para ir un rato fuera, por suerte mi novia comprendió que necesitaba tiempo para mí. Planeaba simplemente irme un rato a pasear cuando me llegó aquel mensaje. Mierda, era él…

Michael, ¿te apetece tomar un café?

Intenté hacerme el duro, pero la verdad fue que contesté un “Claro” tan rápido que seguramente James se estaría riendo al otro lado. Normalmente tardaba en contestar los mensajes, principalmente porque no atendía mucho al teléfono o porque sencillamente no me interesaban.

Quedamos media hora más tarde en la cafetería de mi hotel, que por suerte estaba desierta, por lo que nadie nos molestaría. Mientras esperaba al escocés pedí un café para estar por lo menos entretenido en algo. Pocos minutos después de que yo me sentase a aquella mesa pude ver como mi novia salía del hotel, seguramente iría a hacer compras o cualquier tontería. La verdad me aliviaba que se alejase un poco, así podría centrarme solo en James, que justo entonces entró por la puerta y no tardó sentarse en la mesa conmigo.

—Buenos días —Le sonreí mientras removía un poco mi bebida.

—Empezaste a desayunar conmigo, que desconsideración… —dijo divertido antes de que se nos acercase un camarero.

—No es mi culpa que tardes una eternidad —le respondí una vez el muchacho se alejó suficiente.

Le quitó importancia con un ademán, la verdad me intrigaba el hecho de que me hubiese pedido desayunar con él, pero no lo preguntaría, al menos no así, de buenas a primeras.

—Estás extraño —Y sentí que se me helaba la sangre.

—¿Extraño? —pregunté yo fingiendo naturalidad.

—Sí, llevamos casi un año sin vernos, me estás evitando, ¿qué te pasa? —Se inclinó sobre la mesa acercándose más a mí.

—Estoy bien, James, de verdad…

—Michael, dime la verdad, sé que me estás mintiendo, lo noto…

—No es el lugar para hablar estas cosas, ¿quieres que seamos la comidilla de la prensa?

—Está bien —Se echó de nuevo hacia atrás—. Iremos a tu habitación al acabar el café y ahí me contarás qué te pasa conmigo.

Notas finales:

Bueno, con esto y un bizcocho hasta mañana a las ocho.

Reclamaciones, sugerencias, tirones de orejas, cartas bomba, ardillas con bazuca en reviews, como siempre.

Gracias por leerme un día más.


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