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Con sabor a manzana por Msiaki Birthday

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Notas del capitulo:

Ya ni supe que escribir en el final, solo.. Espero que lo disfruten [?]

Desde sus labios brotaron las incomprensibles palabras, mudas por el shock de no ser aceptadas. La mente en blanco junto al objetivo perdido se fueron disipando, dejándolas atrás, perdidas en algún sitio de su mente.


 


Aún recordaba la escena de hace no más de una semana: Las gotas de sudor resbalándose por sus frentes, recorrían las mejillas hasta llegar al borde del rostro y se precipitaban hasta tocaban el piso, el esfuerzo físico que estaban haciendo era demasiado para esas alturas. Llevaban cerca de una hora jugando en las canchas de basquetbol, sin percatarse de lo que sucedía alrededor, en esos instantes no existían más que Aomine Daiki y Kise Ryouta, mismos que tenían un único objetivo: Derrotar al contrario, humillarlo en la sana diversión que empezaba cada fin de semana una vez terminaban los horarios de la escuela, después de los exhaustivos entrenamientos en Teiko que ya no representaban carga alguna para el cuerpo de los titulares.


 


Su presencia siempre había sido débil, pero creyó que para esas alturas ya sería un integrante entre los prodigios, creyó ciegamente que las personas más cercanas le notarían sin tener que hablarles, pero estuvo equivocado todo el tiempo.


 


Les había estado observando desde que inició el partido, cada movimiento, cada finta y cada una de las sonrisas que se dibujaban en los rostros, sonrisas risueñas que le obligaban a tener una sensación incomoda en su pecho, era molesto tener que estar presenciando esas escenas, más aún cuando uno de ellos no tenía mucho de haberse confesado.


 


Y fue cuando menos se lo esperó, al terminar de ingresar a las canchas vio claramente como las bocas de ambos muchachos se unían con una delicadeza extremadamente lenta, tan lenta y dulce que le estaba doliendo verlos, era un contacto demasiado amable para tratarse del bruto de Aomine.


 


Lo que menos le importaba era el blondo, ese rubio ruidoso que solo llegó a su vida para quitarle la luz que se había ganado, la luz que por un año entero había sido solo suya, ¿Tan fácil era que se olvidaran de las promesas que le hacían? Su mente se nubló, contenida por la rabia e impotencia de hablarles. Aunque estaba seguro de que si emitía palabra no le harían caso, se notaba que estaban en otro mundo, otra dimensión.


 


Ingrato el As de la Generación de los Milagros, ¿No le había prometido amor eterno? Claro, esas ñoñerías solo eran para las chicas, ¡pero lo había aceptado! Con demasiado trabajo había aceptado salir con él, con el moreno que lo había esperanzado, ¿O era solo para hacerlo sentir celos? De ser así había logrado el objetivo en su totalidad, Kuroko Tetsuya estaba celoso.


 


Tronó el cielo anunciando un cambio de clima, la tormenta estaba a segundos de ocurrir y ellos seguían en el mismo sitio. El viento sopló con violencia cambiando de dirección del este a oeste, despeinando las hebras doradas que en ningún momento se mantuvieron quietas, balanceadas anteriormente por la suave brisa. Volvió a tronar, esta vez el sonido les provocó un escalofrío ascendente por la espalda y enseguida el frío inexplicable que los obligó a separarse e ir en dirección a las cosas, recogerlas en un santiamén y marcharse del sitio lo más rápido posible.


— Kuroko’cchi


Se escuchó exclamar al rubio desde la distancia, agitar la mano y apresurar el paso sin que el moreno se diera cuenta, sin que nadie lo detuviera en ningún momento.


Se paralizó el tiempo, las gotas cayeron lentamente por los alborotados cabellos y el cielo fue iluminado con un rayo, solo haciendo más claro que empeorarían las condiciones climáticas. Se escuchó el pisar del tenis, a pesar de que el asfalto estaba seco, como se levantó el talón y volvió a caer de forma estruendosa, con objetivo fijo no dejaron de avanzar, la mente estaba preparada, y los brazos estaban ya abiertos para recibirlo con el abrazo tan efusivo que se merecía, era raro verlo ahí, más por decir las horas que eran y debían estar en las casas respectivas.


