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Lunas de verano por Aiyuko

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Notas del fanfic:

¡Hola! Aquí Aoi y Akai con el One-Shot que prometimos. Esperamos que les guste... en realidad estaba listo desde el domingo, pero como no pudimos escribir un resúmen como la gente aprovechamos que no tuvimos clases para escribirlo y subirlo.

 

Todos los personajes pertencecen a la mangaka Shungiku Nakamura, nosotras sólo los tomamos prestados para darle vida a nuestras historias.

Notas del capitulo:

El lugar existe, ya que nosotras estuvimos allí.

Un día, domingo luego de subir el capitulo 6 de "Flores de Titanio" (publicidad barata), la madre de Akai practicamente nos arrastró al campo con la excusa de que pasabamos demasiado tiempo en la computadora. Había muchas personas desconocidas y yo me sentía verdaderamente incomoda, entonces comenzamos a caminar por todo el campo, y bueno, el One-Shot salió solito, y todo gracias a la madre de Akai y a su padre que hizo de chofer.

 

Sus horribles gritos se oían por todo el departamento, inclusive el vecino de la otra manzana oía lo furioso que estaba. Llegaron a tiempo y se los agradecía, pero el tiempo en que habían estado allí no había servido de nada, seguían ignorando el tema en su totalidad.

Resignado, tomó un libro y se arrojó sobre el sillón a perderse entre las páginas seguido por su pareja que no podía despegarse de él ni un momento. Los demás presentes en la enorme mansión no mostraron interés alguno en las acciones del educador, evidentemente se verían en los exámenes finales, serían los únicos dos idiotas en todo el salón que no aprobarían literatura, eso lo tenía más que claro.

A una corta distancia se encontraba uno de los estudiantes, quien solo había asistido para darle ese gusto a su amante, no por su propio beneficio, y desde que había entrado no había hecho otra cosa más que pedir la clave del internet y comenzar a hacer estúpidos test que había oído eran muy populares entre las parejas y fatigosamente interrogaba a su pareja para desarrollarlos.

El segundo estudiante pasó toda la mañana mirando la misma película, tan entusiasmado como si fuera la primera vez que la veía, mientras su enamorado se concentraba en su celular observando de vez en cuando un par de escenas.

Las clases particulares del “Demonio Kamijou” fueron en vano…

Tras pasar las 02:00 de la tarde, luego de un día de completo aburrimiento, él irrumpió descaradamente la casa del escritor.

–¡Akihiko!- gritó con un brazo extendido mientras sonreía, observo momentáneamente la escena y sonrió más victorioso de lo que había llegado –¡Genial!, parece que todos nos acompañaran, Asahina- frunció el ceño cuando cada quien siguió con sus tareas ignorando por completo su presencia. Tomo iniciativa de la situación comenzando por desconectar el internet y apagar el televisor, tomo el libro del profesor y lo arrojo lejos, sonrió en la cara del castaño –Mucho gusto, soy Isaka- el otro no pudo hacer más que mirarlo con desprecio y voltear la vista hacia su pareja.

–Isaka, ¿no habíamos hablado acerca de interrumpir sin mi consentimiento mi casa?- el escritor se levantó con la intención de encender una vez más el internet, a mitad del camino fue detenido por el invasor.

–No, Akihiko. Hoy iremos a una cabaña a las afueras de la ciudad a disfrutar este fin de semana- sonrió mientras todos lo miraban con desprecio.

Convencerlos no fue tan sencillo, pero el castaño estaba tan dotado de perspicacia, y con perspicacia me refiero a que era muy obstinado en estos aspectos, que no acepto un no por respuesta, y para aproximadamente las 07:00 p.m., ya habían partido a la cabaña.

El profesor de literatura fue el más inaccesible de todos y sostuvo testarudamente la excusa de que él y su pareja no contaban con un medio de transporte para viajar 57 km, al contrario del joven peli-azul quien en realidad estaba realmente ilusionado con ese viaje, sin embargo, fueron prácticamente arrastrados hacia el auto del editor donde tuvieron que pasar tediosos momentos de viaje con el repetido Isaka Ryuuichirou.

Paso menos de una hora y los teléfonos comenzaron uno por uno a quedarse sin señal, sin contar que alguno olvido cargarlo. Este fin de semana sería el más monótono de sus existencias, sus vicios fueron reprimidos y solo les quedaba verse la cara, como hacía ya mucho tiempo no lo hacían, o como diría el terrorista “como en las cavernas”.

