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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Minato se despertó el primero. Las antorchas seguían encendidas aunque perdían su brío, apenas quedaba ya fuel para mantenerlas encendidas. Los ruidos de fuera habían sucumbido, todos se habrían ido a su casa tras comprobar que el acto y la ceremonia se había consumado, les habían dejado solos a ambos, quizá algún guardián quedaría en la puerta custodiando el sueño de ambos amantes, pero Minato no podía verlo desde la cama. Al que sí veía era a su esposo, la máscara de lobo seguía cubriendo su rostro y sonrió recordando que por fin estaba casado con el hombre al que siempre amó.

 

Deseó besarle, no había podido hacerlo en toda la noche por esa estúpida tradición del clan de su esposo y él mismo se quitó la máscara que llevaba para luego conducir su mano hacia la de su esposo. Dudó unos segundos si quitársela o no, los nervios volvían a él pero las ganas de ver a Sakumo le pudieron arrancándole la máscara de golpe. Su sonrisa se congeló en la boca al ver frente a él a aquel Uchiha… sí… el maldito Uchiha que le había secuestrado en su clan y es que al verle… al ver su rostro todos sus recuerdos volvían a él como si hubiera sido ayer mismo cuando luchó contra ese asesino de Namikazes.

 

- Hijo de p… - escuchó pero Madara al escuchar semejante insulto se despertó agarrando el brazo de Minato que ya había cogido el Kunai que tenía su ahora esposo para tratar de apuñalarle.

 

- Joder con qué mala leche te despiertas – dijo sonriendo.

 

- Serás cabrón, maldito asesino ¿Qué haces tú aquí?

 

- Soy tu esposo ¿No recuerdas lo de anoche? Porque yo sí – le dijo sonriendo aunque aún estaba sujetando el brazo de Minato que sostenía el filo del kunai casi en el cuello de Madara.

 

- Yo te mato – le dijo gritando.

 

Madara con un rápido movimiento consiguió quitarle el kunai y apartarlo de su cuello, de no ser por el chillido que pegó Minato al descubrir a Madara a su lado durmiendo, quizá ni se hubiera percatado de cómo casi le acuchilla. Ese chico tenía carácter, él mismo se estuvo riendo del que lo tuviera por esposo y lo indomable que sería… jamás se esperó ser él quien tuviera que domarle. Minato miró el kunai de un filo ahora en la mano de Madara y se sorprendió de que hubiera sido tan rápido aunque seguía estando él encima de un tumbado Madara.

 

- Ya me lo habían advertido… acuéstate con chiquillos y acabarás mojado – dijo a tono de burla.

 

- No soy un chiquillo – gritó Minato - ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué no es Sakumo el que está casado conmigo? No entiendo nada. Tú te has llevado lo más importante que tenía.

 

- Es un matrimonio concertado ¿Crees que yo quería casarme con un chiquillo como tú? Por favor… mírate, tienes apenas diecisiete años y yo veintiocho, te saco once años de diferencia y no estoy para cambiarte los pañales.

 

- Tengo dieciocho – se quejó Minato – Eres idiota. ¿Cómo le has quitado el puesto a Hatake?

 

- No fui yo, ya te dije que el Hokage decidía y no sé lo que le habrá prometido a mi padre para que quisiera casar a su hijo contigo. No me meto en asuntos del clan, pero yo tampoco quería casarme. De hecho iba a perder la batalla.

 

- Esas tradiciones absurdas son de los Uchiha… tenía que habérmelo visto venir. Sois morbosos hasta para casaros y encima ponéis cualquier excusa para medir vuestras fuerzas.

 

- Era yo o mi hermano – dijo Madara – tenía que pelear con mi hermano por casarme contigo y se lo iba a ceder a él.

 

- ¿Por qué no lo hiciste?

 

- Porque Sakumo Hatake se quejó frente al hokage diciendo que él no había tenido una oportunidad, que habían elegido a dedo que fuera un Uchiha quien te tomase en matrimonio, así que se le dio la oportunidad de que ganase en el combate.

 

- Pudiste dejarle ganar – dijo Minato llorando.

 

- Podía, pero un Uchiha jamás perderá contra un Hatake. Sería una deshonra y más siendo yo el hijo primogénito del líder de los Uchiha, me obligaron a ganar por mi honor y ahora tengo que aguantarte a ti.

 

- Eres un desgraciado y un asesino.

 

- No vuelvas sobre eso, no soy un asesino, ya te lo dije.

 

- Si le has hecho algo a Sakumo te destrozaré – le amenazó Minato buscando entre sus ropas uno de sus Kunais sin encontrarlo – ¿Dónde diablos he dejado mis cosas? - preguntó enfadado.

 

- No le he hecho nada al Hatake ¿Qué te hace pensar eso?

 

- Anoche viniste completo de sangre.

 

- Sí… de la mía, es un rival duro, quizá esté a la altura de algún Sannin, tiene un poder increíble, ahora empiezo a ver cómo fuiste tú capaz de golpearme, si le tuviste de maestro es normal pero… la sangre era mía, gracias por preocuparte por mí, tu esposo – le remarcó Madara sonriendo - ¿Por qué no vuelves un ratito a la cama? – le sonrió con perversión y Minato le lanzó una mirada de odio.

 

- Yo no quiero estar casado contigo, con un Uchiha… es lo peor que podía pasarme.

 

- Qué lástima. Yo tampoco quería casarme contigo y encima me toca aguantarte en mi casa en el clan Uchiha.

 

- ¿Qué? – dijo Minato asustado y es que aquello se le había olvidado – yo no me he casado con un asesino, eso no es posible – dijo intentando quitarse el anillo que se le había quedado encajado en el dedo y no quería salir.

