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Un hilo para los rivales por Fullbuster

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Aomine se había quedado completamente paralizado, nunca esperó que Tetsu aceptase así tan rápido sin más. Para lo lanzado y orgulloso que era a veces Aomine para algunos temas, era increíble verle tan tímido para otros como el caso de los sentimientos. Tantos años enamorado de su compañero y ahora que tenía la oportunidad de decírselo… las palabras no le salían, tampoco a Tetsu, el chico inexpresivo y que todos comentaban que él siempre decía todo lo que sentía y pensaba, tampoco era capaz de expresar abiertamente su amor por su compañero.


Aomine sacó el hilo azul desenrollándolo y le dio varias vueltas en torno a su muñeca pasándoselo luego a Tetsu para que hiciera lo mismo. Siguió pasando el hilo hacia Aomine que empezó a enrollarse la cintura. Se tensó al ver cómo Tetsu se pegaba a su cuerpo para que le enrollase a él también y pasó el hilo por la cintura de su bajito compañero rozando con suavidad su cintura cubierta por aquella chaqueta del Seirin mientras se sonrojaba.


Una vez ambos envueltos en el hilo, Tetsu no pudo evitar sonreír y mirarse completamente liado en aquel hilo azul junto a Aomine. Estaba muy cerca de Aomine y miraba sus labios, no podía apartar aquellos ojos azules como el agua más cristalina que jamás se haya visto de aquellos ojos oscuros que lo miraban con dulzura mientras a ambos se le empezaban a teñir las mejillas con ese sonrojo característico.


- ¿Y… ahora qué? – preguntó Tetsu aún mirando sus labios - ¿Nos besamos? – preguntó con cierta vergüenza.


- No – dijo Aomine casi rozando sus labios – aún no, con los fuegos artificiales.


La tensión se notaba en el ambiente, ninguno podía apartar su vista del otro pero tampoco se atrevían a decir las palabras mágicas que habría cambiado su destino en aquel mismo momento, ninguno se atrevía a dar el paso definitivo y abrir la puerta a los sentimientos. Un chico orgulloso y un chico inexpresivo, ambos de duro carácter ante la circunstancia de mostrar sentimiento alguno.


Los fuegos artificiales comenzaron a estallar iluminando la oscuridad del cielo y Aomine se acercó con lentitud a Tetsu. Nunca había estado tan nervioso en su vida como lo estaba en ese momento. Tomó con delicadeza la mejilla de Tetsu viendo cómo él cerraba los ojos con lentitud poniéndose de puntillas para llegar hacia sus labios a la vez que Aomine se agachaba un poco y posaba los labios sobre los suyos en un tímido roce que rompieron enseguida.


Los dos se miraron un poco extrañados de aquel ínfimo contacto y Tetsu sonrió provocando que Aomine también lo hiciera.


- ¿Crees que con eso servirá? – preguntó Tetsu.


- No lo sé, no mencionaron nada acerca del beso.


- Yo creo… que quizá debería ser más pasional, es una tradición para los que se aman, ¿no? Quizá sólo funcione si se profundiza un poco.


- De acuerdo. ¿Puedo entonces?


Tetsu afirmó con la cabeza y repitieron el movimiento esta vez un poco más tranquilos tras haber superado el reto del primer contacto. Aomine rozó sus labios y sacó la lengua pasándola por el labio inferior de Tetsu pidiéndole permiso para entrar, rogándole que abriera un poco la boca. Kuroko lo hizo sin dudarlo dándole acceso para que sus lenguas se encontrasen y jugasen, ambos disfrutando en silencio de aquel contacto tan deseado y que ninguno se atrevía a decir en voz alta cuánto lo había esperado.


No se percataron de los fuegos artificiales, ni de su ensordecedor ruido ni de su luminosidad, ambos mantuvieron los ojos cerrados disfrutando aquel beso suave pero pasional, ese beso inocente y dulce pero su primer beso al fin y al cabo. Era tan especial aquel momento, que nada del exterior les importaba, el uno centrado en el otro, preocupados por lo que estaban haciendo, preocupados por disfrutar y hacer disfrutar al otro, colocando sus sentimientos en sus gestos ya que las palabras no fluían entre ellos. Jamás podrían decirse cuánto se amaban abiertamente pero lo intentaban igualmente.


