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Ojos cubiertos y revelaciones sin hacer por Eliz green sky

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Notas del fanfic:

Como ando media inspirada últimamente, tal vez el próximo capítulo lo publique antes del fin de semana c:

Espero que os guste, no tengo una era específica de ambientación, pero es antes del 1800(?)

Pero el clero tenía mucho poder así que me tiro por la edad media. 

Espero que os guste. 

Los primeros capítulos es la historia de amor de niños,luego son los conflictos que deben pasar luego :c 

 

Notas del capitulo:

El primer capítulo será básicamente una introducción a todo, así que es re lento, espero que les guste c:

 

A veces, cuando estoy triste, comienzo a rememorar mi vida. Los bellos momentos que carecían de significado en ese entonces, o las fuertes tristezas que finalmente como todas pasan al olvido, casi como una efímera brisa de verano, esa que juega levemente con las faldas de las muchachas y revolotea los cabellos de los muchachos provocando que su intento de peinado terminara siendo un desorden total, esa brisa que todos encuentran un poco molesta, pero que olvidan tan rápidamente como llegó.  



Mi niñez no pudo sino ser la más preciosa de todas, la que muchos de mis conocidos de mi edad en ese entonces envidiaban. El único hijo del sacerdote y su mujer, siendo bendecido no sólo con el nombre de uno de los cercanos de dios, sino también con la educación que todos simplemente deseaban pero que desconocían.  



Mi padre fue un duro maestro, se indignaba continuamente con mis pocas ganas de saber sobre el evangelio, o incluso cuando no hacía nada más que mirar por la ventana de mi respectiva habitación de estudio.  



No era sólo mi poco interés en los deberes de un sacerdote lo que me impulsaban a mirar hacía "la nada" como solía gruñir mi padre, sino el hecho de que también era culpa del curioso niño pelinegro que vivía atravesando una estrecha ruta de tierra. En el jardín contiguo al mío habían muchos árboles y muchas flores, él se sentaba el día entero en medio de toda la  vegetación, tocando todo, intentando explorar, de saber, lo que por su incapacidad no podría nunca conocer, o eso creía yo. 



Ese muchacho era conocido como "el niño ciego" pocos conocían su verdadero nombre, pero por la curiosidad que me caracterizaba averigüe el nombre del chico que tan seguido aparecía en mi mente, Johan, Johan Fontaine, un año mayor que yo, era hijo único de una desgarbada y soltera mujer que aparentaba pasar ya los cincuenta años de edad. Al igual que ella su hijo parecía tener un deje de tristeza continuo, pero que a diferencia no opacaba lo bello de su rostro, o al menos lo que podía ver del mismo. El muchacho siempre ha llevado una gruesa venda en los ojos, cuando preguntaban su madre decía que era porque no tenía ojos, sino cuencas vacías, todos se asustaban con tal revelación que ningún intento más fue hecho.  



A pesar de mi curiosidad por él, no me atrevía siquiera a acercarme, solía mirarlo de lejos como vil acosador.  



A veces cuando jugaba con mi amigo Frederick pasábamos cerca de su jardín, me le quedaba mirando un tiempo demasiado largo como para ser aceptable, intentaba ser sutil, pero era casi como si me quedara embobado, Frederick solía molestarse conmigo por esto, decía que no debería ponerle tanta atención a ese niño y concentrarme en jugar con él. A pesar de mi renuencia a hacer esto, solía seguir lo que él me decía, a veces él inventaba juegos que me incomodaban, pero al ser mi único amigo no podía negarme.  



Finalmente, hubo un día en que me harté de sólo mirar a Johan desde lejos, sabía que existía una continua renuencia con las demás personas, pero me negaba a aceptar que no podría hablar ni siquiera una vez con él. Así que, un hermoso 4 de Abril me decidí y me le acerqué. El jardín en donde siempre se encontraba estaba protegido por una pequeña valla de madera, muy fácil para saltar, al menos para un chico de doce años.  