Llegaron pasadas las 08:30, se instalaron como pudieron en una cabaña con exactamente 4 habitaciones, favorablemente tenía el tamaño adecuado para evitar cualquier enfrentamiento. Cada uno arreglo lo poco que traía en sus respectivas habitaciones y se reunieron en la mesa del comedor. Sus demacrados rostros exteriorizaban sus sentimientos en lo que Isaka, seguido por Asahina, se sentaba en la cabecera de la mesa y sonería ilustremente.

–Bien, ¿Qué vamos a comer?- sus expresiones se conservaron e ignoraron completamente la pregunta, –¿Quién de ustedes sabe cocinar?- fijó su mirada en la pareja del escritor quien sonrió incómodo.

–Yo puedo cocinar lo básico- se paró y se dirigió a la alacena examinando los ingredientes para preparar una comida estable. Sacó un par de ingredientes y los dejo sobre la mesada.

–¿Con “básico” quieres decir que solo puedes cocinar arroz?- con desprecio el terrorista se cruzó de brazos y alzó la mirada con superioridad. El ambiente comenzaba a tensarse. El castaño frunció levemente el ceño y su acerco hacia él, el peli-plata estaba preparado para golpear al mocoso que se atrevió a denigrar a su pareja.

–Supongo que nos cocinaras tú, ¿verdad?-

Miyagi contuvo el aliento y pensó dos veces antes de hablar, él más que nadie conocía las habilidades de cocina de su pareja, como también conocía su faceta de mega molestia.

–Claro, yo cocinaré- afirmó con seriedad en lo que caminaba a la cocina y habría la nevera, sacó un par de vegetales y los dejó apartados de los elementos escogidos por el castaño. –Es un reto, Takahashi- tomó un cuchillo y una tabla de madera, fulminó con la mirada al oji-verde.

–Es un reto, Takatsuki- tomó un recipiente y un batidor.

Lo espectadores miraban la escena con seriedad, solo uno de ellos era capaz de reírse de la situación, pero solo una persona fue capaz de reaccionar antes de que la desgracia ocurriera, el único testigo y sobreviviente del sabor de las comidas del oji-celeste.

–¡No!- su grito hizo que todos voltearan a verlo –… digo… lo mejor sería que Takahashi cocinara, ¿no es cierto, Usami?- intentó resguardarse con la mejor idea que se le ocurrió.

Misaki sonrió victorioso en lo que el terrorista se enfurecía superando los límites, no soportaría tal humillación hacia él y su peculiar forma de cocinar.

–¿Qué estas insinuando?- fue lo único que el oji-celeste dijo antes de comenzar una discusión de la que nadie quedo excluido.

Tomó a su pareja del brazo y salió de la habitación rumbo al patio, los gritos lo ponían nervioso y en cualquier momento cometería homicidio.

–¿Qué ocurre, Hiro-san?- miro a su pareja quien tenía la vista perdida en el cielo estrellado.

–… Demos un paseo… - volteó su mirada hacia el extenso campo que los rodeaba, literalmente no había nada, estaba oscuro y solo una débil luz rodeaba la cabaña que habían rentado.

Comenzaron con una caminata lenta que luego se fue intensificando a medida que no tenían idea de donde estaban parados. El peli-azul observo momentáneamente algo en particular que le llamo la atención, soltó la mano de su pareja y corrió hacia la zona sospechosa, Hiroki lo siguió de atrás evitando un par de caídas mientras se maldecía por no haber traído una jodida linterna. Se acercó a una fosa y dirigió su mirada hasta su pareja quien admiraba una vieja puerta de corral.

–Nowaki, ¿esto tiene agua?- se inclinó e hizo un amague de meter su mano.

–Yo no lo intentaría, Hiro-san. Nunca se sabe que puede haber allí dentro- de un momento a otro ya estaba al lado del castaño –Vamos para allá- señaló hacia alguna dirección desconocida. Simplemente se pararon y comenzaron a caminar a unos centímetros de distancia.

Cruzaron una barrera que dividía el campo en sectores y se encaminaron observando detenidamente el suelo para evitar que una desgracia ocurriera, a medida que Hiroki daba un paso la emoción de Nowaki lo llevaba a dar 5 haciendo que se separaran más de lo predicho.

–Nowaki, espérame- el castaño corrió lentamente hasta pararse al lado del peli-azul. –¿Qué es eso?- su pareja se detuvo de golpe a unos metros de un artefacto misterioso que el peli-azul confundió con un caballo.

