.::Rustle::.
Vas a matarme.
El agua me va a alcanzar, y lo sabes.
—Espero que recapacites. —Me dijiste.
Eso fue lo que tú me dijiste, antes de que voltearas y yo descubriera en tus labios una pequeña sonrisa que me congeló por dentro. Lo que mencionaste antes de que mi mano se deslizara por tu capa y mis dedos sintieran por última vez el azul de tu cabello enredarse y el aire costero los arrebatara.
Por favor espera…
Sí, eso quise decirte. Pero mi boca gritó otras cosas, cargada en palabras vengativas, deseosas de captar tu atención y voltearas… sólo para que me vieras y presenciar tus ojos por última vez. Sólo para que me gritaras, enojado, entretenido, no me importaba, pero quería escucharte. Este era mi final, y lo sabías.
Porque cada paso que dabas en alejarte, yo extendía mis brazos fuera de los barrotes y soñaba con alcanzarte. Siempre añoré hacerlo, llegar a ser tan grande como tú. Verte partir lo consideré mucho peor que ser ahogado por el mar. Si desaparezco de tu vida, ¿de verdad no vas a extrañarme…? ¿No te sentirás solo…?
Es en eso en que de pronto te detuviste. Esperanzado, mis ojos se abren grandes, y mi deseo de contemplarte en tu enorme porte, cegado por la brillantez de Géminis, es por fin cumplida. Invoqué tu nombre, sin importar que las olas ahogaran mis gritos. Pero no hiciste nada más. Sí, este eres tú. Tenías un orgullo inquebrantable, un poder absoluto, infinito como las estrellas. Quizás hasta los dioses te envidiarían por esa clase magnificencia. Pareciera que algún día podrías escalar hacia los cielos y te irías con ellos.
Y yo aquí, me quedaría solo.
¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo ocurrió todo esto…? No quiero, no quiero dejarte ir. Porque de vuelta hay un futuro que te espera, y yo no estaré ahí siquiera. Te estará preparando todos los días, de seguro hará de ti alguien fuerte, fiel, justo, haciendo que otros pidan ayuda cuando te necesiten. Y yo no estaré.
¿Soy tan culpable? Dime, porque no habrá nadie que pueda reemplazarme. El agua que llega a mi pecho te está haciendo pensar, yo sólo espero. Espero tener la oportunidad de sobrevivir esta noche, puede que ya no viva mañana. Me has dejado a la suerte de los dioses, mi vida estuvo siempre al poder de tus manos.
Quédate… y no dejes de mirarme nunca.
¿De verdad vas a abandonarme? ¿Te desharás de mí dejándome a suerte del mar? ¿Por qué?... ¿Por qué lo haces si sabes que podríamos hacer tantas cosas juntos? El mundo fue hecho para ser conquistado, nosotros podríamos ser los absolutos reyes de él. Mi mundo fue constituido para ser compartido contigo, todo lo mío es tuyo, y es lo único. Nosotros nacimos siendo únicos, pero no quiero que seas el único habitando este planeta.
¡Haz algo! ¡No quiero morir sabiendo que te quedarás solo!
¡¡Saga!!
¡¡El agua va a alcanzarme y lo sabes!! ¡¿Por qué has decidido darme la espalda?! Pólux dejó su inmortalidad para acompañar a Castor por la eternidad… ¡¿Por qué no puedes dejar tu perfección y quedarte conmigo?! Ahora que te necesito más, la sangre de mi sangre, mi único hermano… Mi reflejo, ¡Me has traicionado! Ya nunca más podré verme en la proyección de tus ojos, ni tampoco escuchar tus réplicas, nunca, nunca más.
Es por eso, por cada paso que das de alejamiento, es una cruel sentencia de mi derrumbe. Yo te prometo, no erradicaré. Conseguiré trepar hasta el infinito, superándote llegando a ser tan grande como “su inminencia”, haré historia, nadie se olvidará de mí. Y tú serás el primero.
Porque yo seré todo lo que tú no eres.
Mi ambición no me detendrá jamás, te seguiré gritando las veces que sea que lo me has hecho está mal. Que todo lo que haces está mal, yo soy tu voz, yo sé lo que piensas, lo que sientes. Todo lo que ocultas deberías dejarlo salir, eso que tanto reprimes, ángel con alas negras. A mí no me engañas…
¿Podrás dejar de mentirte a ti mismo algún día? Sabrás que no estaba tan equivocado, que vi a través de tus cipreses una verdad inmensurable, esa misma que tanto ocultas cual pecado. Sí, debió ser nuestro. Llegará el día en que esa sonrisa que viste tus labios, flaquee en toda su debilidad. Y ¡oh! ¡Quizás podrás recordarme! ¡De que no estaba tan equivocado! ¡Para cuando regreses puede que esta vida haya abandonado este cuerpo, fiel copia tuya!
Vas a matarme.
El agua va a alcanzarme y lo sabes. ¡Lo sabes!
“Te vas a arrepentir de esto…” —Conseguí susurrarte al oído, cargado en rabia, indignado, furioso, y dolido. Eso conseguí decirte, antes de que voltearas y descubriera en tus labios una pequeña sonrisa que me congeló por dentro.
“Espero que recapacites.” —Me dijiste, antes de que mi mano se deslizara por tu capa y mis dedos sintieran por última vez el azul de tu cabello enredarse y el aire costero los arrebatara. Te sentí cerca, pero tan lejano al mismo tiempo. Ahora no sé qué decirte. Ni siquiera puedo seguir mirándote. Esos ojos que me daban su atención ya no los presencio más. Cada paso que das en la lejanía, es una cruel sentencia de mi derrumbe. Mi garganta arde, he gastado gran parte de mi aire que me siento exhausto. A cada segundo estoy luchando, luchando en contra de la marea que sólo sube más y más.
A la distancia veo cómo tu cabello lucha contra el aire costero, la brillantez de Géminis es casi celestial, es perfecta. Es eso, te vas dejándome aquí. A suerte de los dioses, en poder del mar. Mi vida siempre estuvo en tus manos, es verdad. Pero no quiero cerrar mis ojos, sabiendo que dejaré de verte.
Ya no voltearás, porque el agua va a alcanzarme, y lo sabes.
Ahora cuando te necesito más, la sangre de mi sangre, mi único hermano… Me has traicionado. Ya ni siquiera podré verme reflejado en la proyección de tus ojos, ni tampoco escuchar tus réplicas. Jamás oiré tu voz clamando a mi nombre, al menos cuando me necesitabas.
No, ya no podré hacerlo…
Nunca, nunca más…