Aomine se separó con lentitud de los labios de Kuroko cuando escuchó los gritos de la gente abajo en el patio porque ya había parado los fuegos, ni siquiera se habían dado cuenta de aquello. El tenso silencio se hizo entre ambos volviendo a sonrojarse al momento y apartando sus miradas el uno del otro.


- ¿Crees que habrá funcionado? – preguntó Tetsu.


- No creo. ¿Sientes algo raro? – preguntó.


- No.


- Entonces está demostrado que no hay ningún lazo del destino que una a la gente.


- Cierto – dijo Tetsu sonriendo – oye, Aomine… tengo una duda. ¿Cómo vamos a soltarnos ahora? – preguntó y Aomine trató de desatarse sin mucho éxito.


- Vale… coge las llaves de mi bolsillo y cortaremos el hilo.


Kuroko metió como pudo la mano en el bolsillo de Aomine buscando por allí las llaves aunque lo que se encontró fue con un leve gemido mal contenido por parte de su compañero y se extrañó. Movió los dedos y tiró un poco de lo que tenía cogido pensando que eran las llaves cuando Aomine volvió a gemir levemente y le miró.


- Tetsu… - le llamó y éste levantó sus ojos azules para mirarle.


- ¿Sí?


- Eso no son mis llaves – dijo sonriendo con una mueca extraña en su rostro.


- Ups… lo siento – dijo soltando la punta del miembro de Aomine – yo no quería…


- Ya… busca las llaves, por favor.


Kuroko volvió a meter la mano en su bolsillo hasta que encontró algo alargado y lo soltó de golpe mirando confundido a Aomine que le miró sin entender nada hasta que cayó en lo que ocurría.


- Es mi móvil, pervertido – le dijo Aomine antes de sonreír por lo que se había pensado su amigo que estaba cogiendo de nuevo y Kuroko sonrió rebuscando otra vez hasta que escuchó el tintineo metálico de las llaves golpeando unas contra otras.


Finalmente las llaves aparecieron y con gran esfuerzo Kuroko se las dejó en las manos atadas de Aomine que con un leve movimiento rompió el fino hilo para empezar a desenrollarse molesto por la cantidad de vueltas que se habían dado.


- No vuelvo a hacer algo así en mi vida – dijo Aomine.


- Ha sido divertido – comentó Tetsu – Oye, Aomine… ¿Ahora somos rivales? – preguntó confuso.


- Yo nunca seré tu rival, Tetsu – le dijo muy seguro – eres mi mejor amigo, no podría verte así.


- Pero… aunque seamos amigos. ¿Somos rivales en la cancha de baloncesto?


- Pues, imagino que sí. Has elegido ir a Seirin y yo a Gakuen.


- Te prometo que como capitán haré todo lo posible por darte ese partido que tanto deseas, entrenaré duro y te lo pondré difícil, seré tu mejor rival. – comentó Kuroko tendiéndole la mano.


- Eso espero o me aburriré mucho – sonrió Aomine estrechándole la mano – nos veremos en el campo.


- Sí, te veré allí, Aomine. Entrenaré duro estos meses hasta que empiece la temporada y la próxima vez que nos veamos, será como capitanes.


- Claro, lo estoy deseando. Toma… guárdatelo – le dijo dándole un trozo del hilo azul y guardándose Aomine el otro – De recuerdo.


Kuroko se marchó de allí mirando un par de veces hacia atrás. Separarse de Aomine era lo más duro que había tenido que hacer en la vida. No sólo había sido su compañero en el baloncesto, había sido su primer y único amor, había subido a esa azotea dispuesto a confesarle todo lo que sentía por él por temor a perderle con la separación de la universidad pero no había tenido valor para decírselo.


Seguramente se arrepentiría de marcharse y a cada paso pensaba en dar la vuelta, lanzarse a sus brazos y contarle cuánto le deseaba, cuánto le amaba, pero no podía, sus piernas temblaban y seguían caminando hacia la puerta hasta que empezó a bajar las escaleras para marcharse.


Tetsu no volvió a ver a Aomine ni a sus compañeros en los siguientes meses, estaba ocupado con el nuevo curso universitario y aún así, a veces pensaba en ellos, sobre todo en los entrenamientos de baloncesto donde ahora él era el capitán. Al menos le motivaba ser un rival para Aomine, quería serlo, quería darle ese partido difícil que tanto buscaba su compañero y devolverle las ganas y el entusiasmo que tenía de niño por ese deporte, quizá cuando se sintiera igual a él sería capaz de confesarle todo lo que sentía.