–… No lo sé… - Nowaki extendió la mano para tocar al “animal” en lo que Hiroki se movía repentinamente causándole un escalofrió al oji-celeste –Hiro-san, me asustaste- confesó indignado, el castaño solo largo una carcajada.

–Idiota, es una máquina de cultivo. ¿Qué relación tiene con un caballo?- su risa se oía por todo el campo, aunque en realidad, para Nowaki ese sonido era música.

Reemprendieron el recorrido encontrándose con una segunda cerca. Dieron unos pasos y se hallaron en frente de un establo, había que ser honestos, era un lugar realmente tétrico. Comenzaron a oír siniestros sonidos e indirectamente se acercaron hasta el punto de poder tomar sus manos.

–¿Qué es eso?- el castaño fijo su mirada en un oscuro bulto a la orilla del establo.

–No lo sé- Nowaki más bien estaba concentrado en un punto alejado en donde una sombra misteriosa se hallaba. –¿Una gallina?- se acercaron con lentitud y comprobaron que en realidad se trataba de una bolsa, aunque lo que había en su interior era un misterio.

–¿Y eso?- Hiroki señaló el lugar que había llamado antes la atención del oji-celeste.

–Me preguntaba lo mismo- reafirmaron el agarre de sus manos y caminaron hasta la zona, tragaron rígidamente y en el mismo instante ambos patearon lo que sea que fuese riéndose de su propia estupidez al notar que solo se trataba de un tronco caído.

Disolvieron su agarre y se destinaron a un gigantesco corral.

–¿Qué es esto?- el profesor se paró en una orilla. –Quiero entrar… -

–Es un corral, Hiro-san- miro para ambos lados –Creo que no tienes permitido entrar- el oji-pardo suspiró resignado –¿Qué tal si yo lo rodeo y tú me tomas el tiempo?, luego será tu turno- mostró una esperanzada sonrisa.

–No creo que sea seguro… - bajó del corral y continuó caminando seguido por su pareja.

Llegaron a otra cerca más alta que las anteriores, Hiroki la miró con recelo y paso por abajo realmente avergonzado, aunque pensándolo bien, quedaría en mayor vergüenza pasando por arriba reluciendo lo bajo que era. Su pareja lo pensó bien, por un lado podría reírse por su baja altura pasando por arriba, por otro lado podía avergonzarse junto con él pasando por debajo; y como ya era de suponer, escogió la segunda opción sin queja alguna dejando como resultado su camiseta cubierta de pasto.

Caminaron un poco más llegando a una zona con 3 casa como máximo dándose un buen susto al oír un perro ladrar sin previo aviso. Se sentaron en una banquita que encontraron por allí y el silencio los consumió por unos momentos hasta que pudieron hallar el tema indicado que los mantuvo ocupados por un par de minutos. Oyeron un molesto ruido por lo que tomaron la decisión de pararse para encontrar al causante.

Pasaron un par de plantas y se encontraron con un muelle de madera a la orilla de un rio aparentemente profundo. Con desconfianza se pararon en él y comenzaron a caminar, muy juntos, hasta que esta cobardía pasara y pudieran sentarse a observar las estrellas en el cielo nocturno.

Imprevistamente se oye algo zambullirse en el lago, la oscuridad hace imposible detectar de qué se trataba. Hiroki temblorosamente señaló el individuo e hizo un amague de ponerse de pie en lo que Nowaki se paraba de golpe proporcionándole un duro golpe en el rostro al hacerlo. El oji-celeste se volteó preocupado, pero su pareja ignoro la situación y lo tomo del brazo para sacarlo de ese muelle y llevarlo lejos de lo que sea que este en ese lago del demonio.

Pasaron unos momentos hasta que el trauma se esfumó y pudieron volver al muelle en busca de una respuesta, ¿Qué rayos fue eso? Volvieron a sentarse y observaron detenidamente el lugar en donde el objeto misterioso había estado, aunque no volvieron a verlo.

El castaño tomó una piedra y la arrojo al agua en busca de la incógnita del momento, Nowaki vio esta escena enternecido y quiso imitarlo. Se paró y caminó hasta la orilla del rio en busca de más piedras para lanzar al lago, Hiroki hizo lo mismo, irreprochablemente la estaba pasando bien.

