Prologo
Era una mañana peculiarmente fría, el aeropuerto estaba vacío prácticamente, apenas eran las 6de la mañana. Acomodo su bufanda, cubriéndose mejor sus orejas y cuello.
Comenzó a mirar los alrededores del pequeño pueblo donde estaría por seis meses, quedaba a seis horas de Tokio. Vio la cabellera de su amigo y ex amor platónico, con esa sonrisa ingenua que siempre lo caracterizo.
De alguna manera la personalidad despreocupada e ingenua de ese hombre de ahora 28 años lo enamoro. Pero hace diez años que no lo veía, sabía que sus padres estaban muertos y desconocía las causas.
Estaba consciente de que no pudo ingresar a la universidad por cuidar a su hermano menor. El y su esposa Vivian en una pequeña e humilde casa, a las afuera del pueblo, Takahiro trabajaba como profesor en la escuela del lugar y ayudaba en la municipalidad, mientras su esposa cuidaba de su hijo y de Misaki el hermano menor de takahiro.
Nunca entendió por qué el mocoso no ayudaba con la economía del hogar, tampoco estudiaba, para a él era un vago.
-¡Usagi-san! –Grito su amigo, de manera alegre. Llamándolo con su antiguo nombre que tanta nostalgia le trajo.
-Takahiro que gusto verte. –Comento recibiendo un abrazo, su amigo no había cambiado mucho, seguía alto y guapo debía admitir.
-Manami, está muy contenta con tu visita. –Comento alegre, comento el hombre de lentes. – Y yo estaré más tranquilo, sabiendo que tu estas con ellos cuando trabaje. – Akihiko se limitó a sentir.
Había dejado su vida de la agitada ciudad para, buscar algo de inspiración para su nuevo libro, aunque Isaka no estaba muy de acuerdo. Pero su editora ayudo a persuadir al hombre.
Esperaba no tener que arrepentirse de venir a ver a su amigo, el hermoso paisaje que rodeaba el pueblo le sirviera para su nueva novela.
Se fueron en un pequeño pero cómodo auto negro, atrás estaba la sillita de Mahiro el hijo de dos años del hombre. Las ventana del lugar tenia rejillas de seguridad, le pareció extraño, quizás el niño era inquieto.
No conocía al hermano de su amigo, ya que luego de la muerte de sus padres, se retiró de la segundaria y nunca lo volvió a ver, excepto en algunas llamadas telefónicas.
El lugar era bello un lago hermoso se podía ver, las casas eran pequeñas de aspecto campestre, el pueblo se veía concurrido con un mercado, escuela y estación de policía.
La casa de Takahiro quedaba a los pies de la colina, había un huerto, el hombre le había comentado que vendían verduras y algunas frutas a los vecinos y a una tienda de la ciudad cercana.
El auto se detuvo frente a una casa de dos pisos, de color blanco con ventana de marco café.
El jardín principal estaba cubierto de flores, el pequeño huerto estaba a la derecha, también un tendedero con ropa, un perro café oscuro, se acercó a olerle con la cola entre las patas.
-No te preocupes no hace nada. –Dijo el peli azul, trato de acercarse al animal pero este se alejó rápidamente, para luego ir a echarse en los pies de un árbol.
El lugar era muy acogedor, se sentía tranquilo, como si estuviera en una familia. –Usami-san. – La voz de una mujer lo saco de sus pensamientos.
Manami venia cargando un niño, de cabello azul y ojos marrones que lo miraban con curiosidad, el solo había visto al niño en un par de fotografía que el mismo Tahkahiro le envió.
-Que gusto tenerlo con nosotros a Mahiro le hacía ilusión conocerlo. –El pequeño le regalo una tierna sonrisa.
-¿Dónde está Misaki?- Pregunto el profesor, mientras besaba sutilmente a su hijo y tomaba a su hijo.
-Está adentro, no quiso salir. –Fue la simple respuesta de la mujer. Además de vago, mal educado el muy ingrato. Pensó el escritor.
-Entremos, prepare su comida favorita y su habitación esta lista. –Dijo la mujer feliz, de verdad era amable. Takahiro eligió una mujer hermosa.
Al entrar a lugar respiro con tranquilidad, olía bien y se sentía cómodo, la casa estaba adornadas con muebles de madera, una chimenea adornaba en medio del living, sillones café una mesita en el centro, algunos cuadros y fotografía, la mesa era para seis personas, se podía ver la cocina y un escalera al dar la vuelta, la cual daba a las habitaciones.
Al final del living había un pequeño espacio donde entraba la luz del día.
Noto un castaño sentado mirando la ventana, dándole la espalda, había algunos juguetes a su alrededor ordenados de un manera extraña. Sus brazos estaban extendidos a los lados tocando el sule, parecía en un trance o al menos eso pensó.
-Akihiko. –Miro a su amigo el cual tenía un expresión seria, algo debía suceder nunca lo llamaba por su nombre.
-¿SI? –Pregunto durativo
-Te quiero presentar a una persona muy especial para mí. – Comenzó a decir su amigo, manami miraba a su esposo algo nerviosa. Akihiko dejo sus maletas junto al sillón y camino al lado de su amigo.
Quedaron a lado del chico de alrededor 18 años, este en ningún momento lo miro, era como si no estuviera en el lugar. – Akihiko has lo mismo que yo, muévete con lentitud. –No sabía por qué motivo se sentía tan nervioso.
Ambos se agacharon con cuidado quedando a la altura del menor, pudo ver sus hermosos orbes verdes que no miraban nada en particular.
-Hola Misaki ya llegue. – lo escucho hablar, pero en ningún momento el chico volteo a ver a su amigo seguía quieto como al principio. –Te quiero presentar a un amigo, ¿te acuerdas de Usagi?- No hubo respuesta. – Siempre te leo un libro de él. – El peli gris estaba perdiendo la paciencia. Ese chico era un mal agradecía.
Takahiro había sacrificado todo por ese mocoso. –Oye te están hablando. –Fue su sutil comentario, tocando el hombro del menor para llamar su atención.
Grave error
El pequeño comenzó a moverse hacia atrás y adelante, sus manos se aferraban a su pecho mientras hacía un extraño ruido.
Takahiro inmediatamente se puso frente al chico y lo tomo por las mejillas para calmarlo. –Misaki tranquilo es solo un amigo. –El niño de apoco comenzó a calmarse. –Eso tranquilo todo está bien pequeño,- lo acuno en sus brazos, pero el castaño no correspondió el gesto.
El escritor no sabía cómo reaccionar, su amigo al parecer vio su angustia en su rostro y sonrió para tranquilizarlo.
-Akihiko te presento a mi hermanito Misaki, el... él es autista. – Susurro viendo al adolecente calmarse.
Ahora entendía todo.