El semblante neutro del peli celeste era difícil de leer, tanto, que el rubio no alcanzó a distinguir que estaba un tanto perturbado, serio, permaneció en el sitio, con la mirada puesta en las orbes azul metálico, reprochando un acto del que quizá era solo por mera diversión.


Más del acto él no perdonaría nada en lo absoluto, se sentía ofendido, engañado todo este tiempo que el moreno había profesado un amor ciego, dejándolo confiar en cosas que aunque absurdas, habían sido creídas en su totalidad.


Cuando el movimiento de negras acababa, a las fichas blancas les tocaba mover, contraatacar para no venirse abajo con toda la estrategia, y blancas por excelencia siempre ganaba el juego.


Fue cínico y apenas el mayor en estatura percibió la sonrisa maliciosa de la sombra se adelantó unos cuantos pasos, temeroso y decidido a alejar al rubio del más bajo, había algo que no le gustaba de esa sonrisa y aun con todas las intenciones de querer desaparecer la distancia que existía entre él  y el par sus piernas no respondieron enseguida, como si estas tuvieran mente propia y estuvieran en plena huelga por un descanso, el partido contra Kise Ryota lo había dejado agotado, así que no sabía cómo era que se las estaba ingeniando para correr, para alejarse de él.


Un extraño brillo remarcó los orbes celestes, no comprendía que era ese creciente temor que lo embargaba tan rápido, algo estaba a punto de suceder y no iba a poder hacer nada.


Para desconcierto del rubio los brazos del peli celes fueron abiertos, correspondiendo al abrazo y una caricia en la espalda, mimos que no fueron rechazados y cual mascota se serenó, colocando la atención en el más bajo para esperar cualquier palabra.


— ¿Estabas con Aomine-kun?


La respuesta fue inmediata, afirmativa y corta para lo que quería ser escuchado.


— No te dejes engañar Kise-kun, Aomine-kun solo busca que alguien se acueste con él. — La duda fue creciente, obvia por las palabras mencionadas. —… Aomine-kun es…


Pero la frase apenas empezó a ser hablada cuando sintió la inquietud, el peli celeste no hizo más que llevar la mano hasta la mejilla del contrario y acariciar las mismas de forma tan tierna como pudo.


Era una trampa.


Pero él no lo sabía, estaba tan inmerso en las caricias que nunca pudo recibir por parte del más bajo del grupo de titulares, sin mencionar que era la primera persona a la que había admirado.


Fue el final y el inicio.


Daiki ya ni siquiera tuvo la oportunidad de alejarlo, no después de las palabras que el rubio le había dicho.


“… Lo siento Aomine’cchi, yo… Saldré con Kuroko’cchi.”


La sentencia se dio un día después, cuando con fuerzas renovadas decidió ir en su búsqueda, aclarar el asunto que dejó pendiente el día anterior, necesitaba saber la verdad, que él no haría tales cosas que la sombra había contado, era malvado.


Su garganta se secó, se quedó inmóvil, estupefacto por la escena que presenciaba, Kise, ese hombre estaba siendo  besado, a propósito, por la sombra que tan poco interés había tenido anteriormente, sabía que estaba mal, porque cuando besabas esos rosáceos labios se volvía una adicción, adicción que no pudo mantener a raya desde que en los momentos vulnerables del rubio se vio en la necesidad de consolarlo, fue incapaz de detenerse, de decirse que estaba mal y besó la tentación, el fruto prohibido, la manzana que desató todos los males. Los labios, esos labios sabor a manzana ahora alguien más los estaba probando, y por su reacción pudo decir que le encantó.


Apretó los puños impotente, abriendo de par en par los orbes al leer los labios del menor.


“La venganza tiene sabor a manzana, Daiki”

Notas finales:

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