Volvieron a sentarse e hicieron un concurso para comprobar quien lanzaba la piedra más lejos, en el transcurso Hiroki se lastimó el hombro al arrojar una roca de gran tamaño, seguido de eso, perdió esa ronda.

Al finalizar la octava ronda ambos pasaron sus manos por el muelle en busca de otra roca, teniendo como resultado un leve roce de sus manos. Hiroki se sonrojó y se paró rápidamente.

–Yo busco por aquí, tú busca por allá- se separaron en busca de más piedras para reanudar su competencia. Pasaron 5 minutos y ambos volvieron a sus respectivos lugares, Hiroki dejo una multitud de piedra en el espacio entre ambos y Nowaki se sentó sonriendo como un idiota. –¿Qué tienes?-

Nowaki sonrió y enseñó sus manos –No puede hallar piedras, pero como recompensa traje esto- en sus manos se hallaban pétalos de flores de diversos colores. El castaño se sonrojo, Nowaki volvió a sonreír y los arrojo al agua. Los miro unos momentos y le erro a la orilla teniendo con consecuencia una caída segura que fue evitada por Hiroki.

–¿Acaso eres idiota?-

El ruido de una rama los alarmó y voltearon para encontrarse a un oji-celeste quien solo les dijo “Hola”. Por instinto ambos se arrojaron al lago y luego de unos segundos salieron a la superficie no solo percatándose de que el maldito mocoso ya no estaba, sino también de que la poca luz que llegaba a iluminarlos había sido apagada.

Nowaki tomó a Hiroki, ya que por su torpeza aún sufría una incomodidad en el hombro, y lo sacó del agua para prevenir un resfriado.

Se sentaron en el muelle y fijaron sus miradas con ternura.

–¿De qué te ríes, idiota?- Nowaki esbozó una tierna sonrisa haciendo sonrojar al castaño.

–Es que Hiro-san se ve muy lindo con esos pétalos en su cabello- acercó su mano y comenzó a retirárselos con lentitud –Muy hermoso- bajo sus manos y lo tomo de las caderas –Y absolutamente mío-

Hiroki desvió su vista hacia el lago ocultando el sonrojo que lo acompañaba.

–No digas estupideces- levantó su rostro.

–No son estupideces, Hiro-san. Solo afirmo lo que es mi propiedad- sonrió, estaba realmente orgulloso.

–¡¿Qué?!- ¡Las personas no son propiedad de nadie!- este muchacho conocía muy bien las estrategias para lograr que el castaño se sonrojara.

–Sí, si lo eres. Eres mío y yo soy tuyo, y no te comparto con nadie- se acercó hasta juntar sus labios haciendo que el castaño temblara por la repentina acción.

–¡Así es!- por primera vez sostuvo la mirada –¡Tú, maldito mocoso, eres totalmente mío y pelearé con quien sea que intente quitarte de mi lado!- un leve rubor se hizo presente, estaba totalmente convencido de sus palabras, el peli-azul solo podía sonreír, estaba realmente feliz de oír eso –¡Me ofrezco totalmente a ti, y no dejare por nada en el mundo que te vayas!-

Recapituló sus palabras y un “Oh, mierda” se hizo presente en sus pensamientos.

–Creo que me están llamando, mejor me voy antes de que se enojen- se puso de pie, pero fue obligado a volverse a sentar.

–Hiro-san, haces que las ganas de tenerte gimiendo debajo de mi aumente- sonrió descaradamente –Pero tú lo dijiste, eres mío. Sería un pecado desaprovechar esta oportunidad para hacerte el amor- Hiroki tembló.

–¡Lo dije sin pensar, son solo expresiones pasajeras!- se respaldó.

–No me importa, tú serás mío aquí, bajo la luz de la luna, y ahora- acercó su mano a la de Hiroki –… Hiro-san… - silenció unos momentos buscando la palabra indicada para expresar sus emociones.

–¡¿Q-qué?!- tartamudeó, trató de conservar la calma aunque en realidad deseaba besarlo.

–… Te amo- sonrió –Tu también ámame, por favor. No soportaría un día sin ti, por ese motivo no permitiré que nada malo te pase nunca- lo miró inquieto, esperando impaciente su respuesta.

Las palabras se negaron a salir de su garganta. Sonrió. Sonrió para calmar la inseguridad de su pareja. Nowaki extendió sus brazos y lo encerró con ellos, el castaño no pudo resistirse a sus caricias, a su voz susurrando su nombre en el momento en que ambos llegaban a la añorada culminación de la demostración más profunda y sincera de amor.