Cuando la escalé aparentemente se percató de mi presencia, pues inmediatamente después preguntó asustado.- ¿Quién es? 



Tragué saliva, con fuerza y le respondí.- Lamento la intrusión... S-soy Gabriel Le D'or. Soy hijo del sacerdote de Chatesville...-   



Chasteville es el pueblo en que vivimos, mi padre es el sacerdote de la única iglesia existente en este pueblo olvidado por muchos... Es un pueblo increíblemente pequeño, y la cantidad de personas no sobrepasa las mil. 



-¿Qué quieres?- preguntó, ahora enojado, tal vez por notar en mi voz una juventud mayor a la de él. 



-S-sólo quería hablar contigo...- me arrepentí de inmediato al decir esas palabras, no, no sólo eso, si no pasar por encima de la valla, acercármele, no m e arrepentía de mirarlo, pero fue una equivocación el pensar que me podría acercar.  



Casi como si me estuviera leyendo el pensamiento, Johan habló.- Eso sería lindo.- Sonrió, fue una leve sonrisa al final del labio, pero sus mejillas siempre pálidas se tornaron de un suave bermellón.  



Mis ojos se nublaron en aquel momento, casi lloré emocionado, era algo minúsculo, pero sumamente importante para mi. Él se hizo a un lado para dejarme un pequeño espacio junto a él, y yo agradecido tomé el puesto.-Me siento muy avergonzado... 



-No deberías estarlo.- dijo él.- Hace tiempo ya que yo quería hablar con alguien, pero no imaginaba que alguien se me acercara sólo para exclamar mi notoria desgracia, ya es bastante notable para mi ¿para qué sentir pena? 



Eso fue una gran sorpresa. Siempre pensé que las personas se sentían agradecidas cuando los demás mostraban algo de empatía por sus malestares, y hablaban de ello, notoriamente Johan era todo lo contrario, a veces podía jurar que lo miraba como cualquier otra persona podría hacerlo, pero sabía que sólo era un desvarío momentáneo. Quise cambiar el tema, pero verdaderamente no encontraba algún otro tema del cual hablar, ¿acaso siempre ha sido tan difícil hablar con los demás? ¿o acaso era que su presencia me dejaba como un ridículo?-Yo... Johan, ¿qué cosas te gusta hacer?  



-Me gusta tocar las plantas que hay aquí, creo que así las comprendo más, las siento... Más cercanas.- dicho esto estiró una mano para alcanzar una de las tantas flores que se encontraban allí, una rosa, le iba a detener para evitar que se pinchara con sus espinas, pero mi advertencia no fue necesaria, pasó sus dedos, casi rozando las espinas, para luego dedicarse a acariciar los suaves pétalos que aún no se abrían mostrando todo su esplendor.  



Me sentía anonadado, pero increíblemente fascinado, pero una repentina pregunta me sacó de mi estupor.  



-¿Y a ti qué es lo que te gusta hacer?- 



"Mirarte todo el día" pensé casi de inmediato, pero era imposible para mi decir tal cosa, tampoco creía ser tan bobo como para confesar tales acciones.- Me gusta dibujar, aunque mi padre no me deja hacerlo muy seguido, pues dice que interrumpe mis lecturas, ¡Ah! también me gusta leer, pero no los libros que me da mi padre, esos no me suelen gustar... 



Dirigió su atención a mi, por lo que podía ver de su expresión parecía que me miraba casi desencajado, como si mirara a un bobo, me sentí ridículo, pero pronto descubrí que era todo lo contrario.- ¿Qué tipo de cosas dibujas? ¡Sabes leer! ¿Qué dicen los libros qué has leído?- lo había dicho tan interesado que casi quedo mudo. 