 

- ¿Quieres un kunai para cortártelo? Te veo desesperado por quitártelo – dijo Madara sonriendo.

 

- Imbécil – le gritó Minato.

 

Ambos sabían con claridad que ese matrimonio era un error, una grave equivocación pero no podían volverse atrás, era por su clan.

 

- Mira… a ninguno de los dos nos gusta esta situación, tú no quieres estar casado conmigo y yo no quiero estarlo contigo pero lo estamos. No hagamos que repercuta en nuestros clanes.

 

Minato cogió su ropa enfadado vistiéndose enseguida y se marchó de allí como alma que lleva el diablo para hablar del tema con su padre, él le había metido en ese problema con los Uchiha. Debía haberlo casado con Sakumo y no con el hijo del líder de los Uchiha. Estaba tan confuso, no sabía cómo habían llegado hasta ahí.

 

Madara por otro lado también recogió sus ropas y sus armas y se marchó hacia su clan. Todo estaba desierto y era normal, habrían estado de celebración hasta tarde por lo del compromiso. Una de las muchachas del clan que estaba barriendo la puerta de su casa se acercó a Madara sonrojada abrazándole por la espalda.

 

- Madara Uchiha… ¿Qué tal tu noche de recién casado?

 

- Como todas.

 

- Supongo que ahora… nos tendrás olvidadas.

 

- Eso jamás – dijo Madara acercándola hacia él besándola – nos veremos esta noche como siempre.

 

La muchacha se marchó alegre y finalmente Madara llegó a su casa viendo a su hermano desayunando frente a su padre mientras su madre cocinaba. Se sentó a la mesa y todos le miraron extrañados.

 

- ¿No deberías estar con tu esposo? – preguntó Izuna.

 

- Se ha ido a su clan a recoger las cosas, espero. Por cierto papá… ¿Qué te prometió el Hokage por este matrimonio? Tenías muy claro que no nos involucraríamos con el clan Namikaze, tú mismo dijiste que no convenía para nada tener relaciones con ellos por la situación que vivían.

 

- Lo que me prometió no importa – dijo su padre como única respuesta.

 

- A mí me importa, soy yo el que está casado con ese chiquillo.

 

- Y harás lo que te dé la gana como siempre así que no te preocupes. Ese chiquillo no te ama y tú a él tampoco, intentad no haceros la vida muy insoportable entre vosotros.

 

Acabaron de desayunar y Madara se fue a su cuarto pero claro, Izuna fue corriendo a su habitación. Abrió la puerta sin llamar dándole igual cómo encontrase a su hermano. Salió corriendo cerrando tras él y llegó hasta la cama de su hermano tirándose encima.

 

- Cuéntame ¿Qué tal son los Namikaze?

 

- ¿Quieres que te cuente mi vida sexual? – preguntó Madara – no pienso contártela, cotilla.

 

- Eso es que debía ser interesante. Yo también quería un rubito de esos. ¿No convencerías a papá para que me diera uno?

 

- No sabes lo que dices, será un infierno. ¿Sabes lo complicado que es llevar a un crío? No hará caso a nada y encima se supone que es mi esposo… Me dicen que debo protegerle, mantenerle a salvo y averiguar lo de los asesinatos esos pero… no sé cómo hacerlo.

 

- ¿Tienes alguna prueba de lo que está ocurriendo?

 

- Ninguna fiable aún.

 

- ¿Cómo vas a mantenerle a salvo? Esos asesinos siguen sueltos por ahí en algún lugar.

 

- Lo mantendré en el clan, no saldrá de aquí.

 

- ¿Le vas a encerrar? ¿Como hacían sus padres sólo que en un clan donde no conoce a nadie y no tiene amigos? No es una buena idea, ese chico necesita salir y si vuestro matrimonio no va perfecto necesitará hablar con los suyos.

 

- Eso es cierto… va a necesitar a alguien pero no puedo dejarle suelto sin protección. Si le ocurre algo a él su clan se nos echará encima y nos responsabilizará de lo que le pase, es el genio Namikaze y está en peligro.

 

Madara se quedó pensando en todo aquello y es que no sabía qué iba a hacer ahora con ese crío que le había tocado por esposo. No eran el uno para el otro, ese chico le odiaba y ahora sentía miedo de que al dormir con él tratase de asesinarle. Madara siempre había sido un hombre que se había movido entre muchas mujeres, que le gustaba disfrutar de su libertad, que nunca había mirado por una relación tras sus primeros fracasos amorosos, estaba demasiado escarmentado por el amor, ya ni siquiera creía en él. Divertirse con algunas mujeres del clan era más sencillo, funcionar sin sentimientos, sólo diversión pero ahora tenía a Minato a su cargo… y él sabía que no podía darle su amor igual que Minato no le daría el suyo, sólo era un compromiso concertado.

 

Por otra parte, Minato discutía con su padre y es que no entendía cómo podían haberle vendido a un Uchiha, todos sabían que eran unos ladrones de técnicas, lo que le hicieron al clan Hyuuga era demasiado suculento y los rumores habían corrido por toda la villa cuando Tajima se casó con esa Hyuuga.

 

- Escúchame bien Minato… el clan Uchiha es el más fuerte actualmente y le necesitamos. Sé que no se llevan bien con muchos clanes y que recelas de ellos, pero estoy convencido de que podrán ayudarnos. Haz que ese matrimonio funcione por tu clan, sabes que nos aniquilan y ellos son los mejores guerreros de la Villa quieras o no asimilarlo.

 

- Sé que son buenos pero…

 

- Pero nada Minato, estás casado con él y estás ayudando a tu clan, piensa en eso solamente.

 

 


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