Se perdió en sus pensamientos, miro a los ojos a su pareja, su mirada exteriorizaba sus intenciones.

–Aquí no. Nos verán todos- estaba realmente avergonzado –Vamos al establo. Además… podríamos caernos al agua-

–Es que… dudo poder aguantar hasta llegar al establo, está muy lejos, lo más seguro es que no me resista y termine haciéndolo en el camino, y un bichito molesto podría infiltrarse y… -

–¡Está bien, está bien!, ¡Ya entendí!, ¡No son necesarias tantas explicaciones!- estaba sonrojado –Pero la brisa esta fría, y estamos mojados. Busquemos un lugar más oculto- Nowaki se paró y le ofreció la mano. –¿A dónde iremos?- comenzaron a caminar por la orilla del lago.

–Cualquier lugar estaría bien, estas mojado y esa camisa es traslucida, solo logras excitarme- río.

–¡Idiota!- soltó la mano de su amante y se abrazó a sí mismo –¡Has estado mirándome todo este tiempo!, ¡Pervertido!-

Nowaki sonrió desvergonzadamente.

–Como no ver las marcas que yo mismo te he dejado para demostrarle a cualquiera que eres solamente mío-

–¿Eh?... ¡Miyagi se ha estado burlando de mi todo este tiempo!- reprochó indignado –Definitivamente vestiré de negro, en señal de luto ya que el honorable "Demonio Kamijou" ha muerto en este instante!- se sonrojó, Nowaki largo una audible carcajada.

–¡Hiro-san es muy lindo!- articulaba entre risas –Tan lindo que me derrite con sus gemidos- paró de reírse y pasó su lengua por sus labios.

–No me provoques o te tiraré al lago… pervertido- resopló y tomo nuevamente la mano del peli-azul –Creo que olvidaste lo que veníamos a hacer, ¿Dónde quedamos?- oprimió sus manos, no lo dejaría ir, no esta vez.

Visualizó otro muelle del otro lado del lago, más alejado, y lo más importante, más escondido. Nowaki sonrió triunfante y en un ligero movimiento se posiciono sobre el castaño.

–Hiro-san- se estremeció tras oír la dulce voz de Nowaki –… Nunca me dejes… - se acercó y lo besó inocentemente.

–Lo diré una vez más, no importa si muero en el intento, jamás te dejaré- una sonrisa se mostró en el rostro del oji-celeste –¡¿Me oyes, idiota?!-

–No te defraudare- se sintió realmente reconfortado, sonrió y acarició su labio inferior con su pulgar.

Sintió ese cálido aliento que su boca emanaba. Se acercó y pasó su lengua por ellos, los remojo para que no estuvieran tan secos, pero de todas formas, él estaba preparado para dejarlos rojizos. Hiroki cerró los ojos y suspiró.

Atrapó sus labios con delicadeza, como si pudieran destruirse, y acarició suavemente su mejilla. Se separaron tras la falta de aire. No tardaron en volverse a unir. Nowaki ejerció presión en los labios del castaño quien por instinto los separó, metió su lengua y comenzó a recorrer cada parte de su boca, rozando más de una vez la lengua ajena. El castaño enredo sus manos en el cabello azulado de su pareja, indiscutiblemente él estaba excitado y tarde o temprano se la metería… ¡Mierda!

Dejó salir un gemido que se ahogó de inmediato en la boca de ambos.

Se separaron y sintieron un gran vacío entre ellos, el castaño rodeo con sus piernas las caderas del peli-azul.

–Necesitado… -

Nowaki esbozó una honesta sonrisa y comenzó a retirarle la empapada camiseta al castaño, la arrojó a algún sitio. Se acercó a su pecho y pasó su lengua por una de sus tetillas, el castaño arqueó su espalda en señal de placer; permaneció el tiempo necesario allí, brindando atención a ambas por igual, el castaño solo podía suspirar. Fue descendiendo hasta llegar a sus pantalones, colocó sus manos en el abdomen del castaño y lo separó un poco, tomó su cinturón y lo desabrochó, quitó su pantalón junto a su ropa interior. En estas situaciones, Hiroki se volvía más dócil. Dejo a la vista el necesitado miembro del castaño, quien volvió a enlazar sus piernas, con más firmeza, a su cintura.

–¿Qué tanto mi…?- Nowaki sacó su sudadera por encima de su cabeza y lo dejo sin habla.

–¿Qué tanto que…?- se burló de la enrojecida cara de su pareja.

