Había sido el día más duro y lleno de trabajo en su vida, jamás había imaginado, ni siquiera estando ebrio, que terminaría asistiendo dos partos. Tatsuya se preguntaba como rayos Shun y Kazunari lo hacían ver tan fácil, era cosa complicada, no quería volver a experimentar aquello. No jamás en su vida quería volver a estar en un parto, siempre escuchaba cosas maravillosas de lo que era traer una vida al mundo, pero no era tan lindo como parecía, en realidad era aterrador.
-¿Te encuentras mejor? – Le preguntó Shun dándole un poco de agua – Siento de verdad haberte obligado a esto, pero nadie más podía ayudarme.
-Estoy mejor, pero amor, no lo hare de nuevo – aclaró Tatsuya con pesar causando una sonrisa en el rostro ajeno.
-Está bien.
A Kazunari y Seijuuro les había dado por parir el mismo día, poco después de que Kazunari rompiera fuente, fue el turno del pelirrojo, al principio había sido todo un caos, Atsushi y Taiga habían entrado en pánico, y poco ayudaron para calmar al par de donceles que estaban en labor de parto.
Shun no tenía quien le ayudara, y sin muchas opciones tuvo que auxiliarse de la primera persona que vio: Tatsuya. El del lunar poco o nada sabía acerca de qué hacer o como ayudar, pero instruido por Shun, logro traer a este mundo al pequeño retoño de Atsushi y Seijuuro.
Fue un logro increíble, la cabaña donde estaban se llenó por un instante de gritos, de los donceles pariendo, de los padres emocionados y de Tatsuya al borde de la muerte por lo que veían sus ojos. Pero lo habían logrado, habían nacido dos criaturitas preciosas, una nena con una pelusa de cabello lila y un varoncito de cabello pelirrojo.
-Por tu bien cuando nazca nuestro hijo te quedas afuera – afirmo Shun acariciando la espalda de él del lunar – No soportarías otro parto.
-Gracias Shun – Tatsuya le sonrió y luego beso sus labios hasta quedarse sin aliento – Eres un ángel.
Shun solo volvió a besarlo. Tatsuya lo abrazó de forma protectora contra su pecho y con dulzura acarició al apenas perceptible vientre redondeado donde su hijo crecía.
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El viento de primavera trajo consigo el lloriqueo de un bebe, que llegaba apenas a este mundo, la pequeña de piel blanquita y una pelusa de cabello negro fue recibida por su tío Kazunari.
En la cama de la cabaña, Shun seca sus lágrimas y sonríe con ternura esperando tomar en sus brazos a la princesita que había estado esperando durante tantos meses. Kazunari se la entrega apenas la arropa con una fina manta, es una bebe sana y fuerte.
Shun solo tiene ojos para su hija en ese momento, la arrulla contra su pecho y le dice palabras dulces en forma de susurros, tan pequeñita, tan frágil, tan suya. Siente unos labios posarse sobre su cabeza, y no tiene que apartar la mirada del ángel que ahora alegra su vida, porque sabe perfectamente que a su lado ahora está su otro ángel, su guardián, su protector, su amado Tatsuya que es tan feliz como él por la llegada de esa pequeña.
-Gracias Shun.
El del lunar no le da tiempo a responder cuando toma sus labios en un tierno y amoroso beso. En su mente y en su corazón da las gracias a Shun, y a todo ser existente en la tierra por haberle dejado gozar de tan hermosa felicidad que era el ser padre, padre de una hermosa nena.
El momento no les dura demasiado, Kazunari tiene que hacerle curaciones a Shun por su reciente parto y Tatsuya debe salirse nuevamente de la cabaña.
-Es una niña hermosa Shun. Felicidades – le felicito Kazunari una vez que termino su trabajo.
-Muchas gracias Kazunari, por ayudarme a traer a mi hija – Shun le tendió la mano y el de ojos azules la tomo apretándola – Muchas gracias por aceptarme aquí.
-No Shun, gracias a ti por aparecer – Kazunari sonrió tan ampliamente como sus labios le permitían – No creímos que Tatsuya volvería a estar tan lleno de vida hasta que llegaste tú.
Antes de que Shun pudiera agregar algo más un llanto interrumpió intentando llamar la atención. La estrenada madre comprendiendo enseguida la naturaleza del llanto de su ángel, se levantó la playera de manta y acomodo mejor a la pequeña que con fervor se ancló al pezón para comenzar a succionar y saciar su hambre.
Shun soltó un suspiro, y acarició la cabecita de la pequeña, esperando por la llegada de su esposo.
Junto a Tatsuya entraron también Trent, Samo y Frank, todos felices y ansiosos de conocer a la nueva integrante de tan amplia familia. Pero la nena dormía ya y Shun tuvo que callarlos pues no paraban de hacer ruido por el constante parloteo de emoción.
La bebe pasó por los brazos de cada uno de los varones, terminando en los protectores de su padre quien con mimo y delicadeza la cargaba.
