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Chico de ensueño por Hitsujichan

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Notas del fanfic:

¡Hola a todos! Me presento, soy Hitsuji-chan, lo que sería Oveja-chan en español.
Me adentro al fandom de Haikyuu!! con esta pareja que me encanta, la cual he tratado de leerme todos sus doujinshis (en español porque de inglés ni me hablen) y casi todos los fic's que he encontrado de ellos. 
Espero haber hecho un buen trabajo en las personalidades de cada uno, ya que siempre le he temido al Ooc. 

Y también espero que le den una oportunidad a este One-shot y que les agrade mucho la historia.

¡En las notas finales nos vemos!

Notas del capitulo:

Haikyuu le pertenece a Furudate Haruichi, que sin él todos los fanfics de este fandom no existirían ;A; (duh)

Eran incontables las veces en que había soñado con esa figura, un poco más baja que la de él, de gruesa espalda y tez morena. Sus manos, grandes y robustas ideales de un hombre. Sus ojos, de color como la esmeralda, penetrantes, capaz de dejar sus más oscuros secretos al descubierto ante aquella figura. Y su voz, llamándole, ya sea por su apellido o nombre de pila, llamándole, exclamándole preguntas que siempre había desviado en su vida real. “¿Qué harás de tu vida? ¿Alguna vez siquiera has llorado? ¿Realmente estás bien?” entre otras que hace semanas había estado recibiendo de parte de sus compañeros de trabajo. Las cuales, en sus sueños, le eran imposible de no responder a la persona que hace meses había entrado y se había apropiado de su mundo ilusorio.

No le molestaba, es más, le gustaba que aquel chico viniera cada noche y se apoderara de sus sueños, de su imaginación, hasta de su mente.
Pero había algo que le molestaba profundamente, y era el hecho de no recordar siquiera su rostro. Para esto, había llevado a cabo un ejercicio que uno de sus compañeros de trabajo le había recomendado, el cual era una vez despierto luego de haber soñado con aquel chico, debía agarrar alguna hoja, libreta o cuaderno, para escribir todo lo que recordara de los sueños que había tenido con el muchacho, ya que al instante de estar despierto la posibilidad de recordar lo que había soñado era mucho más alta a que cuando dejara pasar el día e intentara de recordar lo que había vivido en su mundo de paz.

Compró una libreta de notas junto a un bolígrafo y llevo a cabo el consejo que había recibido de su compañero de trabajo/amigo Matsukawa.
Los resultados de este experimento fueron: saber el color de los ojos del chico, la tonalidad de su cuerpo, la entonación de su voz la cual era normal pero con tonos un poco graves, volviendo loco cada día a Tooru por no saber quién era aquel osado chico que se había entrometido en sus sueños.

Pero aquellas cosas fueron lo único que pudo rescatar de cada sueño. Su rostro, que era lo que más anhelaba por saber cómo era, nunca lo pudo recordar. En los momentos en que despertaba le quedaba una vaga idea de cómo era, pero con el pasó de los segundos se le olvidaba. Su velocidad de escribir era tan lenta que nunca alcanzaba a puntear esa fugaz esencia que le quedaba en su cabeza.

– ¿Oikawa?

Y eso le estaba afectando desmedidamente en su vida diaria. La ansiedad de no saber cómo era, la impaciencia, el nerviosismo de cómo no tener siquiera una idea del rostro de su chico, le estaba pasando la cuenta sin que él estuviera al tanto de cómo todo eso le afectaba a su cuerpo.
Noches sin dormir, ansiedad, falta de apetito, desgano, estrés, mal carácter, angustia, todo eso había estado reproduciéndose en Tooru en los últimos días.

– ¿Qué te pasa?

– Ma-Matssun… mi… mi cabeza…

– ¡Hey…! ¡Mierda! ¡Hanamaki llama a una ambulancia!

– ¿Qué ocurre?

– ¡Oikawa se desmayó!

– ¿¡Qué!?

– Cálmate Kindaichi. – le calmó quien sostenía a Tooru entre sus brazos. – Oikawa, hey, Oikawa.

Posicionó su oído izquierdo en el pecho del chico que se había desmayado y exhaló todo el aire que habían retenido sus pulmones producto del susto una vez escuchado los latidos del corazón del castaño claro. Subió por su cuello para acercar su oído a la nariz del chico y escuchó como este respiraba ligeramente provocando que una inmensa tranquilidad se adueñara de su cuerpo.

*-*-*-*-*-*-*

Se sentía demasiado agotado, como si hubiera corrido más de ocho kilómetros sin parar. Su cuerpo le pesaba y sus párpados igual. Su cabeza le daba vueltas y le dolía a montones, como si tuviera una terrible resaca. Lentamente, comenzó abrir sus café ojos viendo todo a su paso borroso provocándole una punzada de dolor en la cabeza. Llevó como pudo una mano al lugar de su malestar y parpadeó forzudamente mientras trataba de enfocar su vista en los objetos de la habitación. Una vez ya con la vista mejorada se fijó que estaba en una pequeña sala de paredes blancas, acostado sobre una camilla. Dirigió su vista por todo el lugar y un sentimiento de terror le dominó por completo al darse cuenta que no sabía dónde realmente estaba. Lo único que recordaba era que estaba trabajando junto a los chicos en la oficina. Nada más.
Trató de levantarse pero su cabeza se sentía desorientada. Su vista le palpitaba y le daba la sensación de tener nubes en cada uno de sus castaños ojos. Nervioso, trato de buscar su móvil en las carteras de su pantalón, pero nada.