-Suelo dibujar, a personas, pero... A veces me gusta dibujar a las aves.- dijo un tanto orgulloso, aunque sabía que su talento no se comparaba al de los con más años que él.- Y... hay unas historias... Que me dan un poquito de miedo, pero... Son muy buenas, hay una de una niña, que quiere ir a un baile, pero su madrastra no la deja, pero igual va, y allí conoce a un hombre, que se enamora de ella, a pesar de que no la conoce, e incluso después no la reconoce sino por un zapato que se le cayó. Finalmente el la puede reconocer, ¡y la convierte en su esposa! 



Johan se había callado por todo el tiempo en que había hablado, pero tenía una suave sonrisa que demostraba que me prestaba una total atención. 



Era bastante extraño a decir verdad, pues sabía que no podía verme, pero a la vez me sentía increíblemente expuesto ante él, casi como estar desnudo. 



Finalmente ese día había terminado, no comprendía como el hablar con alguien que apenas conocía podría afectarme tanto, aunque en esos momentos, lo tomé como el nerviosismo de conocer a alguien. Nuestra amistad no hizo más que intensificarse con el paso de los días, cosa que no le agradaba mucho a Frederick, el cual molesto por haberlo dejado de lado, me insistía continuamente que fuera con él a jugar continuamente, pero mis ganas de salir con él fueron disminuyendo a medida que más iba conociendo a Johan, pues este último no me forzaba a hacer cosas que no quería, ni me tocaba cuando yo no lo deseaba, finalmente hubo un día en donde Frederick se hartó y me hizo decidir entre ambos, mi respuesta fue casi inmediata, desde ese momento no hablamos mucho.  



Con Johan solíamos ir al bosque que estaba cercano a Chasteville, para poder escondernos de mi padre, allí solía describirle las cosas que veía, y el me decía como se sentían algunas cosas que tocaba, y su reacción al sentirlas. Un día específico me preguntó sobre como era yo, pero, ¿cómo puedes describirte a un ciego que nunca ha visto nada? Alguien que su vida completa la ha pasado en negro, ¿le sería posible entender algo que le dijera? Cuando le describía las nubes las describía como suaves al tacto, casi como una almohada, pero inalcanzables de tocar, el tronco de los árboles los describía como una superficie rugosa, cosas simples, pero describirme a mi mismo, me era casi imposible.  



-Podría tocarte. Así sabría al menos como es tu rostro y tu cabello.- a pesar de lo decididas que sonaron sus palabras, su rostro se había enrojecido, estaba tan nervioso como yo la primera vez que hablé con él, increíblemente, fui contagiado por su nerviosismo, y al contestar con una afirmación mi voz salió más temblorosa de lo que ya esperaba.  



Guíe sus manos a mi rostro, y apenas me rozó su mano tembló, se quedó estancado por un momento, y luego delicadamente tocó partes de mi, delineó mis ojos y la punta de mi nariz, enredó sus dedos en mi cabelló, y apenas llegó a mis labios, se detuvo. Contuve el aliento sin siquiera darme cuenta, y al verlo acercarse poco a poco, mi corazón no podía controlarse, sus labios rozaron los míos, eran un poco ásperos pero, pensé que era el contacto más bello que existía, ni siquiera había terminado y ya deseaba más.  



-Gabriel... Yo... Realmente siento cosas por ti que sé que tu padre te ha enseñado que son malas, pero, realmente me gustas más que cualquier otra persona, y te encuentro mucho más bello que cualquier otra niña de Chatesville...- me sentía anonadado, profundamente avergonzado pero increíblemente realizado, no entendía nada muy bien, siempre me había considerado alguien muy torpe y sumamente ignorante, pero finalmente llegó a darle nombre (aunque fue en ese preciso momento) a lo que había sentido dentro de si tanto tiempo, pero seguía con una duda allí. 



Con una suave risita dije.- Pero, Johan, tu no me has visto, y nunca has visto a ninguna niña. 



Johan se separó de mi, incómodo, llevó sus manos detrás de su cabeza y comenzó a desatar su característica venda.- Eso es porque... Te he mentido, Gabriel... Yo si puedo ver.- dicho esto su venda cayó al suelo. 

 


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