–Eres un abusivo. Yo estoy completamente expuesto, y tú aún conservas tu pantalón, tramposo- criticó.

–Está bien. Cumpliré por Hiro-san-

Volvieron a separarse. Nowaki comenzó a bajar su pantalón hasta la altura de la rodilla seguido por la ropa interior, todo a una velocidad increíblemente lenta.

–Sácalos, Hiro-san- habló en un tono atrayente.

–¡Pff!- se acercó a sus rodillas y bajo las pendras a una velocidad tardía y volvió a su posición original colocando nuevamente sus piernas alrededor de sus caderas.

–Hiro-san, prométeme que no gemirás... mentira, puedes gemir todo lo que desees, exclusivamente para mí... - se acercó y mordió su labio inferior, con un gesto imploró la aprobación de su amante para comenzar a hacerlo suyo, este aceptó inocentemente.

Comenzó a penetrarlo lentamente, sin previa preparación, ahogando los gemidos de su castaño. Era una intromisión increíblemente dolorosa que luego fue convertida en lujuria.

–Comenzaré a moverme, Hiro-san- entró completamente y esperó el mayor tiempo posible, tomó su rostro entre sus manos y depositó un beso en sus labios. Comenzó a moverse sutilmente.

Por impulso estiró su cabeza hacia atrás, ofreciendo, inconscientemente, su cuello al oji-celeste. Comenzó a lamerlo suavemente dejando pequeñas marcas.

–¡Haa!, N-nowaki... n-no muerdas ¡Idiota!- le resultaba difícil articular y lo único que lograba soltar eran melodiosos gemidos.

–Pero, Hiro-san, debo marcarte para que nadie se atreva a ponerte un dedo encima- mordió su cuello y él soltó un excitado gemido. El peli-azul jadeó y continuó con sus constantes embestidas.

–¡O-oye! ¡Más lento!, no podré levantarme mañana- Nowaki solo río. El castaño observaba enternecido por la forma tan peculiar que el oji-celeste tenía de contraer los músculos en cada embestida.

–¿Disfrutando la vista?- se detuvo unos momentos y lo miro con arrogancia.

–Ni que quisiera verte, idiota. Mocoso engreído- claro que no es cierto, desde el fondo de su ser disfrutaba de ver al peli-azul, y agregándole que está desnudo, es un combo completo.

Nowaki dedicó una sonrisa y continuó embistiéndolo, originando gemidos, jadeos, suspiros, totalmente excitados. La humedad se presentó en sus abdómenes.

La vista del castaño se nubló por unos momentos, dirigió su vista al cielo y se concentró en la tenue luz que la luna emanaba. Un escalofrió recorrió su cuerpo y sintió un denso liquido en su interior. Ambos trataron de regular su respiración. Se acercó y besó su mejilla, pasó sus manos por los mechones de cabello castaño embebidos en sudor. Salió de su interior y se recostaron lo suficientemente cerca como para conservar el calor.

–¿No deberías volver?, tienes trabajo en el hospital y… - besó sus labios.

–No hay nada más importante que tú- juntó sus frentes, el castaño se sonrojo y desvió la mirada.

–No debes situarme por encima de tu trabajo, es mucho más importante-

–Para una persona tan simple como yo… - se señaló con su dedo índice –tener a alguien tan especial como tú, maravilloso al hablar, impecable al caminar, tan apasionado y entregado a su trabajo, es algo incomparable, que no se puede describir con palabras-

–N-no soy tan especial como dices, ¿Que he hecho para merecerte?- lo abrazó y tembló morosamente, estaba realmente avergonzado –¿Qué…?-

–Eso debería decirlo yo- lo tomó del rostro obligándolo a verlo a los ojos –¿Qué he hecho yo para merecerte, Hiro-san?, soy tan sencillo, en comparación a ti no soy nada.

–¡Escúchame!- posó sus manos en las mejillas del oji-celeste –¡Tu eres excepcional!, ¡Eres la mejor persona que he conocido y nada cambiaría eso!, ¡Amas tu trabajo y si fuera por ti, salvarías a cada persona que ingrese al hospital!, ¡No te decepciones de ti, yo te seguiré amando sea lo que seas!, desde un obrero, hasta un exitoso empresario... y si eso ocurre... yo te amaré por toda la vida, por siempre, tal y como lo he prometido ¡Debes estar orgulloso de tus logros, ya que solo tú sabes el esfuerzo que tuviste que poner para alcanzarlos!-

La felicidad lo invadía desde su interior, indudablemente, él sería el hombre que lo acompañaría toda la vida.