“¿Dónde estoy?”

– Oh, veo que ya despertaste.

Una suave pero al mismo tiempo grave voz lo sacó de su estado ensimismado. Con el sentimiento de terror recorriéndole por todo el cuerpo se levantó y se sentó sobre la camilla, sintiendo como de inmediato su cuerpo se iba hacia delante dispuesto a caer en el duro suelo, más el golpe nunca llegó al sentir como se posicionaba frente a él y lo sujetaba de sus débiles hombros la persona que hace solo segundos había entrado a la habitación.

– Hey, no te muevas así, recién acabas de despertar.

– Y-Yo… ¿dónde estoy?

– Estás en el hospital, te desmayaste en el trabajo.

– ¿E…Es así? – se llevó una mano a su rostro mientras aún se encontraba afirmado en el torso de esa persona. – No logro recordar nada…

– Tranquilo, es normal, no te asustes. – “¿Qué me ocurre…?”

– Siento que la cabeza me da vueltas…

– ¿Has estado durmiendo bien últimamente?

– N-No… – “¿Qué pasa con este nerviosismo que siento?” – He tenido varias noches sin dormir.

– ¿La razón?

– Ansiedad o… angustia, no sé... Disculpe pero ¿quién es uste…?

Levantó su rostro y vista lentamente para mirar a quién seguramente era el médico que lo había recibido, encontrándose con un par de orbes color esmeralda, congelándosele al instante la voz.

– Soy Iwaizumi Hajime, médico del recinto. – le explicó serenamente mientras le mostraba la placa de metal que estaba en la bata de doctor que llevaba puesta situada en su pecho izquierdo.

– I… Iwa… Iwai-zumi…

– Sí. – revisó un pequeño papel que llevaba en su mano izquierda y pronunció lo que había escrito en él. – ¿Usted es Oikawa Tooru, cierto?

– Y-Yo… eh… s-sí…

– Bien. – lo tomó de ambos hombros y se agachó un poco para dejar sus orbes esmeraldas frente a los castaños de su paciente. – No esté asustado, lo que le pasó no es nada mortal.

– Cla-Claro… – no podía siquiera pestañear del asombro.

– Simplemente fue un desmayo por falta de sueño. Seguramente debió sentirse estresado en estos últimos días. – trató de alejar sus manos del chico pero este las atrapó entre las pálidas suyas rogándole con la mirada a que no se alejara de él. Hajime solo suspiró.

– Lo-Lo siento… aún me si-siento mareado…

– Está bien. – dejó que su paciente se afirmará en él mientras le dictaba su diagnóstico.

Tooru no lo podía creer. Pensó que seguramente todo esto era alguna clase de ilusión que su cabeza le había originado, pero una vez que agarró las manos de aquel médico entre las suyas sintió el tacto tan cálido, impregnándosele por los poros de sus pálidas manos, llenándole lentamente su cuerpo de esa cálida temperatura, que supo que todo esto era real, nada ilusorio.

Sentía que su corazón estaba sufriendo una taquicardia o algo parecido, ya que la forma en que golpeteaba dentro de su pecho era tan veloz, tan rápido, que le ocasionó un agudo dolor en la garganta de puro nervios.

–… debe tratar de apaciguar su trabajo y dormir las horas necesarias para…

Su temperatura corporal comenzó a subir a cada latido que daba su caja torácica, sintiendo como el miedo de que esto fuera solo otro de sus tan reales sueños con el chico le invadía por completo el cuerpo, sudándole las manos, haciéndolo estremecer. Incluso, ocasionándole unas tremendas ganas de llorar y gritar al pensar que esta situación era una de las tantas que le hacía imaginar su cabeza, hasta que sintió como dos grandes manos le tomaron su pálido rostro.

– Hey, ¿está escuchando? – le alzó el rostro para encararlo.
Si había algo que le molestaba de sus pacientes, era cuando no le colocaban atención a la hora de saber su diagnóstico. ¿Para eso iban al hospital o no?

– Y-Yo…

– Si quiere saber qué le ocurrió y qué debe hacer para cuidarse, escúcheme. – le regañó gentilmente mientras veía como los castaños ojos de su paciente comenzaban a humedecerse. – ¿Está bien?

Para Hajime, ver como las lágrimas se deslizaban con fuerza desde los ojos del paciente, recorriéndole por las sonrosadas mejillas que ya habían optado por tomar un color más natural, había sido extraño.
Sentir como el joven chico que seguramente compartía su misma edad se abalanzaba aún más hacia él, y lo rodeaba con sus débiles brazos en un irrompible abrazo, había sido extraño.

Pero lo más extraño que vio, sintió y escuchó fue la temblorosa voz del llamado Oikawa Tooru, murmurando, susurrándole a él, tapando su rostro en el estómago de él, unas cuantas palabras que lo sobresaltaron de sobremanera.

– Al… al fin te e-encuentro…

 

Notas finales:

Y eso ha sido todo. Espero que les haya gustado como para dejarme un comentario, ya que así sabré si hice o no un buen trabajo con ellos dos.

Se aceptan todas las críticas, y que ojala nos leamos en otra historia xD.

No sé que mas decir jo-der ostia.

¡Nos leemos algún día; gracias por leer y pasarce por aquí!

Saludos y besos a todos.


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