-¿Cómo le pondrán? – pregunto Frank esperando saber el nombre de su nueva sobrina.
Tatsuya miro a Shun y este sonrió.
-Con Tatsuya acordamos que si era una niña, yo elegiría el nombre – aclaró Shun – y quiero que se llame como la primer mujer que mi esposo amo, en su honor, nuestro angelito, llevara el nombre de Kurenai.
Las lágrimas saltaron en los ojos de Samo y de Tatsuya, quienes sin dejar de sonreír y de llorar agradecieron a Shun desde el fondo de sus corazones.
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-Mamá me truena mi pancita – habló un pequeño niño de cabello azabache, ojos grises y un lindo lunar bajo su ojo derecho – De verdad mami, truena mi pancita…
-Habrás bebido agua de lluvia – le regaño Shun con una sonrisa
-No mami te juro que no bebí agua de ninguna lluvia.
-¿No? Y ¿cómo explicas la tormenta en esta pancita? – al terminar la oración una tormenta de cosquillas cayó sobre la pequeña pancita del niño haciéndolo reír a montones. – Ya duérmete Cedrick, sino lo haces tu hermano puede despertarse y mañana tiene trabajo.
-Está bien – El pequeño Cedrick se abrazó del cuello de Shun con fuerza – Te amo mami, dile a papi que también lo amo.
-Claro que sí bebe – Shun le beso la frente y lo cubrió con una manta – Te amo mi bebe.
Antes de salir Shun se aseguró de cobijar también a su segundo hijo, Arlen, beso de igual manera su frente y los dejo dormir.
-Son unos niños consentidos – declaró la preciosa Kurenai en la cocina – sobre todo Cedrick.
La pequeña nenita de Shun, ahora era toda una dama, alta, de delineada cintura y curvas marcadas, sonrojadas mejillas, muy parecida a la difunta madre de Shun pero con el distintivo que tenían todos sus hijos, un lunar bajo el ojo derecho.
-No tienes que enojarte Kurenai, también tengo mimos para ti – Shun abrazo a su hija y la acompaño a su habitación – Te amo mi niña.
-Y yo a ti.
Shun acompaño a su hija hasta que se quedó dormida.
Tatsuya no tardó mucho en llegar a casa después de eso. Regresaba de un viaje largo a Aleksandru, y venía cargado de cosas, como telas y papel para la comunidad. Al llegar el del lunar se aseguró de darle el beso de las buenas noches a cada uno de sus hijos y lego se dirigió a su habitación, donde esperaba el beso se lo dieran a él.
Shun lo recibió con una sonrisa, que no duro demasiado pues sus labios se vieron invadidos por los de su esposo.
Recostados, desnudos y después de hacer el amor, se abrazan platicando acerca de todo un poco, de sus hijos, de sus amigos, de la comunidad, de Aleksandru, del bonito clima, de lo mucho que se aman.
-Dame otro hijo Shun – pide Tatsuya acariciando el vientre plano de su amado, esperando verlo nuevamente redondo cargado de otro hijo.
-Si tanto lo quieres entonces… – Shun poso sus manos en el fuerte pecho de su esposo y le dio un corto beso antes de continuar – Hazme otro hijo, Tatsuya.
Ni tardo ni perezoso Tatsuya volvió a tomarlo.
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En aquel santuario dentro del bosque, donde el agua cristalina forma un manantial, donde las flores abren de noche y las luciérnagas danzan adornando la hermosa oscuridad, se encuentra reunida toda la familia de Shun y Tatsuya.
Festejan el cumpleaños de la más pequeña integrante de la familia, el primer año de vida de la primera hija de Cedrick. La familia ha crecido demasiado, casi de forma explosiva desde que Shun ha tenido a su cuarto hijo, que para sorpresa de todos fue un lindo doncel que ahora ya estaba en espera de un pequeño retoño.
-Papá Tatsuya mira lo que encontré – una pequeña niña se acerca al del lunar mostrándole una preciosa piedrecilla de rio – ¿Verdad que es bonita?
-Claro que lo es – afirma Tatsuya con una sonrisa y luego ve revolotear a su nieta con alegría.
Sentados uno al lado del otro, Tatsuya y Shun, quienes ya tienen sus cabellos canos y pliegues en el rostro por tanta risa que han tenido en su vida, se toman de las manos, Shun recarga su cabeza en el hombro ajeno, y juntos contemplan con felicidad las bendiciones que han llegado a su vida.
-Te amo Shun
-Y yo te amo a ti Tatsuya.
Sus hijos que habían desarrollado buen gusto por la música comenzaron con las canciones de esa noche, tocando aquella pieza que de romántica poco o nada tenía pero que había marcado el inicio de esta historia.
-¿Me acompañarías a esta fiesta pagana? – pregunto Tatsuya con galantería a su esposo.
-Ahora y siempre – respondió Shun levantándose para bailar con toda su familia.
Fin