Cuando Shun entro en la cabaña Tatsuya ya estaba acostado, solo lo miro de lejos y verlo respirar pausadamente mientras dormía le tranquilizo de alguna forma. Antes de irse a la cama recogió lo que el del lunar había tirado y desacomodado a su entrada.
Pero Tatsuya no dormía, debajo de las sabanas pensaba en todo lo que había discutido con Samo, pensaba en la manera en que se disculparía por gritarle, cuando escucho a Shun entrar hizo lo posible por no alterarse, por no emocionarse con la idea de que él estaba ahí por su causa, porque se preocupaba. Era un caso perdido.
Pronto el alcohol le fue induciendo sueño, hasta que por fin cayó en brazos de Morfeo.
Tatsuya miro a su alrededor, todo el campo lleno de preciosos mirasoles lilas y amarillos, se adentró en el curioso prado, encontrado en el centro la figura de su amada, recostada rodeada de las preciosas flores, sus largos cabellos de color caramelo formaban caireles alrededor de su cabeza, tenía los ojos cerrados y sonreía mientras tarareaba. Ella siempre tarareaba, amaba la música.
La chica abrió los ojos dejando ver sus preciosos ojos amatista.
-Te esperaba Tatsuya – La chica le sonrió – ven acuéstate conmigo.
Pero Tatsuya solo se abalanzó contra ella, la estrechó entre sus brazos y lloro con amargura de saber que eso no era más que un sueño. Ella acarició sus cabellos, tratando de calmarlo.
-Tranquilo Tatsuya, deja de sufrir, es hora de nuestra despedida.
El del lunar la abrazó más fuerte, llorando aún más, él no quería despedirse.
-No llores, mi vida, no llores que tus lagrimas me son como puñaladas.
Ella se separó del abrazo para secarle las lágrimas, apartándole el cabello del rostro.
-Lo siento – logró articular al fin Tatsuya – Lo siento tanto Kurenai.
-Mi cielo, no te atormentes, no llores, no hay nada que yo deba reprocharte.
-Lo siento tanto, es que pude haber hecho más por ti.
-No dejes que la culpa te acose, no tengo nada que reprocharte. Solo quiero verte nuevamente sonreír.
-No podría, sin ti no puedo ser feliz.
-Lo eres cuando estas con el… mi vida… tienes tanto por lo que vivir, no tengas miedo y vuelve a enamorarte.
-No quiero olvidarte.
-No quiero que me olvides, mi cielo, yo nunca lo hare.
-Jamás dejaré de amarte.
-Y no quiero que lo hagas. Pero tampoco quiero atarte, no quiero ser la causa de tu sufrir.
-No lo eres, Kurenai, tú jamás lo serias.
-Lo soy, por mi te atas a ese terrible pasado, te culpas, te castigas haciéndote imposible amarlo, él te quiere.
-¡Solo me respeta! ¡Shun me agradece por haberlo ayudado! Es solo eso… tu… tu eres la única.
La chica le acaricio el rostro.
-Te quiere y no está mal que tú lo quieras. ¿Me entiendes?
-¿Qué pasara contigo?
Lagrimas asomaron los ojos de ella, y él la abrazo con fuerza.
-Te lo dije Tatsuya, es hora de que diga adiós, velare desde mi cielo por ustedes, por ti, por mi padre.
-Te amo…
-Lo sé, también te amo – La chica le dio un beso en la mejilla – por ese amor que me tienes prométeme que lucharas por ser feliz, que dejaras de reprocharte lo de aquellos días, que algún día con una sonrisa podrás recordarme y hablar de mí, porque yo a través de tus palabras vuelvo a vivir, a través del recuerdo. Promete que seguirás adelante, te enamoraras y serás feliz. Prométemelo.
Tatsuya hundió su rostro en la curvatura del cuello de ella, más tranquilo de escuchar que ella no se enojaría con el sí se enamoraba, si se dejaba llevar por sus sentimientos.
-Te lo prometo Kurenai, lo prometo…
Ella le sonrió y le abrazo mientras se desvanecía en miles de puntos de luz, lo último que pudo escuchar de ella en el sueño fue el susurro de un “gracias”
Todo se volvió negro, oscuro.
Abrió los ojos, la noche inundaba cada rincón, al fondo no tan lejos de donde él estaba vio luz, una hoguera. Tatsuya no dudo en acercarse, pero no le gusto lo que vio.
Un doncel amarrado a un tronco, cabellos negros y facciones delicadas, sobre sus pies una cama de leños que comenzaban a incendiarse. Era Shun.
Las llamas empezaban a consumir la leña llegando a sus pies, y él se retorcía con angustia y pánico. Tatsuya corrió hacia él, desesperado, aterrorizado de perderlo.
-¡Shun! ¡Shun!.
Pero no podía acercarse a más de unos metros, lejos de su alcance Shun se retorcía gritando su nombre y que lo salvara, peor el poco podía hacer atado como estaba ¿en qué momento lo había encadenado? El temor, la furia se hicieron presentes e inundaron sus sentidos, solo quería salvar a Shun.
-¡Shun! – Grito desesperado mientras intentaba soltarse -¡Shun!
-¡Tatsuya! ¡Tatsuya!
El del lunar se levantó sudando, frente a él estaba Shun mirándolo con preocupación, todo había sido un sueño, uno que primero hermoso se convirtió en pesadilla.
-Tatsuya ¿Qué pasa? ¿Qué tienes?
Pero Tatsuya aún seguía intentando recuperarse del último sueño, había sido un gran susto, no se había dado cuenta de cuanto temía perder a Shun de no ser por ese sueño. Miro al doncel desconcertado y en parte agradecido, él seguía ahí y nadie quería quemarlo.
-Perdona Shun, tuve una pesadilla…
-Me asustaste mucho, de repente escuche que me gritabas mi nombre creí que algo malo te pasaba. – Shun se recargo en el hombro de Tatsuya – entre en pánico al verte retorcerte en la cama y gritando, tuve mucho miedo.
-Perdóname Shun, de verdad, no era mi intención – Tatsuya le acaricio la espalda en un gesto tranquilizador – solo fue una pesadilla.
-¿Me dirás que pasaba en tu sueño?
Tatsuya le dedico una sonrisa.
-No ahora Shun, ha sido un terrible sueño, solo quiero descansar.
Shun le acaricio el rostro, un poco triste de que el del lunar no le contara, pero más tranquilo de verlo estable. Preguntándose qué tipo de pesadilla lo involucraba como para que el otro gritara tan desesperadamente su nombre.
-Está bien Tatsu…ya, Tatsuya descansa.
Shun rápido se dio media vuelta como si el haberlo casi llamado “Tatsu” de esa forma tan cercana hubiese estado mal. Pero antes de que pudiera irse Tatsuya lo detuvo.
-Espera Shun… tu… ¿podrías acompañarme esta noche? No quiero dormir solo.
Shun lo miro enternecido ¿Quién podría imaginar a Tatsuya actuando tan tiernamente? Era una gran faceta de él que no conocía. El del lunar le hizo un espacio en la cama y el doncel pronto estuvo recostado, no había contacto físico, solo pocos centímetros que les separaban.
Aquella distancia se le antojo infinitamente larga Shun, ansiaba poder abrazarlo y consolarlo, poder decirle que solo había sido un sueño pero se sentía incapaz de decirle o hacer algo, como si no tuviese el derecho de hacerlo.
Poco a poco fue cediendo al sueño, ni siquiera se dio cuenta del momento en que Tatsuya se acercó a él para estrecharlo entre sus brazos, ni cuando el mismo aprisiona a Tatsuya entre los suyos.