Iba a hacer uno de sus fallidos lanzamientos a canasta cuando la puerta del pabellón se abrió dejando ver al entrenador junto a un chico pelirrojo. Tetsu miró fijamente hacia la puerta viendo cómo el chico traía una pelota de baloncesto bajo el brazo y una bolsa de deporte. Se tensó y es que él tenía su equipo completo, no necesitaba otro jugador, pero parecía que venía a quedarse.


- Kuroko Tetsuya – Comentó el entrenador mirándole – acércate por favor, tenemos que hablar de algo.


Kuroko dejó escapar el balón de sus manos hasta que rebotó varias veces en el suelo y se limpió levemente el sudor de sus ojos con la muñequera para ir hacia ellos.


- Kuroko Tetsuya, capitán del equipo – le comentó hacia el otro chico – él es Kagami Taiga, viene desde la Universidad de Estados Unidos, a partir de ahora estará en tu equipo.


- Entendido, entrenador – comentó Tetsu aunque no terminaba de gustarle esa idea.


El entrenador se marchó de allí dándoles un grito a todos los que se habían paralizado a mirar al nuevo jugador para que siguieran entrenando. Los campeonatos no se ganaban mirando, sino entrenando.


Kuroko volvió hacia la canasta recogiendo el balón que antes había soltado y lanzando a canasta. No entró y frustrado volvió a limpiarse el sudor de los ojos con la muñequera. No había mejorado nada en lanzamientos a canasta y seguía sintiéndose un inútil en ese tema. Si no conseguía encestar no podría vencer a Aomine, no podría ponerle un partido complicado y no podría declararse a él. El balón rodó hasta sus pies y miró hacia la persona que se lo había pasado, el nuevo jugador.


- No esperé que nuestro capitán fuera tan malo encestando – dijo en tono burlón.


- Pero sigo siendo el capitán, así que vuelve al entrenamiento – le dijo Kuroko con su semblante serio.


- Claro – le comentó Kagami con una sonrisa mientras se iba hacia sus compañeros.


Su primer partido tras meses sin verse y tenía que ser contra Kise. Lo bueno de aquello es que seguramente encontraría a Aomine por allí, porque también iba su equipo a jugar contra otra de las universidades. Estaba ilusionado por volver a encontrarse con él. Metió la mano en el bolsillo y sacó el trozo de hilo azul… volvería a verle en esa cancha y lo estaba deseando.


Kagami se acercó al resto del equipo preguntando por su capitán. Todos le comentaron que no era nada bueno en lanzamientos a canasta, pero era el mejor en pases, gracias a él era por lo que aún estaban en la competición y ganaban. Nadie se atrevía a disputarle el puesto de capitán pero Kagami sonrió con cierta malicia… él sí deseaba ese puesto y para ello… primero tendría que quitar los obstáculos de su camino.


- ¿Quién es el mejor jugador de la liga? – preguntó Kagami.


- Supongo que Akashi – dijo uno de los del equipo.


- Akashi – susurró.


- Sí, pero nuestro capitán sólo desea ganar a Aomine Daiki, la verdad es que no creo que podamos y si no podemos ni siquiera contra Aomine, no tendremos nada que hacer contra Akashi.


- ¿Aomine? ¿Se conocen esos dos?


- Sí, toda la generación de los milagros se conoce. Aomine era el compañero de Kuroko, muy buenos amigos, iban juntos a todos lados. Se separaron al entrar en la universidad pero dicen por ahí, que su amistad sigue intacta.


- Ya veo – dijo Kagami – entonces yo destrozaré a ese tal Aomine y le haré morder el polvo.


- Sigue soñando – le dijo el compañero – nadie ha vencido a Aomine excepto Akashi.


Kagami sonrió… él vencería a Aomine costase lo que costase y si tan amigos eran esos dos, aunque tuviera que jugar sucio él conseguiría el puesto de capitán desterrando a Kuroko de allí, él acabaría hundiendo a Aomine en la cancha y se convertiría en el mejor jugador.


- El juego comienza – susurró mirando a Tetsu que observaba la pelota en sus manos sin animarse a hacer otro ridículo lanzamiento.


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