–Gracias... gracias... por aplacar el corazón de este pobre necesitado hombre- sonrió.

–... idiota- cerró los ojos y se quedó profundamente dormido.

Abrió sus ojos verdes por una incómoda luz que entraba por su ventana, se frotó los ojos y se puso de pie. Comenzó a caminar mientras bostezaba en dirección al patio, cerraría la persiana para continuar con su agradable siesta.

Se sorprendió cuando notó una rareza del otro lado del lago, abrió sus ojos con exaltación, su profesor de literatura estaba durmiendo desnudo con su pareja en un muelle. Pestañeó dos veces solo para asegurarse que lo que estaba viendo era real, sin duda alguna, lo era.

En lo único que pensó para liberarse del trauma fue en llamarlo a él, terrible decisión, claro.



Un estorbo no dejaba que se pusiera de pie, sin duda alguna la persona que lo estaba aprisionando entre sus brazos apestaba. Se despabiló con lentitud y en un movimiento exagerado se sentó.

Miró a su pareja, sus azules cabellos cubrían todo su rostro. Siguió bajando con la mirada hasta percatarse de un minúsculo detalle, no traían ropa.

Se peinó el cabello para atrás y recapacitó, ni que estuviera ebrio, sin duda alguna, recordaba cada segundo de la noche anterior; la sangre subió a su rostro. Con una sacudida, para nada sutil, despertó a su pareja y guío su perspectiva hacia la cabaña.

–Buenos días, Hiro-san- lo dijo entre bostezos, casi inentendible.

Él no contesto, se quedó estático al notar la perfecta vista que hubieran tenido los demás desde la cabaña, rogando haberse despertado antes que ellos.

Le arrojó la ropa a su amante y se dedicó a vestirse.

La mano le tembló, dudo antes de abrir la puerta, de todas formas algún día tendría que hacerlo, tomó el pomo, lo giró y entraron a la sala, ya estaban despiertos. Repentinamente todos callaron, comenzaron a mirarse cómplices. El peli-plata no soportó la risa y largó una carcajada que se le contagió a Miyagi.

–¿Cómo estas, Kamijou?- a Hiroki se le achicó, cerró sus puños y los apretó con fuerza.

Misaki abrió su boca, en el mismo momento la cerró omitiendo las palabras que estaba por decir. Asahina y Shinobu ignoraron esta situación, pero Akihiko y Miyagi lo usarían como referente de burla por un largo, largo tiempo. Isaka solo observaba desde afuera y le lanzaba miradas persuasivas insinuándole “algo” a su pareja. Nowaki sonrió nervioso y conservó la calma, pero en la mente de Hiroki solo pasaba una frase: “Oh… mierda”

Decidieron tomarse el tren, no se arriesgarían, o por lo menos él, a ser interrogados por el camino de vuelta a su casa. Se dirigieron a la estación, estaba vacía, aunque era muy común que hubiera poca gente en estos días de descanso.

Tuvieron al menos 20 minutos de espera, silenciosos e incomodos 20 minutos de espera hasta que el tren llegara. Subieron y ocuparon 2 asientos en uno de los últimos vagones, estaba totalmente desolado aunque era de esperarse. El tren comenzó su recorrido, tenían un gran viaje por delante y el conductor hacia funcionar la máquina al menor límite de velocidad, aunque para ellos estaba bien, para el castaño sería menos tiempo con los demás, y para el peli-azul equivaldría a más tiempo con su Hiro-san.

–Hiro-san… ¿Estás enojado?- preguntó –Me disculpo. Tendría que haberme despertado más temprano-

–Mmh… no, no lo estoy. ¿Por qué debería?, eres mi pareja después de todo… yo debería disculparme, he sido un idiota negándome todo el tiempo-

Nowaki sonrió –Ven aquí, Hiro-san- le indicó que se sentara sobre sus piernas.

–Estoy sucio, ¿Verdad, Hiro-san?- tras sentarse Hiroki sacudió su chaqueta, el peli-azul hizo un gesto de vergüenza.

–Pues sí, muy sucio, idiota- Bromeó.

–¿Por qué estaré sucio?- fue sarcástico –¿Por qué no me ayudas a recordarlo?-

–… Solo cállate… - se sonrojó y nada coherente salió de sus labios, colocó las manos en sus hombros y hablo con sutileza.

–Tienes suerte de que estemos en un vagón de tren, si no fuera así… no duraría en hacerte el amor- situó sus enorme manos en las estilizada cadera del castaño y susurró esas palabras en su oído logrando que soltara un ingrávido jadeo.

–Hiro-san- ejerció más fuerza en su agarre –Divirtamosnos un rato cuando lleguemos a casa… ya sabes a lo que me refiero- sonrió traviesamente.

–P-pero debo trabajar- balbuceó.

–Te recuerdo que estas de vacaciones… mejor dicho, estamos- pasó su dedo por el muslo del castaño. –Además, estamos solos… en un vagón… ¿qué piensas?-

–¡Tsk! Tengo cosas que hacer, ¿sabes?, así que suéltame, apestas- estaba molesto pero un ligero sonrojo lo delataba.

–Tú también lo estas, Hiro-san- se acercó a su cuello, especialmente marcado, y exhaló el aroma que él emanaba –Una deliciosa fragancia-

–¡No iba a bañarme!- estaba exaltado –Estoy tan avergonzado que dudo poder verlos en un largo tiempo, ¡Hay algo llamado “autocontrol” que deberías aplicar en tu vida- golpeó inútilmente su hombro.

–¡Hiro-san!, ¡Eres una cosita tan tierna!- tomó sus manos y acarició sus mejillas, seguido de eso, las oprimió.

–S-suéltame, idiota- retorció la cara de dolor.

–Está bien- sonrió como un idiota y lo liberó dejando al descubierto su mejilla que ahora se teñía de un reluciente color rojo. –Sólo con la condición de que me dejes acariciarte solo un poco más, eres muy tierno como para no hacerlo-

–… está bien… - lo meditó por unos segundos y soltó ese comentario en un gesto de notoria pena.

Nowaki sonrió, esas aniñadas sonrisas que solo él podía dar, esas sonrisas que movían el mundo del castaño. Se movió ligeramente y atrapó sus rojizos labios en un beso inocente. Mordió su labio inferior y sin oposiciones el castaño accedió a aceptar su lengua dentro de su boca.

Continuaron besándose por un largo rato sin concentrarse en nada más que no sea en ellos, después de todo, se caracterizaban por ser “tiernamente egoístas”.

–Estamos en un lugar público… - un ligero hilo de saliva aún los unía luego de al fin separarse de un largo beso que consumió todo el aire de sus pulmones.

–Tranquilo, no planeó excederme- lo abrazó –Solo deseo acariciarte y saciar mi deseo sexual, el que aún conservo-

El castaño no aprobó nada… pero tampoco se negó.

Él descendió con su lengua desde la barbilla hasta su cuello dejando marcas por su camino originando vergonzosos gemidos que el castaño se preocupaba por opacar.

–Hiro-san… - dijo en un suspiro. Lo besó y un gemido se ahogó entre sus labios, imprevistamente comenzó a masturbarlo por encima de su pantalón.

–¡Ha!, ¡Idiota!, ¡Mgh!, ¡No hagas eso aquí!-

–Es un desperdicio… - pasó sus dedos por encima de la prenda –Por hoy me contendré, pero en casa… - hizo una larga pausa y sonrió tétricamente –Te dolerá por un mes por haberte negado-

–¡Cállate, idiota!, llegaremos y me encerraré en el baño-

–Pero… -

–¡Pero nada!, bájame, no queda mucho para nuestra estación-

–Está bien- suspiró derrotado –Pero no te encierres, por favor, solo son excusas para pasar más tiempo contigo-

–Lo prometo- sonrió francamente –Después de todo… honestamente yo… yo también te quiero- su tono de voz disminuía hasta quedar en una apenas audible confesión.

Se acercaron y rozaron sus narices juntando sus frentes.

–Señores pasajeros, hemos llegado a destino. Bajen con precaución y no olviden sus pertenencias- la voz de la asistente del conductor por el altavoz los interrumpió, exaltados se soltaron, ambos conservaban su rostro en un tierno color carmín.

–Vamos… - Nowaki le tendió la mano y el castaño la recibió, se dirigieron a la salida en completo silencio.

_Hiro-san es mi nuevo vicio.

_Nowaki es mi nuevo vicio.

Notas finales:

-Bueno, esperamos que les haya gustado. Nos vemos, como siempre, los martes y domingos.

-... Pero hoy es miercoles... 

-¡No molestes!

¡Saludos!


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